Capítulo 11
DIOS O EL EGO
Introducción
1. O Dios está
loco o bien es el ego el que lo está. 2Si
examinas imparcialmente las pruebas que ambas partes presentan, te darás cuenta
de que eso tiene que ser verdad. 3Ni Dios ni el ego proponen un
sistema de pensamiento parcial. 4Ambos sistemas son internamente
coherentes, aunque diametralmente opuestos en todo, de tal modo que una lealtad
parcial es imposible. 5Recuerda también que sus resultados son tan
diferentes como sus cimientos, y que sus naturalezas fundamentalmente
irreconciliables no pueden ser reconciliadas alternando entre ellos. 6Nada
que esté vivo es huérfano, pues la vida es creación. 7Por lo tanto,
toda decisión que tomas es invariablemente la respuesta a la pregunta:
"¿Quién es mi padre?" 8Y serás fiel al padre que elijas.
El ego nos
responderá que somos un cuerpo, pues hemos nacido de un cuerpo y que nuestra
identidad está unida por lazos de sangre a nuestros padres biológicos. Para
reforzar esta afirmación, el ego nos dará referencias de espacio y de tiempo,
todo ello validado por documentos que harán oficiales los datos aportados.
Todas las pruebas que proporciona para dar credibilidad a su identidad proceden de
la evidencia de su percepción. Su realidad es experimentada desde su percepción
y es irrevocable desde su sistema de pensamiento.
Sin embargo,
ese sistema de pensamiento egoico, daría ese mismo valor de credibilidad a lo
percibido en una vivencia experimentada durante el proceso del sueño. En
él, llega a percibir con la misma sensación de realidad, que cuando lo percibe
en estado de vigilia. Ambas vivencias experimentadas en diferentes estados de
conciencia, tienen algo en común, ambas son ilusorias e irreales, pues están
sujetas a lo temporal.
Tan sólo la
luz-entendimiento, o expresado en otros términos empleados en el Curso, la
percepción verdadera, nos permitirá comprender que lo experimentado por nuestra
conciencia mientras permanecemos en el estado de sueño, forma parte de una
ilusión, de una pesadilla irreal.
Esa
luz-entendimiento no procede del ego, sino de nuestra verdadera identidad. Esa
identidad es espiritual y procede de nuestro verdadero Hacedor, de nuestro
único Padre, de Dios.
Dios nos
responderá que somos un Ser Espiritual, perfecto, impecable, inocente y eterno,
pues hemos nacido de la Extensión del Amor. Nos dirá que nuestra identidad nos
mantiene unido al Gran Rayo de Dios y que formamos, junto a nuestros hermanos,
la Filiación Divina.
Todas las
pruebas que aporta el Ser para “demostrar” la credibilidad de su identidad
proceden de la Verdad.
“Por sus obras los conoceréis”. Las obras procedentes del ego, son efectos que nos llevan a experimentar el miedo, la escasez, la necesidad, la infelicidad, el dolor y el sufrimiento, las pérdidas y la muerte. Las obras procedentes del Ser, son efectos que nos llevan a experimentar, la libertad, el amor, la alegría, la abundancia, el gozo, la felicidad, la verdadera vida compartida en la unidad.
¿A qué padre
vas a elegir?
2. ¿Qué le
dirías, no obstante, a alguien que creyese que esta pregunta realmente entraña
conflicto? 2Si tú concebiste
al ego, ¿cómo habría podido el ego concebirte a ti? 3El problema de
la autoridad sigue siendo la única fuente de conflictos porque el ego se
originó como consecuencia del deseo del Hijo de Dios de ser el padre de Su
Padre. 4El ego, por lo tanto, no es más que un sistema ilusorio en
el que tú concebiste a tu propio padre. 5No te equivoques con
respecto a esto. 6Parece una locura cuando se expone con perfecta honestidad, pero el ego nunca examina lo que hace con
perfecta honestidad. 7Sin embargo, ésa es su premisa demente, la
cual está cuidadosamente oculta bajo la tenebrosa piedra angular de su sistema
de pensamiento. 8Y o bien el ego -que tú concebiste- es tu padre, o
bien todo su sistema de pensamiento se desmorona.
La conclusión
es magnífica y su argumento, la verdad, desmonta el sistema de pensamiento del
ego.
“Somos hijos
de la luz. Amamos la luz. Vivimos en la luz y somos protegidos por la luz”.
El poder que
aportan estas palabras, emanadas desde nuestra Mente Una, nos servirá de guía
en aquellos momentos en los que nos veamos desorientados. Me fue compartida por
una amiga y ahora la comparto con todos vosotros con el único propósito de
expandir la verdad.
4. Hermano mío, tú eres parte de Dios y parte de mí. 2Cuando por fin hayas visto los cimientos del ego sin acobardarte, habrás visto también los nuestros. 3Vengo a ti de parte de nuestro Padre a ofrecerte todo nuevamente. 4No lo rechaces a fin de mantener oculta la tenebrosa piedra angular, pues la protección que te ofrece no te puede salvar. 5Yo te daré la lámpara y te acompañaré. 6No harás este viaje solo. 7Te conduciré hasta tu verdadero Padre, Quien, como yo, tiene necesidad de ti. 8¿Cómo no ibas a responder jubilosamente a la llamada del amor?
El Espíritu Crístico, el Espíritu del Amor, nos
recuerda que no estamos solos en el camino de retorno hacia nuestro verdadero
hogar. Cuando elegimos a Dios, como nuestro verdadero Padre, es imposible estar
y sentirnos solos. Experimentaremos la grandeza de la Filiación, reconociendo a
nuestros hermanos como los guías hacia el encuentro con la salvación. Alcanzar
esa visión de la realidad nos hará sentir profundamente vivos y cada instante
será un instante santo en el ese sagrado encuentro.
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