jueves, 27 de junio de 2024

Capítulo 12. V. El programa de estudios cuerdo (1ª parte).

V. El programa de estudios cuerdo (1ª parte). 


1. Sólo el amor es fuerte, puesto que es indiviso. 2Los fuertes no atacan, pues no ven que haya necesidad de ello. 3Antes de que la idea de atacar pudiese entrar en tu mente, tuviste que haberte percibido a ti mismo como débil. 4Puesto que te atacaste a ti mismo y creíste que el ataque había sido efectivo, te consideras a ti mismo debilitado. 5Al dejar de percibir la igualdad que existe entre tus hermanos y tú, y al considerarte a ti mismo como más débil, intentas "equilibrar" la situación a la que tú mismo diste lugar. 6Y te vales del ataque para ello porque crees que el ataque logró debilitarte.

El ataque, antes de adoptar formas físicas, es decir, antes de ser dirigido hacia algo externo, se produce en el nivel de la mente, de tal modo, que elegimos pensamientos que dividen nuestra mente. Dicha división, o lo que es lo mismo, ver un mundo distinto al de Dios, nos lleva a proyectar al exterior, la única causa que da lugar a la carencia, el miedo al amor, lo que se manifiesta externamente como el ataque a todo aquello que nos amenaza. 


2. Por eso es por lo que el reconocimiento de tu propia invulnera­bilidad es tan importante para el restablecimiento de tu cordura. 2Pues al aceptar tu invulnerabilidad estás reconociendo que el ataque no tiene efectos. 3Aunque te has atacado a ti mismo, demuestras que en realidad no ocurrió nada. 4Por lo tanto, al atacar no hiciste nada. 5Una vez que te des cuenta de esto, atacar dejará de tener sentido para ti, pues resultará evidente que ni es efectivo ni puede protegerte. 6Con todo, el reconocimiento de tu invulnerabilidad te aporta todavía mucho más que eso. 7Si tus ataques contra ti mismo no han podido debilitarte, eso quiere decir que aún eres fuerte. 8Por lo tanto, no tienes que "equilibrar" la situación para demostrar tu fuerza.
 
Recuperar la plena consciencia de lo que somos, nos permitirá recordar que somos Hijos del Amor y, por lo tanto, invulnerables a la falsa creencia en la necesidad y en la escasez. Al ver nuestra abundancia, la carencia de Amor, se convertirá en nuestra fortaleza. Bajo esa consciencia, el ataque, desaparece. 


3. No podrás darte cuenta de cuán inútil es el ataque hasta que no reconozcas que los ataques que lanzas contra ti mismo no tienen efectos. 2Pues otros ciertamente reaccionan ante el ataque si lo perciben, y, si estás tratando de atacarles, no podrás sino interpretar su reacción como un refuerzo de tu creencia en el ataque. 3El único lugar donde puedes cancelar todo refuerzo es en ti mismo. 4Pues tú eres siempre el primer blanco de tus ata­ques, y si éstos nunca han tenido lugar, tampoco pudieron haber tenido consecuencias.
 
La corrección del error original de vernos separados del Creador y de Su Filiación, nos liberará del miedo al amor, del miedo a Dios. Esa liberación, es el fruto que nos ofrece la Visión Crística, pues no podemos atacar aquello que amamos. Ver a Dios en nuestro interior, es ser consciente de que somos Su Hijo bien amado, en quien tiene Su Complacencia. 

4. El Amor del Espíritu Santo es tu fortaleza, pues el tuyo está dividido y, por lo tanto, no es real. 2No puedes confiar en tu pro­pio amor cuando lo atacas. 3 No puedes aprender lo que es el amor perfecto con una mente dividida, porque una mente dividida se ha convertido a sí misma en un mal estudiante. 4Trataste de hacer que la separación fuese eterna porque querías conservar las carac­terísticas de la creación, aunque con tu propio contenido. 5La crea­ción, sin embargo, no procede de ti, y los malos estudiantes tienen ciertamente necesidad de una enseñanza especial.
 
Ver un mundo distinto al creado por Dios, es un ataque al Creador y un ataque a nosotros mismos, pues hemos sido creados a Su Imagen y Semejanza, es decir, somos herederos de Dios y, por tanto, conservamos Su Propia Condición. 

Si nuestra mente se encuentra dividida, la creencia en la separación, nos llevará a proyectar esa división al exterior, lo que justificará el sistema de pensamiento del ego, el cual, utiliza el ataque como un mecanismo de defensa ante el miedo de ser atacado. 

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