V. Los heraldos de la eternidad (3ª parte).
5. El cuerpo de tu hermano tiene tan poca utilidad para ti como para él. 2Cuando se usa únicamente de acuerdo con las enseñanzas del Espíritu Santo, no tiene función alguna. 3Pues las mentes no necesitan el cuerpo para comunicarse. 4La visión que ve al cuerpo no le es útil al propósito de la relación santa. 5Y mientras sigas viendo a tu hermano como un cuerpo, los medios y el fin no estarán en armonía. 6¿Por qué se han de necesitar tantos instantes santos para alcanzar una relación santa, cuando con uno solo bastaría? 7No hay más que uno. 8El pequeño aliento de eternidad que atraviesa el tiempo como una luz dorada es sólo uno: no ha habido nada antes ni nada después.
Jesús nos plantea una pregunta en este punto que deberíamos contestar: "¿Por qué se han de necesitar tantos instantes santos para alcanzar una relación santa, cuando con uno solo bastaría?
Cuando analizo esta pregunta y dejo que penetre en mi ser, no puedo evitar ver flaquear mi fe. Recuerdo vivencias donde mi consciencia ha alcanzado la visión de la unidad y, en ese instante santo, he gozado de lucidez espiritual permitiéndome reconocer lo que soy, sin desear nada más. Es como poder tocar por unos instantes la grandeza del Cielo para volver una vez más a sentir la densidad del mundo material. Esos cambios de percepción, al principio, me han hecho sentir mal. Ese sentimiento forma parte del especialismo del ego. Es una estrategia muy sutil que puede confundirnos con el propósito de sentirnos especiales.
Hoy lo veo de otra manera. Hoy sé que estoy ubicado en este mundo, que estoy soñando y que soy el soñador del sueño. Hoy sé que ese sueño tiene sus días contados, pues como todos los sueños, no es real, salvo para mi mente que ha elegido ese estado de conciencia. Hoy sé que soñar es un error que elijo corregir, llamado por la Voz que habla por Dios y que me tiende su mano para que, preñado de certeza, le acompañe allí donde se encuentra nuestro verdadero Hogar y que nunca hemos abandonado.
6. Ves cada instante santo como un punto diferente en el tiempo. 2Mas es siempre el mismo instante. 3Todo lo que jamás hubo o habrá en él se encuentra aquí ahora mismo. 4El pasado no le resta nada, y el futuro no le añadirá nada más. 5En el instante santo, entonces, se encuentra todo. 6En él se encuentra la belleza de tu relación, con los medios y el fin perfectamente armonizados ya. 7En él se te ha ofrecido ya la perfecta fe que algún día habrás de ofrecerle a tu hermano; en él se ha concedido ya el ilimitado perdón que le concederás; y en él es visible ya la faz de Cristo que algún día habrás de contemplar.
De esta afirmación se deduce lo que este punto nos enseña con respecto al instante santo. Desde la mente egoica se tiene la creencia de que la verdad se va manifestando según cada momento y dependiendo de nuestro estado perceptivo. Desde la mente recta, el instante santo es eterno y cuando se vive, gozamos de la grandeza de la eternidad que brilla bajo la luz de la verdad. El instante santo nos muestra nuestra verdadera identidad, la cual se expresa dando testimonio de la unidad y del amor.
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