X. La hora del renacer (2ª parte).
4. En tus manos está hacer que esta época del año sea santa, pues en tus manos está hacer que la hora de Cristo tenga lugar ahora. 2Es posible hacer esto de inmediato, pues lo único que ello requiere es un cambio de percepción, ya que únicamente cometiste un error. 3Parecen haber sido muchos, pero todos ellos son en realidad el mismo. 4Pues aunque el ego se manifiesta de muchas formas, es siempre la expresión de una misma idea: 5lo que no es amor es siempre miedo, y nada más que miedo.
¿Estás dispuesto a deshacer lo aprendido bajo la guía de la creencia en el miedo? ¿Te imaginas lo que ello significa? Dejar de sentirnos prisioneros de la culpa, de la creencia en el pecado, nos situará frente a frente con el instante santo, con el presente, en el que podemos elegir ser libres. Dejemos de creer en el miedo y seremos libres para amar, libres para expresar nuestra santidad.
5. No es necesario seguir al miedo por todas las tortuosas rutas subterráneas en las que se oculta en la oscuridad, para luego emerger en formas muy diferentes de lo que es. 2Pero sí es necesario examinar cada una de ellas mientras aún conserves el principio que las gobierna a todas. 3Cuando estés dispuesto a considerarlas, no como manifestaciones independientes, sino como diferentes expresiones de una misma idea, la cual ya no deseas, desaparecerán al unísono. 4La idea es simplemente ésta: crees que es posible ser anfitrión del ego o rehén de Dios. 5Éstas son las opciones que crees tener ante ti, y crees asimismo que tu decisión tiene que ser entre una y otra. 6No ves otras alternativas, pues no puedes aceptar el hecho de que el sacrificio no aporta nada. 7El sacrificio es un elemento tan esencial en tu sistema de pensamiento, que la idea de salvación sin tener que hacer algún sacrificio no significa nada para ti. 8Tu confusión entre lo que es el sacrificio y lo que es el amor es tan aguda que te resulta imposible concebir el amor sin sacrificio. 9Y de lo que debes darte cuenta es de lo siguiente: el sacrificio no es amor sino ataque. 10Sólo con que aceptases esta idea, tu miedo al amor desaparecería. 11Una vez que se ha eliminado la idea del sacrificio ya no podrá seguir habiendo culpabilidad. 12Pues si hay sacrificio, alguien siempre tiene que pagar para que alguien gane. 13Y la única cuestión pendiente es a qué precio y a cambio de qué.
Podríamos plantear esta cuestión de otra manera, ¿por qué razón elegimos sufrir, a ser feliz?
Es evidente, que estos planteamientos van dirigidos al sistema de pensamiento del ego, el cual, los mantiene custodiado como uno de sus principales tesoros. La respuesta a estas cuestiones se encuentra en los intereses del ego. El valora más, todo aquello que reafirme y fundamente a su identidad, antes de enfrentarse a la verdadera realidad que le ofrece la creencia en el Amor.
Prefiere, utilizar el amor disfrazado de sacrificio hacia el otro, que reconocer la unidad que comparten sus mentes. La unidad que ofrece la visión del amor, significaría su declaración de inexistencia, esto es, su final.
Los argumentos que utiliza el sistema de pensamiento del ego para defender la valía del sacrificio como expresión de amor, son muy sutiles. Forman parte de la más astuta de sus argucias para evitar que descubramos, que detrás de esa artimaña, lo que realmente esconde es su miedo al amor, pues amar es su desaparición.
6. Como anfitrión del ego, crees que puedes descargar toda tu culpabilidad siempre que así lo desees, y de esta manera comprar paz. 2Y no pareces ser tú el que paga. 3Y aunque si bien es obvio que el ego exige un pago, nunca parece que es a ti a quien se lo exige. 4No estás dispuesto a reconocer que el ego, a quien tú invitaste, traiciona únicamente a los que creen ser su anfitrión. 5El ego nunca te permitirá percibir esto, ya que este reconocimiento lo dejaría sin hogar. 6Pues cuando este reconocimiento alboree claramente, ninguna apariencia que el ego adopte para ocultarse de tu vista te podrá engañar. 7Toda apariencia será reconocida tan sólo como una máscara de la única idea que se oculta tras todas ellas: que el amor exige sacrificio, y es, por lo tanto, inseparable del ataque y del miedo. 8Y que la culpabilidad es el costo del amor, el cual tiene que pagarse con miedo.
Ya lo veíamos en la reflexión del punto anterior, los argumentos del ego para convencernos de que el sacrificio es un acto de amor por los demás, se encuentran siempre bien ocultos a nuestra conciencia, para evitar que descubramos, que, en verdad, el sacrificio siempre tiene un elevado precio y ese precio forma parte de la letra pequeña en el contrato que mantenemos en nuestras relaciones especiales con la persona hacia la que nos sentimos atraídos por el recuerdo inconsciente de la culpa. Ese precio, no persigue otra cosa que perpetuar esa culpa, y si no lo tenemos claro, no te preocupes, el ego se encargará de recodárnoslo: "Así es como me pagas el sacrificio que he hecho por ti..."
¿Lo has inscrito ya con tinta permanente? "lo que no es amor es siempre miedo, y nada más que miedo"
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