martes, 7 de mayo de 2024

Capítulo 9. IV. El plan de perdón del Espíritu Santo

IV. El plan de perdón del Espíritu Santo.


1. La Expiación es para todos porque es la forma de desvanecer la creencia de que algo pueda ser únicamente para ti. 2Perdonar es pasar por alto. 3Mira entonces más allá del error, y no dejes que tu percepción se fije en él, pues, de lo contrario, creerás lo que tu percepción te muestre. 4Acepta como verdadero sólo lo que tu hermano es, si quieres conocerte a ti mismo. 5Percibe lo que él no es, y no podrás saber lo que eres porque lo estarás viendo falsa­mente. 6Recuerda siempre que tu Identidad es una Identidad compartida, y que en eso reside Su realidad.

En este apartado, vamos a aprender sobre el perdón. Tal vez, no tengas dudas sobre su significado, pues desde el punto de vista del ego, sin duda alguna, le ha otorgado un sentido propio en base a sus creencias. Sin embargo, en la medida en que vamos a ir adentrándonos en el contenido de los puntos que se recogen en este apartado, comprobaremos que los argumentos del ego en el uso del perdón, están basados en lo irreal, en lo falso, en el miedo y en la culpa.

Recordemos lo que es la Expiación. El principio de la Expiación es la percepción sana, y su efecto, sobre la conciencia, deshace todos los errores.

La propia concepción del perdón desde el punto de vista del ego, es un error, pues su percepción falsa le lleva a aceptar el error como una realidad que hay que corregir. El perdón, para el ego, exige ver el error y su necesidad de corrección. Este sistema de pensamiento, niega la pureza del Ser, niega su Impecabilidad y, por ende, justifica dicho sistema de creencia, pues le da credibilidad a su existencia.

No dice la Enseñanza, que perdonar es pasar por alto el error, y la única manera de hacerlo, es ser consciente, cada instante, de la Impecabilidad y Pureza de nuestro Ser, de la Filiación Divina. De este modo, estaremos mostrando la percepción correcta de lo que Somos.

2. Tienes un papel que desempeñar en la Expiación, pero el plan de la Expiación en sí está más allá de ti. 2No sabes cómo pasar por alto los errores pues, de lo contrario, no los cometerías. 3Creer que no los cometes, o que los puedes corregir sin un Guía cuyo propósito es corregirlos, no sería más que otro error. 4Y si no sigues a ese Guía, tus errores no podrán ser corregidos. 5El plan no lo elaboraste tú debido a las limitadas ideas que tienes acerca de lo que eres. 6De esta sensación de limitación es de donde emanan todos los errores. 7La forma de deshacerlos, por lo tanto, no procede de ti, sino que es para ti.

El ego es consecuencia de la errónea creencia en la separación. Su identidad nace del error, por lo que, en su sistema de pensamiento no cabe pasar por alto los errores. En torno a esta falsa creencia, el ego ha inventado fórmulas, sin sentido, para poner en uso el sistema de perdón que practica. Ha otorgado poder celestial a personajes con autoridad para liberar de la carga del pecado a aquellos que reconocen su debilidad y su culpa. “Yo te perdono, en el nombre…” En ese recorrido de la conciencia, se descubre a un Dios que hace real el pecado, pues en su nombre permite su expiación.

Olvidar nuestra verdadera identidad, nos ha llevado a crear una falsa imitación del significado de lo que es realmente perdonar.

3. La Expiación es una lección acerca de cómo compartir, que se te da porque te has olvidado de cómo hacerlo.  2El Espíritu Santo simplemente te recuerda el uso natural de tus capacidades. 3Al reinterpretar la capacidad de atacar como la capacidad de com­partir, Él transforma lo que tú inventaste en lo que Dios creó. 4Si quieres, alcanzar esto por medio de Él, no puedes contemplar tus capacidades a través de los ojos del ego, o las juzgarás como él lo hace. 5El daño que puedan ocasionar reside en el juicio del ego. 6El beneficio que puedan aportar reside en el juicio del Espíritu Santo.

Tan sólo una Mente Recta, permitirá una Percepción Verdadera. Tan sólo la Expiación que nos otorga el Espíritu Santo, nos permite tomar consciencia del verdadero Perdón, llevándonos a la Visión Santa de la Impecabilidad que va más allá de la percepción del error.

4. El ego tiene también un plan de perdón porque estás pidiendo uno, aunque no al maestro adecuado. 2El plan del ego, por supuesto, no tiene sentido y nunca será viable. 3Al seguir su plan te pondrás simplemente en una situación imposible que es adonde el ego siempre te conduce. 4El plan del ego consiste en que primero veas el error claramente, y en que luego lo pases por alto. 5Mas ¿cómo ibas a poder pasar por alto aquello a lo que has otor­gado realidad? 6Al verlo claramente, le has otorgado realidad y no lo puedes pasar por alto. 7En este punto es donde el ego se ve forzado a recurrir a misterios, insistiendo en que para salvarte tienes que aceptar lo que no tiene sentido. 8Son muchos los que han tratado de hacer esto en mi nombre, olvidándose de que mis pala­bras tienen perfecto sentido porque proceden de Dios. 9Son tan sensatas ahora como lo fueron siempre porque expresan ideas que son eternas.

Ya hemos hecho referencia al plan de salvación que nos ofrece el ego y de las actuaciones demenciales a las que ha recurrido para alcanzar dicha salvación.

5. El perdón que se aprende de mí no se vale del miedo para deshacer el miedo. 2Ni tampoco otorga realidad a lo que es irreal para más tarde destruirlo. 3Perdonar a través del Espíritu Santo consiste simplemente en mirar más allá del error desde un princi­pio, haciendo que, de esta manera, nunca sea real para ti. 4No dejes que ninguna creencia que afirme que el error es real se infil­tre en tu mente, o creerás también que para poder ser perdonado tienes que deshacer lo que tú mismo, has hecho. 5Lo que no tiene efectos no existe, y para el Espíritu Santo los efectos del error son inexistentes: 6Mediante la cancelación progresiva y sistemática de los efectos de todos los errores, en todas partes y con respecto a todo, el Espíritu Santo enseña que el ego no existe y lo demuestra.

Aplicar la Expiación en nuestra mente, en nuestros pensamientos, supondrá la negación y el final de la identidad del ego. La Expiación nos permitirá ver lo real y a poner nuestra voluntad al servicio de nuestra esencia divina.

6. Sigue, pues, las enseñanzas de perdón del Espíritu Santo por­que el perdón es Su función y Él sabe cómo llevarla a cabo perfec­tamente. 2Eso es lo que quise decir cuando dije que los milagros son naturales, y que cuando no ocurren es que algo anda mal. 3Los milagros son simplemente la señal de que estás dispuesto a seguir el plan de salvación del Espíritu Santo, y de que reconoces que no sabes lo que dicho plan es. 4La función que a Él le corres­ponde llevar a cabo no es la que te corresponde a ti, y a menos que aceptes esto no podrás saber cuál es tu función.

La necesidad de perdonar, es un pensamiento erróneo del ego, que se basa en la creencia de haber pecado contra la Ley de Dios. Desde el error no se consigue su corrección. Desde una mente falsa, emanan creaciones falsas y soluciones falsas. Tan sólo corrigiendo el origen del error; tan solo percibiendo correctamente, podremos ver que no somos seres merecedores de castigo alguno. El Espíritu Santo, a través de la Expiación, nos permitirá corregir esa mente errada y nos permitirá recordar nuestra impecabilidad. 

7. La confusión de funciones es una característica tan típica del ego que a estas alturas ya deberías estar familiarizado con ella. 2El ego cree que es él quien debe llevar a cabo todas las funciones, si bien no tiene la menor idea de lo que éstas son. 3Esto es algo más que una simple confusión. 4Es una combinación especialmente peligrosa de grandiosidad y confusión que predispone al ego a atacar a cualquier persona o a cualquier cosa sin ningún motivo aparente. 5Esto es exactamente lo que el ego hace. 6Sus reacciones son, imprevisibles porque no tiene idea de lo que percibe.

Cuando el ego se erige como el maestro o guía para aplicar el perdón, los efectos, ya hemos hecho referencia de ello, son actuaciones basadas en el error original, pues el ego es la consecuencia de ese “pecado original” que le lleva a visionar un mundo separado y demencial.


8. Si no tienes idea de lo que está ocurriendo, ¿cómo puedes espe­rar reaccionar debidamente? 2Podrías preguntarte, independi­entemente de cómo expliques la reacción, si el carácter imprevisible del ego justifica que le des un puesto de confianza como guía tuyo. 3Déjame repetir que las cualificaciones del ego como guía son notoriamente deficientes y que elegirle como tu maestro de salvación es una pésima elección. 4El que elige un guía completamente demente no puede por menos que ser completa­mente demente él mismo. 5No es cierto tampoco que no te des cuenta de que este guía es demente. 6Te das cuenta de ello porque yo me doy cuenta, y tú lo juzgas siguiendo el mismo criterio que sigo yo.

La creencia en el error, no puede corregirlo. Si creemos en el error, lo proyectaremos y lo percibiremos en los demás. Nadie puede dar lo que no tiene y si lo que tenemos es el error, la falsa creencia, nuestros métodos de corrección serán, igualmente, erróneos.

9. El ego vive literalmente de tiempo prestado, y sus días están contados. 2No tengas miedo del Juicio Final, sino que, por el con­trario, dale la bienvenida sin más demora, pues el tiempo de que el ego dispone lo "toma prestado" de tu eternidad. 3Éste es el Segundo Advenimiento, el cual se concibió para ti de la misma manera en que el Primero fue creado. 4El Segundo Advenimiento es simplemente el retorno de la cordura. 5¿Cómo iba a ser esto temible?                    

Bienvenido sea, el Segundo Advenimiento, pues ese instante significa el fin de la hegemonía de las creencias del ego en nuestra mente.           

10. ¿Qué podría ser temible sino las fantasías? a¿Y quién recurre a fantasías a menos que haya perdido toda esperanza de poder encontrar satisfacción en la realidad? 2Es indudable, no obstante, que jamás encontrarás satisfacción en fantasías, de manera que tu única esperanza es cambiar de parecer con respecto a la realidad. 3Únicamente si tu decisión de que la realidad es temible es erró­nea, puede Dios estar en lo cierto. 4Y yo te aseguro que Dios está en lo cierto. 5AIégrate, pues, de haber estado equivocado, mas ello sólo se debió a que no sabías quién eras. 6De haberlo sabido no te habrías podido equivocar, de la misma manera en que Dios no puede equivocarse.

Vivir en un estado de sueño, nos sitúa en un escenario en el que todo es irreal, aunque para el que sueña se perciba como real. Identificarse con el sueño nos lleva a vivir en un estado de confusión del que es preciso despertar. En este proceso, el primer paso ha de llevarnos a reconocer que somos los soñadores del sueño. Los estados de pesadilla serán percibidos de una manera más consciente y llegará el momento en el que decidamos abandonar ese estado de sueño y abrir los ojos, lo que nos permitirá contemplar nuestra verdadera realidad.

11. Lo imposible sólo puede tener lugar en fantasías. 2Cuando buscas la realidad en fantasías no la puedes encontrar. 3Los sím­bolos de las fantasías pertenecen al ámbito del ego, y de éstos puedes encontrar una infinidad. 4Mas no busques significado en ellos. 5Están tan desprovistos de significado como las fantasías en las que van entretejidos. 6Los cuentos de hadas pueden ser pla­centeros o atemorizantes, pero nadie cree que sean verdad. 7Tal vez los niños crean en ellos, y así, por algún tiempo, son verdad para ellos. 8Mas cuando la realidad alborea, las fantasías desapa­recen. 9En el ínterin, no obstante, la realidad no había desapare­cido. 10El Segundo Advenimiento es la conciencia de la realidad, no su retorno. 12Criatura de Dios, ¡mira! la realidad está aquí. 2Te pertenece a ti, a mí y a Dios, y nos satisface completamente a todos. 3Ser cons­ciente de esto es lo único que sana porque es la conciencia de la verdad.

Amén.

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