jueves, 22 de mayo de 2025

Capítulo 20. VI. El templo del Espíritu Santo (2ª parte).

VI. El templo del Espíritu Santo (2ª parte).

4. El amor no tiene templos sombríos donde mantener misterios en la oscuridad, ocultos de la luz del sol. 2No va en busca de poder, sino de relaciones. 3El cuerpo es el arma predilecta del ego para obtener poder mediante las relaciones que entabla. 4sus relaciones sólo pueden ser profanas, pues lo que verdaderamente son, él ni siquiera lo ve. 5Las desea exclusivamente como ofren­das con las que sus ídolos medran. 6Todo lo demás simplemente lo desecha, pues lo que ello podría ofrecerle él no le otorga ningún valor. 7Al estar desamparado, el ego trata de acumular tantos cuerpos como pueda para que sirvan de altares para sus ídolos y así convertirlos en templos consagrados a sí mismo.

Si el sistema de pensamiento del ego se fundamenta en las leyes de la temporalidad, la experiencia de relación con el mundo estará impregnada de esa misma creencia, por lo que tan solo podremos esperar que sus resultados den lugar a experiencias temporales que, como tales, serán dolorosas y frustrantes, aportando tan solo argumentos al ego de que su existencia es real y de que su sistema de pensamiento es el correcto. Su lema se resume en la siguiente afirmación: "Todo lo que nace muere".

De este modo, el ego entiende que la relación especial que establece con el mundo está llamada a su destrucción y, por lo tanto, no puede aportarnos la felicidad deseada. Si la relación con el mundo no nos aporta felicidad eterna, entonces Dios no existe. Ese es el principal argumento de lo que el ego considera su venganza hacia el "desamor" de Dios. Dios no me quiere a su lado, luego lo niego y me niego a creer en su existencia. Si existiese, nos libraría de todo el dolor de este mundo.

Todos estos argumentos serían verdad si procediesen de la realidad, es decir, si Dios fuese la causa de las desgracias que le atribuye el ego. Pero la causa de esa fuente de amargas experiencias se encuentra en la creencia en el pecado, en la creencia en la separación, lo que nos hizo creer ser los habitantes de un mundo inhóspito y carente de amor.

5. El templo del Espíritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. 2El cuerpo es una aislada mota de oscuridad; una alcoba secreta y oculta; una diminuta mancha de misterio que no tiene sentido, un recinto celosamente protegido, pero que aun así no oculta nada. 3Aquí es donde la relación no santa se escapa de la realidad, y donde va en busca de migajas para sobrevivir. 4Ahí quiere arrastrar a sus hermanos, a fin de mantenerlos atrapados en la idolatría. 5Ahí  se siente a salvo, pues el amor no puede entrar. 6El Espíritu Santo no edifica Sus templos allí donde el amor jamás podría estar. 7¿Escogería Aquel que ve la faz de­ Cristo como Su hogar el único lugar en el universo donde ésta no se puede ver?

Todo estudiante de un Curso de Milagros conoce que las enseñanzas que nos aporta no van dirigidas al cuerpo, el símbolo representativo del sistema de pensamiento del ego. No pone énfasis en cambiar lo que hacemos, al entender que no hay que cambiar los efectos, sino que se dirige principalmente a la causa, la cual se encuentra en la mente.

Jesús en este punto nos recuerda esta enseñanza cuando nos dice que el templo del Espíritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. Nos está diciendo que lo que entendemos por relación desde la visión egoica, desde el cuerpo, no forma parte de la verdad, pues ese tipo de relación no es santa. Tan solo la relación santa, la que basa la relación verdadera entre las mentes, es donde se encuentra el templo del Espíritu Santo, donde se encuentra la fuente de la Expiación, de la Mente Recta que nos corrige la percepción falsa en verdadera.

Percibir la relación desde la visión del Espíritu Santo nos lleva a ver la luz que nos permite ver a nuestros hermanos como nuestra fuente de salvación, pues seremos testigos de los lazos de unión que hacen nuestras mentes una con la de Dios.

6. Tú no puedes hacer del cuerpo el templo del Espíritu Santo, y el cuerpo nunca podrá ser la sede del amor. 2Es la morada del idólatra, y de lo que condena al amor. 3Pues ahí el amor se vuelve algo, temible y se pierde toda esperanza. 4Aun los ídolos que ahí son adorados están revestidos de misterio y se les mantiene aparte de aquellos que les rinden culto. 5Éste es el templo consa­grado a la negación de las relaciones y de la reciprocidad. 6Ahí se percibe con asombro el "misterio" de la separación y se le con­templa con reverencia. 7Lo que Dios no dispuso que fuese se mantiene ahí "a salvo" de Él. 8Pero de lo que no te das cuenta es de que aquello que temes en tu hermano y te niegas a ver en él, es lo que hace que Dios te parezca temible y que no lo conozcas.

El cuerpo es para el ego su principal prueba para argumentar a favor de su creencia en la separación. Es, igualmente, su principal testigo y al mismo tiempo defensor de que no existe la unidad, la igualdad, en el mundo donde rigen sus leyes. Por lo tanto, el cuerpo no puede ser el templo del Espíritu Santo, no puede albergar la visión de la unicidad que nos mantiene unidos al resto de la humanidad.

Ya lo hemos comentado a lo largo del estudio que estamos realizando. El cuerpo es el "hijo del miedo". Esto es así debido a que el ego ve en el cuerpo físico la causa que le ha llevado a desobedecer el mandato divino de no comer del Árbol Prohibido, cuya consecuencia desencadenó la visión errónea en la "expulsión" del Paraíso y la condena a trabajar duramente para ganarse el pan de cada día. Todo ese pasaje recogido en la Biblia es alegórico y nos revela de manera simbólica el génesis de la falsa creencia en la separación y en el pecado. Todo el contenido que se narra en las Escrituras Sagradas nos describe el proceso en el que la mente del hombre elige libremente proyectar su atención a una nueva dimensión donde lo tangible sustituye a lo invisible, donde la división sustituye a la unidad y donde el deseo se apodera de la voluntad de amar, la característica principal de la Fuente de donde procedemos, de la Mente de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 168

LECCIÓN 168 Tu gracia me es dada. La reclamo ahora. 1.  Dios nos habla.  2 ¿No deberíamos nosotros acaso hablarle a Él?  3 Dios no es algo ...