IV. Buscar y hallar (1ª parte).
1.
El ego está seguro de que el amor es peligroso,
y ésta es siempre su enseñanza principal. 2Nunca lo expresa de este
modo. aAl contrario, todo el que cree que el
ego
es la salvación parece estar profundamente inmerso en la búsqueda del amor. 3El
ego, sin embargo, aunque alienta con gran insistencia la búsqueda del amor,
pone una condición: que no se encuentre. 4Sus dictados, por lo
tanto, pueden resumirse simplemente de esta manera: "Busca, pero no
halles". 5Esta es la única promesa que el
ego
te hace y la única que cumplirá. 6Pues el ego persigue su objetivo
con fanática insistencia, y su juicio, aunque seriamente menoscabado,
es completamente coherente.
Ambas preguntas, tienen la misma respuesta: el ego.
El ego, basa toda su existencia en la creencia de la separación. El mundo que percibe, le lleva a negar su conexión con él, pues reconocerlo, significaría que es su mente la que lo ha fabricado, lo ha proyectado. Viéndolo fuera de sí mismo, lo juzga y lo interpreta aportándole el significado que más le convenga para demostrar su inmenso poder.
Para
el ego, el amor es una fuente de miedo, por la sencilla razón de que el Amor
nos conduce a la percepción verdadera, esta es, somos uno con todo lo creado.
Reconocer esa verdad, significa la desaparición del ego.
2. La búsqueda que el ego emprende está, por lo tanto, condenada al fracaso. 2Y como también te enseña que él es tu identidad, su consejo te embarca en una jornada que siempre acaba en una percepción de auto-derrota. 3Pues el ego es incapaz de amar, y, en su frenética búsqueda de amor, anda en pos de lo que teme encontrar. 4La búsqueda es inevitable porque el ego es parte de tu mente, y, debido a su origen, él no está totalmente dividido, pues, de lo contrario, carecería por completo de credibilidad. 5Tu mente es la que cree en él y la que le otorga existencia. 6Sin embargo, es también tu mente la que tiene el poder de negar su existencia, y eso es sin duda lo que harás cuando te des cuenta exactamente de la clase de jornada en la que el ego te embarca.
3.
Es
sin duda obvio que nadie quiere encontrar lo que le derrotaría por completo. 2El
ego, al ser incapaz de amar, se sentiría totalmente perdido en presencia del
amor, pues no podría responder en absoluto. 3Tendrías entonces que
abandonar su dirección, puesto que sería evidente que no te puede enseñar la
respuesta que necesitas. 4El ego, por lo tanto, distorsionará el
amor, y te enseñará que él te puede proveer
las respuestas que el amor en realidad evoca. 5Si sigues sus
enseñanzas, pues, irás en busca de amor, pero serás incapaz de reconocerlo.
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