viernes, 20 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 171

QUINTO REPASO

Introducción

1. Ahora iniciamos otro repaso. 2Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo a nuestro empeño: 3Reconocemos que nos estamos preparando para un nuevo nivel de entendimiento. 4Queremos dar este paso resuelta­mente, para poder seguir adelante con mayor certeza, mayor sin­ceridad y mayor fe. 5Nuestros pasos han sido inciertos, y las dudas nos han hecho andar con lentitud e inseguridad por el camino que este curso señala. 6Pero ahora vamos a ir más de prisa, pues nos estamos acercando a una mayor certeza, a un propósito más firme y a una meta más segura.

2. Padre nuestro, afianza nuestros pasos. 2Aplaca nuestras dudas, aquieta nuestras santas mentes, y háblanos. 3No tenemos nada que decirte, 4pues sólo deseamos escuchar Tu Palabra y hacerla nuestra. 5Guía nuestras prácticas tal como un padre guía a su hijo pequeño por un camino que éste desconoce, 6pero que aun así, el hijo lo sigue, seguro de que está a salvo porque su padre le muestra el camino.

3. De este modo es como llevamos nuestras prácticas hasta Ti. 2Si trope­zamos, Tú nos levantarás. 3Si se nos olvida el camino, sabemos que Tú siempre lo recordarás. 4si nos extraviamos, Tú no te olvidarás de llamarnos. 5Aligera nuestros pasos ahora de modo que podamos caminar con mayor certeza y mayor rapidez hasta Ti. 6Y aceptamos la Palabra que Tú nos ofreces para unificar nuestras prácticas, a medida que repasamos los pensamientos que Tú nos has dado.

4. He aquí -al final de este párrafo- el pensamiento que debe preceder a los pensamientos que vamos a repasar. 2Cada uno de éstos clarifica algún aspecto de dicho pensamiento o contribuye a hacerlo más significativo, más personal y verdadero, así como más descriptivo del santo Ser que compartimos y que ahora nos preparamos para conocer de nuevo:

3Dios es sólo Amor, y, por ende, eso es lo que soy yo.

4Sólo este Ser conoce el amor. 5Sólo sus pensamientos son perfec­tamente congruentes; sólo ese Ser conoce a Su Creador, se com­prende a Sí Mismo y goza de un conocimiento y amor perfectos, así como de un estado de unión constante con Su Padre y Con­sigo Mismo.

5. Y Eso es lo que nos espera al final de la jornada. 2Cada paso que damos nos acerca un poco más. 3Este repaso acortará el tiempo de manera inconmensurable si tenemos presente que Eso es nuestra meta y que a medida que lo ponemos en práctica es a Eso a lo que nos acercamos. 4Levantemos de las cenizas nuestros corazones y dirijámoslos hacia la vida, recordando que Eso es lo que se nos promete, y que este curso nos fue enviado para allanar el sendero de la luz y enseñarnos, paso a paso, cómo regresar al eterno Ser que creíamos haber perdido.

6. Yo te acompaño en esta jornada. 2Pues por el momento com­parto tus dudas y tus miedos, de manera que puedas recurrir a mí que conozco el camino por el que se supera toda duda y temor. 3Caminamos juntos. 4Es preciso que yo entienda lo que es la incertidumbre y el dolor, aun cuando sé que no tienen ningún significado. 5Sin embargo, un salvador debe permanecer con aquellos a quienes enseña, viendo lo que ellos ven, pero conser­vando en su mente el camino que lo condujo a su propia libera­ción, y que ahora te conducirá a ti a la tuya junto con él. 6Al Hijo de Dios se le sigue crucificando hasta que camines por esta senda conmigo.

7. Mi resurrección se repite cada vez que conduzco a un hermano sin contratiempo alguno allí donde la jornada termina para ya no recordarse más. 2Me siento renovado cada vez que un hermano aprende que hay un camino que nos libera a todos de la aflicción y del dolor. 3Y renazco cada vez que un hermano se vuelve hacia la luz que mora en él y me busca. 4No me he olvidado de nadie. 5Ayúdame ahora a conducirte de regreso allí donde la jornada empezó para que puedas llevar a cabo otra elección conmigo.

8. Libérame mientras practicas una vez más los pensamientos que te he traído de Aquel que ve tu extrema necesidad, y que conoce la respuesta que Dios le ha dado. 2Juntos repasaremos estos pen­samientos. 3Juntos les dedicaremos nuestro tiempo y esfuerzos. 4Y juntos se los enseñaremos a nuestros hermanos. 5Dios no permiti­ría que en el Cielo faltase nada. 6Éste te está esperando, al igual que yo. 7Sin ti yo estoy incompleto. 8Conforme me complete regresaremos juntos a nuestro hogar ancestral, el cual se preparó para nosotros desde antes de que el tiempo comenzara, y se ha mantenido a salvo de los azotes de éste, así como inmaculado y seguro, tal como será cuando al tiempo le llegue su fin.

9. Permite, entonces, que este repaso sea el regalo que me haces a mí. 2Pues esto es lo único que necesito: que oigas mis palabras y que se las ofrezcas al mundo. 3Tú eres mi voz, mis ojos, mis pies y mis manos, con los cuales llevo la salvación al mundo. 4El Ser desde el que te llamo no es sino tu propio Ser. 5Él nos dirigimos juntos. 6Toma a tu hermano de la mano, pues no es éste un camino que recorramos solos. 7En él yo camino contigo y tú conmigo. 8La Voluntad del Padre es que Su Hijo sea uno con Él. 9¿Cómo no iba a ser, entonces, todo lo que vive uno contigo?
10. Permite que este repaso sea un intervalo en el que comparti­mos una experiencia que es nueva para ti, aunque tan antigua como el tiempo e incluso aún más antigua. 2Santificado sea tu nombre 3e inmaculada tu gloria para siempre. 4Tu plenitud ahora es total, tal como Dios lo dispuso. 5Tú eres Su Hijo, y completas Su extensión con la tuya. 6No practicamos sino una antigua ver­dad, que sabíamos desde antes de que la ilusión pareciese apode­rarse del mundo. 7Y le recordamos al mundo que está libre de toda ilusión cada vez que decimos:

8Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

11. Con esto damos comienzo a cada día de nuestro repaso. 2Con esto empezamos y con esto concluimos cada período de práctica. 3con ese pensamiento nos vamos a dormir para despertar con esas mismas palabras de nuevo en nuestros labios, y darle así la bienvenida al nuevo día. 4Todo pensamiento que repasemos lo envolvemos con ése; y utilizaremos dichos pensamientos para mantenerlo firme en la mente y claro en nuestra memoria a lo largo del día. 5así, cuando hayamos terminado este repaso, habremos reconocido que las palabras que decimos son verdad.

12. Las palabras, sin embargo, no son sino recursos auxiliares y, excepto por el uso que hacemos de ellas al principio y al final de cada período de práctica, se usarán sólo para recordarle a la mente su propósito, según lo dicte la necesidad. 2Ponemos nues­tra fe en la experiencia que se deriva de las prácticas, no en los medios que utilizamos. 3Esperamos la experiencia, y reconocemos que sólo en ella radica la convicción. 4Usamos las palabras y trata­mos una y otra vez de ir más allá de ellas hasta llegar a su significado, el cual está mucho más allá de su sonido. 5Este se hace cada vez más tenue hasta que finalmente desaparece, medida que nos acercamos a la Fuente del significado. 6Y Ahí es donde hallamos reposo.
                                                                

LECCIÓN 171

Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

1. (151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

2. (152) Tengo el poder de decidir.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.


¿Qué me enseña esta lección?

1. (151) Todas las cosas son ecos de la Voz que habla por Dios.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

¿Dónde estás buscando la presencia de Dios?

¿Lo haces en el murmullo del silencioso castigo con el que tratas de ocultar tus culpas?

¿Tal vez piensas que se encuentra tras el frío disfraz de una imagen a la que veneras?

¿Has dirigido tus pasos hasta el paternal abrazo de una religión que promete la salvación a cambio de que te arrepientas de todos tus pecados?


¿Eres de los que flagelan sus carnes buscando la redención?

¿Eres de los que forjan espadas y escudos para defender tus creencias?

Dios está en ti y Su Palabra te habla permanentemente…
Dios, a través de los cuerpos, se comunica con su Hijo y le invita a ver su Rostro dibujado en el Rostro del Hermano.

2. (152) Tengo el poder de decidir.
2Dios es sólo Amor y, por ende, eso es lo que soy yo.

Ser Hijo de Dios significa que somos, potencialmente, portadores de sus Atributos Creadores.

El Hijo de Dios posee la facultad de la Voluntad y gracias a ella, es capaz de decidir qué camino tomar.

Fue decisión del Hijo de Dios utilizar su mente para ver y conocer el mundo material, lo que dio lugar a la conciencia de separación: al ego.

A partir de esa trascendental decisión, la consciencia de Unidad, de conexión directa con el Creador, fue sustituida y este episodio se recoge expresado en la Biblia, indicándonos que Adán y Eva entraron en un profundo sueño, del que aún no han despertado.

Una nueva decisión, igual de trascendente, nos aguarda. Esa decisión significará el despertar del sueño y la recuperación del estado de consciencia de la Unidad.

¿Cuándo ha de producirse ese renacer? Cuando cada uno de nosotros lo decida.

¿Estás dispuesto hoy a elegir ver el mundo con los ojos del Amor?

Capítulo 21. III. Fe, creencia y visión (2ª parte).

III. Fe, creencia y visión (2ª parte).

3. ¿Por qué te resulta tan extraño que la fe pueda mover monta­ñas? 2En realidad, ésa es una hazaña insignificante para seme­jante poder. 3Pues la fe puede mantener al Hijo de Dios encadenado mientras él crea que lo está. 4Mas cuando se libre de las cadenas será simplemente porque habrá dejado de creer en ellas, al retirar su fe de la idea de que lo podían aprisionar, y depositarla en cambio en su libertad. 5Es imposible tener fe en dos orientaciones opuestas. 6La fe que depositas en el pecado se la quitas a la santidad. 7Y lo que le ofreces a la santidad se lo has quitado al pecado.

Si el cuerpo no es real, la montaña tampoco lo es. Recordemos que las enseñanzas del Curso no van dirigidas al aspecto corporal, a la manifestación tridimensional, a lo físico y experiencial, sino a la mente, al espíritu, pues tanto la mente como el espíritu sí forman parte de nuestra verdadera realidad.

El contenido de este punto así nos lo muestra. Se está dirigiendo a la fuerza de la fe, al poder de las creencias, al uso de la mente. Si creemos que somos un cuerpo, difícilmente aceptaremos que nuestra fe -pensamientos- pueda mover montañas. Ahora bien, si la montaña forma parte de nuestras ideas, adquiere el significado simbólico de "obstáculo", y mover un obstáculo significará corregirlo. Ese poder sí está en el nivel de la fe, en el nivel de las creencias. Esa montaña es la creencia en la separación, la cual representa el mayor de los obstáculos para alcanzar nuestra salvación, es decir, la de alcanzar la visión Crística de la Unidad que nos une a la Filiación, de la cual formamos parte.

4. La fe, la creencia y la visión son los medios por los que se alcanza el objetivo de la santidad. 2través de ellos el Espíritu Santo te conduce al mundo real, alejándote de todas las ilusiones en las que habías depositado tu fe. 3Ése es su rumbo, el único que Él jamás ve. 4cuando te desvías, Él te recuerda que no hay nin­gún otro. 5Su fe, Su creencia y Su visión son para ti. 6Y cuando las hayas aceptado completamente en lugar de las tuyas, ya no ten­drás necesidad de ellas. 7Pues la fe, la creencia y la visión única­mente tienen sentido antes de que se alcanza la certeza. 8En el Cielo son desconocidas. 9El Cielo, no obstante, se alcanza a través de ellas.

He aquí fundamentado lo que hemos dicho en el análisis del punto anterior. Es la fe, la creencia y la visión lo que nos permitirá mover montañas. La fe es el contenido de nuestras creencias y la visión nos muestra el contenido de nuestra fe. Vemos aquello que deseamos, pues el deseo se convierte en la fuerza que nos inspira nuestras creencias. Si creemos en la separación, nuestros deseos se movilizarán con el fin de ser especiales y ello nos mostrará la visión de la separación, de la individualidad.

Pero esa dinámica, cuando es utilizada por el Espíritu Santo, por la Mente Recta, nos lleva a creer en la Unidad, y esa creencia movilizará a nuestros deseos para que seamos canales del amor, lo que nos mostrará la visión de la unidad, de la Filiación. 

5. No es posible que al Hijo de Dios le falte fe, pero sí puede elegir dónde desea depositarla. 2La falta de fe no es realmente falta de fe, sino fe que se ha depositado en lo que no es nada. 3La fe que se deposita en las ilusiones no carece de poder, pues debido a ello el Hijo de Dios cree ser impotente. 4De ese modo, no se es fiel a sí mismo, pero sí tiene gran fe en las ilusiones que abriga acerca de sí mismo. 5Pues tú inventaste la fe, la percepción y la creencia a fin de perder la certeza y encontrar el pecado. 6Este rumbo demente fue tu propia elección, y al depositar tu fe en lo que habías elegido, fabricaste lo que deseabas.

La elección errónea del Hijo de Dios le llevó a sustituir el Conocimiento directo que lo unía a Su Fuente -Dios- por la creencia en la visión del mundo que percibía, la cual le llevó a depositar su fe en las imágenes percibidas.

La visión de la unidad fue sustituida por la creencia en la separación y ello ha condicionado que nuestra fe sirva al deseo de ser especial y a fabricar un mundo acorde con ese deseo de especialismo. Todas las estructuras sociales están inspiradas en satisfacer nuestros deseos, pero sus pilares están llamados a desaparecer, pues la creencia en la separación no da solidez a lo construido. Tan solo el amor es la fuerza que da cohesión para alcanzar un estado eterno e ilimitado.

jueves, 19 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 170

LECCIÓN 170

En Dios no hay crueldad ni en mí tampoco.

1. Nadie ataca sin la intención de herir. 2En esto no hay excepcio­nes. 3Cuando piensas que atacas en defensa propia estás afir­mando que ser cruel te protege, que la crueldad te mantiene a salvo. 4Estás afirmando que herir a otro te brinda libertad. 5Y estás afirmando también que atacar cambia el estado en que te encuen­tras por otro mejor, más seguro, donde estás más a salvo de los asaltos del peligro y del temor.

2. ¡Qué descabellada es la idea de que atacando es la manera de defenderse del miedo! 2Pues he aquí donde se engendra el miedo y se le nutre de sangre para que crezca, se expanda y sea cada vez más rabioso. 3Ésta es la manera de proteger el miedo, no de esca­parse de él. 4Hoy aprendemos una lección que te evitará más demoras y sufrimientos de los que te puedes imaginar. 5es ésta:

6Tú fabricas aquello de lo que te defiendes. aY al defenderte contra ello haces que sea real e ineludible. 7Depón tus armas, y sólo entonces percibirás su falsedad.

3. Parece ser un enemigo externo a quien atacas. 2Sin embargo, al defenderte forjas un enemigo interno; un pensamiento extraño que está en guerra contigo, que te priva de paz y divide tu mente en dos bandos que parecen ser totalmente irreconciliables. 3Pues ahora el amor tiene un "enemigo", un opuesto; y el miedo, el extraño, necesita que lo defiendas contra la amenaza de lo que realmente eres.

4. Si examinases detenidamente los medios por los que tu ilusoria defensa propia procede a lo largo de su curso imaginario, te per­catarías de las premisas sobre las que se basa la idea. 2En primer lugar, es obvio que las ideas tienen que abandonar su fuente, pues eres tú quien lanza el ataque y quien tuvo que haberlo concebido primero. 3No obstante, lanzas el ataque contra algo externo a ti y en tu mente te separas de aquel a quien atacas, completamente convencido de que la división a la que has dado lugar es real.

5. En segundo lugar, los atributos del amor se le confieren a su "enemigo". Pues el miedo se convierte en tu refugio y en el pro­tector de tu paz, y recurres a él en busca de solaz y de escape de cualquier duda con respecto a tu fortaleza, así como con la espe­ranza de poder descansar en una quietud sin sueños. 3Y al así despojar al amor de lo que le pertenece a él y sólo a él, se le dota con los atributos del miedo. 4Pues el amor te pediría que depusie­ses todas tus defensas por ser éstas meras necedades. 5Y cierta­mente tus armas se desmoronarían y quedarían reducidas a polvo, 6pues eso es lo que son.

6. Al tener al amor como enemigo, la crueldad se convierte nece­sariamente en un dios. 2los dioses exigen que sus seguidores obedezcan sus mandatos sin rechistar. 3A aquellos que cuestionan la sensatez o cuando menos la cordura de tales exigencias, se les castiga severa e implacablemente. 4Pues son sus enemigos los que son irrazonables y dementes, mientras que ellos son siempre justos y misericordiosos.

7. Hoy examinaremos fríamente a este dios cruel. 2nos daremos cuenta de que aunque sus labios están manchados de sangre y de que de su boca parecen salir llamas, está hecho de piedra. 3No puede hacer nada. 4No tenemos que desafiar su poder, 5pues no tiene ninguno. 6Y quienes ven en él su seguridad, no tienen ni guardián ni fortaleza a los que invocar en caso de peligro, ni ningún poderoso guerrero que salga en su defensa.

8. Este momento puede ser terrible. 2Pero también puede ser el momento en que te emancipas de tu abyecta esclavitud. 3Pues al estar frente a este ídolo y verlo exactamente como es, llevas a cabo una elección. 4¿Vas a restituirle al amor lo que has procu­rado arrebatarle para ponerlo a los pies de ese inanimado bloque de piedra? 5¿O vas a inventar otro ídolo para que lo reemplace? 6Pues el dios de la crueldad adopta muchas formas. 7Siempre es posible encontrar otra.

9. Mas no creas que el miedo es la manera de escapar del miedo. 2Recordemos lo que se ha subrayado en el texto con respecto a los obstáculos que la paz tiene que superar. 3De éstos, el último, el más difícil de creer que en realidad no es nada, si bien aparenta ser un bloque sólido, impenetrable, temible e insuperable, es el miedo a Dios Mismo. 4He aquí la premisa básica que entrona como un dios al pensamiento del miedo. 5Pues el miedo es vene­rado por aquellos que le rinden culto, y el amor parece ahora estar revestido de crueldad.

10. ¿De dónde ha surgido la creencia tan irracional de que hay dioses de venganza? 2El amor no ha confundido sus atributos con los del miedo. 3Mas los que le rinden culto al miedo perciben su propia confusión en el "enemigo" del miedo, y la crueldad de éste como parte del amor. 4¿Y qué podría ser ahora más temible que el Corazón del Amor Mismo? 5Sus labios parecen estar man­chados de sangre y de su boca parece brotar fuego. 6Pero sobre todo, Él es terrible e increíblemente cruel, y siega las vidas de todos aquellos que lo consideran su Dios.

11. No hay duda acerca de la elección que hoy has de llevar a cabo. 2Pues hoy posarás tu mirada por última vez sobre ese bloque de piedra que tú mismo esculpiste, y dejarás de llamarle dios. 3Has llegado hasta este punto antes, pero has elegido que ese dios cruel permanezca contigo en otra forma. 4por eso el temor a Dios volvió a apoderarse de ti. 5Pero esta vez lo dejarás allí. 6Y al volver regresarás a un mundo nuevo, aliviado de ese peso; un mundo que no se ve a través de sus ojos ciegos, sino a través de la visión que te ha sido restituida gracias a tu elección.

12. Ahora tus ojos le pertenecen a Cristo y es Él quien mira a tra­vés de ellos. 2Ahora tu voz le pertenece a Dios y se hace eco de la Suya. 3Ahora tu corazón permanecerá en paz para siempre. 4Lo has elegido a Él en lugar de los ídolos, y los atributos con los que tu Creador te bendijo te son por fin restituidos. 5La Llamada a Dios ha sido oída y contestada. 6Ahora el miedo ha dado paso al amor, al Dios Mismo reemplazar la crueldad.

13. Padre, somos como Tú. 2En nosotros no hay crueldad, puesto que en Ti no la hay. 3Tu paz es nuestra. 4Y bendecimos al mundo con lo que hemos recibido exclusivamente de Ti. 5Elegimos una vez más, y elegi­mos asimismo por todos nuestros hermanos, sabiendo que son uno con nosotros. 6Les brindamos Tu salvación tal como la hemos recibido ahora. 7Y damos gracias por ellos que nos completan. 8En ellos vemos Tu gloria y en ellos hallamos nuestra paz. 9Somos santos porque Tu santidad nos ha liberado. 10Y Te damos gracias por ello. 11Amén.

¿Qué me enseña esta lección? 

¿Qué padre podría ser cruel con su hijo? 

A menos que ese padre tenga un comportamiento demente e irracional, ningún padre puede desear el mal, el castigo, el dolor, el daño, el sufrimiento para su hijo. 

Tan sólo el ego, el cual está escindido de la Verdad de que todos somos una unidad, mantiene la creencia de que estamos separados unos de otros y de que debe defenderse de los demás con un planificado y vengativo ataque. 

La crueldad es la consecuencia directa del miedo. Desde este punto de vista, el cruel carece de todo amor. En su lugar, decide odiar, pues darle cabida al amor en su vida le lleva a renunciar a todos sus tesoros físicos, a todas sus posesiones materiales. 

El dios que venera el ego es un dios de temor, que nos recuerda nuestra violación, nuestro pecado y que nos mantiene atados al peso de la culpa y a la idea de castigo como vía de redención. Estas creencias han dado lugar a la fabricación de un mundo ilusorio y no real, en el cual nos encontramos atrapados. 

Dios es nuestra verdadera y única realidad, pues somos una extensión de Su Mente Creadora. Nuestro objetivo es despertar y dejar de fabricar un mundo ilusorio para, en su lugar, crear un mundo real.


Ejemplo-Guía: "El mundo que conocemos, es el terreno que hemos elegido para enfrentar a nuestros dioses"

La mitología nos ha legado un amplio historial de fábulas y leyendas en las que los dioses se enfrentan unos a otros para conseguir el poder.

Esta representación alegórica no carece de un significado profundo, sino todo lo contrario; se convierte en la representación proyectada por la naturaleza humana, la cual expresa externamente un comportamiento belicoso, competitivo, en el que se enfrentan aquellos "dioses" a los que rendimos culto.

Podemos hacer referencia a todos los líderes religiosos de las diferentes doctrinas, en cuyo nombre el hombre no duda en blandir su espada para dar muerte a los enemigos de su fe. Las religiones se convierten en creencias que nublan nuestros ojos, llevándonos a sustituir la visión de la unidad por la visión de la separación, la visión del miedo.

En nombre del “temor” a nuestro dios particular, nos convertimos en soldados dispuestos a dar la vida por nuestras creencias. Estamos dispuestos a matar, si es necesario, para que nuestras creencias no se vean en peligro de ser atacadas.


Pero, si esa dinámica es propia a nivel social, no podemos negar que las sociedades las componen los miembros que las conforman, y en este sentido, debemos reconocer que ese comportamiento de masas responde a una expresión personal de cada uno de nosotros. Es decir, todos los movimientos bélicos que hoy en día ocupan las primeras páginas de los medios de comunicación hablan de grupos radicales que se escudan en siglas religiosas. Sin embargo, podemos leer entre líneas que realmente están hablando de nuestro radicalismo interno, nuestros juicios condenatorios, nuestros miedos y el afán de atacar en nombre de la defensa de nuestras creencias y valores.


Preguntémonos: ¿A qué ídolo/s ofrendo culto? ¿Qué estoy dispuesto a hacer para defender aquello a lo que presto culto? ¿Me siento libre prestando culto a ese ídolo?

Creencias, ideologías, partidismo participan de la misma idea: el culto a un adoctrinamiento. 

No suelo ver ni oír las noticias de los medios de comunicación, pero el otro día pude escuchar cómo los aficionados de fútbol de las selecciones de Inglaterra y Rusia se habían enfrentado como consecuencia del partido que celebraban ambos países. Utilizamos esos escenarios para sacar fuera toda nuestra ira, nuestras pasiones, nuestro espíritu vengativo, nuestros rencores, nuestros miedos. Atacamos al otro porque interpretamos que, si no lo hacemos, él lo hará con nosotros en su afán por vencernos y robarnos la dicha del triunfo. Ante tales noticias, la parte egoica nos hace sentir la pegada de la rabia, de la indignación, nos lleva a hacer real la experiencia del ataque, de la guerra, de las luchas.

Estas situaciones son excepcionales para realizar un cambio en nuestras creencias. En vez de entrar en el juicio condenatorio y creernos poseídos por el don de la justicia, es una oportunidad para vernos dibujados en esa noticia. En la medida en que entremos a juzgar y condenar, lo que estamos admitiendo es nuestra complicidad mental con lo que ocurre en el exterior. Si no nos dejamos llevar por el impulso y comprendemos la razón por la que se producen tales hechos, estaremos contribuyendo a ver las cosas de otra manera y no dar perpetuidad al daño y al dolor que causan tales experiencias.


Reflexiones: ¿Justificas tus ataques, tu ira, tu crueldad?

Capítulo 21. III. Fe, creencia y visión (1ª parte).

III. Fe, creencia y visión (1ª parte).

1. Todas las  relaciones especiales  tienen como meta el pecado, 2pues son tratos que se hacen con la realidad, a la que la aparente unión se adapta. 3No te olvides de esto: hacer tratos es fijar lími­tes, y no podrás sino odiar a cualquier hermano con el que tengas una relación parcial. 4Quizá trates de respetar el trato en nombre de lo que es "justo", exigiendo a veces ser tú el que pague, aun­que lo más frecuente es que se lo exijas al otro. 5Al hacer lo que es ''justo”, pues, tratas de mitigar la culpabilidad que emana del propósito que aceptaste para la relación. 6Y por eso el Espíritu Santo tiene que cambiar su propósito para que sea de utilidad para Él e inofensiva para ti.

Todas las relaciones especiales tienen su origen en el deseo individual de ser especial, lo que significa que hemos depositado nuestra fe en la certeza de que somos nuestros propios creadores y que nuestra identidad, el cuerpo, es la muestra evidente de que estamos separados del mundo que nos rodea y de los seres que lo habitan.

Si la creencia en la separación forma parte de nuestra mente, lo primero que haremos es establecer un sistema de pensamiento donde sus leyes protejan dicha creencia. Así nos aseguraremos de que ninguna otra idea ponga en peligro nuestra fe, es decir, se convierta en un obstáculo para que no consigamos lo que deseamos.

A la creencia en la separación la hemos llamado "pecado", pues la hemos identificado como la causa que ha dado origen a nuestra acción transgresora de las leyes de Dios y de Su Mandato de no "comer del Árbol del Bien y del Mal".  Por lo tanto, todas las relaciones tienen como meta el pecado, pues nos recuerda de manera inconsciente lo que subyace en la mente subconsciente de la humanidad: la creencia en el pecado y en la culpa que ello nos produce.

Podemos decir que cuando establecemos una relación especial, lo que realmente estamos haciendo es buscar la vía redentora que nos libere de la culpa. La redención exige castigo y el castigo es un ataque que nos muestra nuestra falta de amor. Nos dice Jesús en este punto que en las relaciones especiales hacemos tratos con el otro, en nombre de un aparente amor que en verdad oculta el deseo de fijar límites, pues proyectamos aquello que se encuentra en nuestro interior, por lo que no podemos dar amor cuando en realidad creemos en el castigo.

2. Si aceptas este cambio, habrás aceptado la idea de hacerle sitio a la verdad. 2La fuente del pecado habrá desaparecido. 3Tal vez te imagines que todavía experimentas sus efectos, pero el pecado ha dejado de ser tu propósito y ya no lo quieres más. 4Nadie permite que su propósito sea reemplazado mientras todavía lo siga deseando, pues nada se quiere y se protege más que un objetivo que la mente haya aceptado. 5Lo perseguirá, sombría o feliz­mente, pero siempre con fe y con la perseverancia que la fe inevi­tablemente trae consigo. 6EI poder de la fe jamás se puede reconocer si se deposita en el pecado. 7Pero siempre se reconoce si se deposita en el amor.

La propuesta que nos hace el Espíritu Santo es la de Expiar el error de nuestra mente y corregir el contenido de nuestra fe, es decir, cambiar la falsa identificación con el pecado y sustituir como vía de salvación el castigo por el perdón.

Una mente identificada con el pecado aceptará el sacrificio, la inmolación, como la vía que ha de aportar la redención y la salvación. Para el ego, la salvación significa que hemos hecho los méritos suficientes para que Dios nos perdone por nuestros pecados. Esta idea nos sugiere que creemos profundamente que Dios nos ha condenado por haberle desobedecido. Fue Él quien nos expulsó del "paraíso terrenal"; fue Él el que nos sentenció a trabajar para ganar el sustento de cada día. De este modo, el Dios del Amor fue sustituido por el Dios Juez Castigador.

El ego, con esa visión alterada, pone en evidencia su propio sistema de pensamiento en el que el ataque, el juicio condenatorio, es la respuesta a la creencia en la separación. Si Dios nos "separó" de su Edén, no podemos afirmar que la unidad gobierne las leyes de la percepción, las leyes del mundo en el que vivimos y morimos.

La Voz del Espíritu Santo es la Voz a la que debemos escuchar, pues su luz difuminará la oscuridad que nos ha llevado a creer en la falsedad de que somos pecadores y de que Dios nos ha repudiado. Esa luz nos mostrará el verdadero rostro de Dios, el del Amor y nos mostrará, igualmente, que la separación nunca se ha producido, pues nuestro verdadero Ser forma parte íntegra de Su Fuente.

miércoles, 18 de junio de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 169

LECCIÓN 169

Por la gracia vivo. Por la gracia soy liberado.

1. La gracia es el atributo del Amor de Dios que más se asemeja al estado que prevalece en la unidad de la verdad. 2Es la aspiración más elevada que se puede tener en el mundo, pues conduce más allá de él. 3Se encuentra más allá del aprendizaje, aunque es su objetivo, pues la gracia no puede arribar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para aceptarla de verdad. 4La gracia se vuelve inevitable para aquellos que han preparado un altar donde ésta pueda ser dulcemente depositada y gustosamente recibida: un altar inmaculado y santo para este don.

2. La gracia es la aceptación del amor de Dios en un mundo de aparente odio y miedo. 2Sólo mediante la gracia pueden desapa­recer el odio y el miedo, pues la gracia da lugar a un estado tan opuesto a todo lo que el mundo ofrece, que aquellos cuyas men­tes están iluminadas por el don de la gracia no pueden creer que el mundo del miedo sea real.

3. La gracia no es algo que se aprende. 2EI último paso tiene que ir más allá de todo aprendizaje. 3La gracia no es la meta que este curso aspira a alcanzar. 4No obstante, nos preparamos para ella en el sentido de que una mente receptiva puede oír la Llamada a despertar. 5Dicha mente no se ha cerrado completamente a la Voz de Dios. 6Se ha dado cuenta de que hay cosas que no sabe y, por lo tanto, está lista para aceptar un estado completamente dife­rente de la experiencia con la que se siente a gusto por resultarle familiar.

4. Tal vez parezca que estamos contradiciendo nuestra afirma­ción de que el momento en que la revelación de que el Padre y el Hijo son uno ya se ha fijado. 2Pero hemos dicho también que la mente es la que determina cuándo ha de ocurrir ese momento, y que ya lo ha hecho. 3Te exhortamos, no obstante, a que des testi­monio de la Palabra de Dios para hacer que la experiencia de la verdad llegue más pronto y para acelerar su advenimiento a toda mente que reconozca los efectos de la verdad en ti.

5. La unidad es simplemente la idea de que Dios es. 2en Su Ser, Él abarca todas las cosas. 3Ninguna mente contiene nada que no sea Él. 4Decimos "Dios es"; y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. 5No hay labios que las puedan pronunciar, ni ninguna parte de la mente es lo suficientemente diferente del resto como para poder sentir que ahora es consciente de algo que no sea ella misma. 6Se ha unido a su Fuente, 7al igual que ella, simplemente es.

6. No podemos hablar, escribir ni pensar en esto en absoluto. 2Pues aflorará en toda mente cuando el reconocimiento de que su voluntad es la de Dios se haya dado y recibido por completo. 3Ello hace que la mente retorne al eterno presente, donde el pasado y el futuro son inconcebibles. 4El eterno presente yace más allá de la salvación; más allá de todo pensamiento de tiempo, de perdón y de la santa faz de Cristo. 5El Hijo de Dios simplemente ha desapa­recido en su Padre, tal como su Padre ha desaparecido en él. 6El mundo jamás ha tenido lugar. 7La eternidad permanece como un estado constante.

7. Esto está más allá de la experiencia que estamos tratando de acelerar. 2No obstante, cuando se enseña y se aprende lo que es el perdón, ello trae consigo experiencias que dan testimonio de que el momento en que la mente misma decidió abandonarlo todo excepto esto está por llegar. 3No es que realmente lo podamos acelerar, toda vez que lo que vas a ofrecer es algo que simple­mente se había ocultado de Aquel que enseña el significado del perdón.

8. Todo aprendizaje ya se encontraba en Su Mente, consumado y completo. 2Él reconoció todo lo que el tiempo encierra, y se lo dio a todas las mentes para que cada una de ellas pudiera determinar, desde una perspectiva en la que el tiempo ha terminado, cuándo ha de ser liberada para la revelación y la eternidad. 3Hemos repe­tido en varias ocasiones que no haces sino emprender una jornada que ya concluyó.

9. Pues la unidad no puede sino encontrarse aquí. 2Sea cual sea el momento que la mente haya fijado para la revelación, ello es com­pletamente irrelevante para lo que no puede sino ser un estado constante, eternamente como siempre ha sido, y como ha de seguir siendo eternamente. 3Nosotros simplemente asumimos el papel que se nos asignó hace mucho, y que Aquel que escribió el guion de la salvación en el Nombre de Su Creador y en el Nombre del Hijo de Su Creador, reconoció como perfectamente realizado.

10. No hay necesidad de clarificar más lo que nadie en el mundo puede entender. 2Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás y lo comprenderás plenamente. 3Pero por ahora es mucho lo que aún nos queda por hacer, pues aquellos que se encuentran en el tiempo pueden hablar de cosas que están más allá de él, y escuchar palabras que explican que lo que ha de venir ha pasado ya. 4Mas ¿qué significado pueden tener dichas palabras para los que todavía se rigen por el reloj, y se levantan, trabajan y se van a dormir de acuerdo con él?

11. Baste, pues, con decir que para desempeñar tu papel es mucho lo que aún te queda por hacer. 2El final seguirá siendo nebuloso hasta que hayas desempeñado por completo tu papel. 3Pero eso no importa, 4pues tu papel sigue siendo el pilar sobre lo que todo lo demás descansa. 5Conforme asumas el papel que se te enco­mendó, la salvación se acercará un poco más a cada corazón incierto cuyo latir no esté aún en sintonía con Dios.

12. El perdón es el eje central de la salvación, pues hace que todos sus aspectos tengan una relación significativa entre sí, dirige su trayectoria y asegura su resultado. 2ahora pedimos que se nos conceda la gracia, el último regalo que la salvación puede otor­gar. 3La experiencia que la gracia proporciona es temporal, pues la gracia es un preludio del Cielo, pero sólo reemplaza a la idea de tiempo por un breve lapso.

13. Mas ese lapso es suficiente. 2Pues ahí es donde se depositan los milagros, que tú has de devolver de los instantes santos que reci­bes a través de la gracia que experimentas, a todos los que ven la luz que aún refulge en tu faz. 3¿Qué es la faz de Cristo sino la de aquel que se adentró por un momento en la intemporalidad y al volver trajo consigo -para bendecir al mundo- un claro reflejo de la unidad que experimentó allí? 4¿Cómo podrías llegar a alcan­zarla para siempre, mientras una parte de ti se encuentre afuera, ignorante y dormida, necesitada de que tú des testimonio de la verdad?

14. Siéntete agradecido de poder regresar, de la misma manera en que te alegró ir por un instante, y acepta los dones que la gracia te otorgó. 2Es a ti mismo a quien se los traes. 3Y la revelación no está muy lejos. 4Su llegada es indudable. 5Pedimos que se nos conceda la gracia y la experiencia que procede de ella. 6Damos la bienvenida a la liberación que les ofrece a todos. 7No estamos pidiendo lo que no se puede pedir. 8No tenemos nuestras miras puestas en aquello que está más allá de lo que la gracia puede conceder. 9Pues eso lo podemos dar con la gracia que se nos ha concedido.

15. Nuestro objetivo de aprendizaje de hoy no excede lo que expresa esta plegaria. 2Mas ¿qué puede haber en el mundo que sobrepase lo que en este día le pedimos a Aquel que nos concede la gracia que pedimos, tal como se le concedió a Él?

3Por la gracia vivo. 4Por la gracia soy liberado. 5Por la gracia doy. 6Por la gracia he de liberar.

¿Qué me enseña esta lección?

Si sembramos la semilla del Amor, el fruto que obtendremos será el don de la gracia.

La Gracia de Dios es una cualidad que incluso transciende la virtud del perdón. Mientras que el perdón nos libera del error, la gracia ni tan siquiera ve el error.

La visión de la unidad es la puerta de entrada que nos conduce a la expresión de la gracia. Al participar de la visión de la Filiación, veremos en nuestro hermano la impecabilidad y la inocencia propias de nuestra condición divina. Dejamos de juzgar como pecado las acciones que nos mantienen prisioneros del apego al mundo y nos liberamos de la culpa, del castigo, del dolor, de la enfermedad, en la medida en que no vemos al cuerpo como una fuente de pecado.

La gratitud es una condición natural, innata de nuestro verdadero Ser. Cuando la ponemos de manifiesto, estamos reconociendo nuestra Comunión con Dios; reconocemos que somos sus plenipotenciarios, sus mensajeros, sus embajadores, sus maestros, con el único propósito de impregnar el mundo con la fuerza de la luz.



Ejemplo-Guía: ¿Qué efectos tiene la Gracia en tu mundo?

¿Has probado observar cómo reaccionan los demás cuando les damos las gracias?

Me gusta realizar de una manera consciente este acto, pues percibo que, al igual como yo siento la fuerza del amor en las palabras que pronuncio desde el corazón, el otro, el que lo recibe, da muestras, al mismo tiempo, de gratitud por dichas palabras.


Esta circunstancia me permite experimentar que la gracia es portadora de una magia especial. Se trata de la magia del Amor, la puerta que nos conduce a la visión de la unidad. Esa es la gran aportación, el regalo que ofrecemos al mundo cuando, desde el corazón, nos expresamos dando gracias.

Ya sabemos que no podemos dar lo que no tenemos, y esta evidencia que puede ser experimentada en todo momento me permite comprender que, cuando damos las gracias y somos capaces de despertar en el otro una reacción de gratitud, lo que realmente estamos haciendo es un milagro, pues estamos "contagiándonos" mutuamente con el atributo del Amor Divino.

Si no vemos la unidad que nos une a nuestros hermanos de Filiación, nuestros gestos de gratitud no serán verdaderos. Es difícil engañar al otro cuando nos expresamos desde el corazón. Es fácil, cuando utilizamos nuestra mente, pero el corazón tiene serias dificultades para engañar. Si nuestra gratitud no emana del corazón, donde se da cita la visión de la unidad, la gratitud que expresemos no tendrá ese efecto milagroso, pues en verdad estamos intentando dar algo que no tenemos. Es como dar un regalo en una caja que está vacía.

La gratitud no depende de la forma, sino del fondo. Es una cuestión de ser.

En verdad, el mundo siente la carencia de la gracia. La razón de ello, tal vez la hayas intuido. Es preciso encontrar en nuestro interior aquello que queremos compartir. Dar y recibir es lo mismo. Para recibir gracia, tenemos que darla y, si no somos conscientes de que somos portadores de ella, seguiremos demandándola fuera.


Cuando estamos agradeciendo, estamos reconociendo el hecho de que damos lo que nos gustaría recibir. A todo el mundo le gusta recibir el regalo de la gracia. Es como si nos reconociéramos en el otro, al que tratamos como nos gustaría que nos tratasen.


Reflexión: 
Sólo mediante la gracia pueden desaparecer el odio y el miedo.

Capítulo 21. II. Somos responsables de lo que vemos (5ª parte).

II. Somos responsables de lo que vemos (5ª parte).

11. Es tan esencial que reconozcas que tú has fabricado el mundo que ves, como que reconozcas que tú no te creaste a ti mismo. 2Pues se trata del mismo error. 3Nada que tu Creador no haya crea­do puede ejercer influencia alguna sobre ti. 4Y si crees que lo que hiciste puede dictarte lo que debes ver y sentir, y tienes fe en que puede hacerlo, estás negando a tu Creador y creyendo que tú te hiciste a ti mismo. 5Pues si crees que el mundo que construiste tiene el poder de hacer de ti lo que se le antoje, estás confun­diendo Padre e Hijo, Fuente y efecto.

En la medida en que nos identifiquemos con la realidad otorgada al cuerpo como el símbolo de nuestra identidad, la resistencia a aceptar la verdad de nuestro verdadero yo será mayor o menor. En verdad, no hay grados en el proceso de adquirir la visión verdadera de lo que somos. No podemos decirnos: "Soy un cuerpo al 30% y un espíritu al 70%". Lo que es verdad lo es porque no cambia, no varía, es eterna. Si crees que lo que eres es un cuerpo donde habita circunstancialmente el espíritu, no estarás viendo la verdad, sino lo que al ego le conviene que pienses, pues de este modo, en el proceso de tu despertar, se dice a sí mismo: mejor ser un cuerpo en un 30% que no ser nada.

Debemos poner nuestra fe en lo que es verdad y, de este modo, nuestro deseo servirá a la creencia verdadera y dejará de servir a una voluntad mal orientada. La verdad que compartimos junto al resto de la Filiación es que somos el Hijo de Dios, emanados de Su Fuente, lo que nos hace Hijos del Amor. Nuestra condición es espiritual, no material.

12. Las creaciones del Hijo son semejantes a las de su Padre. 2Mas al crearlas, el Hijo no se engaña a sí mismo pensando que él es independiente de su Fuente. 3Su unión con Ella es la Fuente de su capacidad para crear. 4Aparte de esto no tiene poder para crear, y lo que hace no significa nada, 5no altera nada en la creación, depende enteramente de la locura de su hacedor y ni siquiera podría servir para justificarla. 6Tu hermano cree que él fabricó el mundo junto contigo. 7De este modo, niega la creación, 8y cree, al igual que tú, que el mundo que fabricó lo engendró a él. 9De éste modo, niega haberlo fabricado.

El error original radica en la creencia de que el mundo que hemos hecho real, el mundo que hemos fabricado, es la causa de nuestra creación, no la nuestra. Negamos su fabricación, precisamente porque el sistema de pensamiento que lo rige está basado en la separación, es decir, en la separación del creador con lo creado; en la separación del Hijo con respecto al Padre.

Si aceptásemos la verdad de que somos el Hijo de Dios y que formamos una unidad con nuestro creador y con el resto de la creación, nuestras creaciones no nos mostrarían los efectos de un mundo separado donde no se ve la relación de unión entre nuestra identidad y nuestra capacidad creadora. Esta es la razón por la cual no aceptamos la idea de que seamos responsables de aquello que percibimos. Cuando en verdad no hay ningún responsable fuera de nosotros mismos.

Nuestro error procede de nuestra mente, por lo que ese mismo error es compartido con todos nuestros hermanos. Nos dice Jesús que nuestro hermano cree que él fabricó el mundo junto a nosotros. Un dato real de que nuestras mentes están unidas.

13. Mas la verdad es que tanto tú como él fuisteis creados por un Padre amoroso, que os creó juntos y como uno solo. 2Ve lo que "prueba" lo contrario, y estarás negando toda tu realidad. 3Reco­noce en cambio que fuiste tú quien fabricó todo lo que aparente­mente se interpone entre tú y tu hermano y os mantiene separados al uno del otro, y a los dos de vuestro Padre, y tu instante de liberación habrá llegado. 4Todos los efectos de eso que hiciste desaparecerán porque su fuente se habrá puesto al descubierto. 5La aparente autonomía de su fuente es lo que te mantiene prisionero. 6Ése es el mismo error que pensar que eres inde­pendiente de la Fuente mediante la cual fuiste creado, y que nunca has abandonado.

No podemos ver el hecho de que nuestras mentes estén unidas, que nos ha llevado a compartir el mismo error, como algo negativo, sino todo lo contrario. El lazo de unión de nuestras mentes es lo que facilitará nuestro despertar, nuestra salvación, pues favorecerá la verdadera visión de la unidad y sustituirá la falsa creencia en la separación.

Del mismo modo que compartimos los errores, podemos compartir las verdades; lo único que tenemos que hacer es detectar el error y corregirlo en nosotros mismos. Por el lazo cuántico que nos une mentalmente, nuestra corrección corregirá, igualmente, a los demás y se producirá el milagro de la salvación. 

Para salvar al mundo debemos primero salvarnos a nosotros mismos. La única manera de hacerlo es corrigiendo el pensamiento falso e ilusorio, llevándolo a la verdad.

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 171

QUINTO REPASO Introducción 1.  Ahora iniciamos otro repaso.  2 Esta vez estamos listos para poner más de nuestra parte y dedicar más tiempo...