VI.
La aceptación de tu hermano.
1. ¿Cómo puedes hacerte cada vez más
consciente del Espíritu Santo en ti sino mediante los efectos que Él
produce? 2No puedes verle con tus ojos ni oírle con tus
oídos. 3¿Cómo puedes, entonces, percibirle en absoluto? 4Si
inspiras alegría, y otros reaccionan ante ti con alegría, es que debe haber
algo en ti capaz de suscitarla aunque tú mismo no la estés
experimentando. 5Por lo tanto, si se encuentra en ti y puede
suscitar alegría, y ves que ciertamente la suscita en otros, es que estás
separándote de ello dentro de ti.
Ya lo hemos
visto en puntos anteriores de la Enseñanza. El papel que representa nuestro
hermano en nuestras vidas es esencial para recordar nuestra verdadera
identidad, nuestro verdadero origen. Somos Seres Espirituales unidos en la
Filiación Divina.
Mientras que
permanezcamos sumidos en la pesadilla de nuestros sueños, percibiendo
falsamente la realidad, nuestro hermano, nos recordará el camino de la
Salvación, mostrándonos aquellos aspectos de nuestro yo de los que no somos
plenamente consciente.
La relación que
tengamos con nuestro hermano, nos revelará, la relación que tenemos con
nosotros mismos. Si no nos amamos, si no percibimos el amor en nuestro
interior, no podremos darlo a los demás. Si en nuestra inconsciencia percibimos
miedo, odio, rencor, culpa, dolor, etc, serán esos aspectos los que dibujarán
los trazos con los que estamos manifestando nuestra existencia y nuestras
relaciones con los demás.
3. Si tus hermanos forman parte de ti, ¿por qué no los
ibas a aceptar? 2Sólo ellos pueden enseñarte lo que eres, pues lo
que aprendes es el resultado de lo que les enseñaste. 3Lo que
invocas en ellos lo invocas en ti. 4Y al invocarlo en ellos cobra
realidad para ti. 5Dios no tiene más que un Hijo, y los conoce a
todos cual uno solo. 6Únicamente Dios es más que ellos, pero ellos
no son menos que Él. 7¿Quieres saber lo que esto significa? 8Si
lo que le haces a mi hermano me lo haces a mí, y si todo lo que haces te lo
haces a ti mismo porque todos somos parte de ti, todo lo que nosotros hacemos
es para ti también. 9Todo aquel que Dios creó forma parte de ti y
comparte Su Gloria contigo. 10Su Gloria le pertenece a Él, pero te
pertenece igualmente a ti. 11No puedes, por lo tanto, ser menos
glorioso que Él.
Pensar que
estamos separados de nuestros hermanos, es negar la Filiación de Dios. La
Filiación Divina es la Extensión de la Unidad del Creador. La percepción de que
somos diferentes a los demás es una ilusión del ego que basa su creencia en que
su identidad es el cuerpo.
4. Dios es más que tú únicamente porque Él te creó,
pero ni siquiera esta capacidad de crear se reservó Él sólo para Sí. 2Puedes,
por lo tanto, crear tal como Él lo hizo, y tu disociación no puede alterar eso.
3Ni la Luz de Dios ni la tuya se atenúan por el hecho de que tú no
veas. 4Puesto que la Filiación sólo puede crear como una sola
entidad, recuerdas a toda la creación cada vez que reconoces parte de ella. 5Cada
parte que recuerdas contribuye a tu plenitud porque cada parte está completa.
6La plenitud es indivisible, pero no puedes saber de la plenitud
que gozas hasta que no la veas por todas partes. 7Sólo puedes
conocerte tal como Dios conoce a Su Hijo, pues el conocimiento se comparte con
Dios. 8Cuando despiertes en Él conocerás tu grandeza al aceptar que
Su infinitud te pertenece. 9Pero mientras tanto, juzgarás tu
grandeza tal como juzgues la de tu hermano, y la aceptarás al aceptar la suya.
Dios nos ha creado a Su Imagen y Semejanza, es decir, con una misma
Esencia. Amor y Unidad son sinónimos para expresar la Integridad del Padre, la
cual forma parte de Su Creación: la Filiación Divina. El Amor, la Unidad y la
Integridad se encuentran en todo lo Creado. Sabremos reconocernos en el Nombre
de Dios, cuando nuestros actos creadores produzcan Amor, Unidad e Integridad.
Despertar. Es frecuente encontrar este término en los escritos espirituales, para hacer referencia a un movimiento que se produce en el estado de la consciencia del ser. Los significados que la Real Academia de la Lengua Española recoge para definir este término, nos permite comprender que se puede emplear en contextos muy distintos. Veámoslo:
- Cortar, interrumpir el sueño a quien está durmiendo.
- Renovar o traer a la memoria algo ya olvidado.
- Hacer que alguien vuelva sobre sí o recapacite.
- Mover, excitar.
- Dejar de dormir.
- Dicho de una persona que era ruda, abobada o simple: Hacerse más advertida, avisada y entendida.
· En este apartado, Jesús no dice que nuestro estado de consciencia aún permanece dormida, pero podemos aprender a despertar. Si aplicamos los significados recogidos por la Academia de la Lengua, el mensaje de Jesús se podría entender como la invitación a que renovemos o recordemos algo que hemos olvidado, esto es, dirigir nuestra mirada hacia nuestro interior y recapacitar sobre nuestra verdadera realidad. Despertar es el acto de dejar de dormir, de ejecutar un movimiento interior en el que descubriremos el amor que somos y sustituir la visión de lo que no somos: hijos del miedo.
Caminando junto a nuestros hermanos alcanzaremos la salvación. No
podremos despertar, recordar nuestra verdadera identidad, si no somos testigos
de su propio despertar. El despertar, nuestro despertar, no será una realidad,
si seguimos creyendo en la separación. Muchos de nosotros hemos iniciado el
camino del despertar sin tener en cuenta que formamos parte de una Filiación.
Mientras que pretendamos recorrer ese camino solos, permaneceremos dormidos, pues estaremos soñando la pesadilla de la separación.
En este mundo, la percepción falsa, nos lleva a creer en la
separación. Es ese estado de percepción el que está enfermo y al que hay que
sanar. Desde la creencia en la separación no lograremos sanar, pues no podemos
dar lo que no tenemos. Si queremos dar salud, tenemos que estar sanos y cuando
esto se produce, el estado de percepción falso debe dar paso al estado "despertar" en el que el amor sustituye al miedo y en el que, la separación da
paso a la unidad.
En este estado de percepción correcta, el sanador sanado, dará lo que
tiene, es decir, dará salud y la recibirá, pues no puede haber separación entre
lo que se da y lo que se recibe.
7. La eternidad es un solo tiempo, y su única dimensión es "siempre". 2Esto no tendrá ningún sentido para ti hasta que no recuerdes los Brazos abiertos de Dios, y conozcas finalmente Su Mente receptiva. 3Al igual que Él, tú existes "siempre", en Su Mente y con una mente como la Suya. 4Tus creaciones se encuentran en tu mente receptiva en perfecta comunicación nacida de un perfecto entendimiento. 5Sólo con que pudieses aceptar una de ellas ya no desearías nada de lo que el mundo ofrece. 6Todo lo demás no significaría nada para ti. 7El significado de Dios está incompleto sin ti, y tú estás incompleto sin tus creaciones. 8Acepta a tu hermano en este mundo y no aceptes nada más, pues en él encontrarás tus creaciones toda vez que él las creó contigo. 9No sabrás que eres un co-creador con Dios hasta que no aprendas que tu hermano es un co-creador contigo.
En
el mundo de Dios, todo es Unidad. No se percibe la diferenciación en las
formas, pues no existen las formas. La Unidad de Dios se conoce en la Unidad de
la Mente. El hijo de Dios es Uno en la Mente de Dios, pues no existe
diferencia, sino semejanza, en lo Creado por Él.
El acto creador, es un acto de expansión del Creador. Cuando nos expandimos, nuestras creaciones no son algo distinto de lo que expandimos, sino la manifestación de lo que somos. El hijo de Dios es semejante a Dios y sus creaciones, son expansiones de sí mismo, esto es, de la Mente de Dios.
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