III. El pecado como ajuste (1ª parte).
1. La creencia en el pecado es un
ajuste. 2Y un ajuste es un cambio: una alteración en la percepción,
o la creencia de que lo que antes era de una manera ahora es distinto. 3Cada
ajuste es, por lo tanto, una distorsión, y tiene necesidad de defensas que lo
sostengan en contra de la realidad. 4El conocimiento no requiere
ajustes, y, de hecho, se pierde si se lleva a cabo: cualquier cambio o
alteración, 5pues eso lo reduce de inmediato a ser simplemente una
percepción: una forma de ver en la que se ha dejado de tener certeza y donde
se ha infiltrado la duda. 6En esta condición deficiente es necesario
hacer ajustes porque la condición en sí no es verdad. 7¿Quién
necesita ajustarse a la verdad, si para ser entendida ésta sólo apela a lo que uno es?
Si la verdad estuviese regida por las leyes del cambio, es decir, si la verdad de hoy no fuera la verdad de mañana, el propio concepto de la verdad carecería de sentido lógico, nos llevaría a una situación de duda permanente en lo que es y no es verdad. No se podría definir como aquello que es eternamente verdadero. Por lo tanto, lo que es verdad es real. Mientras que lo que no es verdad da lugar a la ilusión.
2. Los ajustes, sean de la clase
que sean, siempre forman parte del ámbito del ego. 2Pues la creencia
fija del ego es que todas las relaciones dependen de que se hagan ajustes, para
así hacer de ellas lo que él quiere que sean. 3Las relaciones
directas, en las que no hay interferencia, él siempre las considera peligrosas.
4El ego se ha nombrado a sí mismo mediador de todas las relaciones,
y hace todos los ajustes que cree necesarios y los interpone entre aquellos que
se han de conocer, a fin de mantenerlos separados e impedir su unión. 5Esta
planeada interferencia es lo que hace que te resulte tan difícil reconocer tu
santa relación tal como es.
Cuando el principio de la voluntad nos lleva a elegir de forma diferente a la Voluntad de Dios, detrás de esa elección siempre encontramos la fuerza del deseo. El deseo nos hace sentir especiales, y nos moviliza en la consecución de aquello que deseamos por encima de cualquier otra cosa. El conflicto está servido cuando nuestros deseos nos llevan a percibir la verdad desde nuestra percepción individual. Lo que realmente está haciendo el ego es introducir un ajuste, un cambio, que alterará la verdad y nos llevará a inventarnos un sistema de pensamiento donde la división y la separación nos lleven al especialismo.
3. Los que son santos no interfieren en la verdad. 2No le tienen miedo, pues en la verdad es donde reconocen su santidad y donde se regocijan debido a lo que ven. 3La contemplan directamente, sin tratar de adaptarse a ella ni de que ella se adapte a ellos. 4Y así se dan cuenta de que se encontraba en ellos, al no haber decidido de antemano dónde debería estar. 5El hecho mismo de que ellos la busquen plantea una pregunta, y lo que ven es lo que les responde. 6Tú fabricas el mundo, y luego te adaptas a él y haces que él se adapte a ti. 7Y no hay ninguna diferencia entre él y tú en tu percepción, la cual os inventó a los dos.
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