jueves, 23 de mayo de 2024

Capítulo 11. DIOS O EL EGO: Introducción

 Capítulo 11

DIOS O EL EGO

 

Introducción

1. O Dios está loco o bien es el ego el que lo está. 2Si examinas imparcialmente las pruebas que ambas partes presentan, te darás cuenta de que eso tiene que ser verdad. 3Ni Dios ni el ego propo­nen un sistema de pensamiento parcial. 4Ambos sistemas son internamente coherentes, aunque diametralmente opuestos en todo, de tal modo que una lealtad parcial es imposible. 5Recuerda también que sus resultados son tan diferentes como sus cimien­tos, y que sus naturalezas fundamentalmente irreconciliables no pueden ser reconciliadas alternando entre ellos. 6Nada que esté vivo es huérfano, pues la vida es creación. 7Por lo tanto, toda decisión que tomas es invariablemente la respuesta a la pregunta: "¿Quién es mi padre?" 8Y serás fiel al padre que elijas. 

Es importante, yo diría esencial, conocer y ser consciente de la respuesta a la cuestión que nos plantea la introducción de este nuevo capítulo del Curso. Conocer a nuestro creador, no tan sólo responde a la pregunta de quién somos, sino también, qué somos.

El ego nos responderá que somos un cuerpo, pues hemos nacido de un cuerpo y que nuestra identidad está unida por lazos de sangre a nuestros padres biológicos. Para reforzar esta afirmación, el ego nos dará referencias de espacio y de tiempo, todo ello validado por documentos que harán oficiales los datos aportados. Todas las pruebas que proporciona para dar credibilidad a su identidad proceden de la evidencia de su percepción. Su realidad es experimentada desde su percepción y es irrevocable desde su sistema de pensamiento.

Sin embargo, ese sistema de pensamiento egoico, daría ese mismo valor de credibilidad a lo percibido en una vivencia experimentada durante el proceso del sueño. En él, llega a percibir con la misma sensación de realidad, que cuando lo percibe en estado de vigilia. Ambas vivencias experimentadas en diferentes estados de conciencia, tienen algo en común, ambas son ilusorias e irreales, pues están sujetas a lo temporal.

Tan sólo la luz-entendimiento, o expresado en otros términos empleados en el Curso, la percepción verdadera, nos permitirá comprender que lo experimentado por nuestra conciencia mientras permanecemos en el estado de sueño, forma parte de una ilusión, de una pesadilla irreal.

Esa luz-entendimiento no procede del ego, sino de nuestra verdadera identidad. Esa identidad es espiritual y procede de nuestro verdadero Hacedor, de nuestro único Padre, de Dios.

Dios nos responderá que somos un Ser Espiritual, perfecto, impecable, inocente y eterno, pues hemos nacido de la Extensión del Amor. Nos dirá que nuestra identidad nos mantiene unido al Gran Rayo de Dios y que formamos, junto a nuestros hermanos, la Filiación Divina.

Todas las pruebas que aporta el Ser para “demostrar” la credibilidad de su identidad proceden de la Verdad.

“Por sus obras los conoceréis”. Las obras procedentes del ego, son efectos que nos llevan a experimentar el miedo, la escasez, la necesidad, la infelicidad, el dolor y el sufrimiento, las pérdidas y la muerte. Las obras procedentes del Ser, son efectos que nos llevan a experimentar, la libertad, el amor, la alegría, la abundancia, el gozo, la felicidad, la verdadera vida compartida en la unidad.

¿A qué padre vas a elegir? 

2. ¿Qué le dirías, no obstante, a alguien que creyese que esta pre­gunta realmente entraña conflicto? 2Si tú concebiste al ego, ¿cómo habría podido el ego concebirte a ti? 3El problema de la autoridad sigue siendo la única fuente de conflictos porque el ego se originó como consecuencia del deseo del Hijo de Dios de ser el padre de Su Padre. 4El ego, por lo tanto, no es más que un sistema ilusorio en el que tú concebiste a tu propio padre. 5No te equivoques con respecto a esto. 6Parece una locura cuando se expone con perfecta honestidad, pero el ego nunca examina lo que hace con perfecta honestidad. 7Sin embargo, ésa es su premisa demente, la cual está cuidadosamente oculta bajo la tenebrosa piedra angular de su sis­tema de pensamiento. 8Y o bien el ego -que tú concebiste- es tu padre, o bien todo su sistema de pensamiento se desmorona. 

La conclusión es magnífica y su argumento, la verdad, desmonta el sistema de pensamiento del ego. 

3. Tú fabricas mediante la proyección, mas Dios crea mediante la extensión. 2eres la piedra angular de la creación de Dios, pues Su sistema de pensamiento es la luz. 3Recuerda que los Rayos están ahí sin ser vistos. 4Cuanto más te aproximas al centro de Su sistema de pensamiento, más clara se hace la luz. 5Cuanto más te aproximas al sistema de pensamiento del ego, más tenebroso y sombrío se vuelve el camino. 6Sin embargo, incluso la pequeña chispa que se encuentra en tu mente basta para iluminarlo. 7Lleva esa luz contigo sin ningún temor, y valerosamente enfócala a los cimientos del sistema de pensamiento del ego. 8Estáte dispuesto a juzgarlo con absoluta honestidad. 9Pon al descubierto la tenebrosa piedra angular de terror sobre la que descansa y sácala a la luz. 10Ahí verás que se basaba en la insensatez y que todos tus miedos eran infundados. 

“Somos hijos de la luz. Amamos la luz. Vivimos en la luz y somos protegidos por la luz”.

El poder que aportan estas palabras, emanadas desde nuestra Mente Una, nos servirá de guía en aquellos momentos en los que nos veamos desorientados. Me fue compartida por una amiga y ahora la comparto con todos vosotros con el único propósito de expandir la verdad. 

4. Hermano mío, tú eres parte de Dios y parte de mí. 2Cuando por fin hayas visto los cimientos del ego sin acobardarte, habrás visto también los nuestros. 3Vengo a ti de parte de nuestro Padre a ofre­certe todo nuevamente. 4No lo rechaces a fin de mantener oculta la tenebrosa piedra angular, pues la protección que te ofrece no te puede salvar. 5Yo te daré la lámpara y te acompañaré. 6No harás este viaje solo. 7Te conduciré hasta tu verdadero Padre, Quien, como yo, tiene necesidad de ti. 8¿Cómo no ibas a responder jubilo­samente a la llamada del amor? 

El Espíritu Crístico, el Espíritu del Amor, nos recuerda que no estamos solos en el camino de retorno hacia nuestro verdadero hogar. Cuando elegimos a Dios, como nuestro verdadero Padre, es imposible estar y sentirnos solos. Experimentaremos la grandeza de la Filiación, reconociendo a nuestros hermanos como los guías hacia el encuentro con la salvación. Alcanzar esa visión de la realidad nos hará sentir profundamente vivos y cada instante será un instante santo en el ese sagrado encuentro.

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