I. Las creencias irreconciliables (2ª parte).
3. Ten por seguro que no es posible que Dios y el ego, o tú y el ego jamás os podáis encontrar. 2En apariencia lo hacéis y formáis extrañas alianzas basándoos en premisas que no tienen sentido. 3Pues vuestras creencias convergen en el cuerpo, al que el ego ha elegido como su hogar y tú consideras que es el tuyo. 4Vuestro punto de encuentro es un error: un error en cómo te consideras a ti mismo. 5El ego se une a una ilusión de ti que tú compartes con él. 6Las ilusiones, no obstante, no pueden unirse. 7Son todas lo mismo, y no son nada. 8Su unión está basada en la nada, pues dos de ellas están tan desprovistas de sentido como una o mil. 9El ego no se une a nada, pues no es nada. 10Y la victoria que anhela está tan desprovista de sentido como él mismo.
Dios y el ego no pueden formar una unidad, al igual que la luz no puede coexistir con la oscuridad. O hay luz o hay oscuridad. Con respecto a la identidad de lo que somos, ocurre igual; no podemos ser cuerpos y espíritu al mismo tiempo. El verdadero ser no puede estar condicionado por las leyes del cambio y de la temporalidad. El espíritu no nace ni muere, simplemente es. El cuerpo, en cambio, sí responde a esas leyes.
4. Hermano, la guerra contra ti mismo está llegando a su fin. 2El final de la jornada se encuentra en el lugar de la paz. 3¿No te gustaría aceptar la paz que allí se te ofrece? 4Este "enemigo" contra el que has luchado como si fuese un intruso a tu paz se transforma ahí, ante tus propios ojos, en el portador de tu paz. 5Tu "enemigo" era Dios Mismo, Quien no sabe de conflictos, victorias o ataques de ninguna clase. 6Su amor por ti es perfecto, absoluto y eterno. 7El Hijo de Dios en guerra contra su Creador es una condición tan ridícula como lo sería la naturaleza rugiéndole iracunda al viento, proclamando que él ya no forma parte de ella. 8¿Cómo iba a poder la naturaleza decretar esto y hacer que fuese verdad? 9Del mismo modo, no es a ti a quien le corresponde decidir qué es lo que forma parte de ti y qué es lo que debe mantenerse aparte.
Si lo dicho fuese posible, si lo que sucede responde a esa dinámica, tendremos que desmontar todo el sistema de creencia del ego, en especial el que nos hace seres de naturaleza pecaminosa, y en que nos mantiene prisioneros de la falsa identificación con la dimensión tridimensional.
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