II. El final de las dudas (1ª parte).
1.
Nos dice este punto, que la Expiación tiene lugar en el tiempo, pero es para el tiempo. Con esta afirmación, entiendo, que la Expiación, el regalo que el Espíritu Santo nos otorga, el regalo que encierra el recuerdo de Dios, el recuerdo de nuestra verdadera identidad, es una verdad eterna, pues procede del Ser que nos ha creado, el Cual, es eterno. Por lo tanto, la Expiación no es una verdad que se encuentre en el futuro y a la que se accede secuencialmente. La Expiación se nos ofrece cuando conectamos con el Espíritu Santo, la Mente Recta, y le pedimos que la verdad ilumine la oscuridad de las ilusiones, es decir, que corrija nuestra falsa percepción y nuestros errores.
La Expiación, aun no siendo para el tiempo, tiene lugar en el tiempo. Esto es así, debido a que prestamos credibilidad al sistema de pensamiento del ego, el cual ha inventado el tiempo para dar significado a su ilusoria existencia. El error es la propia creencia en el tiempo, por lo que, para corregirlo, debemos hacerlo desde el origen, desde la causa, esto es, desde el tiempo.
Una vez que se experimenta la Expiación, tiene lugar el instante bendito donde se abandona lo que hemos aprendido en el pasado y donde se recibe la lección de la paz en su totalidad.
2. No permitas que el tiempo sea
motivo de preocupación para ti, ni tengas miedo del instante de santidad que ha
de eliminar todo vestigio de miedo. 2Pues el instante de paz es
eterno precisamente porque está desprovisto de miedo. 3Dicho
instante llegará, ya que es la lección que Dios te da a través del Maestro que
Él ha designado para transformar el tiempo en eternidad. 4¡Bendito
sea el Maestro de Dios, Cuyo gozo reside en mostrarle al santo Hijo de Dios su
santidad! 5Su gozo no está circunscrito al tiempo. 6Sus
enseñanzas
son para ti porque Su gozo es el tuyo. 7A través de Él te alzas ante
el altar de Dios, donde Él dulcemente transforma el infierno en
Cielo. 8Pues es únicamente en el Cielo donde Dios quiere que estés.
En el camino de los aspirantes a Maestros de Dios, el tiempo puede ser un motivo de preocupación. La causa de dicha preocupación, antecede al instante santo en el que dicho estado de temor, desaparecerá.
Podemos pensar que nuestro despertar, nuestra Expiación, es cuestión de tiempo, de esfuerzos, de renuncias, de sacrificios, y en esa creencia radica la preocupación a la que hacíamos referencia anteriormente. Pero como ya hemos tenido ocasión de ver, con la Expiación, el camino ha tocado a su fin. Podemos decir, que hemos llegado a nuestro destino, y, a partir de él, ya no habrá más caminos, pues, el camino no está fuera de nosotros, sino que la verdad es el único camino y esta verdad, forma parte de nuestra identidad.
3. ¿Cuánto tiempo se puede
tardar en llegar allí donde Dios quiere que estés? 2Pues ya estás
donde siempre has estado, y donde has de estar eternamente. 3Todo lo
que tienes, lo tienes para siempre. 4El instante bendito se extiende
para abarcar al tiempo, del mismo modo en que Dios se extiende a Sí Mismo para abarcarte
a ti. 5Tú que te has pasado días, horas e incluso años encadenando
a tus hermanos a tu ego a fin de apoyarlo y proteger su debilidad, no percibes
Las enseñanzas del Curso nos ofrecen la oportunidad, ahora, en este instante, de tomar consciencia de la verdad. Esta verdad nos anuncia que somos portadores de la luz que ha de permitirnos entender y conocer lo que somos, y como consecuencia de ello, dejaremos de buscar fuera de nosotros lo que ya somos y siempre hemos sido.
Ese instante santo, viene bendecido por la visión Crística de la Unidad, por lo que, ahora nuestros ojos verán a nuestros hermanos como portadores de la verdad, la cual, compartimos en el sagrado lazo de la Filiación.
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