viernes, 17 de mayo de 2024

Capítulo 10. III. El dios de la enfermedad.

III. El dios de la enfermedad.

1. No has atacado a Dios, y ciertamente lo amas. 2¿Puedes acaso cambiar tu realidad? 3Nadie puede disponer su propia destruc­ción. 4Cuando piensas que te estás atacando a ti mismo, ello es señal evidente de que odias lo que crees ser. 5Y eso, y sólo eso, es lo único que puedes atacar. 6Lo que crees ser puede ser muy odioso, y lo que esta extraña imagen te lleva a hacer puede ser muy destructivo. 7Mas la destrucción no es más real que la ima­gen, si bien los que inventan ídolos ciertamente los veneran. 8Los ídolos no son nada, pero sus adoradores son los Hijos enfermos de Dios. 9Dios desea verlos libres de sus enfermedades y de vuelta en Su Mente. 10No limitará en modo alguno el poder que tienes de ayudarlos, puesto que Él te lo dio. 11No tengas miedo de ese poder porque es tu salvación. 

El Curso, a lo largo de su enseñanza, establece una estrecha relación entre el estado mental del ego -creencia en la separación-, y la enfermedad. Este punto nos indica que Dios desea ver a Su Hijo libre de enfermedades, desea verlo de vuelta en Su Mente. Lo que significa que la enfermedad es la consecuencia que se origina cuando decidimos servir a la mente errada, al ego. 

2. ¿Qué otro Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, excepto Su poder a través de ti? 2Recuerda que no importa en qué parte de la Filiación se le acepte, 3Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. 4Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. 5Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo. 6El único nexo de comunicación que le queda a Dios con Sus Hijos los une a todos ellos entre sí, y a todos ellos con Él. 7Ser consciente de esto es sanarlos, ya que es la conciencia de que ninguno de ellos está separado y, por ende, ninguno está enfermo. 

No podremos sanar si no estamos sanos. No podemos dar lo que no tenemos. Sanar o estar sano, es la evidencia de que nuestra percepción falsa se ha corregido y la falsa creencia en la separación ha sido sustituido por la Mentalidad Uno. 

3. Creer que un Hijo de Dios puede estar enfermo es creer que parte de Dios puede sufrir. 2El amor no puede sufrir porque no puede atacar. 3Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invul­nerabilidad. 4No te pongas de parte de la enfermedad en presen­cia de un Hijo de Dios aunque él crea en ella, pues tu aceptación de que Dios reside en él da testimonio del Amor de Dios que él ha olvidado. 5Tu reconocimiento de que él forma parte de Dios le recuerda la verdad acerca de sí mismo, que él está negando. 6¿Reforzarías aún más su negación de Dios, perdiéndote de esta manera de vista a ti mismo? 7¿O le recordarías su plenitud y te acordarías de tu Creador con él? 

Me encanta la frase: “Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invulnerabilidad”. El amor no ataca y cuando vivimos el amor, dejaremos de sentirnos atacados.

Cuando percibimos a nuestro hermano como enfermo, estaremos ofreciendo una visión errónea de lo que realmente somos, por lo que estaremos negando su sanación.

El sistema de pensamiento del ego no comparte, en absoluto, esta verdad. Dentro de los pilares sociales que ha fabricado, en lo que respecta a los sistemas de salud, la visión de la enfermedad es la fuente de su sustento. 

4. Creer que un Hijo de Dios está enfermo es adorar al mismo ídolo que él adora. 2Dios creó el amor, no la idolatría. 3Todas las formas de idolatría son caricaturas de la creación, y las enseñan mentes que están demasiado divididas como para saber que la creación comparte el poder y nunca lo usurpa. 4La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder. 5Esto, no obstante, es imposible porque formas parte de Dios, que es todo poder. 6Un dios enfermo no puede por menos que ser un ídolo, hecho a imagen y semejanza de lo que su hace­dor cree ser. 7Y esto es exactamente lo que el ego percibe en un Hijo de Dios: un dios enfermo, auto-creado, auto-suficiente, sumamente perverso y extremadamente vulnerable. 8¿Es éste el ídolo que quieres adorar? 9¿Es ésta la imagen para salvar la cual te mantienes alerta? 10¿Tienes realmente miedo de perder esto? 

En el estado mental de ego, la enfermedad adquiere un significado especial. Se convierte en uno de sus mejores argumentos para dar testimonio de la credibilidad de su identidad. El ego o percepción falsa, aporta “pruebas” a su mente para que niegue todos los pensamientos que, de alguna manera, puedan poner en duda su existencia. 

¿Cómo puede ser una ilusión mi existencia cuando percibo los efectos de la enfermedad en el vehículo con la que se manifiesta? ¿Cómo negar que soy lo que percibo? De este modo, el cuerpo es para el ego el ídolo al que rendir pleitesía. 

Si nuestra mente percibe la enfermedad, lo que está haciendo realmente, es poner de manifiesto que creemos en el ego y en su sistema de pensamiento, lo que significa, que nuestra mente comparte la percepción errada de lo que somos. Significa que creemos en que el hijo de Dios está separado de Su Fuente y de la Filiación a la que pertenece. 

5. Examina con calma la conclusión lógica del sistema de pensa­miento del ego y determina si lo que te ofrece es realmente lo que tú deseas, pues eso es lo que te ofrece. 2Para obtenerlo estás dis­puesto a atacar la Divinidad de tus hermanos y así perder de vista la tuya. 3Y estás dispuesto a mantenerla oculta para proteger un ídolo que crees que te salvará de los peligros que él repre­senta, pero que no existen. 

La mente no puede permanecer dividida, pues dicha división generará confusión y caos. Si creemos que somos un cuerpo y que este puede enfermar, estaremos negando el Poder con el que Dios ha creado a Su Hijo, el Poder del Amor que nos mantiene unidos a Su Fuente y es inalterable e impecable. 

6. En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él. 2El Hijo de Dios no sabe de ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. 3En este mundo la salud es el equivalente de lo que en el Cielo es la valía. 4No es mi mérito lo que te aporto sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. 5Cuando no te conside­ras valioso enfermas, pero la valía que te adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es una y la misma. 6Cuando dije: "Mi paz os doy", eso es exactamente lo que quise decir. 7La paz te llega de parte de Dios a través de mí. 8Es para ti aunque tú no la pidas. 

El ego cree en la enfermedad porque es el efecto de una mente dividida. La enfermedad se manifiesta como el pensamiento que carece de la visión de unidad y de paz. La unidad y la paz no son logros que se alcanzan como una conquista personal, sino la consecuencia inevitable de recordar lo que realmente somos: el Hijo de Dios, creado del Amor de Su Padre. La unidad y la paz es el regalo que Dios nos hace y que brillará en nuestra mente cuando percibamos correctamente. 

7. Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz, y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. 2Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión. 3Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí mismo. 4Yo puedo curarte porque te conozco. 5Conozco tu valía por ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. 6Una mente íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. 7Te curaré simplemente porque sólo tengo un mensaje, y ese mensaje es verdad. 8Tu fe en él te hará íntegro cuando tengas fe en mí. 

Hemos de conocer, que cada vez que percibamos la enfermedad en nosotros o en nuestros hermanos, estaremos sirviendo a la mente del ego, estaremos percibiendo la escasez y la necesidad, estaremos dando credibilidad al miedo y, sobre todo, estaremos creyendo en que estamos separados de nuestra Fuente y de los demás. 

8. No recurro a engaños para difundir el mensaje de Dios, y aprenderás esto a medida que aprendas que siempre recibes en la misma medida en que aceptas. 2Podrías aceptar paz ahora mismo por todo el mundo, y así liberarlos completamente de sus ilusio­nes, pues has oído Su Voz. 3Pero no antepongas otros dioses a Él, o no podrás oír. 4Dios no tiene celos de los dioses que inventaste, pero tú sí. 5Tú quisieras conservarlos y servirles porque crees que ellos te hicieron a ti. 6Crees que ellos son tu padre porque estás proyectando sobre ellos el pavoroso hecho de que los inventaste para reemplazar a Dios. 7Mas cuando parezcan hablarte recuerda que nada puede reemplazar a Dios, y que todos los substitutos con los que lo has intentado suplantar no son nada. 

Las leyes inventadas por el ego para dirigir su mundo, se han convertido en sus ídolos a los que venera por la sencilla razón de que argumentan a favor de su existencia. Todos esos ídolos son falsos. Son falsos porque no son creaciones nacidas desde el amor, sino que son fabricaciones surgidas de la creencia en el miedo, en el pecado, en la culpa, en el dolor. 

9. Dicho llanamente, pues, puede que creas que tienes miedo de la nada, pero en realidad tienes miedo de lo que no es nada. 2Y al darte cuenta de esto sanas. 3Oirás al Dios al que prestes atención. 4Inventaste al dios de la enfermedad, y al inventarlo te capacitaste para oírle. 5No obstante, no lo creaste, pues él no es la Voluntad del Padre. 6Por lo tanto, no es eterno, y quedará des-hecho en el instante en que indiques que estás dispuesto a aceptar solamente lo eterno. 

Para sanar el estado ilusorio de la enfermedad, tan sólo hay un camino: dejar de idolatrar aquello que sirva a la mente dividida. Seremos sanos cuando nuestra percepción se corrija y nos lleve a ver que somos Uno con todo lo Creado. Sanaremos, cuando ese estado mental sea nuestra única realidad. 

10. Si Dios no tiene más que un solo Hijo, no puede haber más que un solo Dios. 2Tú compartes la realidad con Él porque la realidad no está dividida. 3Anteponer otros dioses a Él es anteponer otras imágenes a ti mismo. 4No te das cuenta de cuánto caso les haces a tus dioses y de cuán alerta te mantienes en su favor. 5No obstante, ellos existen únicamente porque tú los honras. 6Honra sólo lo que es digno de ser honrado y tendrás paz. 7La paz es el legado de tu verdadero Padre. 8Tú no puedes engendrar a tu Padre, y el falso padre que inventaste no te procreó a ti. 9Las ilusiones no son dignas de ser honradas porque al honrarlas no estás honrando nada. 10No obstante, tampoco deben temerse, pues lo que no es nada no puede ser temible. 11Has elegido tener miedo del amor por razón de su perfecta mansedumbre, y debido a ese miedo has estado dispuesto a renunciar a la perfecta capacidad que tienes para ser útil y a la perfecta Ayuda de que dispones. 

¿Tenemos miedo al amor? ¿Cómo es posible que tengamos miedo al amor? 

No he podido evitar, que mi mente se haya sentido confundida por la afirmación que se recoge en este punto: “Has elegido tener miedo del amor…” En realidad, lo que está afirmando este mensaje, es que hemos elegido tener miedo de Dios, pues Dios es Amor.

¿Tiene algún sentido esta confusión? ¿Por qué mi mente se siente confusa? Cuesta aceptar que esté eligiendo tener miedo al amor y, por lo tanto, a Dios. 

Pero, es cierto. El sistema de pensamiento del ego nos pone trampas para que, sutilmente, lleguemos a la conclusión de que puede ofrecernos dioses que garantizarán la comprensión de lo que, según sus creencias, somos. Intenta de convencernos de que debemos sentir miedo de Dios y del amor, por la sencilla razón de que, el simple hecho de que tengamos miedo de Él, nos revela que puede ejercer el poder de castigarnos por nuestros pecados. 

Los dioses que el ego nos ofrece para garantizar nuestra libertad, nuestra independencia, nos invitan a atacar aquello que nos hace débiles, como el amor. Sí, el miedo al amor por razón de su perfecta mansedumbre, está justificado para dejar de sentirnos vulnerables. La mansedumbre del amor nos hace débiles -nos dirá el ego-. Y si le tenemos miedo a Dios, es sencillamente, porque hemos olvidado lo que ES y lo que Somos: Uno. 

11. Únicamente en el altar de Dios podrás encontrar paz. 2Y este altar está en ti porque Dios lo puso allí. 3Su Voz todavía te llama a retornar, y le oirás cuando dejes de anteponer otros dioses a Él. 4Puedes renunciar al dios de la enfermedad por tus hermanos; de hecho, eso es lo que tendrás que hacer si renuncias a él tú mismo. 5Pues si ves al dios de la enfermedad en alguna parte, lo has aceptado. 6Y si lo has aceptado, te postrarás ante él y lo adorarás porque fue concebido para reemplazar a Dios. 7Él es la creencia de que puedes elegir qué dios es real. Si bien está claro que esto no tiene nada que ver con la realidad, está igualmente claro que tiene mucho que ver con la realidad tal como tú la percibes. 

La enfermedad a la que se refiere el Curso, no es la enfermedad del cuerpo. Esa enfermedad se encuentra en la Causa, en la Mente, por lo que su corrección se debe llevar a cabo en ese nivel, en el de las creencias.

La enfermedad es un falso pensamiento, que nos lleva a creernos separados de nuestra Fuente Creadora.

La sanación es el pensamiento correcto que nos permite recordar y reconocer lo que somos.

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