III. La corrección del error
1. La
vigilancia que el ego ejerce en relación con los errores de otros egos no es la
clase de vigilancia que el Espíritu Santo quiere que mantengas. 2Los
egos critican basándose en el tipo de "lógica" de que son
partidarios. 3Entienden esa clase de lógica porque para ellos tiene
sentido. 4Para el Espíritu Santo, no obstante, no tiene ningún
sentido.
En este
apartado de las Enseñanzas que estamos estudiando, el Curso profundiza, aún
más, en la importancia que tiene tomar consciencia de nuestra verdadera
identidad y percibirnos correctamente como Dios nos ha creado, seres puros,
amorosos, perfectos, libres y plenos.
Olvidar
esa Identidad, nos lleva a fabricar un mundo donde la Unidad de la Filiación
Divina se sustituye por un mundo ilusorio, dual y de separación. En ese mundo
irreal y falso, la identidad del ego adquiere los ropajes de un cuerpo y su
visión le lleva a creer tan sólo en aquello que sus sentidos físicos les
muestra. Una visión al servicio de sus deseos, pues lo que ve es el resultado
de aquello que desea y aquello en lo que cree.
Esa falsa
creencia, ver un mundo donde impera la separación, nos lleva a dar significado
a lo percibido, pues el ego, necesita sentir que su realiza se sustenta en
aquello que controla y conoce, ignorando, que cuanto percibe está sujeto a la
temporalidad y por tanto a su desaparición, pues tan solo lo real es
intemporal.
El miedo
que lo acompaña al descubrirse como el efecto del error de haber fabricado un
mundo diferente al creado por Dios, le lleva a un sentimiento de culpa que le
atormenta y para librarse de él, proyecta su miedo y su culpa al exterior,
juzgando los comportamientos de los demás, con la misma intensidad y desprecio
como el que se dirige a sí mismo.
Cuando el
ego hace uso del juicio, cree estar corrigiendo el error en el otro, cuando en
realidad, lo que está haciendo es proyectar su miedo, su culpa, su error, en
los demás. Sin saberlo, pues el acto es inconsciente, está reconociendo que
está unido con el resto del mundo, pues el otro se muestra como el espejo donde
el ego puede verse a sí mismo y conocer su verdadera identidad. Ya hemos visto
como el Curso nos enseña que la Salvación no será posible sin el acompañamiento
de nuestros hermanos.
2. Para el
ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalarles a otros sus
errores y tratar de "corregirlos". 2Esto tiene perfecto
sentido para él porque no tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es
la corrección. 3Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la
corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. 4Cuando
corriges a un hermano le estás diciendo que está equivocado. 5Puede
que en ese momento lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si
está hablando desde su ego no lo tiene. 6Tu tarea, sin embargo,
sigue siendo decirle que tiene razón. 7No tienes que decírselo
verbalmente si está diciendo tonterías. 8Necesita corrección en
otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel. 9Sigue
teniendo razón porque es un Hijo de Dios. 10Su ego, por otra parte,
está siempre equivocado, no importa lo que diga o lo que haga.
El Curso
no va dirigido al ego, pues si así fuese, estaría reconociendo su realidad.
Cada mensaje que se recoge en este Manual de Enseñanza va dirigido al Hijo de
Dios, que es Uno en la Filiación. Por tal motivo, dado que la perfección es un
atributo de Dios y de Su Hijo Amado, el error y su corrección no pueden formar
parte de la Visión Crística del Hijo de Dios.
Al
reconocernos como Hijos de Dios, no podemos seguir viendo el error como una
invitación a corregirlo, pues dicha visión pertenece al mundo falso fabricado
por el ego.
4.
Reaccionar ante cualquier error, por muy levemente que sea, significa que no se
está escuchando al Espíritu Santo. 2Él simplemente pasa por alto
todos los errores, y si tú les das importancia, es que no lo estás oyendo a Él.
3Si no lo oyes, es que estás escuchando al ego, y mostrándote tan
insensato como el hermano cuyos errores percibes. 4Esto no puede ser
corrección. 5Y como resultado de ello, no sólo se quedan sus errores
sin corregir, 6sino que renuncias a la posibilidad de poder corregir
los tuyos.
La
aplicación de este punto nos lleva a decidir, de manera plenamente consciente,
vivir cada presente al servicio de la Verdad, al servicio del Amor, al servicio
de la Unidad, a vivir nuestra divinidad.
Se nos
muestra el correcto proceder a la hora de percibir lo que consideremos nuestros
errores y los de los demás. La percepción verdadera nos lleva a comprender la falsedad de la mente
egoica y ello propiciará el deseo de rectitud. Esa Mente Recta es el Espíritu
Santo, con el cual debemos sintonizar depositando toda nuestra confianza en Su
correcta Visión.
6. Tú no
te puedes corregir a ti mismo. 2¿Cómo ibas a poder entonces corregir
a otro? 3Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es
posible verte a ti mismo verdaderamente. 4Tu función no es cambiar a
tu hermano, sino simplemente aceptarlo tal como es. 5Sus errores no
proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad
en ti. 6Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno
sobre la verdad que mora en ti. 7Percibir errores en alguien, y
reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. 8No
podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar,
sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te
extraviarás.
La
Percepción Verdadera, nos permitirá ver las cosas con rectitud. Este estado se
alcanza cuando dejamos de identificarnos con la falsa personalidad, con el ego.
De este modo, dejaremos de juzgar a los demás y nos entregaremos al servicio de
la Verdad.
7. Los
errores que tu hermano comete no es él quien los comete, tal como no eres tú
quien comete los tuyos. 2Considera reales sus errores, y te habrás
atacado a ti mismo. 3Si quieres encontrar tu camino y seguirlo, ve
sólo la verdad a tu lado, pues camináis juntos. 4El Espíritu Santo
en ti os perdona todo a ti y a él. 5Sus errores le son perdonados junto
con los tuyos. 6
El Hijo de
Dios no comete errores. Es la falsa fabricación del ego, quien alimenta el
error desde el instante-creencia llamado “pecado original”. La culpa, sustituyó al
estado de pureza primigenia, y a partir de ese momento, todas las fabricaciones
del ego llevan el sello del error original, acompañado del miedo a ser castigado
por el Creador. Pero el Hijo de Dios es parte de Su Creador. Sus Mentes
permanecen unidad en el Amor. En esa Vibración Espiritual no hay cabida para el
error.
No
necesitamos aprender cómo crear, pero sí necesitamos aprender a desearlo. Tan
sólo el Amor crea. Ya hemos visto a lo largo de estas enseñanzas, como el miedo
da lugar a fabricaciones irreales e ilusoria. Si el Amor es la única fuerza
verdadera que nos permitirá ser Dioses Creadores, la invitación que nos hace
este punto, es que nuestro único y verdadero deseo debe ser AMAR.
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