1. Tengo una misión especial que
cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar. 2La salvación espera
hasta que yo elija asumir ese papel como mi único objetivo. 3Hasta
que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano. 4Pero
cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de
mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ya ha llegado,
que se les ha concedido a todos mis hermanos y a mí junto con ellos.
2. Padre, Tu camino es el que elijo
seguir hoy. 2Allí donde me conduce, es adonde elijo ir, y lo que
quiere que haga, es lo que elijo hacer. 3Tu camino es
seguro y el final está garantizado. 4Allí me
aguarda Tu recuerdo. 5Y todos mis
pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, quien
pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos
Brazos.
El camino que nos conduce al Cielo, a la Salvación, es el camino de la Unidad, del Amor, del Perdón.
Todas las sendas conducen a ese camino. Es el camino real y verdadero.
Podemos caminar por las sendas que elijamos. Podemos, incluso, perdernos en nuestro propósito de encontrar el verdadero camino, pero, al final, retomaremos la senda que nos conduce a él.
Mientras que estemos identificados con el ego, con el cuerpo, construiremos nuestros propios caminos. Esos caminos son diferentes unos de otros. Su característica principal reside en la diferencia. Pensamos que nuestro camino es el mejor y perseguimos que sea el menos transitado, pues ello nos permite sentirnos especiales.
Un día nos damos cuenta de que al final del camino nos vemos obligados a retornar sobre nuestros pasos y partir de nuevo del punto de inicio. Probamos con nuevas rutas; nuevas sendas se bifurcan unas con otras, en un intento de alcanzar una meta cuyo final, realmente, no nos satisface.
Tan sólo, cuando comprendemos que todas las sendas deben confluir, es cuando somos capaces de encontrar la puerta que nos conduce al camino correcto. Ese camino siempre ha estado esperándonos. Ese camino nos conduce a un estado de percepción que nos hace conscientes de que somos los soñadores del sueño en el que somos protagonistas.
Sí, ese camino nos permite encontrar el sendero que nos lleva de vuelta a nuestro verdadero hogar.
Hoy, elijo el camino que el Padre ha dispuesto. Hoy, camino de su mano hasta el trono de la paz.
Reflexión: ¿Con qué conciencia andamos el camino?

Esta lección nos hace vernos, revisarnos, evaluar como estamos viendo el camino. Somos el Camino. Ser uno con El. Gracias
ResponderEliminarGracias J.J
ResponderEliminarAgradecida por la lección
ResponderEliminarLo Importante es Amar y Entregarnos a Nuestro Padre,el Camino no es lo Importante,lo Importante Es Ser Amor🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏
ResponderEliminarJuan José tú pregunta final me lleva a una gran reflexión,¿con qué consciencia andamos en el camino?
ResponderEliminarAndamos con consciencia de unidad o de separación, andamos viviendo el momento presente o vivimos en tiempo psicológico (pasado y futuro) vivimos en la ira, el rencor y el sufrimiento o vivimos en el amor viendo un mundo perdonado, sin duda el camino es la unidad, el amor, el perdón y el instante santo en el cual puedo despertar del sueño del ego y recordar el plan de Dios que es mi felicidad, sigo el camino que se me ha señalado para llegar a Roma.
Que buena analogía (Roma =Amor)
Gracias Jj te abrazo desde aquí que es allá 🤗
Gracuas infinitas, Juan Jose. Amor y bendicuones. ❤❤❤
ResponderEliminarGracias Juan José 🙏🏻
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