
¿Qué me enseña esta lección?
Esta lección me da la oportunidad de afirmar qué soy. Esta cuestión tan sólo puede encontrar un argumento verídico y real, en virtud de nuestro origen, es decir, a la naturaleza de nuestro Creador. No puedo ser diferente de mi Hacedor. Desde este punto de vista, afirmaré que soy lo que Dios Es. Este análisis nos sitúa en la eterna pregunta: ¿qué es Dios?
Intentar dar respuesta a esta cuestión con los ojos del cuerpo nos llevará a una negación evidente, pues la mente empírica da credibilidad a lo que ve. Al ser Dios invisible para el ego, su credibilidad pasa a ser un acto de fe.
Pero el ego no sólo recibe percepciones a través de lo palpable, sino que también acepta admitir como verdadero aquello que es capaz de sentir y pensar. Desde este enfoque, la idea y el sentimiento de Dios adoptan un valor a considerar. Luego, la respuesta a la cuestión "¿qué soy?" nos lleva a considerar un triple aspecto: soy un cuerpo físico; soy un cuerpo emocional y soy un cuerpo mental. Con el cuerpo físico actúo, con el emocional, siento, y, con el mental, pienso.
Desde la perspectiva del ego, la respuesta se resumiría en que somos un triple cuerpo.
Pero esa definición no es real, pues el contenido de esos vehículos está sujeto al cambio, y todo lo que es en esencia verdadero no puede cambiar.
Tendremos que buscar la identidad real, la que goce de la perfección, de la eternidad, de la intemporalidad. Esa identidad es la “energía divina” con la que hemos sido creados. Somos una esencia espiritual dotada de los Atributos de nuestro creador. Esta esencia es la única verdad y no podemos confundirla con los ropajes a través de los cuales se expresa: un sentimiento, un pensamiento, un acto.
La identificación pasajera con estos vehículos temporales y transitorios da lugar a la creencia en la separación. Esta es la razón por la cual se hace necesaria la Expiación, pues hay que corregir ese error de interpretación y recuperar la consciencia de unidad.
Ejemplo-Guía: "Una cuestión ancestral: ¿qué soy?"
Cuando leí por primera vez esta lección, me pregunté por qué no se había tocado con anterioridad, de manera tan directa, la cuestión del «¿qué soy?». Considero esencial tener clara la respuesta a esta pregunta. Hemos hablado del significado de las cosas, del valor de las cosas, de la realidad o ilusión del mundo. Hemos hablado de Dios y del Cielo. Hemos hablado de nuestra semejanza con el Creador.
Lo interpreto como una preparación del camino. Y cuando utilizo este término, lo hago de forma alegórica, para aludir a lo esencial, a la elección de hacer uso de nuestra mente bajo la creencia en la separación o, por el contrario, utilizar nuestra mente bajo la certeza de que somos uno con todo lo creado.
En verdad, el camino somos nosotros mismos. El camino es un instante santo que produce la evidencia interior de lo que somos realmente. El camino es el Cristo que fluye y emana desde nuestro interior, desde la inagotable Fuente del Amor.
Responder a la pregunta "¿qué soy?" es esencial, pues, de acuerdo a nuestra respuesta, estaremos determinando cómo viviremos la vida, desde la muerte o desde la vida.
Si creemos ser un cuerpo físico, ya lo hemos hablado a lo largo de estas lecciones; es la elección con la que nos hemos identificado cuando creemos ser lo que percibimos. Esta elección ha dado lugar a una visión basada en la separación, en el miedo, en el pecado, en el dolor y en la muerte.
Si creemos ser Espíritu, también lo hemos hablado; es la elección con la que recordamos lo que realmente somos, el Hijo de Dios, heredero legítimo del Creador, y como tal, un ser divino. Elegir recordar nos lleva a desaprender las leyes del mundo de la percepción y adoptar las leyes del Cielo, donde la realidad se manifiesta a través de la Unidad, el Amor y la Inteligencia Creadora.
Si creemos ser un cuerpo, plantearemos nuestra vida para alcanzar el bien-estar. Esta meta nos lleva inevitablemente a experimentar la desdicha y la desilusión, pues lo material está regido por la ley de la temporalidad y la pérdida de lo que poseemos nos produce un profundo dolor.
Si creemos ser Espíritu, la vida se plantea desde la visión del bien-ser. Esto no es una meta, sino una toma de consciencia del Ser. Cuando vivimos la vida desde la consciencia del Bien-ser, experimentamos un permanente estado de felicidad, la cual se ve colmada cuando compartimos lo que somos desde la Filiación Una.
Reflexión: ¿Ser o hacer? ¿Ser o tener?
Gracias aceptaré la expiación de mi mismo.
ResponderEliminarBUEN DIA ES UN GRAN ALIBIO HABER ENCONTRADO UN CURSO DE MILAGROS EN MI VIDA..GRACIAS ACEPOTO LA EXPIACION....
ResponderEliminarAcepto la expiación para mi mismo. Gracias por todo el amor.
ResponderEliminarGracias J.J
ResponderEliminarQue es la expiacion?
ResponderEliminarSoy un Santo hijo de Dios gozando de la Alegría de Ser Instrumento del Espíritu Santo🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏💙💙💙💙💙💙💙💙💙
ResponderEliminarSoy Santo,Soy Pleno,Soy un Abundante hijo de Dios guiado por el Espíritu Santo🙏🙏🙏🙏🙏♥️♥️♥️♥️🤍🤍🤍🤍💙💙💙✨✨✨✨🥳🥳🥳🥳🥳🥳
ResponderEliminarMe encantan tus reflexiones, excelente complemento en cada lección, gracias
ResponderEliminarGratitud, Ruth.
EliminarEn este momento me ayuda usar el plural “somos el santo hijo de Dios”, para traer a mi conciencia mi unidad con el otro, el ser uno con mis semejantes o, mejor dicho, mis iguales.
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