lunes, 8 de diciembre de 2025

Capítulo 25. I. El vínculo con la verdad (7ª parte).

I. El vínculo con la verdad (7ª parte).

7. De acuerdo con esto, se considera al tiempo y al espacio como si fueran distintos, pues mientras pienses que una parte de ti está separada, el concepto de una unicidad unida cual una sola no tendrá sentido. 2Es obvio que una mente así de dividida jamás podría ser el maestro de la Unicidad que une a todas las cosas dentro de Sí. 3Y, por lo tanto, lo que está dentro de esta mente, y en efecto une a todas las cosas, no puede sino ser su Maestro. 4Él necesita, no obstante, utilizar el idioma que dicha mente entiende, debido a la condición en que esta mente cree encontrarse. 5tiene que valerse de todo lo que ella ha aprendido para transformar las ilusiones en verdad y eliminar todas tus falsas ideas acerca de lo que eres, a fin de conducirte allende la verdad que se encuentra más allá de ellas. 6Todo lo cual puede resumirse muy simple­mente de la siguiente manera:

7Lo que es lo mismo no puede ser diferente, y lo que es uno no puede tener partes separadas.

El texto dice que mientras creamos que una parte de nosotros está separada, percibiremos el tiempo y el espacio como cosas distintas y separadas. Esto significa que la experiencia de separación (yo aquí, tú allá, pasado y futuro) es una consecuencia de la creencia en la separación.

¿Cómo entiende UCDM la relación entre separación, tiempo y espacio?

UCDM enseña que la separación de Dios, de los demás y de nuestro Ser es solo una creencia errónea, no un hecho real. Esta creencia es la raíz de toda la experiencia de dualidad y conflicto.

El Curso afirma que el tiempo y el espacio no existen en la realidad divina, sino que son construcciones mentales que surgen como consecuencia de la creencia en la separación.

El tiempo se percibe como una línea (pasado, presente, futuro) porque creemos estar separados de nuestra Fuente y de los demás.

El espacio se percibe como distancia (“yo aquí, tú allá”) porque la mente cree que hay “partes” separadas.

Mientras la mente crea que una parte de sí misma está separada, percibirá todo como fragmentado:

  • El tiempo se divide en momentos distintos.
  • El espacio se divide en lugares y cuerpos separados.
  • La identidad se divide en “yo” y “los otros”.

El Espíritu Santo, según UCDM, utiliza el tiempo y el espacio (las herramientas de la separación) para guiarte de regreso a la experiencia de la unicidad. Usa tu lenguaje, tus símbolos y tus experiencias para ayudarte a trascender la ilusión y recordar que lo que es uno no puede estar separado.

Cuando la mente sana la creencia en la separación, la percepción del tiempo y el espacio como cosas distintas y separadas se disuelve. Se experimenta la unidad, donde no hay pasado ni futuro, ni “aquí” ni “allá”, sino solo el presente eterno y la unión con todo.

Un ejemplo práctico:

  • Cuando te sientes lejos de alguien (espacio) o atrapado en el pasado/futuro (tiempo), UCDM te invita a recordar que esa experiencia es solo el reflejo de una creencia interna de estar separado.
  • La práctica:  Puedes pedir ayuda interna diciendo:
    “Espíritu Santo, ayúdame a ver la unidad más allá del tiempo y el espacio.”

¿Cómo usa el Espíritu Santo nuestras experiencias para transformar ilusiones?

Utilizando el “idioma” de nuestra mente:  El Espíritu Santo no nos pide que ignoremos nuestra vida cotidiana ni nuestras experiencias humanas. Más bien, utiliza el lenguaje, los símbolos y las situaciones que entendemos y vivimos para enseñarnos. Por ejemplo, si tenemos un conflicto en el trabajo, el Espíritu Santo puede usar esa situación para mostrarnos una lección sobre perdón, empatía o unidad.

Reinterpretando nuestras vivencias:  Las experiencias que parecen negativas, dolorosas o separadoras pueden ser reinterpretadas por el Espíritu Santo. Lo que el ego ve como ataque, pérdida o culpa, el Espíritu Santo lo transforma en una oportunidad para sanar, aprender y recordar la verdad de nuestra unidad con los demás.

Guiándonos a través de nuestras emociones y pensamientos:  Cuando nos abrimos a la guía interna, el Espíritu Santo puede inspirarnos a ver las cosas de otra manera:

  • Podemos sentir paz en medio del conflicto.
  • Podemos tener una idea nueva para resolver un problema.
  • Podemos sentir compasión donde antes había juicio.

Transformando el propósito de nuestras experiencias:  El Espíritu Santo nos ayuda a cambiar el propósito de nuestras vivencias: en vez de buscar separación, especialidad o defensa, nos guía a buscar unión, perdón y amor. Así, cada experiencia se convierte en una oportunidad para recordar quién somos realmente.

Ejemplo práctico:

Situación:  Tienes una discusión con un familiar.
Ego:  Ve la discusión como una amenaza, una oportunidad para defenderse o atacar.
Espíritu Santo:  Si pides guía, puedes ver la discusión como una oportunidad para practicar el perdón, la escucha y la empatía. La experiencia se transforma en una lección de unidad.

El punto 7 nos dice que una mente que se percibe dividida, fragmentada o separada no puede ser maestra de la unicidad. Solo una mente unificada puede experimentar y enseñar la verdadera unión de todas las cosas.

Se repite una idea que ya hemos visto anteriormente. El Maestro interno utiliza tu propio lenguaje. Lo que realmente une a todas las cosas (el Espíritu Santo, el Maestro interno) debe comunicarse contigo en el “idioma” que entiendes, es decir, usando tus propias experiencias, símbolos y aprendizajes para guiarte más allá de las ilusiones.

El Espíritu Santo utiliza todo lo que hemos aprendido en el mundo (aunque sea ilusorio) para ayudarnos a transformar esas ilusiones en verdad y eliminar las falsas ideas sobre nosotros mismos. Así, nos conduce más allá de la ilusión hacia la experiencia directa de la verdad.

¿Qué significa el mensaje con el que Jesús pone fin a este punto? 

“Lo que es lo mismo no puede ser diferente, y lo que es uno no puede tener partes separadas.”

Esto significa que la verdadera unicidad no admite excepciones ni divisiones. Si algo es verdaderamente uno, no puede estar fragmentado ni dividido en partes.

¿Qué significa que la verdadera unicidad no admite excepciones ni divisiones? 

La unicidad es totalidad absoluta:  Cuando algo es verdaderamente uno, no tiene partes, ni fragmentos, ni divisiones internas. Es una totalidad indivisible.

Ejemplo:
Piensa en el concepto de “luz pura”. Si es pura, no puede estar mezclada con oscuridad ni dividida en colores; es solo luz, sin excepción. 

La unidad no puede fragmentarse:  Si algo que es uno se fragmentara, dejaría de ser uno y se convertiría en muchos.

Ejemplo:
Si tienes una gota de agua y la divides en dos, ya no tienes una sola gota, sino dos. La unicidad se ha perdido. 

Aplicación espiritual: UCDM enseña que nuestra verdadera naturaleza, y la de Dios, es una sola, sin excepciones. La creencia en la separación (yo aquí, tú allá; mi mente, tu mente) es solo una ilusión.

No puede haber “un poco de separación”: O hay unidad, o no la hay.

No puede haber “algunas personas unidas y otras no”: La unidad es total o no es unidad.

Implicación práctica:  Cada vez que percibimos diferencias, fragmentos, partes separadas (en nosotros mismos, en los demás, en el mundo), estamos viendo una ilusión. La verdad, según UCDM, es que todo está unido en una sola realidad. 

Metáfora sencilla:

 Imagina un océano: 

  • Si tomas una gota, sigue siendo agua del océano, pero la separación es solo aparente.
  • El océano, en su totalidad, no puede dividirse realmente; toda el agua está conectada.

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