II. La respuesta a la oración.
1.
Todo aquel que haya tratado alguna vez de usar la oración para pedir algo ha
experimentado lo que aparentemente es un fracaso. 2Esto es
cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudieran ser
perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente
de acuerdo con lo que este curso postula. 3Esto último, en
particular, puede interpretarse incorrectamente como una prueba de que el curso
no es sincero en lo que afirma. 4Tienes que recordar, no
obstante, que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a
escapar del miedo.
Sí, la oración, cuando
la usamos para pedir, nos está revelando un estado de carencia en nuestra
conciencia. Este Curso nos ayuda a recordar que somos Hijos de Dios y, como
tal, hemos heredado Su Misma Condición, esto es, la Perfección. De igual modo,
el Curso, nos revela que el Hijo de Dios se ha identificado con la fabricación
de un mundo distinto al creado por Su Padre, llevándole a la falsa creencia de
que es un ser imperfecto y pecaminoso.
El Hijo de Dios es
Perfecto, por lo que el uso correcto de la oración no es otro que el compartir
Su Estado de Perfección. La oración es utilizada para expandir la Esencia del
Amor, que es su verdadera identidad.
El mundo ilusorio
fabricado por el hijo de Dios, ha dado lugar a la naturaleza egoica, la cual
habita en la creencia del miedo y de la carencia. De ahí, que la oración se
utilice como un mecanismo para conseguir satisfacer la voz que emana desde la
necesidad.
2. Supongamos,
pues, que lo que le pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero
aún tienes miedo de ello. 2Si ese fuese el caso, obtenerlo ya
no sería lo que deseas. 3Por eso es por lo que algunas formas específicas de curación no se
logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. 4Un
individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño
corporal. 5Al mismo
tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su
sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo que la manifestación
física de su aflicción. 6En ese caso no estaría pidiendo realmente que se le liberase del
miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. 7Por lo tanto,
no estaría pidiendo realmente ser curado.
Sinceramente, si
tuviésemos la firme creencia de que somos el Hijo de Dios y que gozamos de su
eterna Plenitud, ¿nos sentiríamos escasos? ¿Qué más podríamos desear, cuando lo
somos Todo? ¿Qué sentido tendría entonces la oración que usamos para pedir
aquello que creemos necesitar, si el Amor no tiene carencia?
Utilicemos la oración
para dar gracias de nuestro despertar; por haber recordado lo que somos; para
compartir con nuestros hermanos la dicha de la Unidad; para negar el miedo y la
separación.
3. La Biblia
subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente
cierto. 2El hecho mismo de que se le haya pedido algo al
Espíritu Santo garantiza una respuesta. 3Es igualmente cierto,
no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el
miedo. 4Es posible que Su respuesta no sea oída. 5Es
imposible, sin embargo, que se pierda. 6Hay muchas respuestas
que ya has recibido pero que todavía no has oído. 7Yo te aseguro
que te están esperando.
Si en nuestra oración,
pedimos desde el miedo, desde la carencia, no podemos pretender, que la
respuesta alimente aún más ese miedo. El Espíritu Santo, responderá a nuestra
petición con un mensaje de Amor: “deja de tener miedo y ama”. Pero, quizás esa
respuesta no sea la que nosotros necesitamos oír, pues, en verdad, no estamos
dispuestos a sustituir nuestros miedos por Amor, porque no estamos dispuestos a
Ser Amor, en vez de seres separados y egoístas.
Seguro, que muchos de
nosotros, podríamos narrar historias vividas en la que el sufrimiento nos ha
llevado a elevar nuestro rostro al cielo y orar al Padre con una petición de
que nos librara de ese momento de dolor (guerras, pérdidas de seres queridos,
enfermedades, pobreza, hambre, maltratos, violaciones, etc).
Nos podemos sorprender en
ese acto de petición, solicitando a nuestro Hacedor, que castigue a aquel que
nos causa el dolor, que nos libere de nuestros miedos. Obrando de este modo,
estaríamos pidiendo a Dios que hiciese real lo ilusorio, que diese identidad al
miedo y a la carencia. Tan sólo el ego ve aquello que ha fabricado. Pero está
tan profundamente sumido en su sueño, que es incapaz de ver que todo es una
ilusión.
Dios es nuestro Ser. Somos
una Expansión de Él. Se encuentra en nuestro interior, al igual que nosotros
nos encontramos en Él. El Amor es nuestra verdadera identidad y el Amor, al no
ver el miedo, es el único estado sanador de nuestra existencia.
4. Si
quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de
un Hijo de Dios. 2No pongas en duda su palabra ni lo confundas,
pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo. 3Si
quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya fe en ti es
inquebrantable. 4¿Cómo ibas a poder pedirle algo al Espíritu Santo
sinceramente, y al mismo tiempo dudar de tu hermano? 5Cree en
la veracidad de sus palabras por razón de la verdad que mora en él. 6Te
unirás a la verdad en él, y sus palabras serán verdaderas. 7Al
oírlo a él me oirás a mí. 8Escuchar la verdad es la única
manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla.
La duda a la que se refiere este punto es un estado de carencia y nos revela que hemos sustituido nuestra verdadera identidad, el Amor, por los ropajes de la ilusoria identidad del ego. El Amor no ve la duda; su lenguaje es la Unidad de la Filiación. La Percepción Verdadera nos permite vislumbrar la puerta que nos conduce al Conocimiento. El ego a no ser real se alimenta de su propio desconocimiento, la ignorancia, la cual da lugar a la errónea creencia en la separación. En este sentido, tan sólo la oración dirigida al Espíritu Santo será respondida, si lleva el sello de la certeza que nos confraterniza en la Unidad con el Hijo de Dios.
5. El
mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. 2¿Qué te está
diciendo? 3¿Qué desearías que te dijese? 4Lo
que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje qué recibes. 5Recuerda
que el Espíritu Santo mora en él, y Su Voz te habla a través de él. 6¿Qué
podría decirte un hermano tan santo, excepto la verdad? 7Mas
¿le escuchas? 8Es posible que tu hermano no sepa quién es, pero
en su mente hay una luz que sí lo sabe. 9El resplandor de esta
luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus palabras y haciendo
posible el que las puedas oír. 10Sus palabras son la respuesta
que el Espíritu Santo te da a ti. 11¿Es la fe que tienes en tu
hermano lo suficientemente grande como para permitirte oír dicha respuesta?
Poco más podemos añadir a
este punto, en el que se nos brinda a mirar en nuestro interior y encontrar las
respuestas que nos plantean. En nuestro hermano reside nuestra salvación.
Cuando escribo estas reflexiones,
al repasar la Lección de hoy del Libro de Ejercicios, la lección 298, que se
titula “Te amo, Padre, y amo también a Tu Hijo”, recordé el Ejemplo-Guía que
elegí para dicha ocasión. Os dejo parte de su contenido, el cual puede ser
consultado, en el siguiente enlace:
https://aprendiendouncursodemilagros.blogspot.com/2017/10/ucdm-libro-de-ejercicios-leccion-298.html
Ejemplo-Guía: "El
Camino que nos conduce al Cielo, no podemos andarlo solo"
“A medida que te acercas a un hermano te acercas a mí, y a medida que te alejas de él, la distancia entre tú y yo aumenta. La salvación es una empresa de colaboración. No la pueden emprender con éxito aquellos que se desvinculan de la Filiación porque al hacer eso se desvinculan de mí. Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. Aprende primero de ellos, y estarás listo para oír a Dios. Eso se debe a que el Amor sólo tiene una función”. (T.4.VI.8.1-6)
6. No
puedes rezar sólo para ti, de la misma manera en que no puedes encontrar dicha
sólo para ti. 2La oración es la re-afirmación de la inclusión,
dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con las leyes de Dios. 3En
tu hermano reside tu salvación. 4El Espíritu Santo se extiende
desde tu mente a la suya,
y te contesta. 5No puedes oír la Voz que habla por Dios
sólo en ti, porque no estás solo. 6Y Su respuesta va dirigida únicamente a lo que
eres. 7No podrás saber la confianza que tengo en ti a no ser
que la extiendas. 8No tendrás confianza en la dirección que te
ofrece el Espíritu Santo, o no creerás que es para ti, a menos que la oigas en otros. 9Tiene que ser para
tu hermano por el hecho de que es para ti. 10¿Habría acaso
creado Dios una Voz que fuese sólo para ti? 11¿Cómo podrías oír
Su respuesta, excepto cuando el Espíritu Santo responde a todos los Hijos de
Dios? 12Oye de tu hermano lo que quisieras que yo oyese de ti,
pues tú no querrías que yo fuese engañado.
“No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti,
porque no estás solo”. Esta frase, merece una profunda y sincera
reflexión. En ese encuentro interior, no podremos invitar al ego y sus
creencias. El ego, cuando hace uso de la oración, siempre lo hace en beneficio
propio. Su ingenuidad e ignorancia a veces es tan demencial que le lleva a
elevar su mirada al cielo para pedirle a Dios, cuestiones tan banales como que
nuestro equipo de futbol favorito gane la contienda en detrimento del otro
equipo.
El hombre de este mundo,
ha levantado altares donde venerar a su Dios particular. Ha fabricado
estandartes en nombre de ese “dios” para que encabezasen sus ejércitos en las
contiendas que los enfrentaría a los que ha dado la identidad de sus enemigos.
En su máxima arrogancia, pleno de ignorancia, ha elevado sus súplicas a su
“dios” para que le llevase a la victoria en sus hazañas bélicas. La historia de
este mundo está repleta de dichas hazañas y a pesar del sufrimiento aportado al
propio hombre, seguimos percibiendo como esa historia demente se repite una y
otra vez.
No podemos pretender
alcanzar la salvación solos, pues en verdad, nuestra realidad no es el ego.
Nuestra Causa es el Amor y el Amor es Unidad. Dios no nos creó separados. No
somos el único Hijo de Dios, si no el Hijo de Dios, la Filiación Divina.
7. Al
igual que Dios, yo te quiero por razón de la verdad que mora en ti. 2Tal
vez tus engaños te engañen a ti, pero a mí no me pueden engañar. 3Puesto
que sé lo que eres, no puedo dudar de ti. 4Oigo sólo al
Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. 5Si me
quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se
expresa. 6La respuesta a todas tus oraciones reside en
ellos. 7Recibirás la respuesta a medida que la oigas en todos
tus hermanos. 8No escuches nada más, pues, de lo contrario, no
estarás oyendo correctamente.
La Voz de Dios, es compartida por toda Su
Filiación. Pretender andar el Camino de manera unilateral es una ilusión
inspirada por el ego.
8. Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y
aprenderás que está justificado que yo crea en ti. 2Cree en mí
creyendo en ellos, en virtud de lo que Dios les dio. 3Te
contestarán si aprendes a pedirles solamente la verdad. 4No
pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta manera puedes aprender
cuán bendito eres. 5Al seguir
este camino estarás buscando la verdad en ti. 6Esto no es ir
más allá de ti mismo, sino hacia ti mismo. 7Oye únicamente la
Respuesta de Dios en Sus Hijos, y se te habrá contestado.
Si realmente somos la
Filiación de Dios, todos y cada uno de nosotros somos portadores de la Unidad,
la verdadera Causa de nuestra creación. El pacto de Amor que nace con nuestra
creación nos lleva a caminar junto al resto de nuestros hermanos con el único
propósito de compartir lo que somos: Espíritus de Amor, que unidos formamos la
Filiación de Dios.
Cuando creemos, aceptamos
lo que somos. Cuando dudamos, estamos renegando de la verdad, y estamos
alimentando las falsas creencias del ego, esto es, renegamos de lo que
realmente somos. La duda nos desconecta de la verdad, de la unidad. La visión
de la duda, nos lleva a ver al otro como el enemigo que nos amenaza con un
ataque personal. Para protegernos de ese ataque, la mente de ego se disocia y
proyecta en el otro aquello en lo que cree, dando lugar a juicios condenatorios
que nos alejan más y más de la verdad.
10.
Si pagar se equipara con obtener, fijarás el precio bajo, pero exigirás un alto
rendimiento. 2Te habrás olvidado de que poner precio es
evaluar, de tal modo que el rendimiento que recibes es directamente
proporcional al valor atribuido. 3Por otra parte, si pagar se
asocia con dar no se puede percibir como una pérdida, y la relación recíproca
entre dar y recibir se reconoce. 4En este caso se fija un
precio alto debido al valor del rendimiento. 5Por obtener hay
que pagar un precio: se pierde de vista lo que tiene valor, haciendo inevitable
el que no estimes lo que recibes. 6Al atribuirle poco valor, no
lo apreciarás ni lo desearás.
El ego adquiere identidad
cuando el Hijo de Dios decide ver un mundo diferente al de Su Padre. En ese
nuevo mundo, en el que percibe la separación entre los personajes que lo
habitan, la carencia ha sustituido a la abundancia propia del estado paradisíaco
del mundo divino. Esa carencia le lleva a la necesidad de obtener unido al
deseo de poseer para proteger su seguridad de subsistencia. El ego cree que
dando pierde lo que tiene, por lo que su política existencial le lleva a
obtener beneficios de sus relaciones con los demás. El egoísmo aparece como el
error de rendir culto al cuerpo y de haber olvidado su verdadera identidad.
11. Nunca
te olvides, por consiguiente, de que eres tú el que determina el valor de lo
que recibes, y el que fija el precio de acuerdo con lo que das. 2Creer
que es posible obtener mucho a cambio de poco es creer que puedes regatear con
Dios. 3Las leyes de Dios son siempre justas y perfectamente
consistentes. 4Al dar, recibes. 5Pero recibir
es aceptar, no tratar de obtener algo. 6Es imposible no tener,
pero es posible que no sepas que tienes. 7Estar dispuesto a dar
es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo que
tienes. 8Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has
adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le
adjudicas. 9Y esto, a su vez, es la medida de cuánto lo deseas.
Es evidente que este punto pone en peligro la mayoría de los sistemas capitalistas que rigen nuestro mundo, que no son más que el fruto de nuestras fabricaciones mentales. El resultado de habernos identificados con un mundo de carencia donde lo principal es obtener y poseer para garantizarnos una vida plena de efímera felicidad.
Al olvidar la conexión
que nos une a Dios y a su Plenitud, hemos olvidado, igualmente, que somos
abundantes y no carecemos de nada. Es por ello que este punto nos recuerda que
es imposible no tener, pero es posible que no sepamos lo que tenemos. El ego no
da porque en su ignorancia piensa que no tiene. Esto es así, porque lo que
damos equivale al valor que le hemos adjudicado a lo que tenemos.
12. Así
pues, sólo puedes pedirle algo al Espíritu Santo dándole algo, y sólo puedes
darle algo allí donde lo reconoces. 2Si reconoces
al Espíritu Santo en todos, imagínate cuánto le estarás pidiendo y cuánto
habrás de recibir. 3Él no te negará nada porque tú no le habrás
negado nada a Él, y de este modo podrás compartirlo todo. 4Ésta
es la manera, y la única manera, de disponer de Su respuesta porque Su
respuesta es lo único que puedes pedir y lo único que puedes desear. 5Dile,
pues, a todo el mundo:
6Puesto que mi voluntad
es conocerme a mí mismo, te veo a ti como el Hijo de Dios y como mi hermano.
Que más podemos añadir. ¡Te bendigo hermano por
ayudarme a recordar lo que soy y por Ser junto a ti, la Filiación de Dios!
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