II.
El que te salva de las tinieblas (1ª parte).
1. ¿No es evidente que lo que perciben los ojos del
cuerpo te infunde miedo? 2Tal vez pienses que aún puedes encontrar
en ello alguna esperanza de satisfacción. 3Tal vez tengas fantasías
de poder alcanzar cierta paz y satisfacción en el mundo tal como lo percibes. 4Mas
ya tiene que ser evidente para ti que el desenlace es siempre el mismo. 5A pesar de tus esperanzas y fantasías, el resultado final es siempre la
desesperación. 6Y en esto no hay excepciones ni nunca las habrá. 7Lo
único de valor que el pasado te puede ofrecer es que aprendas que jamás te dio
ninguna recompensa que quisieses conservar. 8Pues sólo así estarás
dispuesto a renunciar a él y a que desaparezca para siempre.
¿Cómo aplicamos esta idea?
- Observando nuestras expectativas: Durante el día, fíjate si estás esperando que algo externo (una persona, un logro, una compra, una noticia) te dé una satisfacción duradera. Pregúntate: ¿Estoy poniendo mi paz en algo que puede cambiar o desaparecer?
- Reconoce el patrón: Recuerda que, según el texto, buscar la felicidad solo en lo externo siempre termina igual: con una sensación de vacío o insatisfacción. No es un castigo, sino una oportunidad para mirar hacia adentro.
- Aprende del pasado: El texto dice que lo único valioso del pasado es aprender que nunca te dio una recompensa que realmente quisieras conservar. Reflexiona: ¿Qué cosas que antes creí importantes hoy ya no lo son?
¿Qué satisfacción buscada en el pasado resultó ser pasajera?
- Renuncia al pasado y abre espacio para lo nuevo: Al reconocer que el pasado no te dio la felicidad duradera que buscabas, puedes estar más dispuesto a soltarlo. Esto te permite abrirte a una nueva manera de ver y vivir, buscando la paz y la satisfacción en tu interior, no en lo externo.
Pero ¿cómo soltamos el pasado?
Algunas sugerencias:
Encuentra un momento tranquilo. Siéntate cómodamente, cierra los ojos y respira profundo unas cuantas veces.
Trae a la mente un recuerdo del pasado. Piensa en una situación, persona o experiencia pasada que todavía te cause malestar, culpa, tristeza o insatisfacción.
Reconoce el aprendizaje. Pregúntate:
- ¿Qué esperaba obtener de esa experiencia?
- ¿Qué aprendí realmente de ella?
- ¿Me dio alguna recompensa que hoy quiera conservar?
Afirma tu decisión de soltar. Repite mentalmente o en voz baja:
“Reconozco que el pasado no puede darme la paz que busco. Elijo soltar este recuerdo y abrirme a una nueva manera de ver y vivir.”
Visualiza el acto de soltar. Imagina que ese recuerdo es como un globo que sostienes en tu mano. Visualiza cómo lo sueltas y lo ves alejarse, sintiendo ligereza y espacio para algo nuevo.
Transformar un recuerdo doloroso:
Ejercicio: Escribir y transformar el recuerdo
Busca un espacio tranquilo. Toma papel y bolígrafo (o abre una nota en tu móvil/computadora). Respira profundo unas veces para centrarte.
Escribe el recuerdo doloroso. Sin censura, escribe lo que ocurrió, cómo te sentiste y qué pensamientos te vienen al recordarlo. Permítete expresar todo, aunque sea incómodo.
Identifica la emoción principal. Lee lo que escribiste y subraya la emoción más fuerte (tristeza, rabia, miedo, culpa, etc.).
Pregúntate: “¿Qué necesito ahora?” Reflexiona:
- ¿Qué me hubiera gustado recibir en ese momento?
- ¿Qué me ayudaría a sanar este recuerdo hoy?
Escribe una carta de compasión. Imagina que eres tu mejor amigo o un ser querido. Escríbete unas líneas de comprensión y apoyo, como si hablaras a alguien que amas y quieres consolar.
Transforma el recuerdo. Visualiza el momento doloroso y, en tu mente, imagina que le envuelves con luz, comprensión o perdón. Puedes decirte:
“Elijo soltar este recuerdo. Me permito avanzar con paz y compasión hacia mí mismo/a.”
Destruye o guarda la hoja. Si lo deseas, rompe la hoja y tírala como símbolo de soltar el pasado. O guárdala como testimonio de tu proceso de sanación.

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