viernes, 25 de octubre de 2024

Capítulo 15. V. El instante santo y las relaciones especiales (2ª parte).

V. El instante santo y las relaciones especiales (2ª parte).

5. El Espíritu Santo sabe que nadie es especial. 2Mas Él percibe también que has entablado relaciones especiales, que Él desea purificar y no dejar que destruyas. 3Por muy profana que sea la razón por la que las entablaste, Él puede transformarlas en santi­dad, al eliminar de ellas tanto miedo como le permitas. 4Puedes poner bajo Su cuidado cualquier relación y estar seguro de que no será una fuente de dolor, si estás dispuesto a ofrecérsela a Él para que no apoye otra necesidad que la Suya. 5Toda la culpabili­dad que hay en tus relaciones especiales procede del uso que haces de ellas. 6Todo el amor, del uso que Él hace de ellas. 7No temas, por lo tanto, abandonar tus imaginadas necesidades, las cuales no harían sino destruir la relación. 8De lo único que tienes necesidad es de Él.

El Espíritu Santo hace uso de su cualidad como mediador, para inspirarnos el verdadero significado del amor, de tal modo, que seamos capaces de sustituir los viejos conceptos que nuestro sistema de pensamiento ha acuñado del amor bajo la guía del ego.

Ofrecer al Espíritu Santo nuestra relación, significa que debemos estar dispuestos a ver el aspecto condicionado por la culpa de dicha relación. Dicha culpa se basa en el miedo y en la creencia en la separación. Elevar nuestro amor condicionado a un amor incondicional, es la lección que nos regala el Espíritu Santo cuando media en nuestras relaciones.

Cuando amemos, no lo hagamos con miedo a perder lo que amamos, pues si lo hacemos, no lo estamos amando, realmente, le estamos exigiendo que se comporte como nosotros hemos imaginado que debe hacerlo. 

6. Si deseas sustituir una relación por otra, es que no se la has ofrecido al Espíritu Santo para que Él haga uso de ella. 2El amor no tiene substitutos. 3Cualquier intento de sustituir un aspecto del amor por otro, significa que has atribuido menos valor a uno y más a otro. 4De esta forma, no sólo los has separado, sino que los has condenado a ambos. 5Mas tuviste que haberte condenado a ti mismo primero, o, de lo contrario, nunca habrías podido pensar que necesitabas que tus hermanos fuesen diferentes de como son. 6A no ser que hubieses pensado que estabas falto de amor no se te habría ocurrido pensar que ellos estaban tan faltos de amor como tú.

¡Guau! Es tan revelador el contenido de este punto, que no he podido evitar esta exclamación de admiración. Es tanta la lucidez y la sencillez expresada que nos desarma. Cuando el ego recibe este mensaje, queda al descubierto toda su estrategia. ¿Qué argumentos extraerá de su bagaje experiencial de su pasado, para desmentir la verdad expuesta? Dirá, quizás, que ha decidido cambiar de relación por que la otra persona le privaba de libertad, o, tal vez, su argumento sea otro, y su defensa se basará en que la otra persona no lo ama con la misma intensidad que lo hace él, lo que le impide ser especial.

¡No!, ninguno de los argumentos que utilice serán ciertos, pues están basados, eso sí,  en su actual ignorancia de lo que es el amor verdadero. Como bien expresa este punto, el amor no tiene substitutos. El amor es uno. Y si la razón de esa unicidad no se cumple, es porque no creemos en ella, no forma parte de nosotros, lo que nos llevará a proyectar fuera el contenido de nuestras creencias. Veremos a los demás desde la separación, y así, responderemos a nuestras relaciones de amor con ellas.

7.  El uso que el ego hace de las relaciones es tan fragmentado, que con frecuencia va aún más allá una parte de un aspecto se ajusta a sus propósitos, pero al mismo tiempo prefiere diferentes partes de otro aspecto. 2De ésta forma ensambla la realidad de acuerdo con sus caprichos, incitándote a que vayas en busca de una imagen que no tiene contrapartida real. 3Pues no hay nada en el Cielo o en la tierra que se parezca a ella, y así, por mucho que la busques, no podrás encontrarla porque no es real.

La visión del ego responde a su creencia en la separación. La causa de esta creencia procede del deseo del Hijo de Dios de ser diferente a Su Creador. Ese deseo diferenciador le ha llevado a interpretar que ha violado las Leyes de Dios y por tal motivo ha pecado contra Él, y se ha sentido expulsado del Hogar Paradisiaco donde disfrutaba del estado de Unidad.

Con esa errónea visión, la mente decide proyectarse en base a esa ley particular, lo que favorece la percepción, la cual se convierte en la fuente de aprendizaje de la conciencia.

Todo lo percibido se interpreta como separado de la mente que lo percibe y se le aporta un trato desde la visión del miedo y la culpa.

La Mente Una ya no forma parte de la visión de la mente y el juicio, la visión fragmentada, ocupa su lugar.

Hay un dicho popular donde vivo, que nos muestra lo que estamos explicando: "para gusto los colores", es decir, cada mente separada, percibe un mundo diferente, lo que da lugar, a los enfrentamientos y los conflictos, propios por conseguir hacer valer que su gusto es el que más fans y seguidores tiene.

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