lunes, 16 de septiembre de 2024

Capítulo 14. VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo (1ª parte).

VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo (1ª parte).

1. ¿Qué deseas? 2Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la oscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez. 3Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. 4Pues su separa­ción sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse. 5En la unión todo lo que no es real inevitablemente desa­parece, pues la verdad es unión. 6De la misma manera en que la oscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. 7La percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conoci­miento. 8La percepción, no obstante, tiene que estar desprovista de engaño, pues de otra manera se convierte en el mensajero de la ignorancia en vez de en un ayudante en la búsqueda de la verdad.

Este apartado, en su corta extensión condensa un potencial de sabiduría que debemos integrar en nuestra consciencia, si es nuestra voluntad alcanzar el "despertar" o, dicho de otro modo, hallar la salvación.

En primer lugar, nos hace conscientes de la pregunta que debemos hacernos sin demora alguna: ¿qué deseamos?. El deseo es el motor que junto a nuestra voluntad, nos lleva a servir a la verdad o a la ilusión, a lo real o a lo falso, al amor o al miedo, a la luz o a la oscuridad. Vemos aquello que deseamos, pues el deseo se convierte en la tierra propicia para que sembremos la semilla de nuestra voluntad. De la unión de la voluntad y el deseo, puede fluir la creación o la fabricación. Es una decisión.

Por otro lado, este punto nos enseña que los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de ponerlos separados. Nos dice que la separación solo existe en nuestra mente, mientras que los opuestos están llamados a su integración, a su unión. Considero muy importante tener presente esta verdad.

Para finalizar, este apartado nos afirma que la percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conocimiento, no sin antes superar lo falso e irreal.

2. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto examen de todo lo que la obstaculiza. 2La verdad simplemente es. 3No se puede perder, buscar ni encontrar. 4Está dondequiera que estés, pues está en tu interior. 5Aun así, puedes reconocerla o pasarla por alto, o bien puede ser real o falsa para ti. 6Si la ocultas, se vuelve irreal para ti por haberla ocultado y haberla revestido de miedo. 7La verdad yace oculta bajo cada piedra angular de miedo sobre la que has erigido tu demente sistema de creencias. 8Pero no puedes saber esto, pues al ocultar la verdad en el miedo, no ves razón alguna para creer que mientras más mires de frente al miedo menos lo verás y más claro se hará lo que oculta.

Ya hemos tenido ocasión de analizar el significado de lo que es la verdad y de lo que es lo falso. La verdad se caracteriza porque es inalterable, no cambia. Es eterna. Mientras que lo falso está sujeto al cambio y a la temporalidad. Es efímero.

La verdad es, porque procede de Aquel que Extendió Su Esencia Creadora, el Amor, y Dios Es.

Por tal razón, la verdad se encuentra en nuestro interior, pues somos el Hijo de Dios, creado a Su Imagen y Semejanza. 

Si ocultamos la verdad en nuestro interior, la estaremos ocultando con el miedo, esto es, la ausencia de Amor. Ocultar la verdad por miedo, es la señal inequívoca de que no nos estamos amando, sino negándonos. Al negarnos, proyectamos ese pensamiento al exterior y negamos igualmente la verdadera identidad de nuestros hermanos. Esa negación, se expresará en forma de ataque en un intento de defendernos de nuestros miedos.

3.  Es imposible convencer a los que no saben de que saben. 2Desde su punto de vista no es verdad que sepan. 3Pero como Dios lo sabe, es verdad. 4Éstos son puntos de vista claramente opuestos acerca de la realidad de los que "no saben". 5Para Dios, no saber es algo imposible. 6No saber, por lo tanto, no es un punto de vista, sino simplemente una creencia en algo que no existe. 7Lo único que les ocurre a los que no saben es que abrigan esa creen­cia, y debido a ello, se equivocan con respecto a sí mismos. 8Se han definido a sí mismos de manera diferente de como fueron crea­dos. 9Su creación no fue un punto de vista, sino una certeza. 10Cuando la incertidumbre se lleva ante la certeza, se abandona toda convicción de que sea real.

No creemos que formemos parte de la Mente de Dios, pues lo percibimos fuera de nosotros, como algo inalcanzable. Nosotros pertenecemos a la tierra y Dios, pertenece al Cielo. El cielo se nos antoja como un acto de fe y nuestro encuentro con el Creador tan sólo se producirá tras la muerte y no sin antes haber purgado todos nuestros pecados.

El habernos identificados con la falsa apariencia de lo que creemos ser, un cuerpo físico y terrenal, nos lleva a la percepción errónea de lo que somos, lo que nos lleva a la creencia de que ignoramos saber cómo hemos sido creados.

Cuando se produce el cambio de percepción de lo que realmente somos, se recupera, igualmente, el recuerdo de aquello que hemos sido sabido siempre, pues la verdad nunca nos ha abandonado.

4. Hemos estado haciendo hincapié en el hecho de que lo indesea­ble debe llevarse ante lo deseable, y lo que no se desea ante lo que se desea. 2Te darás cuenta de que ésta es la manera de alcanzar la salvación si te detienes a considerar lo que es la disociación. 3La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. 4Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. 5Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separa­ción parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. 6Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. 7No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. 8Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos. 9Ponlos uno al lado del otro, y su absoluta incompatibilidad resultará evidente de inmediato. 10Uno de ellos tiene que desapa­recer porque el otro se ve en el mismo lugar.

De nuevo se pone de manifiesto la importancia de ser consciente de nuestras decisiones. Sabemos que no podemos servir a dos señores a la vez, pues, la verdad es irreconciliable con lo falso. El único modo de poner fin a la mente dual, ahora sirvo al miedo, ahora sirvo al amor, es llevar lo falso ante la verdad, de modo que al verlos uno al lado del otro, podamos percibir lo que es, de lo que no es. ¿Cómo lo sabremos? Sencillamente, lo que es, siempre lo es y lo será, mientras que lo que no es, no lo es y nunca lo será.

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