lunes, 24 de junio de 2024

Capítulo 12. III. Cómo invertir en la realidad (2ª parte).

II. Cómo invertir en la realidad (2ª parte).

6. Identificarte con el ego es atacarte a ti mismo y empobrecerte. 2Por eso es por lo que todo aquel que se identifica con el ego se siente desposeído. 3Lo que experimenta entonces es depresión o ira, ya que lo que hizo fue intercambiar su amor hacia Sí Mismo por odio hacia sí mismo, y, como consecuencia de ello, tiene miedo de sí mismo. 4Él no se da cuenta de esto. 5Aun si es plenamente consciente de que está sintiendo ansiedad, no percibe que el ori­gen de ésta reside en su propia identificación con el ego, y siem­pre trata de lidiar con ella haciendo algún "trato" demente con el mundo. 6Siempre percibe este mundo como algo externo a él, pues esto es crucial para su propia adaptación. No se da cuenta de que él es el autor de este mundo, pues fuera de sí mismo no existe ningún mundo. 

La percepción del mundo tiene una autoría, el ego, el cual reconoce su identidad en aquello que percibe fuera de sí mismo. Todo su sistema de pensamiento, se fundamenta en una ley principal: Yo y el mundo que percibo estamos separados. Y esa visión le produce un profundo pánico que le lleva a vivir aterrorizado. 

7. Si sólo los pensamientos amorosos del Hijo de Dios constituyen la realidad del mundo, el mundo real tiene que estar en su mente. 2Sus pensamientos descabellados tienen que estar también en su mente, pero él no puede tolerar un conflicto interno de tal magnitud. 3Una mente dividida está en peligro, y el reconocimiento de que alberga dentro de sí pensamientos diametralmente opuestos es intolerable. 4Proyecta, por consiguiente, la división, no la realidad. 5Todo lo que percibes como el mundo externo no es otra cosa que tu intento de mantener vigente tu identificación con el ego, pues todo el mundo cree que esa identificación es su salvación. 6Observa, sin embargo, lo que ha sucedido, pues los pensamientos tienen consecuencias para el que los piensa. 7Estás en conflicto con el mundo tal como lo percibes porque crees que el mundo es antagónico a ti. 8Ésta es una consecuencia inevitable de lo que has hecho. 9Has proyectado afuera aquello que es antagónico a lo que está adentro, y, así, no puedes por menos que percibirlo de esa forma. 10Por eso es por lo que debes darte cuenta de que tu odio se encuentra en tu mente y no fuera de ella antes de que puedas liberarte de él, y por lo que debes deshacerte de él antes de que puedas percibir el mundo tal como realmente es. 

No podemos servir a dos señores a la vez. No podemos servir a Dios y al ego, al mismo tiempo. Servir a Dios, es elegir ver la unidad que compartimos con nuestros hermanos. Servir al ego, es elegir ver la separación, o lo que es lo mismo, ver un mundo distinto al Creado por Dios.

Elegir al ego, la separación, es apostar por el ataque, por el miedo y por la ira.

No podremos ofrecer a nuestra consciencia esos pensamientos, pues ello, nos impedirá disfrutar de la paz que nos ofrece el Altar de Dios. 

8. He dicho antes que Dios amó tanto al mundo, que se lo dio Su Hijo unigénito. 2Dios ama ciertamente el mundo real y aque­llos que perciben la realidad de éste no pueden ver el mundo de la muerte, 3pues la muerte no forma parte del mundo real, en el que todo es un reflejo de lo eterno. 4Dios te dio el mundo real a cambio del mundo que tú fabricaste como resultado de la divi­sión de tu mente, el cual es el símbolo de la muerte. 5Pues si pudieses realmente separarte de la Mente de Dios, perecerías. 

Dios es Eterno y Su Hijo, lo es igual, pues lo creó a Su Imagen y Semejanza. Por esta razón, el Ser, es eterno y permanece en el mundo real, el que se percibe con la Visión de Cristo. 

9. El mundo que percibes es un mundo de separación. 2Quizá estés dispuesto a aceptar incluso la muerte con tal de negar a tu Padre. 3Sin embargo, Él no dispuso que fuese así, y, por lo tanto, no es así. 4Tu voluntad sigue siendo incapaz de oponerse a lo que la Suya dispone, y ésa es la razón de que no tengas ningún con­trol sobre el mundo que fabricaste. 5No es éste un mundo que provenga de la voluntad, pues está regido por el deseo de ser diferente de Dios, y ese deseo no tiene nada que ver con la volun­tad. 6El mundo que has fabricado es, por lo tanto, completamente caótico, y está regido por "leyes" arbitrarias que no tienen sen­tido ni significado alguno. 7Se compone de lo que tú no deseas, lo cual has proyectado desde tu mente porque tienes miedo de ello. 8Sin embargo, un mundo así sólo se puede encontrar en la mente de su hacedor, junto con su verdadera salvación. 9No creas que se encuentra fuera de ti, ya que únicamente reconociendo dónde se encuentra es como podrás tener control sobre él. 10Ciertamente tienes control sobre tu mente, ya que la mente es el mecanismo de decisión. 

Este punto es sumamente importante, pues nos señala la causa verdadera que ha dado lugar a la fabricación del mundo de la muerte, el deseo de ser diferente de Dios, y, por otro lado, nos revela, que podemos cambiar esa visión, tomando consciencia de que esa invención ha sido imaginada en nuestra mente, eligiendo un mundo contrario del de Dios, lo que significa, que podemos elegir ver el mundo real, el que Dios nos ha dado para que neguemos el mundo falso, con el que hemos estado identificados. 

10. Si reconocieses que cualquier ataque que percibes se encuentra en tu mente, y sólo en tu mente, habrías por fin localizado su origen, y allí donde el ataque tiene su origen, allí mismo tiene que terminar. 2Pues en ese mismo lugar reside también la salva­ción. 3El altar de Dios donde Cristo mora se encuentra ahí. 4Tú has profanado el altar, pero no has profanado el mundo. 5Cristo, sin embargo, ha puesto la Expiación sobre el altar para ti. 6Lleva todas tus percepciones del mundo ante ese altar, pues es el altar a la verdad. 7Ahí verás tu visión transformarse y ahí aprenderás a ver verdaderamente. 8Desde este lugar, en el que Dios y Su Hijo moran en paz y en el que se te da la bienvenida, mirarás en paz hacia el exterior, y verás el mundo correctamente. 9Mas para encontrar ese lugar tienes que renunciar a tu inversión en el mundo tal como lo proyectas, y permitir que el Espíritu Santo extienda el mundo real desde el altar de Dios hasta ti. 

El mundo falso, es el mundo de la separación, La mente, la inventado leyes diferentes a las que Dios ha dispuesto para Su Hijo. La única ley de Dios, es la ley del Amor. En cambio, para el ego, las leyes que gobiernan su reino, su sistema de pensamiento, están basadas en el miedo.

La Expiación, es el regalo que nos ofrece el Espíritu Santo, si se lo reclamamos. Ese regalo no permitirá corregir nuestra percepción de necesidad, la que nos lleva a suplicar por aquello que sentimos miedo y por que nos sentimos escasos, el amor.

Sustituye el miedo por amor y las puertas de Cielo se abrirán de par en par, dándonos la bienvenida a nuestro verdadero hogar, en el cual, disfrutaremos de la más absoluta paz y felicidad.

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