viernes, 29 de noviembre de 2024

Capítulo 16. III. Las recompensas que se derivan de enseñar (2ª parte).

III. Las recompensas que se derivan de enseñar (2ª parte).

4. El propósito de este curso es que aprendas a conocerte a ti mismo. 2Has enseñado lo que eres, pero no has permitido que lo que eres te enseñe a ti. 3Has tenido sumo cuidado en evitar lo obvio, y en no ver la verdadera relación que existe entre causa y efecto, la cual es perfectamente evidente. 4Dentro de ti, no obs­tante, se encuentra todo lo que has enseñado. 5¿Qué parte de ti puede ser la que no lo ha aprendido? 6TIene que ser esa parte que realmente es externa a ti, no porque tú la hayas proyectado, sino porque así es en verdad. 7Y es esa parte que has aceptado dentro de ti la que no es lo que tú eres. 8Lo que aceptas en tu mente no puede realmente cambiarla. 9Las ilusiones no son sino creencias en algo que no existe. 10Y el aparente conflicto entre la verdad y la ilusión solo puede ser resuelto separándote de la ilusión y no de la verdad.

Sócrates le dice: “Querido amigo, hazme caso a mí y a lo que está escrito en Delfos: «Conócete a ti mismo», porque nuestros rivales son estos y no los que piensas. A ellos no los podremos vencer si no es a través del cuidado de ti mismo y de la técnica”. 

La sentencia "Nosce te ipsum" (Conócete a ti mismo) se dice que estaba inscrita en el templo de Apolo en Delfos y se atribuye a alguno de los Siete Sabios o al propio Apolo, que la habría dado como respuesta cuando Quilón (uno de los Siete Sabios) preguntó al oráculo de Delfos qué era lo mejor que podían aprender los hombres.

Jesús, conocedor de esta verdad, nos recuerda en este punto que el propósito de este curso es que aprendamos a conocernos a nosotros mismos. Considero esta invitación la clave esencial que ha de permitirnos enseñar la verdad de la que somos, indudablemente, portadores, pues nuestra condición, nuestro Ser, ha sido creado a Imagen y Semejanza de nuestro Creador.

5. Lo que has enseñado ya ha logrado esto, pues el Espíritu Santo es parte de ti. 2Al haber sido creado por Dios, Él no ha abando­nado ni a Dios ni Su creación. 3Él es a la vez Dios y tú, del mismo modo en que tú eres la vez Dios y Él. 4Pues la Respuesta de Dios a la separación te aportó más que lo que tú trataste de llevarte contigo. 5Él te protegió tanto a ti como a tus creaciones, al mantener unido ti lo que tú quisiste excluir. 6tus creaciones ocuparán el lugar de lo que tú admitiste para reemplazarlas. 7Tus creaciones son muy reales, pues forman parte del Ser que desco­noces. 8Se comunican contigo través del Espíritu Santo, y, para que aprendas a enseñar lo que eres, te ofrecen gustosamente su poder y gratitud por su creación a ti que eres su hogar. 9Tú que eres anfitrión de Dios lo eres también de ellas. 10Pues nada real ha abandonado jamás la mente de su creador. 11Y lo que no es real nunca estuvo en ella.

Conocernos a nosotros mismos lleva implícito un regalo que el ego y su sistema de pensamiento desconoce. Conocernos a nosotros mismos nos hará conscientes de nuestras creaciones, las cuales han quedado veladas tras elegir la separación en nuestra mente.

Elegir enseñar la verdad es un acto de amor y es un acto creador que, al ser compartido con los demás bajo la Visión de Cristo, propiciará la curación en aquellas mentes que se encuentren identificadas con el miedo, el pecado y la culpa.

6. Tú no eres dos seres en conflicto. 2¿Qué puede haber más allá de Dios? 3Si tú, que lo contienes a Él y a quien Él contiene, eres el universo, todo lo demás tiene que estar afuera, donde no existe nada. 4Has enseñado esto, y, desde muy lejos en el universo aun­que no desde más allá de ti mismo, los testigos de tu enseñanza se han congregado para ayudarte a aprender. 5Su gratitud se ha unido a la tuya y a la de Dios para fortalecer tu fe en lo que enseñaste. 6Pues lo que enseñaste es verdad. 7Si eliges estar solo, te excluyes a ti mismo de tu enseñanza y te mantienes separado de ella. 8Pero unido a ellos no puedes sino aprender que sola­mente te enseñaste a ti mismo, y que aprendiste de la convicción que compartiste con ellos.

El Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo se convierte en la enseñanza que Él quiere que compartamos con el resto de la Filiación, pues la Salvación solo será posible si enseñamos Su Verdad y la aprendemos conjuntamente con cada uno de nuestros hermanos.

Cuando decidimos enseñar la verdad que hemos conocido en nuestro interior, cuando sabemos lo que somos, nuestra enseñanza llevará siempre ese mensaje de unidad e integración. Enseñaremos que la parte está en el Todo y que el Todo está en la parte.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Capítulo 16. III. Las recompensas que se derivan de enseñar (1ª parte).

III. Las recompensas que se derivan de enseñar (1ª parte).

1. Ya hemos aprendido que todo el mundo enseña, y que enseña continuamente. 2Es posible que hayas enseñado bien, pero que no hayas aprendido a aceptar el bienestar que te produce enseñar. 3Si examinases lo que has enseñado, y cuán ajeno es a lo que creías saber, no podrías por menos que darte cuenta de que tu Maestro tuvo que proceder de más allá de tu sistema de pensa­miento. 4Por lo tanto, Él pudo verlo objetivamente y percibir que no era cierto. 5Tuvo que haber hecho eso basándose en un sistema de pensamiento muy diferente, que no tiene nada en común con el tuyo. 6Pues ciertamente lo que Él ha enseñado y lo que tú has enseñado a través de Él, no tiene nada en común con lo que tú enseñabas antes de que Él llegase. 7Y como resultado de ello, has llevado paz allí donde antes había dolor, y el sufrimiento ha de­saparecido para ser reemplazado por la alegría.

El papel que desempeña nuestro hermano en el proceso de enseñar es sumamente importante, pues enseñar es aprender. Si no existiese ese "otro" con el que compartir la enseñanza, no aprenderíamos de esa retroalimentación. En esa dinámica de "dar-recibir", no solo se beneficia la persona que recibe, sino también la que da. En este sentido, "maestro-alumno" forma una unidad que no debe ser dividida, pues, si lo fuese, el aprendizaje no tendría lugar.

Cuando somos conscientes de que la dinámica descrita es cierta, es una realidad, pues se basa en la verdad de lo que somos, partes del Todo. El enseñar se convierte en una experiencia de bienestar, pues, cuando enseñamos, estamos realizando nuestra función en este mundo, ya que la enseñanza facilita el proceso de sanación, al compartir lo que es verdad.

2. Puede que hayas enseñado lo que es la libertad, pero no has aprendido a ser libre. 2Anteriormente dije: "Por sus frutos los conoceréis y ellos se conocerán a sí mismos". 3Pues es indudable que te juzgas a ti mismo de acuerdo con lo que enseñas. 4Las ense­ñanzas del ego producen resultados inmediatos porque aceptas sus decisiones inmediatamente como tu elección. 5Y esa acepta­ción significa que estás dispuesto a juzgarte a ti mismo de igual modo. 6Causa y efecto están claramente definidos en el sistema de pensamiento del ego, pues todo tu aprendizaje ha estado encau­zado a establecer la relación que hay entre ellos. 7¿Y cómo no ibas a tener fe en lo que tan diligentemente te enseñaste a creer? 8Recuerda, no obstante, cuánto cuidado has ejercido al elegir sus testigos, y cuánto al evitar los que hablan en favor de la causa de la verdad y de sus efectos.

La ley de causa y efecto no es entendida, de igual modo, por el sistema de pensamiento del ego que por el sistema de pensamiento del Espíritu Santo. El ego determina por sus observaciones e investigaciones (acto mental de fragmentar el Todo) que la causa se encuentra siempre en el pasado y que el efecto se encuentra siempre en el futuro. En esta formulación, el presente queda totalmente excluido. Bajo esa perspectiva basada en la creencia de la percepción temporal, en el futuro cosecharemos lo que hemos sembrado en el pasado, lo que está propiciando que el presente esté ocupado con recuerdos del pasado y tiñendo del color del miedo cualquier perspectiva de futuro, pues este será la continuidad del pasado y donde el miedo se perpetuará.

El Espíritu Santo nos enseña que causa y efecto forman una unidad que se manifiesta en el estado presente, pues el efecto no puede existir sin la causa, la cual, cuando se expresa en el acto creativo, pasa a adquirir la condición de efecto. Si la causa es el amor, su creación produce su expansión, esto es, su efecto. Este acto es inmediato, no tiene que esperar el transcurrir de las secuencias temporales para tomar consciencia de ello, es decir, no tendremos que esperar a los efectos que se producen en el futuro, cuando en verdad la elección de amar la tomamos en el presente.

3. ¿No te demuestra el hecho de que no hayas aprendido lo que has enseñado que no percibes a la Filiación como una? 2¿Y no te demuestra ello también que no te consideras a ti mismo uno? 3Pues es imposible enseñar eficazmente si se carece de convicción, y es igualmente imposible que la convicción se encuentre fuera de ti. 4Jamás podrías haber enseñado lo que es la libertad a no ser que creyeses, en ella. 5Lo que enseñaste, pues, tuvo que haber proce­dido de ti. 6Sin embargo, es evidente que no conoces el Ser que eres, y que no lo reconoces a pesar de que está activo. 7Lo que está activo tiene que estar presente. 8Y sólo si niegas Sus obras podrías negar Su presencia.

Cuando enseñamos "de boca para afuera", esto es, sin convicción, nuestra enseñanza estará vacía y no realizará su función, la de alumbrar el camino que ha de llevarnos a la sanación de nuestra mente. Al carecer de convicción, las propiedades de lo que enseñamos carecerán de la luz suficiente como para difuminar la oscuridad que nos mantiene prisioneros de la ignorancia. Esa falta de convicción oculta las dudas que albergamos sobre nuestra verdadera identidad espiritual. Esta certeza nos exige un acto de confirmación de nuestra fe en las enseñanzas que recibimos a través del Espíritu Santo. El poder de atracción que ejerce en este mundo el sistema de pensamiento del ego debilita nuestra fortaleza, pues tenemos la sensación de caminar en una realidad dividida, donde podemos elegir el camino que nos plazca y cuando nos plazca. Lo que debemos recordar, siempre, es que elegir la dualidad es negar la verdad, es negar la tutela del Maestro que Dios nos ofrece para nuestra enseñanza.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (3ª parte).

II. El poder de la santidad (3ª parte).

7. Éste es un año de júbilo, en el que escucharás cada vez más y en el que la paz aumentará en igual medida. 2Tanto el poder de la santidad como la debilidad del ataque se están llevando a tu con­ciencia. 3Y esto se ha logrado en una mente que está firmemente convencida de que la santidad es debilidad y el ataque poder. 4¿No es este milagro prueba suficiente de que tu Maestro no pro­cede de ti? 5Pero recuerda también que cada vez que escuchaste Su interpretación los resultados te produjeron júbilo. 6¿Preferi­rías acaso los resultados de tu interpretación, teniendo en cuenta honradamente cuáles han sido dichos resultados? 7Dios dispone para ti algo mejor. 8¿No podrías contemplar con más caridad a quien Dios ama con perfecto amor?

La paz aumentará en nuestra consciencia en la medida en que dejamos de seguir al guía incorrecto y depositamos toda nuestra confianza en Aquel que habla por la Voz del Padre.

Me encuentro entre los que podemos dar testimonio de la evolución que se está produciendo en nuestra mente. La voluntad de ver las cosas de otra manera, de percibir correctamente, de conocer nuestra verdadera naturaleza y la de los demás, produce vivencias de júbilo y alegría. Estos estímulos fortalecen mi visión y me aportan fuerza para continuar siguiendo las enseñanzas del Espíritu Santo.

8. No hagas interpretaciones que se opongan al Amor de Dios, pues tienes muchos testigos que hablan de él tan claramente, que sólo los ciegos y los mudos podrían no verlos ni oírlos. 2Decídete este año a no negar lo que Dios te ha dado. 3Despierta y compár­telo, pues ésa es la única razón por la que Él te ha llamado. 4Su Voz ha hablado claramente, pero tienes muy poca fe en lo que oíste debido a que has preferido tener más fe en el desastre que has ocasionado. 5Resolvamos hoy juntos aceptar las buenas nue­vas de que ese desastre no es real, y de que la realidad no es un desastre. 6La realidad es algo seguro, está a salvo y es completamente bondadosa con todo el mundo y con todas las cosas. 7No hay amor más grande que aceptar esto y alegrarse. 8Pues el amor sólo pide que seas feliz, y te dará todo lo que contribuya a tu felicidad.

Una vez que se percibe correctamente el destello de la verdad, se despierta en nuestro interior el motivador deseo de que esa nueva percepción sea la que gobierne nuestras vidas. La búsqueda de la paz, de la felicidad, en el mundo exterior, cesará y dará paso a una nueva percepción, la cual nos inspirará que esa paz y esa felicidad forman parte de nuestra verdadera identidad espiritual.

Compartir con el mundo que nos rodea y, en especial, con nuestros hermanos esa visión transformará completamente nuestras vidas.

9. El Espíritu Santo jamás ha dejado de resolver por ti ningún problema que hayas puesto en Sus manos, ni jamás dejará de hacerlo. 2Cada vez que has tratado de resolver algo por tu cuenta, has fracasado. 3¿No es hora ya de que conectes todos estos hechos y te des cuenta de lo que significan? 4Éste es el año en que debes poner en práctica las ideas que se te han dado. 5Pues las ideas son fuerzas poderosísimas que deben ponerse en práctica y no dejar en desuso. 6Ya te han dado suficientes pruebas de su poder como para que desees depositar tu fe en ellas y no en su negación. 7Dedica este año a la verdad y déjala obrar en paz. 8Ten fe en Aquel que tiene fe en ti. 9Piensa en lo que realmente has visto y oído, y acéptalo. 10¿Cómo puedes estar solo con seme­jantes testigos? 

Reconozco que, en ocasiones, nuestra falta de fe se manifiesta en forma de impaciencia a la hora de encontrar la respuesta del Espíritu Santo, cuando hemos puesto en sus manos las cuestiones que nos privan de paz y sosiego. Esa impaciencia es una muestra de que estamos cayendo en la trampa del ego, esto es, estamos creyendo que la respuesta debe ser aquella que nosotros deseamos y que más nos beneficia. Pero ello denota un desconocimiento de la integridad de la experiencia. Esa integridad, es decir, el conocer todas las partes del todo, tan solo está en manos del Espíritu Santo.

Por lo tanto, reforcemos nuestra fe y nuestra confianza en la respuesta del Espíritu Santo, pues Él lo resolverá. 

martes, 26 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (2ª parte).

II. El poder de la santidad (2ª parte).

4. Has obrado milagros, pero es muy evidente que no los has obrado solo. 2Cada vez que te extendiste hasta otra mente y te uniste a ella tuviste éxito. 3Cuando dos mentes se unen y compar­ten una idea por igual, se establece el primer eslabón de la con­ciencia de que la Filiación es una. 4Cuando estableces esta unión tal como el Espíritu Santo te pide, y se la ofreces para que Él se valga de ella como crea conveniente, la percepción que natural­mente tiene de dicho regalo le permite a Él comprenderla, y a ti usar Su comprensión en beneficio propio. 5Es imposible conven­certe de la realidad de lo que sin duda se ha logrado por el hecho de haber estado tú dispuesto a ello, mientras creas que a menos que tú lo entiendas no es real.

Reconocer que la unidad está en el Todo y que el Todo se encuentra en la unidad es conocer la Verdad que rige en las Leyes del Cielo y en la esencia con la que hemos sido creados, de la cual somos portadores potenciales y debemos extenderla para que nuestras obras sean creadoras de Vida.

El milagro es una expresión de esa Verdad. Es el reconocimiento de que formamos una unidad con el Todo, esto es, con la Filiación Divina, con la Creación de Dios, Fuente de Ese Todo.

Cada vez que nos unimos a la mente de un hermano, estamos activando las leyes de la creación y propiciando que las mentes milagrosas se unan. Poner al servicio del Espíritu Santo esa Visión le permitirá extender la fuerza del Amor hacia otras mentes, pues el amor actuará como una llamada a formar parte, de manera consciente, en el plan de salvación.

5. ¿Cómo puedes tener fe en la realidad mientras sigas empeñado en querer hacerla irreal? 2¿Crees realmente que te encuentras más salvo afirmando que las ilusiones son reales que aceptando jubilosamente la verdad tal como es y dando gracias por ella? 3Honra la verdad que se te ha dado, y regocíjate de que no la comprendas. 4Los milagros son algo natural para Aquel que habla por Dios, 5pues Su tarea es traducir el milagro al conocimiento que repre­senta, pero que se encuentra vedado para ti. 6Permite que el entendimiento que Él tiene de los milagros te baste, y no les vuel­vas la espalda a los testigos que Él te ha dado, quienes dan fe de Su realidad.

No debemos preocuparnos si no entendemos la verdad que se nos ha dado. Si hemos estado identificados con una falsa realidad, si hemos permanecido dormidos experimentando pesadillas en nuestro sueño, si nos hemos desvinculado del Conocimiento por perseguir satisfacer nuestros deseos de ver de forma diferente, es lógico que ahora no comprendas esa verdad. Lo único que se nos pide es que renunciemos a seguir eligiendo como guía al ego y que dejemos de rendir culto a su sistema de pensamiento. Lo único que se nos pide es que movilicemos nuestra voluntad en otra dirección, que veamos las cosas de otra manera, que dejemos de juzgar el mundo que nos rodea y que confiemos en el único guía que nos llevará por el camino correcto.

El Plan de Salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo ha de despejar todas nuestras dudas, pues lo único que nos pide es que reconozcamos la unidad que nos mantiene unidos a nuestros hermanos.

6. No hay prueba que pueda convencerte de la verdad de lo que no deseas. 2No obstante, tu relación con Él es real. 3No veas esto con miedo, sino con regocijo. 3Aquel que invocaste está contigo. 5Dale la bienvenida y honra a los testigos que te traen las buenas nuevas de Su llegada. 6Es cierto, tal como temes, que reconocerlo a Él supone la negación de todo lo que crees saber. 7Pero lo que crees saber nunca fue verdad. 8¿De qué te sirve aferrarte a ello y negar las pruebas en favor de la verdad? 9Pues estás demasiado cerca de la verdad como para poder renunciar a ella ahora, y no podrás sino ceder ante su irresistible atracción. 10Puedes demorar esto ahora, pero sólo por un tiempo. 11El Anfitrión de Dios te ha llamado y tú le has oído. 12Nunca jamás volverás a estar completamente dispuesto a no escuchar.

Si creemos que somos el Hijo de Dios, si creemos en esa verdad, entonces, no dudaremos a la hora de elegir a qué guía seguir. 

Si elegimos al ego, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia en la separación, no comprenderemos el plan de salvación y seguiremos viendo a nuestros hermanos como nuestros potenciales enemigos, de los cuales tendremos que defendernos.

Si elegimos al Espíritu Santo, cuyo sistema de pensamiento está basado en la creencia en la unidad, honraremos a todos los testigos que nos hablarán de su enseñanza, de la vivencia de la unidad.

Es hora de elegir.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Capítulo 16. II. El poder de la santidad (1ª parte).

II. El poder de la santidad (1ª parte).

1. Puede que aún pienses que no es posible entender lo que es la santidad porque no puedes ver cómo se puede extender de manera que incluya a todo el mundo. 2Y se te ha dicho que para que sea santa tiene que incluir a todo el mundo. 3La extensión de la santidad no es algo que te deba preocupar, pues no compren­des la naturaleza de los milagros. 4Tampoco eres tú el que los obra. 5Esto lo demuestra el hecho de que los milagros se extien­den más allá de los límites que tú percibes. 6¿Por qué preocuparte por cómo se va a extender el milagro a toda la Filiación cuando no entiendes lo que es el milagro? 7Un atributo no es más difícil de entender que el todo del que forma parte. 8Si los milagros existen, sus atributos tienen que ser milagrosos al ser parte de ellos.

Cuando nuestra mente sirve a los intereses del ego, a su sistema de pensamiento, estará totalmente identificada con el tiempo, lo que significa que la vida es percibida como el transcurrir cíclico entre el pasado y el futuro. El mundo percibido responde a ese ciclo temporal, el cual se convierte en uno de los principales argumentos utilizados por el ego para asegurar su existencia.

Prisionero de esa percepción, el ego no cree en el presente, le pasa inadvertido, al ocuparlo con el recuerdo del pasado y con las expectativas del futuro. Las consecuencias que se derivan de esa percepción nos impiden ver y entender el inmenso poder que ofrece cada presente, el cual se nos presenta libre de las pesadas cargas del pasado y libre de los miedos de un futuro incierto. Ese instante presente pasa inadvertido, y el ego se pierde el hermoso espectáculo que nos brinda ser consciente de cada presente, donde tenemos la oportunidad de perdonar el pasado y quedar libres de la carga de la culpabilidad.

Es en el presente, en el instante, en el ahora, donde podemos ser testigos del poder milagroso del amor. Debemos dejar en manos del Espíritu Santo la capacidad para extender ese poder y compartirlo donde sea necesario. Nuestra función en esa ecuación es ofrecernos en el instante presente con el único propósito de ser conscientes de lo que realmente somos, pues no existe otra secuencia temporal donde podamos llevar a cabo el despertar espiritual que nos sacará del sueño de la muerte.

2. Existe una tendencia a fragmentar, y luego a ocuparse de la verdad de una pequeña porción del todo. 2Eso no es más que un intento, de evitar el todo o de no querer contemplarlo, concen­trándote en lo que crees que te sería más fácil entender, 3lo cual no es sino otra manera en la que aún tratas de limitarte a tu propio entendimiento. 4Otra manera de considerar los mila­gros -que es mucho mejor y más útil- es ésta: los milagros son algo que no entiendes ni total ni parcialmente. 5Pero se han mani­festado a través de ti. 6Por lo tanto, tu entendimiento no es nece­sario. 7Mas sigue siendo imposible llevar a cabo lo que no entiendes. 8Así que debe haber Algo en ti que sí entiende.

La creencia en la separación tiene su origen en el deseo de ser diferente, de ser especial, de utilizar el libre albedrío para ver de otra manera. La Visión de Dios es Una, como Una es Su Creación. El lazo de unión que establece esa igualdad en lo creado por Dios es Su Fuente: La Mente de Dios Emanó de Sí Misma la identidad de Su Hijo, compartiendo Su misma Imagen y Semejanza. 

Su Hijo, dotado de ese poder creador, elige ver de otra manera, y la Mente Integral se convierte en una mente fragmentada, lo que le lleva a desconectarse del Conocimiento y elige percibir. Ese proceso de percepción se caracteriza por su poder fragmentador. El deseo de conocer lleva a la mente a seccionar lo percibido en un intento de dar significado a lo desconocido. En ese proceso, la Unidad queda dividida en pequeñas porciones de lo que es el Todo.

El ego no entiende los milagros. Sin embargo, la Mente sigue siendo el canal a través del cual comparte el poder milagroso. Dicho poder emana de la esencia creadora del Amor, cuya Fuente es Dios. Al ser Hijos de Dios, nuestra esencia tiene la capacidad para obrar milagros. Ello se hace posible cuando nos ponemos al servicio de nuestro Ser y de la Mente Recta, el Espíritu Santo.

3. Es imposible que los milagros te parezcan naturales porque lo que has hecho para hacerle daño a tu mente, la ha vuelto tan anti­natural que no recuerda lo que le es natural. 2Y cuando se te dice lo que es natural, no puedes comprenderlo. 3El reconocimiento de que la parte es igual al todo y de que el todo está en cada parte es perfectamente natural, pues así es como Dios piensa, y lo que es natural para Él es natural para ti. 4Una percepción completamente natural te mostraría de inmediato que es imposible que haya gra­dos de dificultad en los milagros, pues ello estaría en contradic­ción con su significado. 5Y si pudieses comprender su significado, sus atributos no podrían causarte perplejidad.

El Curso nos enseña que los milagros trascienden la manifestación del tiempo, pues no responden a la percepción que se encuentra sustentada por la creencia en la separación. 

La pérdida del Conocimiento, lleva al ego a escudriñar el mundo que percibe. Su intención no es otra que superar el miedo que le produce la pérdida de ese Conocimiento. El modo en cómo su sistema de pensamiento trata de acallar ese miedo a la ignorancia le lleva a perpetuar aún más dicha ignorancia, pues, en sus investigaciones, la verdad queda tan fragmentada que es incapaz de reconocerla, aunque se dibuje con bellos colores.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Capítulo 16. EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES. I. La verdadera empatía (2ª parte).

 I. La verdadera empatía (2ª parte).

4. La verdadera empatía procede de Aquel que sabe lo que es. 2Tú aprenderás a hacer la misma interpretación que Él hace de ella si le permites que se valga de tu capacidad para ser fuerte y no débil. 3Él no te abandonará, pero asegúrate de que tú no lo abandonas a Él. 4La humildad es fuerza sólo en este sentido: reconocer y aceptar el hecho de que no sabes, es reconocer y aceptar el hecho de que Él sí sabe. 5No estás seguro de que Él desempeñará Su función porque tú nunca has desempeñado la tuya completamente. 6Es imposible que sepas cómo responder a lo que no comprendes. 7No caigas en esta tentación ni sucumbas al uso triunfante que el ego hace de la empatía para su propia vanagloria.

Uno de los pensamientos que el ego lleva regular, es el saberse ignorante. La ignorancia, para el ego, es una demostración de debilidad. Tanto es así, que uno de su eslogan más utilizados por su sistema de pensamiento, es: "Saber es poder". Para defender esa afirmación, emplea muchos recursos y esfuerzos en inventar sistemas educativos dirigidos a la comprensión de verdades basadas en el peso de la historia, esto es, en el recuerdo del pasado. Así, establece cánones que son defendidos por ilustres académicos, los cuales, son considerados como dioseS en la materia.

Las verdades que tan celosamente custodian dichos ilustres académicos, son demostraciones de vanidad y carentes de humildad, que se convierten en sus propios obstáculos para aceptar nuevas verdades.

Reflexiona, el tiempo que consideres, la siguiente cuestión: ¿Crees que aquellos que ostentan el poder de las naciones, emplean la empatía correctamente? ¿Crees que la empatía parcial, es verdaderamente empatía?

No se trata de responder con juicios condenatorios, sino de aprender del error que percibimos en nuestros líderes, de modo que nos planteemos, en qué medida, nuestra empatía es parcial y en qué medida, tenemos claro, que dicha empatía no es verdadera.

5. El triunfo de la debilidad no es lo que deseas ofrecerle a un hermano. 2Sin embargo, no reconoces otro triunfo que ése. 3Eso no es conocimiento, y la forma de empatía que suscitaría es tan distorsionada, que no haría sino aprisionar lo que quiere liberar. 4Los que no han sido redimidos no pueden redimir, sin embargo, tienen un Redentor. 5No trates de ser Su maestro. 6Tú eres el estu­diante. aÉl, el Maestro. 7No confundas tu papel con el Suyo, pues eso nunca le brindará paz a nadie. 8Ofrécele tu capacidad de sen­tir empatía, pues lo que deseas compartir es Su percepción y Su fortaleza. 9Y permite que Él te ofrezca Su fortaleza y Su percep­ción, para que puedan ser compartidas a través de ti.

No permitamos, que la visión que nos está aportando este punto de la enseñanza, nos lleve a sentirnos culpables, al reconocer, que estamos equivocado con respecto al modo en cómo entendíamos la empatía. En su lugar, alégrate de este momento, de este instante, en el que se nos brinda la oportunidad de ver las cosas de otra manera, de comprender el verdadero significado de la empatía, y, regocíjate en la fortaleza que nos brinda el espíritu de la humildad, abriendo nuestra mente a corregir la percepción errónea por la percepción verdadera.

Ahora, sí nos reconoceremos como estudiantes y no como maestros. Ahora, sí sabremos a qué Guía seguir. Ahora, si seremos discípulos de Aquel que nos mostrará la verdad.

6. El significado del amor se pierde en cualquier relación que vaya en busca de la debilidad y espere encontrar amor en ella. 2El poder del amor, que es su significado, radica en la fuerza de Dios que se cierne sobre ella y que la bendice silenciosamente al envol­verla en sus alas sanadoras. 3No intervengas en esto, ni trates de reemplazarlo con un "milagro" tuyo. 4He dicho que si un her­mano te pide que hagas algo que a ti te parece absurdo, que lo hagas. 5Pero ten por seguro que esto no significa que tengas que hacer algo que pudiese ocasionarte daño a ti o a él, pues lo que le hace daño a uno, le hará daño al otro. 6Las peticiones absurdas son absurdas sencillamente porque son conflictivas, ya que siem­pre contienen ciertos elementos del deseo de ser especial. 7Sólo el Espíritu Santo reconoce las necesidades absurdas así como las rea­les. 8Y Él te enseñará cómo satisfacer las dos sin que ninguna quede excluida.

Considero la aportación que nos brinda este punto, muy interesante y esclarecedora, pues, el mensaje: "Si un hermano te pide que hagas algo que a ti te parece absurdo, hazlo", sin el matiz adicional y aclaratorio, añadido en este punto, podría llevarnos, guiados por nuestra fidelidad ciega, a acometer acciones que vayan más allá de las consideradas absurdas, estas son, aquellas que nos pueden ocasionar un daño propio o ajeno.

Siguiendo el método de aprendizaje alumbrado por estas enseñanzas, lo recomendable, para asegurar que nuestro hacer es el correcto, es poner en manos del Espíritu Santo la situación, de modo que nos inspire el camino a seguir. Lo hará del tamo, que ninguna de las propuestas que nos hagan quede excluida.

7. Tú intentarás hacer esto únicamente en secreto. 2Y pensarás que al satisfacer las necesidades de uno, el otro no se ve afectado por­que los mantienes separados y ocultos el uno del otro. 3No es ése el camino que debes seguir, pues no conduce ni a la verdad ni a la vida. 4Ninguna necesidad quedará insatisfecha por mucho tiempo si la pones en manos de Aquel Cuya función es satisfa­cerla. 5Ésa es Su función, no la tuya. 6Él no satisfará ninguna nece­sidad en secreto, pues quiere compartir todo lo que des a través de Él. 7Por eso es por lo que lo da. 8Lo que tú das a través de Él es para toda la Filiación, no sólo para una parte de ella. 9Deja Su función en Sus manos, pues Él la llevará a cabo sólo con que lo invites a formar parte de tus relaciones y a bendecirlas por ti.

Todo lo que hagamos de manera oculta, está debilitando la creencia en la unidad. Cuando actuamos siguiendo las leyes del amor, que como hemos dicha en otras ocasiones, se fundamentan en el respeto del libre albedrío, estaremos siguiendo el guión correcto de las enseñanzas que nos ofrece el Espíritu Santo.

Cuando nuestra mente sintonice la frecuencia de la Mente Recta, esta es, la frecuencia del Espíritu Santo, nuestra comunicación se fortalecerá y aquello que tengamos que decir, llevará Su sello, que no es otro, que el del Amor. 

jueves, 21 de noviembre de 2024

Capítulo 16. EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES. I. La verdadera empatía (1ª parte).

 Capítulo 16

EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES 


I. La verdadera empatía (1ª parte).

1. Sentir empatía no significa que debas unirte al sufrimiento, pues el sufrimiento es precisamente lo que debes negarte a com­prender. 2Unirse al sufrimiento de otro es la interpretación que el ego hace de la empatía, de la cual siempre se vale para entablar relaciones especiales en las que el sufrimiento se comparte. 3La capacidad de sentir empatía le es muy útil al Espíritu Santo, siem­pre que permitas que Él la use a Su manera. 4La manera en que Él la usa es muy diferente. 5Él no comprende el sufrimiento, y Su deseo es que enseñes que no es comprensible. 6Cuando se rela­ciona a través de ti, Él no se relaciona con otro ego a través del tuyo. 7No se une en el dolor, pues comprende que curar el dolor no se logra con intentos ilusorios de unirte a él y de aliviarlo com­partiendo el desvarío.

El juicio que hace el ego, de la falta de empatía, es demoledor. Su argumento es el siguiente: "¿cómo no vas a ser sensible al dolor y al sufrimiento de un ser querido?" "Tú egoísmo, te ciega, impidiéndote amar al que sufre". Podríamos poner más ejemplos, pero creo que "para muestra, un botón".

Tales argumentos, ocultan los macabros pensamientos del ego. Su respuesta de empatía y su sensibilidad, ante el sufrimiento ajeno, lo utiliza como una máscara social que le permite mantener en "olvido", la fuerte aversión que siente hacia sí mismo por reconocerse un ser pecador, por mantener oculta la culpa que siente por ser hijo del pecado, y, sobre todo, para ocultar que su creencia en la separación, le lleva a interpretar al otro, como a su rival, a su oponente, al enemigo, a quien hay que atacar, para asegurarnos, de que así, no seremos atacados y de que nuestras posesiones siguen intactas.

¿Cómo la creencia en la separación, puede expresar verdadera empatía por el otro? La empatía es una actitud que se extrae del amor por los demás. Preguntémonos, ¿cómo vamos a sentir empatía por el otro, cuando lo juzgamos como nuestro competidor? La empatía y la sensibilidad que muestra el ego por los demás, es una falsa, como todo su sistema de pensamiento.

El verdadero amor no realiza gestos demostrativos para ganar la simpatía y el agrado o aceptación de los demás. El verdadero amor, se expresa en su cualidad primordial, mostrándose libre y permitiendo, al otro, que se exprese libremente. El verdadero amor, no se solidariza con el error, lo trasciende, aportando luz y verdad, allí donde nos sentimos identificados con la oscuridad y el dolor.

2. La prueba más clara de que la empatía, tal como el ego la usa, es destructiva, reside en el hecho de que sólo se aplica a un deter­minado tipo de problemas y a ciertos individuos. 2Él mismo los selecciona y se une a ellos. 3Pero nunca se une a nada, excepto para fortalecerse a sí mismo. 4Al haberse identificado con lo que cree entender, el ego se ve a sí mismo y procura expandirse com­partiendo lo que es como él. 5No dejes que esta maniobra te engañe, aEl ego siempre utiliza la empatía para debilitar, y debili­tar es atacar. 6Tú no sabes lo que es la empatía. 7Pero de esto puedes estar seguro: sólo con que te sentases calmadamente y permitieses que el Espíritu Santo se relacionase a través de ti, sentirías empatía por la fortaleza, y, de este modo, tu fortaleza aumentaría, y no tu debilidad.

Identificarse con el dolor, bien sea el propio o el ajeno, es servir a los intereses del ego, que lo único que persigue es mantenernos como esclavos a su sistema de pensamiento, el cual, se sustenta en la percepción falsa que le aporta su símbolo, el cuerpo físico. El ego, menosprecia el valor integral de la mente, y niega, que el simple hecho de poder emitir pensamientos, sea razón suficiente para establecer el vínculo de la unidad. El sentir, de manera selectiva, empatía por el dolor del ser querido, es una manifestación más, de la falta de Visión de la que carece el ego, pues, en su demostración de amor, lo que está diciendo al mundo es que el ama a quien le reporta amor, esto es, al que considera especial y al que elige, de una manera inconsciente, para afrontar le redención de su culpa. Al resto, no son merecedores de su empatía y de su atención. Para el ego, el resto, no son nada.

3. Tu papel consiste únicamente en recordar esto: no quieres que nada que tú consideres valioso sea lo que tiene lugar en una rela­ción. 2No decides hacer nada a tu manera para deteriorarlas o para crear armonía en ellas. 3No sabes lo que es curar. 4Todo lo que has aprendido acerca de la empatía procede del pasado. 5Y no hay nada del pasado que desees compartir, pues no hay nada del pasado que desees conservar. 6No te valgas de la empatía para otorgarle realidad al pasado y así perpetuarlo. 7Hazte a un lado tranquilamente y deja que la curación se lleve a cabo por ti. 8Mantén un solo pensamiento en la mente y no lo pierdas de vista, por muy grande que sea la tentación de juzgar cualquier situación, y de determinar tu reacción basándote en los juicios que has hecho de la misma. 9Concentra tu mente sólo en esto: 

10No estoy solo, y no quiero imponer el pasado a mi Invitado.
11Lo invité y Él está aquí.
12No tengo que hacer nada, excepto no interferir.

El pasado ancestral, se convierte en una pesada carga que llevamos sobre nuestra conciencia, y, que, debido a su insoportable recuerdo, y a la errónea interpretación que hemos hecho de ello, hemos delegado a nuestro inconsciente. Desde el inconsciente, elegimos proyectar en los demás, aquello que ocultamos en nuestro interior con un celo especial para que nadie lo descubra. En ese movimiento estratégico y defensivo, fraguado por el sistema de pensamiento del ego, nos sentimos protegidos del dolor insoportable que nos causa la culpa. Así, que nos entregamos a la más noble de las causas, la de juzgar de manera condenatoria, el comportamiento de los demás, con la intención de hacerlo consciente de la culpa que subyace en su interior. Es como jugar al ping-pong donde la pelota es el sentimiento de culpa. Mientras que la pelota se encuentre en el terreno del otro, nos sentiremos ganadores.

La empatía, es uno de los mejores golpes con los que cuenta el ego. Siguiendo con el símil del ping-pong, es su saque con mejor efecto, lo que impedirá al contrincante, devolvernos la bola. Dicho de otra manera, mi empatía, es un señuelo para el otro, el cual se siente atendido e incluso, piensa, que se siente amado, pero en verdad, el hecho de que estemos haciendo real el dolor y el sufrimiento, es una declaración de que estamos apostando por el ego y su símbolo, el cuerpo, y los efectos que estamos compartiendo, es impedir, que el otro salga de su propia oscuridad para lograr ver la luz que le permitirá ver la verdad.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Capítulo 15. XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (3ª parte).

XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (3ª parte).

7.  En el instante santo se satisface la condición del amor, pues las mentes se unen sin la interferencia del cuerpo, y allí donde hay comunicación hay paz. 2El Príncipe de la Paz nació para re-esta­blecer la condición del amor, enseñando que la comunicación con­tinúa sin interrupción aunque el cuerpo sea destruido, siempre y cuando no veas al cuerpo como el medio indispensable para la comunicación. 3si entiendes esta lección, te darás cuenta de que sacrificar el cuerpo no es sacrificar nada, y que la comunicación, que es algo que es sólo propio de la mente, no puede ser sacrifi­cada. 4¿Dónde está entonces el sacrificio? 5Nací para enseñar la lección de que el sacrificio no está en ninguna parte y de que el amor está en todas partes, y ésta es la lección que todavía quiero enseñarles a todos mis hermanos. 6Pues la comunicación lo abarca todo, y en la paz que re-establece, el amor viene por su propia voluntad.

El cuerpo, al igual que la mente, puede servir al amor o al miedo, esto es, a Dios o al ego.

Cuando sirve al amor, el cuerpo, se convierte en el canal apropiado para favorecer la comunicación verdadera, es decir, la comunicación que nos hace partícipes de la misma verdad, la que se reconoce en la Unidad de Todas la Mentes. Cuando utilizamos el cuerpo con tal fin, el amor se expande, creando un escenario donde la paz y la unidad serán una realidad.

Cuando sirve al miedo, el cuerpo, se convierte en el canal por el que comunicamos verdades vacías, y nuestra voz se convierte en el mensajero del error anunciando falsas verdades. Cuando se utiliza el cuerpo con tal fin, la mentira, la falsedad, fabrica un escenario donde las guerras, las separaciones, serán nuestras pesadillas.

8. No permitas que la desesperanza opaque la alegría de la Navi­dad, pues la hora de Cristo no tiene sentido si no va acompañada de alegría. 2Unámonos en la celebración de la paz, no exigiéndole a nadie ningún sacrificio, pues de esta manera me ofreces el amor que yo te ofrezco. 3¿Qué podría hacernos más felices que percibir que no carecemos de nada? Ése es el mensaje de la hora de Cristo, que yo te doy para que tú lo puedas dar y se lo devuelvas al Padre, que me lo dio a mí. 5Pues en la hora de Cristo se restablece la comunicación, y Él se une a nosotros para celebrar la creación de Su Hijo.

Si la comunicación verdadera no es portadora de amor, por mucha "navidad" que pretendamos festejar, la esencia real de la alegría, estará ausente, y lo único que conseguiremos será provocar una felicidad ficticia suministrando a nuestro cuerpo elixires que despierte en nuestra mente una euforia pasajera.

La felicidad es ese estado que se experimenta cuando nos sentimos completos, abundantes y plenos, es decir, cuando no hay carencia, ni necesidad, ni miedo. Esto tan solo es posible cuando hemos elegido amar.

Marquemos en nuestro calendario personal, cada día, como el día en el que vamos a celebrar, con júbilo, con amor, la Navidad. Permitamos a nuestro cuerpo, ser el canal, por el cual, comunicaremos la verdad: Somos el Hijo de Dios unidos en la Filiación.

9. Dios le da las gracias al santo anfitrión que desee recibirle y le deje entrar y morar allí donde Él desea estar. 2Y al tú darle la bienvenida, Él te acoge en Sí Mismo, pues lo que se encuentra en ti que le das la bienvenida, se le devuelve a Él. 3Y nosotros no hacemos sino celebrar Su Plenitud cuando le damos la bienve­nida dentro de nosotros. 4Los que reciben al Padre son uno con Él, al ser los anfitriones de Aquel que los creó. 5Y al abrirle las puertas, Su recuerdo llega con Él, y así recuerdan la única rela­ción que jamás tuvieron y que jamás querrán tener.

Este punto, nos está ofreciendo una guía importante para que conozcamos el camino que debemos recorrer para alcanzar el Plan de Salvación dispuesto para el Hijo, por Su Padre.

Tan sólo existe un camino verdadero que nos llevará a ese destino, y, para ello, se nos pide tan sólo una cosa, poner nuestra mente al servicio del Espíritu Santo. Ya sabemos lo que ello significa. Movilizar el Principio de la Voluntad y permitir entrar al Mensajero de Dios en nuestra mente, es lo que nos permitirá corregir nuestras falsas creencias y a percibir de manera verdadera.

10Ésta es la época en la que muy pronto dará comienzo un nuevo año del calendario

cristiano. 
2Tengo absoluta confianza en que lograrás todo lo que te propongas hacer. 3Nada te ha de faltar, y tu voluntad será completar, no destruir. 4Dile, entonces, a tu her­mano: 

5Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo.

6Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti

para aprisionarme a mí mismo.

7En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque

reconozco que nos hemos de liberar juntos. 


8De esta forma damos comienzo al año con alegría y en libertad. 9Es mucho lo que aún os queda por hacer, llevamos mucho retraso. 10Acepta el instante santo con el nacimiento de este año, y ocupa tu lugar -por tanto tiempo vacante- en el Gran Despertar. 11Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo. 12permite que todas tus relaciones te sean santificadas. 13Ésta es nuestra voluntad. 14Amén.

Hermano, Te entrego al Espíritu Santo como parte de mí mismo. Sé que te liberarás, a menos que quiera valerme de ti para aprisionarme a mí mismo. En nombre de mi libertad elijo tu liberación porque reconozco que nos hemos de liberar juntos. Amén.  

martes, 19 de noviembre de 2024

Capítulo 15. XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (2ª parte).

 XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (2ª parte).

4. Tú que crees que el sacrificio es amor debes aprender que el sacrificio no hace sino alejarnos del amor. 2Pues el sacrificio conlleva culpabilidad tan inevitablemente como el amor brinda paz. 3La culpabilidad es la condición que da lugar al sacrificio, de la misma manera en que la paz es la condición que te permite ser consciente de tu relación con Dios. 4Mediante la culpabilidad excluyes a tu Padre y a tus hermanos de ti mismo. 5Mediante la paz los invitas de nuevo al darte cuenta de que ellos se encuentran allí donde tú les pides que estén. 6Lo que excluyes de ti mismo parece temible, pues lo imbuyes de temor y tratas de deshacerte de ello, si bien forma parte de ti. 7¿Quién puede percibir parte de sí mismo como despreciable, y al mismo tiempo vivir en paz con­sigo mismo? 8¿Y quién puede tratar de resolver su "conflicto" interno entre el Cielo y el infierno expulsando al Cielo y dotán­dolo de los atributos del infierno, sin sentirse incompleto y solo?

Una vez más, el Curso, nos recuerda que la culpa es la condición que da lugar a la creencia en el sacrificio, y, que, la paz es la condición que nos permite ser conscientes de nuestra relación con la Fuente que nos ha creado.

Nadie puede dar lo que no tiene, y, si analizamos lo que damos, tendremos la oportunidad de reconocer lo que somos, pues, somos, lo que creemos que somos. Por lo tanto, tómate unos minutos para descubrirte a través de tus obras, pues, de este modo te conocerás.

¿Hay paz en tu vida? ¿Hay armonía? ¿Eres feliz?, o, en cambio, ¿Hay dolor, sufrimiento, enfermedad, luchas, miedos...? 

Quizás decidamos, que tales planteamientos carecen de fundamento. Reconocer que es verdad lo que afirmamos, significaría, que somos los únicos responsables de aquello que experimentamos. Nos resultará más fácil, negarlo, y, sobre todo, nos resultará más liberador, culpar a los demás de nuestras desgracias.

Será nuestra elección, el continuar negando la verdad y mirar para otro lado, cuando aquello que cosechamos no sea de nuestro agrado.

5. Mientras percibas el cuerpo como lo que constituye tu realidad, te percibirás a ti mismo como un ser solitario y desposeído. 2Y te percibirás también como una víctima del sacrificio, y creerás que está justificado sacrificar a otros. 3Pues ¿quién podría rechazar al Cielo y a su Creador sin experimentar una sensación de sacrificio y de pérdida? 4¿Y quién podría ser objeto de sacrificios y pérdidas sin tratar de rehacerse a sí mismo? 5No obstante, ¿cómo ibas a poder hacer esto por tu cuenta, cuando la base de tus intentos es que crees en la realidad de la privación? 6Sentirse privado de algo engendra ataque, al ser la creencia de que el ataque está justificado. 7Y mientras prefieras conservar la privación, el ataque se vuelve salvación y el sacrificio amor.

El cuerpo es lo más valioso que cree poseer el ego. Sin él, su existencia no sería tal, es decir, la muerte del cuerpo, alberga la creencia de que dejamos de vivir, de existir. Por tal razón, el ego, trata de proteger su mayor tesoro, de todo aquello que puede suponer un peligro para su seguridad. ¿Qué hace el ego para proteger su cuerpo? Pues, hace valer su lema principal, "la mejor defensa es un buen ataque". Al compartir esa creencia con los demás, lo que está propiciando es el escenario donde se desarrollará su existencia, en un campo de batalla constante, donde la bandera blanca de la paz, tan sólo emergerá, cuando ya no quede nadie vivo para enarbolarla. 

El ataque, procede del miedo, y el miedo, procede a su vez, de la creencia en la separación. Por lo tanto, dicho guión, no puede más que terminar en tragedia, pues, el miedo tan sólo fabrica miedo y más miedo.

El ataque, se convierte en el camino de la salvación, cuando creemos que lo que tenemos que salvar es el cuerpo.

6. Y así resulta que, en tu búsqueda de amor, vas en busca de sacrificio y lo encuentras. 2Mas no encuentras amor. 3Es imposi­ble negar lo que es el amor y al mismo tiempo reconocerlo. 4El significado del amor reside en aquello de lo que te desprendiste, lo cual no tiene significado aparte de ti. 5Lo que prefieres conser­var es lo que no tiene significado, mientras que lo que quieres mantener alejado de ti encierra todo el significado del universo y lo conserva intacto dentro de su propio significado. 6Si el uni­verso no estuviese unido en ti, estaría separado de Dios, y estar sin Él es carecer de significado.

Creer en la separación, es el resultado de haber negado el Amor, pues, el Amor es Unidad. Si hemos negado el Amor, habremos negado la esencia con la que Dios nos ha creado, lo que significa, que habremos sustituido nuestra verdadera identidad, por una falsa identidad, fruto de la creencia en la separación. Esta identidad es el ego, cuyo símbolo es el cuerpo.

Estamos conservando, estamos eligiendo, aquello que no tiene significado, aquello que está llamado a desaparecer, al estar gobernado por las leyes de la temporalidad, por las leyes de la ilusión, de lo irreal.

lunes, 18 de noviembre de 2024

Capítulo 15. XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (1ª parte).

XI. La Navidad como símbolo del fin del sacrificio (1ª parte).

1. No temas reconocer que la idea del sacrificio no es sino tu pro­pia invención, 2ni trates de protegerte a ti mismo buscando seguri­dad donde no la hay. 3Tus hermanos y tu Padre se han vuelto muy temibles para ti. 4Y estás dispuesto a regatear con ellos por unas cuantas relaciones especiales, en las que crees ver ciertos vestigios de seguridad. 5No sigas tratando de mantener tus pensamientos separados del Pensamiento que se te ha dado. 6Cuando aquellos se ponen al lado de Éste y se perciben allí donde realmente se encuentran, elegir entre ellos no es más que un dulce despertar, tan simple como abrir los ojos a la luz del día cuando ya no tienes más sueño.

En efecto, la idea del sacrificio, así como todas las fabricaciones emanadas de la creencia en la separación que ha dado lugar a la identidad del ego, no son más que nuestra propia invención, de nuestra propia imaginación. La llamada de la culpa es más poderosa para la mente egoica, que el reconocimiento de que ninguna relación especial fundamentada en la creencia en la separación puede alcanzar la armonía, la paz, si no se renuncia a dicha creencia. ¿Acaso podemos sembrar manzanas y recolectar peras? ¿Acaso podemos sembrar división y recoger unidad? La mente ve aquello en lo que cree, y si nuestros pensamientos ocultan nuestro miedo al amor, ¿cómo va a conseguir vivir una relación donde no esté presente ese miedo?

2. El símbolo de la Navidad es una estrella: una luz en la oscuri­dad. 2No la veas como algo que se encuentra fuera de ti, sino como algo que refulge en el Cielo interno, y acéptala como la señal de que la hora de Cristo ha llegado. 3Cristo llega sin exigir nada. 4No le exige a nadie ningún tipo de sacrificio. 5En Su Pre­sencia la idea de sacrificio deja de tener significado, 6pues Él es el Anfitrión de Dios. 7Y tú no tienes más que invitar a Aquel que ya se encuentra ahí, al reconocer que Su Anfitrión es Uno y que ningún pensamiento ajeno a Su Unicidad puede residir allí con Él. 8El amor tiene que ser total para que se le pueda dar la bienve­nida, pues la Presencia de la santidad es lo que crea la santidad que lo envuelve. 9Ningún temor puede asaltar al Anfitrión que le abre los brazos a Dios en la hora de Cristo, pues el Anfitrión es tan santo como la Perfecta Inocencia a la que protege, y Cuyo poder a su vez lo protege a Él.

Estoy convencido, de que en este mundo, no hemos experimentado el Amor Incondicional, el Amor de Cristo, pues, si lo hubiésemos hecho, si lo hubiésemos sentido un solo instante, todas nuestras dudas desaparecerían, todos nuestros miedos dejarían de tener poder en nuestra mente. Dejaríamos de atacarnos y de atacar; dejaríamos de sacrificarnos y exigir sacrificios; dejaríamos de sentirnos culpables y de juzgar condenatoriamente a los demás.

Tal vez, nuestra percepción este cambiando y, ahora, miramos con ojos nuevos, lo que nos permite ver de una manera diferente a cómo veíamos antes al mundo. Sabemos que no somos un cuerpo, que nuestra realidad verdadera, nuestra identidad real, es el Espíritu. Esa Visión nos aproxima a las puertas del Cielo y, es posible, que ya no percibamos nuestros miedos. Esa es la hora, en la que estaremos preparados para gozar de la Gracia con la que Dios nos creó. Sí, ahora, estamos preparados para experimentar la fuerza del Amor, por que hemos fundido nuestra Mente con la Mente de Dios y de la Filiación.  

3. Esta Navidad entrégale al Espíritu Santo todo lo que te hiere. 2Permítete a ti mismo ser sanado completamente para que puedas unirte a Él en la curación, y celebremos juntos nuestra liberación liberando a todo el mundo junto con nosotros. 3Inclúyelo todo, pues la liberación es total, y cuando la hayas aceptado junto conmigo la darás junto conmigo 4Todo dolor, sacrificio o peque­ñez desaparecerá de nuestra relación, que es tan pura como la relación que tenemos con nuestro Padre, y tan poderosa. 5Todo dolor que se traiga ante nuestra presencia desaparecerá, sin dolor no puede haber sacrificio. 6Y allí donde no hay sacrificio, allí está el amor.

Sí, esta Navidad, dejaré que mis pasos sigan a la estrella que anuncia en mi mente el lugar donde ha de nacer el Redentor. Ese lugar, no es un espacio externo y temporal. Ese lugar, no es otro que, el que se alberga con humildad en mi mente recta. Es en mi mente inocente, pura e inmaculada por la santidad, donde nacerá el "niño Dios", esto es, el portador del Amor, que naciendo en forma de criatura, nos enseña que, debemos convertirnos en niños, como símbolo del nuevo pensamiento que ha de transformar la falsa percepción y pondrá fin a la hegemonía de "Herodes", el representante del sistema de pensamiento del ego.

Hacer del presente, del instante, nuestra Navidad, significa ser consciente de lo que realmente somos y entregarle al Espíritu Santo nuestro deseo de Expiar los errores que nos han mantenido prisioneros de la falsa creencia en la separación. La sanación de nuestra mente, nos unirá a la frecuencia de donde emana la Curación, y nos permitirá compartir con los demás las claves que nos abrirá las puertas de la salvación.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 338

LECCIÓN 338 Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme. 1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mund...