viernes, 8 de noviembre de 2024

Capítulo 15. VIII. La única relación real (2ª parte).

VIII. La única relación real (2ª parte).

4. Piensa en esto por un instante: Dios te dio la Filiación para asegurar tu perfecta creación. 2Ése fue Su regalo, pues tal como Él no se negó a darse a Sí Mismo a ti, tampoco se negó darte Su creación. 3Todo lo que jamás fue creado es tuyo. 4Tu única rela­ción es la relación que tienes con todo el universo. 5Y ese universo, al ser de Dios, está mucho más allá de la mísera suma de todos los cuerpos separados que percibes. 6Pues todas las partes del universo están unidas en Dios a través de Cristo, donde se vuelven semejantes a su Padre. 7Cristo sabe que Él no está sepa­rado de Su Padre, Quien constituye Su única relación, en la que Él da tal como Su Padre le da a Él.

Magnífica reflexión la que nos brinda este punto. Tenemos que pensar, que nuestros hermanos, al igual que nosotros, son Hijos de Dios. Esta simplicidad, la hemos olvidado por completo, pues, cuando nos miramos, nos vemos y creemos especiales, separados del resto de la Filiación. ¡Cuánta arrogancia hay en esa creencia! De todos los humanos, precisamente, nosotros, nos creemos el hijo preferido, el hijo especial. Por otro lado, al ser parte de la Creación de Dios, ¿cómo podemos pensar que podemos privar a los demás de su libertad, ofreciéndoles como intercambio nuestro amor condicionado?

5. El Espíritu Santo es el intento de Dios de liberarte de lo que Él no entiende. 2Y por razón del Origen del intento, éste no puede fracasar. 3El Espíritu Santo te pide que respondas tal como Dios lo hace, pues quiere enseñarte lo que tú no entiendes. 4Dios respon­derá a toda necesidad, sea cual fuere la forma en que ésta se manifieste. 5El Espíritu Santo, por consiguiente, mantiene este canal abierto para recibir la comunicación de Dios a ti y la tuya a Él. 6Dios no entiende tu problema de comunicación, pues Él no lo comparte contigo. 7Tú eres el único que cree que es comprensible. 9EI Espíritu Santo sabe que no lo es, y, sin embargo, lo entiende porque tú lo inventaste.

El papel de mediador del Espíritu Santo es esencial en el Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo. La venda que nos impide ver la verdad, nos produce tal ceguera, que nos hemos habituado a vivir en la oscuridad, donde las sombras se confunden con la realidad, cuando en verdad son imágenes e ilusiones.

La Metafísica, nos afirma, que El Espíritu Santo forma parte del Aspecto Trino de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Su papel en el Proceso Creativo, le ha llevado a adoptar un guión de intermediario, entre el Padre y El Hijo. Dicho papel, en la dimensión terrenal, le convierte en el Maestro que, aun sabiendo que las sombras, sombras son, esto es,  imágenes ilusorias, las utiliza para inspirar, en el estado de sueño en el que se encuentra la conciencia del Hijo de Dios, reflejos y señales que le hagan recordar su verdadera realidad.

Desde el plano perceptivo, el Espíritu Santo, utilizará sus vibraciones para llevar al Hijo de Dios a tener sueños que le revelen su origen y condición. Estos sueños, son llamados sueños felices, y, su final, no será otro que el instante santo del despertar

6.  La conciencia de lo que Dios no puede saber y de lo que tú no entiendes reside únicamente en el Espíritu Santo. 2Su santa fun­ción consiste en aceptar ambas cosas y, al eliminar de ellas todo elemento de desacuerdo, unirlas en una sola. 3Él hará eso porque ésa es Su función. 4Deja, por lo tanto, lo que a ti te parece imposi­ble en manos de Aquel que sabe que sí es posible, toda vez que esa es la Voluntad de Dios. 5Y permite que Aquel cuyas enseñan­zas son sólo en favor de Dios te enseñe el único significado de las relaciones. 6Pues Dios creó la única relación que tiene significado, y esa relación es la relación que Él tiene contigo.

El Espíritu Santo, no cree en el tiempo, pero al formar parte de la creencia del Hijo, lo utilizará para llevar a cabo su función más elevada, la de ofrecer el tiempo necesario para que se aprenda, que el tiempo es una ilusión y que forma parte del sistema de pensamiento del ego, el cual, debemos desaprender y sustituirlo por la única enseñanza verdadera, la que nos revela que somos Hijos de Dios, Hijos del Amor y que formamos parte de Creación de Dios: La Filiación.

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