miércoles, 1 de mayo de 2024

Capítulo 8. VIII. El cuerpo como medio o como fin.

 VIII. El cuerpo como medio o como fin.

1. Las actitudes que se tienen hacia el cuerpo son las actitudes que se tienen hacia el ataque. 2Las definiciones del ego con respecto a todas las cosas son inmaduras, y están siempre basadas en el propósito que él cree que todas ellas tienen. 3Esto se debe a que es incapaz de hacer generalizaciones, y equipara lo que ve con la función que le adscribe. 4No lo equipara con lo que es. 5Para el ego el cuerpo es algo con lo que atacar. 6Puesto que te equiparas con el cuerpo, el ego te enseña que tu propósito es atacar. 7El cuerpo, pues, no es la fuente de su propia salud. 8La condición del cuerpo depende exclusivamente de cómo interpretas su función. 9Las funciones son algo inherente al estado de ser, pues surgen de éste, mas su relación no es recíproca. 10EI todo ciertamente define a la parte, pero la parte no define al todo. 11Conocer en parte, no obstante, es conocer enteramente debido a la diferencia fundamental que existe entre conocimiento y per­cepción. 12En la percepción el todo se construye a base de partes que se pueden separar y ensamblar de nuevo en diferentes cons­telaciones. 13El conocimiento, por otra parte, nunca cambia, su constelación, por lo tanto, es permanente. 14La idea de que entre las partes y el todo hay relación sólo tiene sentido en el nivel de la percepción, en la que el cambio es posible. 15Aparte de eso, no hay ninguna diferencia entre la parte y el todo.

A estas alturas de las Enseñanzas, aportadas por UCDM, sabremos reconocer que la acción de atacar encuentra su origen, su causa, en la errónea creencia de la separación. El ego se concibe y se percibe como separado de los demás egos y el miedo que le causa esa percepción le lleva a fabricar un pensamiento que lo proteja de los demás. Ese pensamiento se convierte en el deseo de atacar ante la amenaza de ser atacado por el mundo del que se cree separado.

La identidad del ego es adquirida por la percepción de su vehículo material, el cuerpo, al cual dota con las funciones propias de una mente que cree en la separación. Por ello, el cuerpo se convierte en el transmisor de ese miedo que le lleva a hacer uso del ataque para proteger su identidad.

Se hace necesario un cambio en el modo de ver las funciones del cuerpo, pero ese cambio debe realizarse, previamente, a nivel de pensamiento. Debemos cambiar la creencia errónea en la separación, por la creencia recta en la unidad. Cuando esto sea una realidad, el cuerpo dejará de ser el portador del miedo y dejará de atacarse y de atacar.

2. El cuerpo existe en un mundo que parece tener dos voces que luchan por su posesión. 2En esta percibida constelación se consi­dera al cuerpo como capaz de alternar su lealtad de una a otra, haciendo que los conceptos de salud y enfermedad tengan sen­tido. 3El ego, como de costumbre, da lugar a una confusión fundamental entre los medios y el fin. 4Al considerar al cuerpo como un fin, el cuerpo no tiene realmente utilidad para el ego, puesto que el cuerpo no es un fin. 5Debes haber notado una descollante característica en todo fin que el ego haya aceptado como propio. 6Cuando lo alcanzas te deja insatisfecho. 7por eso es por lo que el ego se ve forzado a cambiar incesantemente de un objetivo a otro, para que sigas abrigando la esperanza de que todavía te puede ofrecer algo.

Si creemos que el cuerpo es nuestro fin, nuestra falsa identidad, y no un medio que sirve a la verdadera Identidad, las experiencias a las que dé lugar esa visión de percibir el mundo, nos llevarán al dolor, al sufrimiento, a la frustración, pues son manifestaciones propias de una dimensión que responde a lo irreal al ser temporal y efímera.

Tan sólo lo real puede aportarnos el gozo y la dicha eterna. 

3. Ha sido muy difícil superar la creencia del ego de que el cuerpo es un fin porque esta idea es análoga a la creencia de que el ataque es un fin. 2El ego tiene un marcado interés por la enfermedad. 3Si estás enfermo, ¿cómo podrías refutar su firme creencia de que no eres invulnerable? 4Éste es un razonamiento atractivo desde el punto de vista del ego porque encubre el ataque obvio que sub­yace a la enfermedad. 5Si reconocieses esto y además te opusieras al ataque, no podrías utilizar la enfermedad como un falso testigo para defender la postura del ego.

Para el ego, creer en la invulnerabilidad del Ser, le supone el reconocimiento de su falsa e ilusoria realidad, o lo que es lo mismo, el reconocimiento de su inexistencia. 

¿Qué sentido tendría atacar aquello que reconocemos es invulnerable? Es por ese motivo, que el ego basa sus argumentos para negar la invulnerabilidad del Ser, reconociendo su imperfección y su naturaleza pecadora y transgresora. La "expulsión del paraíso"; el "parto con dolor"; el "ganarse el pan con el sudor de la frente"; el sufrimiento como redención; el autocastigo como purificador de la culpa; la enfermedad como el justo merecimiento de nuestros errores; el ataque como el acto instintivo para defendernos de nuestros miedos. 

Todos estos argumentos fortalecen la falsa creencia del ego en su ilusoria identidad.

4. Es difícil percibir que la enfermedad es un testigo falso, ya que no te das cuenta de que está en total desacuerdo con lo que quie­res. 2Este testigo, por consiguiente, parece ser inocente y digno de confianza debido a que no lo has sometido a un riguroso interro­gatorio. 3De haberlo hecho, no considerarías a la enfermedad un testigo tan vital en favor de la postura del ego. 4Una afirmación más honesta sería que los que quieren al ego están predispuestos a defenderlo. 5Por lo tanto, se debe desconfiar desde un principio de los testigos que el ego elige. 6El ego no convoca testigos que disientan de su causa, de la misma manera en que el Espíritu ­Santo tampoco lo hace. 7He dicho que juzgar es la función del Espíritu Santo, para la cual Él está perfectamente capacitado. 8Mas cuando el ego actúa como juez, hace todo menos juzgar imparcial­mente. 9Cuando el ego convoca un testigo, lo ha convertido de antemano en un aliado.

Los testigos del ego, no son imparciales, y a diferencia de los testigos del Espíritu Santo, su juicio es condenatorio, buscando tan sólo atacar aquello que nos produce temor.

El juicio del Espíritu Santo  no nos lleva a la condena y se basa en el justo principio de que nadie gana, ni nadie pierde. 

El juicio de los testigos del ego, se fundamentan en la creencia de la separación, mientras que, los juicios de los testigos del Espíritu Santo, se fundamentan en la firme visión de la Unidad. 

La enfermedad es el efecto que percibe el cuerpo en respuesta a la ausencia de Unidad en nuestros pensamientos. Por lo tanto, la enfermedad se convierte en una de las cartas de identidad más preciadas por el ego, pues se reafirma en su vulnerabilidad, en su temporalidad.

5. Todavía sigue siendo cierto que el cuerpo, de por sí, no tiene ninguna función porque no es un fin. 2El ego, no obstante, lo esta­blece como un fin porque, como tal, su verdadera función queda velada. 3Éste es el propósito de todo lo que el ego hace. 4Su único objetivo es hacer que se pierda de vista la función de todo. 5Un cuerpo enfermo no tiene sentido. 6No puede tener sentido porque la enfermedad no es el propósito del cuerpo. 7La enfermedad tendría sentido sólo si las dos premisas básicas en las que se basa la interpretación que el ego hace del cuerpo fuesen ciertas: que el propósito del cuerpo es atacar, y que tú eres un cuerpo. 8Sin estas dos premisas la enfermedad es inconcebible.

Todo lo irreal carece de significado y, por lo tanto, ante esa carencia de significado, lo irreal no tiene un fin al que otorgarle una función. 

Tan sólo aquello que es Verdad, aquello que es eterno, es real. Por lo que podemos decir, que tan solo lo real tiene un fin, una función y un significado. 

¿Qué esencia, si no el Amor, es real?

6. La enfermedad es una forma de demostrar que puedes  ser herido. 2Da testimonio de tu fragilidad, de tu vulnerabilidad y de tu extrema necesidad de depender de dirección externa. 3El ego usa esto como su mejor argumento para demostrar que necesitas su dirección. 4Impone un sinfín de reglas para que se eviten funes­tos desenlaces. 5El Espíritu Santo, perfectamente consciente de la misma situación, no se molesta en analizarla en absoluto. 6Si los datos no tienen sentido, no tiene objeto analizarlos. 7La función de la verdad es recopilar información que sea verdadera. 8Sea cual sea la forma en que trates de usar el error, de ello no resulta nada. 9Cuanto más complicados se vuelven los resultados más difícil puede que resulte reconocer su insustancialidad, mas no es nece­sario examinar todos los posibles resultados a que las premisas dan lugar a fin de juzgarlos correctamente.

La firme creencia del ego en el ataque y en que puede ser atacado, justifica que su único fin es "fabricar" un mundo tangible cuyos pilares estén construidos para albergar esa falsa creencia, emanada del miedo: miedo al dolor; miedo al sufrimiento; miedo a la carencia; miedo a la soledad; miedo a la muerte. Según sus creencias, percibe un mundo donde todos esos efectos tengan cabida, lo que se traduce, en una reafirmación en la vulnerabilidad del ser humano y la negación de su verdadera Esencia Divina.

7. Un recurso de aprendizaje no es un maestro. 2No te puede decir cómo te sientes. 3No sabes cómo te sientes porque has aceptado la confusión del ego, y, por lo tanto, crees que un recurso de apren­dizaje puede decirte cómo te sientes. 4La enfermedad no es más que otro ejemplo de tu insistencia en querer pedirle dirección a un maestro que no sabe la respuesta. 5El ego no puede saber cómo te sientes. 6Cuando dije que el ego no sabe nada, dije lo único que es completamente cierto con respecto al ego. 7 Pero hay un corolario: si sólo el conocimiento existe y el ego no tiene conocimiento, entonces el ego no existe.

La fuente de aprendizaje del ego se sustenta en las experiencias que percibe, a las cuales le ha otorgado el sello de su realidad y con las cuales se encuentra totalmente identificado. Es más, carecería de identidad si no creyese en la enfermedad, en el dolor, en el sufrimiento, en la escasez, como sus recursos de aprendizaje. La cuestión es, ¿cómo es posible que aquello que no es real pueda enseñarnos lo que verdaderamente lo es?

8. Tal vez te preguntes cómo es posible que la voz de algo que no existe pueda ser tan insistente. 2¿Has pensado alguna vez en el poder de distorsión que tiene lo que deseas, aun cuando no es real? 3Son muchos los casos que demuestran cómo lo que deseas distorsiona tu percepción. 4Nadie puede dudar de la pericia del ego para presentar casos falsos. 5Ni nadie puede dudar tampoco de que estás dispuesto a escucharle hasta que decidas no aceptar nada excepto la verdad. 6Cuando dejes de lado al ego, éste desa­parecerá. 6La Voz del Espíritu Santo es tan potente como la buena voluntad que tengas de escucharla. 8No puede ser más potente sin que viole tu libertad de decisión, que el Espíritu Santo intenta restaurar, no menoscabar.

Creer tan solo en aquello que se percibe, es uno de los firmes recursos en el que el ego refuerza sus argumentos para negar lo Esencial y Verdadero. Sus argumentos parecen sólidos, cuando se participa de su manera de ver la realidad bajo la creencia en la separación, la creencia que nos hace adeptos al miedo. 

Pero cuando sustituimos dichas falsas creencias y le cedemos la hegemonía de nuestra mente al Espíritu Santo, la Visión Crística, nos permitirá argumentar tan sólo a favor del Amor y todo aquello cuyo origen provenga del miedo, desaparecerá.

9. El Espíritu Santo te enseña a usar el cuerpo sólo como un medio de comunicación entre tus hermanos y tú, de modo que Él pueda enseñar Su mensaje a través de ti. 2Esto los curará y, por lo tanto, te curará a ti. 3Nada que se utilice de acuerdo con su propia fun­ción tal como el Espíritu Santo la ve, puede enfermar. 4Mas todo lo que se utiliza de cualquier otra forma no puede sino enfermarse. 5No permitas que el cuerpo sea el reflejo de una mente dividida. 6No dejes que sea una imagen de la percepción de pequeñez que tienes de ti mismo. 7No dejes que refleje tu decisión de atacar. 8Se reconoce que la salud es el estado natural de todas las cosas cuando se deja toda interpretación en manos del Espíritu Santo, Quien no percibe ataque en nada. 9La salud es el resultado de abandonar todo intento de utilizar el cuerpo sin amor. 10La salud es el comienzo de la correcta perspectiva con respecto a la vida bajo la dirección del único Maestro que sabe lo que ésta es, al ser la Voz de la Vida Misma.

El resultado de sustituir el miedo-separación, por el Amor-Unidad, en nuestras vidas, nos conducirá a un estado de plenitud cuyo efecto en el cuerpo será la salud.

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