II. La invitación a curar.
1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar
y de ser curadores, por lo tanto, es el primer paso en el proceso de reconocer
lo que verdaderamente quieres. 2Todo ataque te aleja de esto, y todo
pensamiento curativo te lo acerca. 3El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4Unir tener y ser es unir, tu voluntad a
En estado ego, nuestra mente es
fiel a la creencia de que estamos separados de nuestro verdadero Creador y de
Su Creación. Este estado de pensamiento da lugar a la enfermedad, pues la
enfermedad es la percepción de la separación.
En estado Espíritu, nuestra mente
es fiel a la creencia de que somos una Unidad en la Mente de nuestro Creador y
de que formamos una Unidad en la Filiación Divina. Este estado de pensamiento
da lugar a la curación, pues la curación es la percepción correcta de lo que
somos.
Curar, es sanar la percepción
errónea de estar separados. El tránsito de la percepción errada a la percepción
verdadera, lleva consigo una lección de entendimiento. Dicho proceso forma
parte del despertar de la consciencia, esto es, la Expiación que nos concede
nuestra Mente Recta, el Espíritu Santo, permitiéndonos la comprensión de que
somos los únicos soñadores de nuestros sueños.
3. Y la negación es tan total
como el amor. 2No puedes negar parte de ti mismo porque el resto
parecerá estar separado de ti, y, por lo tanto, desprovisto de significado. 3Y
al no tener significado para ti, no lo entenderás. 4Negar el
significado de algo equivale a no comprenderlo. 5Únicamente puedes
curarte a ti mismo porque únicamente el Hijo de Dios tiene necesidad de curación.
6Tienes necesidad de ella porque no te entiendes a ti mismo, y por lo
tanto, no sabes lo que haces. 7Puesto que te has olvidado de lo que
es tu voluntad, no sabes lo que realmente quieres.
La visión que nos aporta el ego,
es un mundo carente de significado, pues nos muestra un mundo carente de amor.
La primera lección del Libro de Ejercicios nos enseña: “Nada de lo que veo,
significa nada”. Ya hemos visto, que el objetivo de este Curso es ofrecernos el
entrenamiento necesario para que nuestra mente recuerde la verdad de lo que
somos.
El punto que estamos analizando,
nos dice que “negar el significado de algo equivale a no comprenderlo”. Esta
información parece contradecirse con el mensaje que nos ofrece la lección 1 del
Libro de Ejercicios. Pero no lo hace, pues el único significado posible es el
que nos ofrece lo verdadero, lo real, lo inmutable, lo eterno.
Las “creaciones” del ego, carecen
de significado, pues son frutos de la percepción errónea, la que nos lleva a
creer en un mundo separado de Su Fuente.
Las creaciones del Hijo de Dios,
sí tienen significado. El único posible es que son portadoras de la verdad, la
que se comparte con Su Creador. No podemos negar el significado de estas
creaciones, pues de hacerlo estaríamos reconociendo que no comprendemos lo que
somos y, por lo tanto, no comprendemos la naturaleza de Dios.
Invitar al Espíritu Santo, a la Mente Recta, a nuestra morada,
significa elegir servir a la Voluntad del Padre, que es nuestra única y
verdadera voluntad. Significa que reconocemos a nuestra verdadera Paternidad.
5. El Espíritu Santo no puede hablarle a un anfitrión
que no le dé la bienvenida, puesto que no sería oído. 2El Eterno
Invitado jamás se ausenta, pero Su Voz se vuelve cada vez más tenue en compañía
de extraños. 3Necesita tu protección, únicamente porque la atención
que le prestas es señal de que deseas Su Compañía. 4Piensa
como Él aunque sólo sea por un momento
y la pequeña chispa se convertirá en una luz tan resplandeciente que inundará
tu mente para que Él se convierta en
tu único Invitado. 5Siempre que le abres las puertas al ego, menoscabas la bienvenida que le das
al Espíritu Santo. 6Él no se ausentará, pero habrás hecho una alianza contra Él. 7Sea cual
sea la jornada que decidas emprender, Él irá contigo y esperará. 8Puedes
confiar plenamente en Su paciencia, pues Él no puede abandonar a ninguna parte
de Dios. 9Mas tú necesitas mucho más que paciencia.
Este punto nos aproxima a una
verdad que es como el verdadero Amor, no se puede explicar, tan solo se puede
experimentar, para conocerlo. La presencia del Espíritu Santo en nuestra mente
es eterna, pero lo hemos olvidado. El gesto de llamarlo, de invocarlo, es una
demostración de que desconocemos su realidad, pues estamos olvidando de que
nuestra verdadera esencia es Espiritual, lo que debe llevarnos a comprender,
que es imposible que el Espíritu Santo se encuentre fuera de nosotros.
Tal vez, nuestra educación
religiosa nos influya para pensar que Dios se encuentra fuera de nosotros. Pero
esta interpretación procede de las enseñanzas del ego, que cree en la
separación y que se cree su propio creador.
El Hijo de Dios está unido a Su
Creador, pues es una extensión de Su Mente.
6. No podrás descansar hasta que
sepas cuál es tu función y la lleves a cabo, pues sólo en esto pueden estar
completamente unidas
Así es.
7. ¿Qué
prefieres ser, del ego o anfitrión de Dios? 2Aceptarás únicamente a
aquel que invites. 3Eres libre de determinar quién ha de ser tu
invitado y cuánto tiempo ha de permanecer contigo. 4Mas esto no es
auténtica libertad, pues depende todavía de cómo la consideres. 5El
Espíritu Santo se encuentra ahí, pero no puede
ayudarte a menos que tú se lo pidas. 6Y el ego no es nada, tanto si
lo invitas a que entre como si no. 7La auténtica libertad radica en
darle la bienvenida a la realidad, y de tus invitados, sólo él Espíritu Santo
es real. 8Date cuenta, pues, de Quién mora en ti, reconociendo
simplemente lo que ya se encuentra ahí, y no te conformes con consoladores
imaginarios, pues el Consolador de Dios se encuentra en ti.
Una nueva reafirmación en el mensaje que ha de
aportarnos la certeza de lo que realmente somos. El Espíritu Santo actúa desde
el Amor, es decir, respetando nuestra libertad. Debe ser nuestra voluntad, la
que permita oír la Voz del invitado que Dios ha dispuesto para Su Creación. Esa
pequeña dosis de voluntad que ha de llevarnos a elegir a quién preferir, al ego
o a Dios.
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