jueves, 29 de mayo de 2025

Capítulo 20. VII. La correspondencia entre medios y fin (3ª parte).

VII. La correspondencia entre medios y fin (3ª parte).

8. El cuerpo no se puede ver, excepto a través de juicios. 2Ver el cuerpo es señal de que te falta visión y de que has negado los medios que el Espíritu Santo te ofrece para que sirvas a Su pro­pósito. 3¿Cómo podría lograr su objetivo una relación santa si se vale de los medios del pecado? 4Tú te enseñaste a ti mismo a juzgar; mas tener visión es algo que se aprende de Aquel que quiere anular lo que has aprendido. 5Su visión no puede ver el cuerpo porque no puede ver el pecado. 6Y de esta manera, te conduce a la realidad. 7Tu santo hermano -a quien verlo de este modo supone tu liberación- no es una ilusión. 8No intentes verlo en la oscuridad, pues lo que te imagines acerca de él parecerá real en ella. 9Cerraste los ojos para excluirlo. 10Tal fue tu propó­sito, y mientras ese propósito parezca tener sentido, los medios para su consecución se considerarán dignos de ser vistos, y, por lo tanto, no verás.

El cuerpo es un símbolo de identidad. La identificación es una creencia y pone de manifiesto aquello que vemos. Si lo que vemos es lo que deseamos, podemos concluir que nuestra identidad es fruto de lo que deseamos. Considero importante esta introducción para ayudarnos a comprender el contenido de este punto, sobre todo en lo concerniente a la afirmación de que el cuerpo no se puede ver, excepto a través de juicios.

Desde mi punto de vista, hasta ahora, entiendo que el cuerpo no es real porque es temporal y está regido por las leyes del cambio. Sabemos que lo que es real es verdad y que la verdad es eterna y no cambia. Por lo tanto, cuando se dice que el cuerpo no es real, responde a las anteriores consideraciones.

Cuando se nos afirma que el cuerpo no se puede ver, excepto a través de juicios, lo que está poniendo de manifiesto es el significado esotérico del término ver. Cuando utilizamos dicho término desde el punto de vista del sistema de pensamiento del ego, su significado se asocia a una capacidad perceptiva de la visión y del resto de los sentidos físicos, no tan solo de los ojos. Un invidente puede ver el cuerpo a través del resto de los sentidos. Basado en este sistema de pensamiento, el que da lugar a la percepción, el juicio se nos muestra como el principal agente que nos lleva a ver el cuerpo, es decir, a ser conscientes de su percepción como símbolo de la creencia en la separación. Juzgar es el deseo de que las cosas sean diferentes a como realmente son. Cuando nuestra voluntad eligió ver un mundo diferente al de Dios, lo que estaba haciendo la mente es emitir un juicio de separación inspirado en el deseo de ver de forma independiente al de nuestro Creador, lo cual nos llevó a ver lo que deseamos, el mundo físico.

Pero esa no es la verdadera visión. Esa visión del ego procede de la oscuridad y en la oscuridad no se puede ver. La visión procede de la luz. Podemos decir que la luz y la visión van unidas. Desde la visión, desde la luz, se tiene acceso a la realidad, a la verdad, a la unidad. Desde esa visión, el cuerpo-separación-juicio no se puede ver, porque en ese plano tan solo se manifiesta lo esencial y verdadero.

9. Tu pregunta no debería ser: "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" 2sino, "¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?" 3Y al preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar radica tu liberación del miedo. 4La salvación es la meta del Espíritu Santo. 5El medio es la visión. 6Pues lo que contemplan los que ven está libre de pecado. 7Nadie que ama puede juzgar, y, por lo tanto, lo que ve está libre de toda condena. 8Y lo que él ve no es obra suya, sino que le fue dado para que lo viese, tal como se le dio la visión que le permi­tió ver.

Me quedo con la afirmación de que "nadie que ama puede juzgar", pues si estamos libres de juicio no podremos condenar al no ver el pecado. No ver el pecado significa que no vemos la separación, que no hemos elegido ver un mundo diferente al de nuestro Creador. En nuestra inocencia, en nuestra visión de impecabilidad, reside nuestra voluntad por ver la salvación como el propósito, el fin que nos une a todos nuestros hermanos.

La visión Crística es el medio que Jesús y el Espíritu Santo nos dispensan para que logremos la salvación.

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