lunes, 20 de enero de 2025

Capítulo 17. VII. La invocación a la fe (1ª parte).

VII. La invocación a la fe (1ª parte).

1. Los sustitutos de cualquier aspecto de una situación son los testigos de tu falta de fe. 2Demuestran que no creíste que la situa­ción y el problema estuviesen en el mismo lugar. 3El problema era la falta de fe, y esto es lo que demuestras cuando lo separas de su fuente y lo pones en otro lugar. 4Como resultado de ello, no ves el problema. 5De no haberte faltado la fe de que podía ser resuelto, el problema habría desaparecido. 6Y la situación habría tenido sentido para ti porque se habría eliminado cualquier interferen­cia que hubiese impedido que la entendieses. 7Trasladar el pro­blema a otro lugar es perpetuarlo, pues te desentiendes de él y haces que sea irresoluble.

¿Quiénes son esos "sustitutos"? Jesús utiliza este término para aludir a los pensamientos que conforman las creencias erróneas. Es por ello que nos sitúa el error en la creencia de que la situación y el problema estuviesen en el mismo lugar. Añade que el problema es la falta de fe, o lo que es lo mismo, la creencia correcta, la que ha de llevarnos a comprender que la causa y el efecto no podemos fracturarlos, no podemos pensar que están separadas la una de la otra, sino que son los dos polos de un mismo eje.

Si no conocemos la causa, no entenderemos los efectos. Aparecen los problemas, pero no lo afrontamos adecuadamente, pues no conocemos el sentido de la situación. Cuando realmente el problema nos está revelando cuál es la situación. Si aplicamos esta secuencia a la experiencia de relación especial, donde la causa-situación aparece desvinculada del efecto-problema, comprenderemos la razón por la cual dicha experiencia suele ser frustrante.

La situación y el problema no se producen separadamente, es decir, no podemos pretender que la causa-situación la ubiquemos en el pasado y el efecto-problema lo percibamos en el presente. El concepto tiempo debe ser visto desde otra perspectiva. que nos permita comprender que el pasado pasó y que tan solo en el presente se nos muestra la percepción verdadera de la causa-efecto, de la situación-problema. Es en ese presente donde podremos tener acceso consciente del problema y, de la mano de la fe, de la creencia en ello, podremos elegir ver el problema desde el perdón, sin que la creencia en la separación nuble nuestra consciencia de la verdad.

2. No hay ningún problema que la fe no pueda resolver. 2Si trasla­das cualquier aspecto de un problema a otro lugar, ello hará que sea imposible solventarlo. 3Pues si trasladas parte del problema a otro lugar, el significado del problema inevitablemente se pierde, y la solución del problema radica en su significado. 4¿No es posi­ble acaso que todos tus problemas ya se hayan resuelto, pero que tú te hayas excluido a ti mismo de la solución? 5La fe, no obstante, tiene que estar donde algo se ha consumado, y donde tú ves que se consumó.

La afirmación con la que comienza este punto nos lleva a comprender que la creencia en la unidad que mantiene a la Filiación unida a Su Creador es el correctivo de cualquier problema. El ego, que es un experto fracturador de la verdad, piensa que hay muchos tipos de problemas, y esto es así debido a que cree en la separación. Si creyese en la unidad, la causa del problema desaparecería, lo que nos llevaría a la visión correcta de que el problema es un error, que se corrige negando su existencia.

Si el problema que percibimos es que sembramos la semilla de un peral y el árbol nos da manzanas, lo que percibimos como problema, esto es, las manzanas, nos está revelando que cometimos un error a la hora de elegir la semilla, es decir, no separamos la elección de la semilla de los frutos obtenidos. Verlo desde el presente como una unidad nos permitirá aplicar el correctivo correcto, elegir conscientemente la semilla adecuada para que nos ofrezca los frutos adecuados.

3. Una situación es una relación, pues es una confluencia de pen­samientos. 2Si se perciben problemas, es porque se cree que los pensamientos están en conflicto. 3Mas si el objetivo es la verdad, eso es imposible. 4Alguna idea relacionada con el cuerpo tuvo que haberse inmiscuido, ya que las mentes no pueden atacar. 5Pensar en cuerpos indica falta de fe, pues los cuerpos no pueden solven­tar nada. 6El que se inmiscuyan en la relación -lo cual es un error acerca de lo que piensas de la situación- es lo que entonces se convierte en la justificación de tu falta de fe. 7Cometerás este error, pero no dejes que ello sea motivo de preocupación para ti. 8El error no importa. 9La falta de fe que se lleva ante la fe nunca será un escollo para la verdad. 10Pero usar la falta de fe contra la verdad siempre destruirá la fe. 11Si te falta fe, pide que se te restituya allí donde se perdió, y no intentes que se te indemnize por ella en otra parte, como si se te hubiese privado injustamente de ella.

Cuando nuestra relación con los demás nos lleva a percibirlos como cuerpos, lo que estamos haciendo es identificarlos incorrectamente y la causa de ello tan solo se encuentra en nuestras creencias, en nuestros pensamientos, los cuales defienden que somos lo que percibimos erróneamente.

Si depositamos nuestra fe en creencias falsas, no sabremos identificar correctamente dónde se encuentra la solución a nuestros problemas. Mantenernos fieles a la "mala fe" o a la carencia de fe nos llevará a ir ciegos por la vida y a no ver la verdad. El sistema de pensamiento del ego se caracteriza precisamente por su empeño en mantenernos alejados de la creencia correcta, para lo cual merma nuestra fe en la verdad, mostrándonos pruebas de que tan solo el mundo de la percepción es el verdadero.

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