miércoles, 7 de mayo de 2025

Capítulo 20. III. El pecado como ajuste (3ª parte).

III. El pecado como ajuste (3ª parte).

7. No procures que el Hijo de Dios se adapte a su demencia. 2En él reside un extraño que, mientras vagaba sin rumbo, entró en la morada de la verdad, mas tal como vino así se irá. 3Vino sin nin­gún propósito, pero no podrá permanecer ante la radiante luz que el Espíritu Santo te ofreció y que tú aceptaste. 4Pues bajo esa luz el extraño se queda sin hogar y a ti se te da la bienvenida. 5No le preguntes a ese transeúnte: "¿Qué soy?" 6Él es la única cosa en todo el universo que no lo sabe. 7Sin embargo, es él a quien se lo preguntas, y es a su respuesta a la que deseas amoldarte. 8Este pensamiento torvo y ferozmente arrogante, y, sin embargo, tan ínfimo y carente de significado que su pasar a través del universo de la verdad ni siquiera se nota, se vuelve tu guía. 9A él te diriges para preguntarle el significado del universo. 10Y a lo único que es ciego en todo el universo vidente de la verdad le preguntas: "¿Cómo debo contemplar al Hijo de Dios?"

Cuando aceptamos la idea de la separación en nuestra mente, lo que estamos haciendo es negar el acto creador de Dios, el cual dio lugar a la Filiación, donde la única ley que existe es el amor que los mantiene Uno en la Unidad. 


El deseo de ser diferente a nuestro Creador nos ha llevado a la identificación con la personalidad egoica, la cual está representada por el cuerpo físico. El sentido de nuestra existencia queda condicionado por la percepción de los sentidos físicos, los cuales nos aportan la información de aquello que creemos ser. Si le preguntamos a la personalidad egoica quiénes somos, su respuesta no puede ir más allá de la dimensión material, es decir, su respuesta no puede testimoniar sobre nuestra verdadera realidad, sino que estará limitada por la visión del cuerpo. Esta percepción nos ha llevado a creer que la vida es el recorrido que realiza el cuerpo desde su nacimiento hasta su muerte. 

Cuando sentimos la llamada de nuestra verdadera realidad espiritual, comenzamos a buscar nuestro origen y a investigar el sentido profundo de la vida. Una voz interior nos habla de nuestra eternidad. Nos habla de que aquello que hemos llamado vida se asemeja más bien a la muerte, pues la vida real no puede estar basada en el miedo, en el dolor, en el sufrimiento.
Es a través de la Expiación que nos ofrece el Espíritu Santo que podremos corregir nuestros errores de percepción. Es a través de Su Voz que recibiremos la respuesta adecuada cuando le preguntemos: "¿Qué soy?".

8. ¿Se le puede pedir que emita juicios a lo que está desprovisto de todo juicio? 2si ya lo has hecho, ¿creerías la respuesta que te da y te ajustarías a ella como si fuese cierta? 3El mundo que ves a tu alrededor es la respuesta que te dio, y tú le has conferido el poder de hacer los ajustes necesarios en el mundo para que su respuesta sea cierta. 4Le preguntaste a ese soplo de locura que te explicase el significado de tu relación no santa, e hiciste que ésta se ajustase a su descabellada respuesta. 5¿Te hizo eso feliz? 6¿Te reuniste acaso jubilosamente con tu hermano para bendecir al Hijo de Dios y darle las gracias por toda la felicidad que os ha brindado? 7¿Has reconocido acaso a tu hermano como el eterno regalo que Dios te dio? 8¿Has visto la santidad que irradia en cada uno de vosotros para bendecir al otro? 9Ése es el propósito de tu relación santa. 10No le preguntes cuáles son los medios necesarios para su consecución la única cosa que haría todo lo posible para que siguiese siendo no santa. 11No le otorgues el poder de adaptar los medios al fin.

El ego no es el maestro adecuado para que nos muestre el camino que ha de llevarnos a la salvación. Todo lo contrario. El ego es el efecto de creer que hemos desobedecido el mandato de Dios y, como consecuencia de ello, hemos sido expulsados del Paraíso Terrenal. Creemos que Dios nos ha castigado por haber hecho uso de la voluntad y por haber elegido la individualidad a la unicidad. ¿Cómo el causante de este mundo demente puede ofrecernos un aprendizaje que nos lleve al encuentro con la paz?

La salvación no es un producto que podamos comprar con aquello que consideramos nuestras riquezas y poder. La salvación es el encuentro con la verdad. Es reconocer que formamos una unidad con el resto de la creación y que juntos aportaremos la compleción al Mundo de Dios.

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