martes, 21 de enero de 2025

Capítulo 17. VII. La invocación a la fe (2ª parte).

VII. La invocación a la fe (2ª parte).

4. Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación. 2Pero recuerda esto: la santidad fue la meta que se fijó para tu relación, y no fuiste tú quien lo hizo. 3No fuiste tú quien la fijó porque la santidad no se puede ver excepto mediante la fe, y tu relación no era santa por razón de la limitada y reducida fe que tenías en tu hermano. 4Tu fe tiene que aumen­tar para poder alcanzar la meta que se ha fijado. 5La realidad de la meta facilitará eso, pues te permitirá ver que la paz y la fe no vienen por separado. 6¿Cómo podrías estar en una situación sin tener fe y al mismo tiempo serle fiel a tu hermano?

La Filiación Divina, el Hijo de Dios, goza de la santidad de Su Padre. El Amor y la Unidad son dos de sus Atributos y son eternos. El Amor es inquebrantable. Cuando otra creencia se interpone ante esa verdad, se produce una alteración en la fe verdadera, lo que da lugar a la mala fe o creencia errónea. Podemos decir que la mala fe es lo mismo que la falsa fe, pues lo que nos está indicando es que la ilusión se ha apoderado de la verdadera realidad.

La falsa fe nos lleva a interpretar a nuestros hermanos como a nuestros enemigos. Los percibimos con una identidad pasajera y quebrantable, lo que significa la ausencia de la esencia del Amor. Identificado con una personalidad pecadora y merecedora del castigo que mitigue la culpa que siente, la santidad que comparte la Filiación desaparece bajo las sombras que proyecta la identidad egoica.

5. Cada situación en la que te encuentras no es más que un medio para satisfacer el propósito que se estableció para tu relación. 2Si la ves como algo diferente, es que te falta fe. 3No hagas uso de esa falta de fe. 4Deja que se presente y obsérvala con calma, pero no hagas uso de ella. 5La falta de fe es la sierva de lo ilusorio, y es totalmente fiel a su amo. 6Haz uso de ella, y te llevará directa­mente a las ilusiones. 7No te sientas tentado por lo que te ofrece. 8La falta de fe no supone ningún obstáculo para el objetivo, sino para el valor que éste tiene para ti. 9No aceptes la ilusión de paz que te ofrece, sino que, por el contrario, contempla su ofrecimiento y reconoce que es una ilusión.

Cada encuentro de relación con nuestros hermanos es una invitación a dar fe de nuestra creencia en la unidad. Ello supondrá que reconocemos a nuestro hermano como parte integrante de la Filiación que conforma el acto creador de Dios.

Verlo de otra manera, esto es, verlo desde la falta de fe, nos mostrará el contenido de nuestra creencia errada en la separación.

Todo ello da lugar, me refiero a la situación que da lugar a una experiencia de relación, a poner a prueba nuestra fe en la verdad. Nos enfrentamos, una vez más, a elegir la realidad o la ilusión. Si no queremos ver a nuestro hermano desde la unidad, es porque no creemos en que ello sea verdad. Siempre proyectamos fuera de nosotros aquello que vemos en nuestro interior. Al vernos como pecadores, separados de nuestro Creador, trasladaremos esa misma visión fuera de nosotros, de tal modo que el otro será alguien ajeno a nosotros.

6. El objetivo de la ilusión está tan estrechamente vinculado a la falta de fe como la fe lo está a la verdad. 2Si pones en duda que alguien pueda desempeñar su papel, y desempeñarlo perfecta­mente en cualquier situación entregada de antemano a la verdad, es que la entrega no fue absoluta. 3Esto significa que no has tenido fe en tu hermano y que has usado tu falta de fe contra él. 4Nin­guna relación es santa a menos que su santidad la acompañe a todas partes. 5De la misma manera en que la santidad y la fe van de la mano, así su fe tiene también que acompañarla a todas par­tes. 6La realidad del objetivo inspirará y obrará cualquier milagro que sea necesario para su logro. 7Cualquier cosa tanto si es dema­siado grande como demasiado pequeña, demasiado débil o de­masiado apremiante, será puesta dulcemente a su servicio para apoyar su propósito. 8El universo la servirá gustosamente, tal como ella sirve al universo. 9Pero no interfieras.

La luz de la verdad resplandece eternamente para todo aquel que quiere gozar de ella. Tan solo tenemos que invocarla en nombre del amor que nos une a ella, para que se nos muestre a la consciencia. El acto consciente de buscar la verdad es un llamamiento para que todas las fuerzas que trabajan para el amor se pongan a nuestra disposición y nos allanen el camino para disfrutar de ese encuentro milagroso.

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