jueves, 1 de mayo de 2025

Capítulo 20. II. La ofrenda de azucenas (3ª parte).

II. La ofrenda de azucenas (3ª parte).

6. Durante estas Pascuas contempla a tu hermano con otros ojos. 2Tú me has perdonado ya. 3Sin embargo, no puedo hacer uso de tu regalo de azucenas, mientras tú no las veas. 4Ni tú puedes hacer uso de lo que yo te he dado mientras no lo compartas. 5La visión del Espíritu Santo no es un regalo nimio ni algo con lo que se juega, por un rato para luego dejarse de lado. 6Presta gran atención a esto, y no creas que es sólo un sueño, una idea pueril con la que entretenerte por un rato, o un juguete con el que juegas de vez en cuando y del que luego te olvidas. 7Pues si eso es lo que crees, eso es lo que será para ti.

Jesús, en este punto, nos advierte que nuestras elecciones no deben hacerse a la ligera, no deben ser fruto de una decisión pasajera, no deben ser interpretadas como un logro temporal. Ese modo de tratar nuestras creencias es fruto del sistema de pensamiento del ego donde rigen las leyes de la temporalidad y del cambio. Con ello lo que nos está diciendo Jesús es que la verdad es real porque no cambia, ya que es eterna. Y esa visión sagrada de la realidad, de la verdad, es la que debe prevalecer en nuestras elecciones.

Si elegimos poner a nuestra mente al servicio del amor, ese amor debe formar parte de todos y cada uno de nuestros pensamientos. Tan solo así podemos ser aquello que forma parte de nuestras creencias, existiendo una plena coherencia entre lo que creemos ser y lo que realmente somos.

Termina este punto, Jesús, recordándonos algo que siempre debemos tener presente: vemos el mundo en el que creemos.

7. Gozas ya de la visión que te permite ver más allá de las ilusio­nes. 2Se te ha concedido para que no veas espinas, ni extraños, ni ningún obstáculo a la paz. 3El temor a Dios ya no significa nada para ti. 4¿Quién temería enfrentarse a las ilusiones, sabiendo que su salvador está a su lado? 5Con él a tú lado tú visión se ha con­vertido en el poder más grande que Dios Mismo puede conceder para desvanecer las ilusiones, 6pues lo que Dios le dio al Espíritu Santo, tú lo has recibido. 7El Hijo de Dios cuenta contigo para su liberación. 8Pues tú has pedido -y se te ha concedido- la fortaleza para poder enfrentarte a este último obstáculo, y no ver cla­vos ni espinas que crucifiquen al Hijo de Dios y lo coronen como rey de la muerte.

Ahora debes estar dando saltos de alegría. Al leer el contenido de este punto, en el que Jesús nos narra con suma exquisitez nuestro actual estado de consciencia, no podemos menos que sentirnos orgullosos por haber elegido al maestro adecuado, el que nos ha ayudado a cambiar y corregir nuestras creencias erróneas, el que nos ha respondido cuando lo hemos llamado, el que nos ha ofrecido la visión verdadera y ha sustituido la percepción falsa. 

Hemos conseguido reconocer que somos el soñador de nuestros sueños, lo que nos lleva a elegir nuevos sueños donde el amor sustituye al miedo y donde las pesadillas desaparecen por completo, permitiéndonos gozar de un nuevo escenario donde reinará la paz y la felicidad compartida con nuestros hermanos.

No permitamos que las sombras oscurezcan ese instante santo en el que nos fundimos con la visión crística. Conocemos cómo abrirnos paso entre esas densas nubes y traspasarlas hasta alcanzar la luz, hasta reconocer nuestra esencia. Ya sabemos lo que somos.

8El hogar que has elegido está al otro lado, más allá del velo. 2Ha sido cuidadosamente preparado para ti y ahora está listo para recibirte. 3No lo verás con los ojos del cuerpo. 4Sin embargo, ya dispones de todo cuanto puedas necesitar. 5Tu hogar te ha estado llamando desde los orígenes del tiempo y nunca has sido com­pletamente sordo a su llamada. 6Oías, pero no sabías cómo mirar, ni hacia dónde. 7Pero ahora sabes. 8El conocimiento se encuentra en ti, presto a ser revelado y liberado de todo el terror que lo mantenía oculto. 9En el amor no hay cabida para el miedo. 10El himno de la Pascua es el grato estribillo que dice que al Hijo de Dios nunca se le crucificó. 11Alcemos juntos la mirada, no con miedo, sino con fe. 12no tendremos miedo, pues no veremos ninguna ilusión, sino una senda que conduce a las puertas del Cielo, el hogar que compartimos en un estado de quietud y donde moramos dulcemente y en paz como uno solo.

Sí, ya nos encontramos ante las puertas del Cielo, pues nuestra mente sirve a la unicidad, sirve al amor, sirve a la verdad y sirve a la realidad. 

Ahora que hemos llegado a nuestro destino, tal vez pienses que no ha resultado tan difícil conseguir alcanzar nuestra meta. Pero ese pensamiento actual también reconoce que en verdad lo único que nos separaba de ese logro era el obstáculo de creernos diferente a nuestro Creador.

Todo adquiere una nueva dimensión para nuestra consciencia. Ahora no está limitada por los ropajes temporales de la corporalidad. Ahora es totalmente libre, pues se encuentra formando parte de lo eterno, del amor, de la esencia espiritual con la que hemos sido creados y a través de la cual expresamos nuestra capacidad creadora.

Ahora sí sabemos lo que somos. Somos el Hijo de Dios y formamos parte de la Filiación, compartiendo con nuestros hermanos esa condición.

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