Ejemplo-Guía: "¿Cómo te imaginas un mundo en el que el hombre ha recordado que es el Hijo de Dios?
El nacimiento al mundo físico viene, habitualmente, acompañado por el llanto de la criatura. Ese llanto se convierte en la evidencia de que el cuerpo responde al nuevo estado de percepción que le ofrece el mundo.
El estado previo al nacimiento, ese cuerpo ha estado en contacto directo con su creador. El vientre materno ha constituido su hogar durante el periodo que ha durado su gestación. En ese estado, podemos decir, que hemos gozado de la plenitud, de la seguridad y de la abundancia que nos ha dispensado nuestro hacedor. Pero en dicho estado, no se ha tenido conciencia propia, no hemos sentido necesidad, formamos parte de nuestro creador.
Utilizar ese símil para intentar comprender la relación de Dios y Su Hijo, puede ayudarnos a entender el estado actual de conciencia con la que se encuentra identificado el hombre. No mantenemos recuerdo de nuestra relación directa con Dios. Nuestra memoria se encuentra identificada con la información que recibe del mundo de percepción, esto es, del escenario que fabricamos cuando nos desvinculamos de nuestro creador.
El recuerdo de que soy el Hijo de Dios, me lleva a imaginar un mundo libre de miedos. La percepción verdadera de lo que soy, me lleva a aceptar que mi función en este mundo es extender el amor a través de la visión del perdón, lo cual, se traducirá en ser la muestra viviente de una visión inocente e impecable.
¿Cuántas almas deben alcanzar esa visión para que el mundo se transforme, del miedo al amor?
Un Curso de Milagros, nos aporta una información que nos puede ser de utilidad de cara a este tema:
"Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garantizar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. Sólo se necesitan dos. Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión" (T-30.I.17:1-5).
El número dos, la dualidad, se convierte en la puerta de retorno hacia la unidad, una unidad que es recordada. Si integramos al otro en nuestro interior, estaremos recordando que nunca ha existido separación, salvo en nuestra falsa creencia en que podemos estar separados de nuestra Fuente y de Su Creación.
Parafraseando el Principio de Arquímedes "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", podemos expresar: "Integra a tu hermano y vencerás al mundo"
Reflexión: Integrando a nuestro hermano. ¿Existe, el otro?
Graciass!!!
ResponderEliminarGratitud.
EliminarIntegrando a mi hermano, me salvo y lo libero también a él.
ResponderEliminarNo hay otro
ResponderEliminarGracias, bendiciones
ResponderEliminarQuiero inscribirme para realizar las lecciones diarias
ResponderEliminarExtraordinario. Infinitas bendiciones
ResponderEliminarMuchas gracias Juan José, te leo diariamente como apoyo y complemento a mis lecciones diarias. Gracias por tu predisposición y entrega.
ResponderEliminarGracias J.J
ResponderEliminar😊😊😊😊😊😊😊😊😊🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏
ResponderEliminarSí integramos a nuestro hermano en la consciencia de unidad el otro no existe, somos un sólo ser unido a la fuente. Padre hoy vuelvo a ser tú hijo.
ResponderEliminarTodos Somos Uno en el Amor,la Unidad y el Perdón 🙏🙏🙏🙏🙏🙏💙💙💙💙💙💙
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