sábado, 5 de octubre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 279

LECCIÓN 279

La libertad de la creación garantiza la mía.

1. Se me ha prometido el fin de los sueños porque el Amor de Dios no abandonó a Su Hijo. 2Únicamente en sueños parece él estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegar 3Pero en realidad sus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su lugar. 4Ahora él es libre. 5¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?

2. Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. 2Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su Hijo. 3¿Me negarías, entonces, los regalos que me hiciste?


¿Qué me enseña esta lección?

Tomar consciencia de que el sueño ha tocado a su fin, ha de llevarnos a pensar, sentir y actuar en frecuencia de Unidad.

No debemos conformarnos con pensar que con la simple teoría, habremos conseguido dejar de vivir en el sueño. Tendremos que elegir pensar, sentir y vivir de otra manera. Tendremos que dar testimonio de la Verdad. Tendremos que trascender al ego y utilizar el cuerpo para comunicar nuestra función dentro del Plan de Salvación previsto por Dios para su Hijo.

Al igual, como elegimos materializar la energía prestándole nuestra atención, inoculándole la semilla de nuestra Voluntad y de nuestros Deseos, ahora, es el instante en el que podemos dejar de servir a ese mundo ilusorio y dirigir todo nuestro potencial creador en hacer consciente el Ser que habita en nosotros.

Con el sueño, nos desconectamos de nuestro Padre. Con nuestro despertar, elegimos volver a Él.

Con el sueño, sustituimos el amor por el miedo; la inocencia por la culpa; el perdón por el castigo. Con nuestro despertar, renunciamos al miedo, a la culpa y al castigo, y vivimos, de nuevo, de manera consciente, en el Amor, en la Inocencia y en el Perdón.

Ejemplo-Guía: "La libertad en el mundo de la ilusión"

Siempre he tenido como referente, en el tema de la libertad en este mundo, a Nelson Mandela. Su visión sobre este particular ha quedado recogida en muchas de las frases compartidas con la humanidad. Permitidme que elija una como muestra de su pensamiento:
"Yo no nací con hambre de ser libre, yo nací libre, libre en cualquier sentido que yo pueda entender".
Cuando reflexiono sobre la libertad desde el punto de vista metafísico, me impresiona comprobar que, junto al Amor, es uno de los Principios más elevados con los que Dios ha dotado a Su Creación. Como consecuencia de esta reflexión, no he podido evitar preguntarme si no hubiese sido más fácil para El Creador, haber privado de libertad a Su Creación, de este modo se hubiese garantizado la total fidelidad del Hijo hacia el Padre.

Bueno, coincidiréis conmigo, en que esta reflexión nos aleja de la verdad, pues Ser Amor y privar de la libertad de ejercer la voluntad, son contradictorias. Pero no desecharé haber llegado a esta conclusión, pues me permite situar el tema en el escenario adecuado para llegar a comprender, que la Creación es el fruto de la Libertad-Voluntad. La libertad es la condición, que junto a la Esencia del Amor, nos permite crear.

¿Cómo podría Dios crear a Su Hijo, haciendo uso de Su Libertad, desde Su Esencia Amorosa, y su obra no contar con esos Atributos? No seríamos como Él nos ha creado.

Mientras que la verdadera libertad es un Atributo creador, y debe ir acompañado del Amor, cuando la mente abandona la visión de la Unidad, la visión del Cielo, para fabricar un mundo donde rigen las leyes de la dualidad, la libertad, deja de ser un canal para expresar amor y se convierte en el arma más utilizada por el miedo. La privación de la libertad para salvaguardar nuestros intereses más deseados, se ha convertido en una de las prácticas favoritas de nuestras sociedades.

Cuando vemos que los demás atacan nuestros intereses, lo primero que hacemos es privar de la libertad al causante de nuestros temores. 

Este comportamiento que adquiere una dimensión visible en la sociedad de la que formamos parte, podemos encontrarlo, más oculto, en nuestro interior. No es extraño, que la sociedad en la que todos vivimos, sea la viva muestra de nuestros miedos internos.

Desde muy pequeños, nuestras muestras de libertad quedan condicionadas, mutiladas, por el "padre" de todos los miedos, las creencias. Esas creencias, atesoran, todo el bagaje del pasado ancestral, se convierten en postulamientos y leyes, y en verdad, son los barrotes más sólidos con los que vemos sometida nuestra libertad.

En la frase de Nelson Mandela, cuando expresa que no nace con hambre de libertad, sino que nace libre, lo que está expresando es la condición natural del Ser. Fue esa convicción de lo que es ser libre, lo que le permitió sentirse libre a pesar de encontrarse entre barrotes que le privaba de ese estado. 

Si nuestra mente nos lleva a evidenciar nuestra verdadera identidad, esa creencia nos hará libres. Desde este punto de vista, ser verdaderamente libres se convierte en una decisión.

Reflexión: ¿Por qué he de seguir esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y Dios me ofrece la libertad ahora?

viernes, 4 de octubre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 278

 LECCIÓN 278

Si estoy aprisionado, mi Padre no es libre.

1. Si acepto que estoy aprisionado dentro de un cuerpo, en un mundo en el que todo lo que aparentemente vive parece morir, entonces mi Padre está aprisionado al igual que yo. 2Y esto es lo que creo cuando afirmo que tengo que obedecer las leyes que el mundo obedece, y que las flaquezas y los pecados que percibo son reales e ineludibles. 3Si de algún modo estoy aprisionado, ello sig­nifica que no conozco ni a mi Padre ni a mi Ser. 4significa asi­mismo que no formo parte de la realidad en absoluto, 5pues la verdad es libre, y lo que está aprisionado no forma parte de la verdad.

2. Padre, lo único que pido es la verdad. 2He tenido muchos pensamien­tos descabellados acerca de mí mismo y de mi creación, y he introducido en mi mente un sueño de miedo. 3Hoy no quiero soñar. 4Elijo el camino que conduce a Ti en lugar de la locura y el miedo. 5Pues la verdad está a salvo, y sólo el amor es seguro.


¿Qué me enseña esta lección?

Te entrego mi mano Padre, tómala y camina junto a mí. De este modo, gozando de Tu Presencia, dejaré de sentir miedo, dejaré de vivir en la ilusión, dejaré de sentirme prisionero de las ataduras a un mundo que no es real.

Soy tu Hijo y tomo consciencia de Tu Eterna Presencia. Por unos instantes, elegí aprender por propia iniciativa y esa decisión, me llevó a fabricar una nueva identidad fundamentada en la percepción. En este mundo, al que otorgué realidad, es necesario trabajar para ganarse el sustento que ha de alimentar el cuerpo con el que me identifico. Ese cuerpo necesita ser protegido, pues teme ser atacado por otros cuerpos. El ataque se convierte en la mejor defensa, en un mundo donde nos sentimos separados del resto.

Hoy despierto al sueño que ha dado lugar a tantas pesadillas. Hoy, elijo volver a mi verdadero Hogar. Hoy elijo oír la voz de mi Padre. Hoy elijo la Verdad, la que me revela, lo que en realidad soy: Un Ser Espiritual dotado de los Atributos de su Creador.

Siento el calor que desprende Tus manos. Mis manos, con seguridad, se aferran a Ellas. Me siento fundir en ese intercambio. Mi identidad pasa a formar parte de Tu identidad.

He vuelto Padre. Mi Mente es Tu Mente. Vivo en Tu Unidad.

¡Qué se haga Tu Voluntad!


Ejemplo-Guía: "¿Quién es el prisionero y quién es el carcelero?

Si aún pensamos que el prisionero y el carcelero son protagonistas distintos del guion, es la señal inequívoca de que aún creemos en la separación, en que aún estamos sujetos a las leyes de causa-efecto, en que aún no gozamos de la verdadera libertad.

¿Podría existir el papel de carcelero si no existiese el papel de reo? El guion del carcelero es custodiar al prisionero, asegurándose de que cumple su condena. Es la condena, lo que nos convierte en reos y es la condición de reo, la que hace necesaria la presencia del guardián que vele para que el prisionero cumpla su condena y expíe su delito.

Ya hemos visto a lo largo de las enseñanzas que estamos estudiando de Un Curso de Milagros, que nadie puede condenarnos desde el exterior, sino que es la proyección de nuestra propia condena, la que hace que recibamos el reflejo de nuestro mundo interno.

Cuando nos sentimos culpables internamente, ese es el mecanismo que utilizamos de una manera inconsciente. Proyectamos nuestra propia condenación, nuestra propia culpa y exigimos la corrección de nuestro "delito", de nuestro "pecado" de manera interna, pues no soportamos esa turbia visión, de tal modo que proyectamos la figura del carcelero, el cual velará para garantizar que cumplamos nuestra condena. Sinceramente, todo un montaje demencial, como el que da lugar al sistema de pensamiento en el que vivimos.


Es importante reconocer esta dinámica mental. Se trata de un mecanismo inconsciente
 de autodefensa, para no ver el rostro oscuro de nuestros dementes pensamientos. Ese reconocimiento no persigue el objetivo del autocastigo. Todo lo contrario, persigue el de la liberación, al comprender que todas esas fabricaciones elaboradas por nuestra mente son falsas. Como bien nos aconseja el Curso: "No tengas miedo al mirar el miedo pues no puede ser visto.

Si nos quejamos de la privación de libertad, preguntémonos a quién hemos nombrado nuestro carcelero y descubramos al reo condenado, es decir, descubramos qué estamos condenando de nosotros mismo y que mecanismo de autocastigo nos estamos infringiendo. De este modo tendremos la oportunidad de elegir aplicarnos el autoperdón y aunque dejemos en el paro al colectivo de carceleros, es mejor buscarles otro cometido que sentirnos privados de libertad.


Reflexión: La verdad es libre, y lo que está aprisionado no forma parte de la verdad.

Capítulo 15. EL INSTANTE SANTO. I. Los dos usos del tiempo (1ª parte).

 Capítulo 15

EL INSTANTE SANTO

 

I. Los dos usos del tiempo (1ª parte).

1. ¿Puedes imaginarte lo que sería no tener inquietudes, preocu­paciones ni ansiedades de ninguna clase, sino simplemente gozar de perfecta calma y sosiego todo el tiempo? 2Ése es, no obstante, el propósito del tiempo: aprender justamente eso y nada más. 3El Maestro de Dios no puede sentirse satisfecho con Sus enseñanzas hasta que éstas no constituyan lo único que sabes. 4Su función docente no se consumará hasta que no seas un alumno tan dedi­cado que sólo aprendas de Él. 5Cuando eso haya ocurrido, ya no tendrás necesidad de un maestro, ni de tiempo en el que aprender.

Cuando utilizamos el poder heredado de nuestro Padre, el poder creador, el tiempo no existe tal y como lo concebimos actualmente con la visión del sistema de pensamiento del ego. Causa y Efecto forman una unidad y se manifiestan en un mismo instante y perduran eternamente.

La creación del Hijo de Dios, da testimonio de ese instante eterno. La causa, la Mente de Dios. El efecto, Su Pensamiento, el cual dio lugar a Su Hijo.

La enseñanza del Espíritu Santo adquiere esa misma cualidad creadora y cuando se produce, experimentamos el Instante Santo.

En el Cielo, el tiempo no existe. Tan sólo existe en el mundo material, donde el tiempo, da un sentido temporal a la ley de causa y efecto. Pongamos un ejemplo que nos ayude a la comprensión de lo que decimos.

La semilla, es la causa que da origen al fruto, esto es, al efecto. Pero su manifestación requiere de todo una cronología de acontecimientos que completan el ciclo. La semilla debe contar con una tierra propicia para su crecimiento y para favorecer que se convierta en una planta con capacidad para dar sus frutos.

El modo de enseñar del tiempo, tal y como se recoge en este punto, es ayudarnos a aprender a gozar de perfecta calma y sosiego. Este aprendizaje se produce en el instante presente, en el instante eterno, cuando ponemos el tiempo, es decir, el aprendizaje en manos del Espíritu Santo.

Si elegimos como maestro al ego, el tiempo de aprendizaje estará sujeto al proceso cronológico que he referido en el ejemplo de la semilla. Requeriremos que pasen las fases, lo que favorecerá que el camino sea más largo y riguroso.

Como bien expresa este apartado, el Maestro de Dios debe seguir las enseñanzas del Espíritu Santo y hacer de cada instante, una acción creadora, un Instante Santo.

2. La razón del aparente desaliento del que tal vez padezcas es tu creencia de que ello toma tiempo y de que los resultados de las enseñanzas del Espíritu Santo se encuentran en un futuro remoto. 2Sin embargo, no es así, 3pues el Espíritu Santo usa el tiempo a Su manera, y no está limitado por él. 4Él tiempo es Su amigo a la hora de enseñar. 5No causa deterioro en Él como lo hace en ti. 6Todo el deterioro que el tiempo parece ocasionar se debe únicamente a tu identificación con el ego, que se vale del tiempo para reforzar su creencia en la destrucción. 7El ego, al igual que el Espíritu Santo, se vale del tiempo para convencerte de la inevitabilidad del obje­tivo y del final del aprendizaje. 8Él objetivo del ego es la muerte, que es su propio fin. 9Mas el objetivo del Espíritu Santo es la vida, la cual no tiene fin.

Si reflexionamos sobre el modo en el que aprendemos en la vida, seguro que encontraremos diferencias en las vías de aprendizaje elegidas. Igualmente, descubriremos, que la más frecuente de esas vías, es la proporcionada por el ego.

Pongo un ejemplo de lo que quiero compartir: aprendiendo a relacionarme con los demás.

En esta experiencia de aprendizaje, podemos elegir ver al otro como alguien ajeno a nosotros y como fruto de esa visión basada en la creencia en la separación, decido ponerme a la defensiva a la hora de relacionarme con esa persona y juzgo su manera de ser desde mi propia visión (miedo a amarlo), lo que propicia la falta de entendimiento entre las partes. La falta de amor es sustituida por el miedo, lo que nos lleva a experimentar dolor y sufrimiento. Nuestras actuaciones desencadenan efectos que despertarán sentimientos de culpa, lo que a su vez, nos impulsará a redimir nuestros errores. Esta secuencia, en el tiempo, se prolonga, hasta que nuestra consciencia elige ver de otra manera la vivencia de relación y dejando de juzgar al otro desde nuestra visión dual. El perdón es la mejor medicina para sanar ese síndrome que nos amenaza con extenderse interminablemente.

Si elegimos la vía de aprendizaje del Espíritu Santo, dejaremos en Sus manos, igualmente, el modo en cómo recibir el mensaje de su enseñanza. Puede ser una lectura espiritual, el contenido de una charla en la que participamos como oyente, incluso, el impacto que se produce en nuestra consciencia cuando leemos un eslogan publicitario anunciado en un tablón. Lo cierto es, que, independientemente del modo en cómo se manifiesta su mensaje, nuestra mente sintonizará con Su Enseñanza y, en un instante, nuestros ojos, que antes permanecían cerrados, se abrirán, viendo con total nitidez, que el único modo de llevar paz a nuestra relación con los demás, es permitiendo que esa paz forme parte de nuestro interior, de nuestro corazón. El tiempo se colapsa, cuando nuestra mente se pone al servicio del Espíritu Santo, pues nos libera de las secuencias temporales que exigen la culpa y el juicio, para ser trascendidas.

3. El ego es un aliado del tiempo, pero no un amigo. 2Pues descon­fía tanto de la muerte como de la vida, y lo que desea para ti, él no lo puede tolerar. 3Él ego te quiere ver muerto, pero él no quiere morir., 4El resultado de esta extraña doctrina no puede ser otro, por lo tanto, que el de convencerte de que él te puede perseguir más allá de la tumba. 5Y al no estar dispuesto a que ni siquiera en la muerte encuentres paz, te ofrece inmortalidad en el infierno. 6Te habla del Cielo, pero te asegura que el Cielo no es para ti. 7Pues, ¿qué esperanzas pueden tener los culpables de ir al Cielo?

El ego es el hijo del hombre, que ha elegido el miedo, en sustitución del Amor. Su sistema de pensamiento está basado en la percepción, la cual, a su vez, se erige por la creencia en la separación. Sin dicha creencia, el ego, no existiría, y todos sus argumentos están teñidos por el tinte de la dualidad y de la temporalidad. Sabe que su existencia es efímera, lo que le lleva a utilizar la idea de la muerte como uno de sus más firmes pilares para dar credibilidad a su falsa identidad. La muerte le lleva a negar la realidad de la vida y, sin embargo, siente un profundo temor por la muerte, pues el significado que le otorga, es su propio final.

El ego sueña con ser inmortal, pero su sistema de pensamiento, niega dicha posibilidad, pues ante la percepción del deterioro temporal del cuerpo, deduce que dicha inmortalidad ha de encontrarse en el infierno, que no es más que el lugar ilusorio donde purgar sus pecados.

jueves, 3 de octubre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 277

  LECCIÓN 277

No dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo inventé.

1. Tu Hijo es libre, Padre mío. 2No dejes que me imagine que lo he apri­sionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el cuerpo. 3Él no está sujeto a ninguna de las leyes que promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo. 4Lo que cambia no puede alterarlo a él en absoluto. 5Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. 6Él es tal como Tú lo creaste porque no conoce otra ley que la del amor.

2. No adoremos ídolos ni creamos en ninguna ley que la idolatría quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de Dios. 2El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto por sus propias creencias. 3Mas lo que él es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. 4Es libre por razón de Quién es su Padre. 5nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a Sí Mismo.


¿Qué me enseña esta lección?

La dimensión material, está sujeta a las leyes de Jehová (Yod-He-Vav-He). Jehová representa las cuatro fases de todo proceso creativo, en el mundo físico, donde el Yod, es el Inicio, la semilla, la Voluntad; el He, es la fase de interiorización, el arraigo de la semilla en la tierra, el Deseo; el Vav, es la fase de exteriorización, el brote de la planta al exterior de la tierra, el Pensamiento, y, el 2º He, es la fase de Materialización, el fruto, el cuerpo material.

Jehová rige sobre las leyes imperantes en la dimensión terrenal y nos revela que toda semilla aporta su fruto y que cada fruto engendra una nueva semilla. Jehová representa el aprendizaje a través de la experiencia,

El Hijo de Dios, atendiendo a la llamada de esa dimensión, dejó su comunión con Dios, donde el Conocimiento era por vía directa, y se identificó con el cuerpo físico y con las leyes que en él imperan. Este proceso le hemos llamado sueño, pues en verdad, la consciencia se encuentra identificada con un mundo ilusorio, sujeto a la temporalidad, y por lo tanto no real.

El estado de conciencia característico de esta dimensión, nos revela las leyes del tiempo, donde la existencia queda sujeta al intervalo comprendido entre el nacimiento y la muerte.

Con las leyes de Jehová, cosechamos lo que sembramos y pagamos por lo que hemos hecho mal. La idea ancestral del pecado, a nivel del inconsciente colectivo de la humanidad, se ha grabado a fuego en nuestra genética, del tal modo, que fabricamos un sistema para pagar nuestras deudas pendientes. Este sistema es la reencarnación.

Hoy, proclamo mi firme voluntad de abandonar esa vía de aprendizaje; no necesito volver a encarnar en un nuevo cuerpo con el propósito de redimir la ilusión del pecado.

Soy libre para perdonar y libre para salvar el mundo, pues no soy un cuerpo, sino un Ser Espiritual, inocente e impecable.

El Amor, sustituye la idea del miedo, de la culpa y del castigo.


Ejemplo-Guía: ¿Qué leyes rigen tus creencias?

Todas ellas, tienen un punto en común, un origen, una causa que la motiva, una creencia que la sostiene y la fortalece ante nuestros ojos: la culpa.

La culpa es el pensamiento que se origina cuando la mente sirve al error que ha llamado pecado.

No existiría esa visión, esa creencia si nuestra mente no hubiese interpretado que la relación causa-efecto es un proceso real, gracias al cual, la culpa es el fruto de haber prestado atención a un pensamiento pecador que viola la Libertad con la que nuestro Creador nos ha creado.

Al igual que el fruto, lleva en su interior una nueva semilla, la culpa, como fruto del pecado, engendra nuevos pensamientos pecaminosos, los cuales se convierten en la semilla de nuevos frutos, como el dolor, el sufrimiento, la ira, la enfermedad, la muerte, etc.

Por lo tanto, el origen de todas las leyes que rigen el mundo que hacemos real, el mundo físico, se encuentra en un falso pensamiento.

El tema elegido para el ejemplo-guía de esta lección, es una invitación a reflexionar sobre nuestro código de creencias, pues en ese código, encontraremos todo un sólido sistema construido en base a la percepción del mundo físico, donde la ley imperante, queda supeditada bajo la regencia de Jehová, es decir, bajo la ley de causa y efecto (la hago y la pago).

La sociedad, que hemos construido entre todos, también custodia celosamente todo un código de leyes para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. Ese manual legislativo, lo conocemos vagamente, salvo que hayamos elegido el Derecho como vocación, pero, lo padecemos continuamente en nuestro devenir. Hay leyes hasta para respirar. Lo más llamativo de esto, es que, si profundizamos en el terreno legal, da la impresión de que alguien se ha olvidado de la verdadera esencia de la vida: el perdón y el amor.

Bueno, es cierto que hemos evolucionado en el sentido que hemos superado la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente), aunque creo que me he precipitado al hacer esta apreciación, pues aún esta ley está vigente en algunos países, lo que nos indica (de manera oculta) que aún se encuentra formando parte de la mente del ser humano. ¿Quién no ha deseado la muerte de un asesino, cuando la víctima es cercana o no tan cercana? Son manifestaciones de nuestro rigor personal, expresados a través del canal de la palabra, el canal que utilizamos para hacer público lo que llevamos en nuestro corazón.

Si dirigimos nuestra mirada al terreno de la ciencia, descubriremos que todos sus postulados se sostienen bajo los pilares de las leyes. Sin embargo, un acercamiento a esa disciplina nos permitirá comprobar, rápidamente, que sus postulados, los mismos que han sido cánones, en un pasado, ahora son demolidos por nuevos principios que renuevan las ideas, o lo que es lo mismo, establecen nuevas leyes. Entre las leyes de Newton y las de Einstein  se reparten las verdades científicas de los últimos tiempos, aunque será por poco tiempo, pues la Física Cuántica viene poniendo en duda muchas de las "verdades" que hasta ayer parecían inamovibles.

Si os sentís interesados en profundizar sobre la visión de los nuevos "paradigmas" desde un punto científico, pero muy cercano al campo espiritual, os recomiendo la lectura de la obra "Las mariposas vuelan libres" de Stephen Davis. Lo encontraréis, gratis, en la red. 

¿Qué leyes te gobiernan? ¿Qué creencias te limitan? ¿Qué deseo te convierte prisionero de tus hábitos?

¿Nos atrevemos a dar una respuesta honesta a estas cuestiones? Pues, ponte cómodo y manos a la obra.


Reflexión: Nuestro verdadero Ser es Eterno e Invulnerable.

Capítulo 14. XI. La prueba de la verdad (5ª parte).

 XI. La prueba de la verdad (5ª parte).

13. Sólo aquellos que reconocen que no pueden saber nada a menos que los efectos del entendimiento estén con ellos, pueden realmente aprender. 2Para lograrlo tienen que desear la paz, y nada más. 3Siempre que crees que sabes, la paz se aleja de ti porque has abandonado al Maestro de la paz. 4Siempre que reconoces que no sabes, la paz retorna a ti, pues has invitado al Espí­ritu Santo a que retorne, al haber abandonado al ego por Él. 5No acudas al ego para nada. aEso es lo único que necesitas hacer. 6El Espíritu Santo, por Su Propia iniciativa, ocupará toda mente que, de esta manera, le haga sitio.

El saber del ego está contaminado por el virus de la creencia en el pecado y en la culpa, por lo que, sus enseñanzas, jamás nos podrán aportar paz.

Por esa razón, este punto nos invita a cambiar nuestra creencia en que sabemos lo que hay que hay que aprender. 

14. Si quieres paz tienes que abandonar al maestro del ataque. 2El maestro de la paz nunca te abandonará. 3Tú puedes apartarte de Él, pero Él jamás se apartará de ti, pues la fe que tiene en ti es Su entendimiento. 4Dicha fe es tan firme como la que tiene, en Su Creador, y Él sabe que tener fe en Su Creador incluye necesaria­mente tener fe en Su creación. 5En esta consistencia reside Su santidad a la que Él no puede renunciar, pues no es Su Voluntad hacerlo. 6Teniendo siempre presente tu perfección, Él le da el don de la paz a todo aquel que percibe la necesidad que tiene de ella y que desea alcanzarla. 7Hazle sitio a la paz, y ésta vendrá 8Pues el entendimiento se encuentra en ti, y la paz procede inevitablemente de él.

¿Cómo podemos hacer sitio a la paz, para que forme parte de nuestra vida? 

Por mi mismo, no puedo saber la respuesta, pues la escuela de pensamiento del ego, no me aporta el saber correcto para conseguirlo. Todo lo contrario, sus lecciones tan sólo consiguen alejarme de la respuesta correcta.

Pediré al Espíritu Santo que me muestre la respuesta correcta, pues el único impulso que me guía a ello es desear la paz. Si mi voluntad no fuese la paz, jamás conseguiría ver las circunstancias dónde poder sembrar esa voluntad-semilla. Esas circunstancias nos la ofreceré el Espíritu Santo, propiciando el escenario adecuado para que podamos compartir esa paz y hacer que se extienda por doquier.

15. El poder de Dios, de donde el entendimiento y la paz emanan, es tan tuyo como Suyo. 2Tú crees que no conoces a Dios única­mente porque sólo es imposible conocerlo. 3Mas si contemplas las obras imponentes que Él hará a través de ti, te convencerás de que las hiciste a través de Él. 4Es imposible negar la Fuente de unos efectos que son tan poderosos que es imposible que proce­dan de ti. 5Hazle sitio Él, y te encontrarás tan lleno de poder que nada podrá prevalecer contra tu paz. 6Y ésta será la prueba por la que reconocerás que has entendido. 

"Por sus obras los conoceréis" 

Las obras del ego, todas llevan el mismo sello, el del miedo. En cambio, las obras de Dios, se reconocen porque se expanden como la fuerza del Amor.

En nuestro actual estado de conciencia, nos resultará fácil reconocer las obras procedentes del sistema de pensamiento del ego, pues, al ser efectos del miedo, todas ellas, nos llevarán a experimentar la ausencia de paz.

Cuando abandonemos la escuela del ego y en su lugar elijamos la escuela del Espíritu Santo, nuestras obras tendrán como fruto la expansión de la paz, y ello será la muestra de nuestro reconocimiento como Hijo de Dios.  

miércoles, 2 de octubre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 276

LECCIÓN 276

Se me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.

1. ¿Qué dice la Palabra de Dios? 2"Mi Hijo es tan puro y santo como Yo Mismo." 3Así fue como Dios se convirtió en el Padre del Hijo que Él ama, pues así fue como lo creó. 4Ésta es la Palabra que el Hijo no creó con el Padre, pues nació como resultado de ella. 5Aceptemos Su Paternidad, y todo se nos dará. 6Mas si negamos que fuimos creados en Su Amor, estaremos negando nuestro Ser, y así, no tendremos certeza acerca de quiénes somos, Quién es nuestro Padre y cuál es nuestro propósito aquí. 7No obstante, sólo con que reconozcamos a Aquel que nos dio Su Palabra en nuestra creación, Su recuerdo aflorará de nuevo en nuestras mentes y así podremos recordar a nuestro Ser.

2. Padre, he hecho mía Tu Palabra. ?Y es ésta la que les quiero compartir a todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como si fuesen míos, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por Ti.


¿Qué me enseña esta lección?

Soy muy afortunado.

Hoy puedo compartir con todos vosotros el motivo de mi alegría.
Hoy puedo afirmar que he recordado mi identidad verdadera.
Hoy puedo afirmar que conozco mi procedencia. Conozco Quién es mi Padre.
Hoy puedo afirmar que soy consciente de cuál es mi Propósito en este mundo.

Soy muy afortunado, y  mi fortuna no es perecedera y temporal, pues no atesora bienes de este mundo. Mi abundancia, mi riqueza, procede de mi Voluntad de Amar por encima de todas las cosas, la cual es mi única y verdadera Esencia.

Soy muy afortunado, pues me siento un Ser Libre. Ningún temor atenaza mis miembros; ningún miedo me priva del goce que experimento al sentirme Uno con los demás

Soy muy afortunado, pues ninguna culpa atormenta mi alma. No hago necesario el castigo para recuperar mi inocencia, tan sólo tomo consciencia de los errores y los entrego al Espíritu Santo para que Su Visión Plena los corrija de acuerdo a la Voluntad del Padre.

Soy muy afortunado, pues ya no me siento solo. La Palabra de mi Padre me inspira aquello que debo decir, aquello que debo hacer. Él me toma de la mano, y su Presencia, me llena de gozo, de seguridad, de Amor.

Ejemplo-Guía: "¿Qué "palabra" compartimos con el mundo?

El uso de la palabra procede de la necesidad de identificar y reconocer las cosas. A través de la palabra estamos dando nombre y estamos otorgando entendimiento a lo que proyectamos desde nuestra mente. Nadie le dijo al hombre, esto que ves aquí se llamará piedra y, esto otro, se llamará agua.

Nos cuentan los textos sagrados, que hubo un tiempo en el que los hombres hablaban una misma lengua, pero esto fue así hasta el episodio de la construcción de la "torre de Babel": 

De acuerdo con la Biblia (principal fuente de los relatos), Dios, para evitar el éxito de la edificación, hizo que los constructores comenzasen a hablar diferentes idiomas (dando lugar al origen de los diferentes idiomas), y se dispersaran por toda la Tierra.

Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Sena-ar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». 

Mas Yahveh descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: «He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros». Así, Yahveh los dispersó de allí sobre toda la faz de la Tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamó Babel, (balbuceo) porque allí confundió Yahveh la lengua de todos los habitantes de la Tierra y los dispersó por toda la superficie (Génesis 11:1-9). 

Toda esta simbología recogida en los textos sagrados, nos enseña el hecho de cómo los deseos del ego de "imitar" a Dios, le lleva a perder la condición de Unidad y da lugar a la división. 

La palabra se convierte en el canal a través del cual expresamos nuestro pensamiento. Si ese canal lo utilizamos para expresar la Palabra de Dios, es decir, somos Uno, Puros y Santos, tal y como Él nos ha creado, estaremos propiciando la unificación de los múltiples idiomas que personifican nuestro actual estado de separación.

Si utilizamos la palabra para dar identidad a nuestra propia división interna, cada vez seremos más raciales y crearemos líneas fronterizas para salvaguardar y proteger nuestros miedos y nuestros temores. Sobre este tema podríamos escribir largo y tendido, pero creo que no merece la pena hacerlo real, cuando tenemos la oportunidad de sembrar la verdadera Palabra de Dios: viendo la Unidad.


Reflexión: "Dar la Palabra de Dios, es compartir la Verdad de lo que realmente somos"

Capítulo 14. XI. La prueba de la verdad (4ª parte).

XI. La prueba de la verdad (4ª parte).

10. Aquel que te ha liberado del pasado quiere enseñarte que estás libre de él. 2Lo único que Él desea es que aceptes Sus logros como tuyos porque los logró para ti. 3Y por tal razón, son tuyos. 4Él te ha liberado de lo que fabricaste. 5Puedes negarle, pero no puedes invocarle en vano. 6Él siempre da Sus regalos en substitución de los tuyos. 7Él quiere que Su resplandeciente enseñanza se arrai­gue con tal firmeza en tu mente, que ninguna lección tenebrosa de culpabilidad pueda morar en lo que Él ha santificado con Su Presencia. 8Dale gracias a Dios de que Él esté ahí y de que obre a través de ti. 9Pues todas Sus obras son tuyas. 10ÉI te ofrece un milagro por cada uno que le dejes obrar a través de ti.

Terminábamos la reflexión anterior, diciendo que el fruto que obtendremos al mirar con ojos nuevos, será la paz. Ese será el regalo de nuestro milagro, el logro que habremos alcanzado eligiendo caminar con el Espíritu Santo

11. El Hijo de Dios será siempre indivisible: 2De la misma manera en que somos uno solo en Dios, así también aprendemos cual uno solo en Él. 3El Maestro de Dios se asemeja tanto a Su Creador como el Hijo al Padre, y, a través de Su Maestro, Dios proclama Su Unicidad y la de Su Hijo. 4Escucha en silencio, y no le levantes la voz. 5Pues Él enseña el milagro de la unicidad, y ante Su lección la división desaparece. 6Enseña como Él aquí, y recordarás que siempre has creado como tu Padre. 7El milagro de la creación nunca ha cesado, pues lleva impreso sobre sí el sello sagrado de la inmortalidad. 8Esto es lo que la Voluntad de Dios dispone para toda la creación, y toda la creación se une para disponer lo mismo.

Sin tan solo creyésemos que el Hijo de Dios es indivisible, las trompetas de los Querubines que custodian las puertas del Cielo, proclamarían nuestra salvación. La Visión Crística nos enseña esta verdad. El Hijo de Dios es uno solo en Dios.

¿Cómo podríamos ver a nuestros hermanos separados de nosotros?

12. Aquellos que nunca se olvidan de que no saben nada, y que finalmente están dispuestos a aprenderlo todo, lo aprenderán. 2Pero mientras confíen en sí mismos, no aprenderán. 3Pues habrán destruido su motivación de aprender pensando que ya saben. 4No creas que sabes nada hasta que pases la prueba de la paz perfecta, pues la paz y el entendimiento van de la mano y nunca se les puede encontrar aparte. 5Cada uno de ellos trae con­sigo al otro, pues la ley de Dios es que no estén separados. 6Cada uno es causa y efecto del otro, de forma tal que donde uno de ellos está ausente, el otro no puede estar.

Desaprender lo aprendido, es una invitación a dejar de seguir el sistema de pensamiento del ego, pues sus enseñanzas están basadas en la falsa creencia de la separación, por lo que, el resultado de dichas enseñanzas, no nos aportará el logro que realmente alcanzar, la paz, pues, este logro tan sólo se alcanza cuando nuestras creencias sirven al amor.

martes, 1 de octubre de 2024

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 275

LECCIÓN 275

La sanadora Voz de Dios protege hoy todas las cosas.

1. Escuchemos hoy a la Voz que habla por Dios, la cual nos habla de una lección ancestral que es tan cierta hoy como siempre lo fue. 2Sin embargo, este día ha sido seleccionado como aquel en el que hemos de buscar y oír, aprender y entender. 3Escuchemos juntos, 4pues lo que nos dice la Voz que habla por Dios no lo podemos entender por nuestra cuenta, ni aprenderlo estando separados. 5En esto reside la protección de todas las cosas. 6en esto se encuentra la curación que brinda la Voz que habla por Dios.

2. Tu sanadora Voz protege hoy todas las cosas, por lo tanto, dejo todo en Tus Manos. 2No tengo que estar ansioso por nada. 3Pues Tu Voz me indicará lo que tengo que hacer y adónde debo ir, con quién debo hablar y qué debo decirle, qué pensamientos debo albergar y qué palabras transmitirIe al mundo. 4La seguridad que ofrezco me es dada a mí. 5Padre, Tu Voz protege todas las cosas a través de mí.


¿Qué me enseña esta lección?

¿Por qué nos angustiamos? ¿Por qué nos identificamos con el conflicto? ¿Por qué experimentamos el miedo, la preocupación, la necesidad, el ataque, la ansiedad? ¿Por qué no mantenemos la confianza, la certeza, en que somos protegidos por nuestro Padre?

¿Acaso puedes demostrar que Dios te ha fallado?

Es fácil confundir los deseos del ego, con el Plan que Dios nos tiene encomendado.
El ego, busca el placer. El Espíritu se regocija en el Amor.
El ego, se juzga como pecador. El Espíritu, se regocija en la Inocencia.
El ego, se culpa y reclama la redención en el castigo. El Espíritu, se regocija en el perdón.
El ego, se identifica con el cuerpo. El Espíritu se regocija en la Semejanza a Dios.
El ego, cree en la separación. El Espíritu, se regocija en la Unidad con el Creador y con Todo lo Creado.

Haz consciente este instante. Hazlo un Instante Santo. Aquieta tu mente. Libérala de toda ansiedad y temor. Disponte a oír la Voz Sanadora de Dios. Siente la Paz que te protege. Todo cuanto Es Dios, está a tu disposición. Tan sólo tienes que Amar, pues este es el código que te permite el acceso a Él.

¿Qué te falta? ¿Albergas algún temor?

No.

Ejemplo-Guía: "¿Qué voz es la que te guía?

El sincronismo mente-cerebro (cuerpo) es tan rápida, que a veces pensamos que es el cuerpo el que toma las decisiones. Pero no es así. El cuerpo no tiene esa capacidad de elección. Es nuestra mente la que toma todas las decisiones, y entre éstas, se encuentran la que somos conscientes y la que son automáticas, esto es, inconscientes. 

El latido del corazón, por ejemplo, actúa de una manera automática. No le tenemos que mandar la orden de que haga su trabajo. Aunque, ya existen referencias sobre el dominio consciente que ejercen sobre el corazón almas que han entrenado la mente. 

Si es la mente, la causa de todos nuestros actos, de todos los efectos que experimentamos, es el momento de reflexionar sobre la dirección a la que nos conducen sus decisiones. Esa dirección está condicionada a la voz a la que sirve nuestra mente. 

El Hijo de Dios, desde el instante de su creación, ha estado en conexión directa con Su Creador. Ya hemos visto a lo largo de estas enseñanzas, que esa conexión directa quedó velada a raíz de prestar atención a un falso pensamiento, el cual dio la opción de elegir ver las cosas de otra manera. Esa otra visión, es lo que se conoce en los textos sagrados como "`pecado" y ha dado lugar a la falsa creencia en la separación. Por lo tanto, nos encontramos sumidos en una realidad ilusoria, en la que pensamos que podemos tomar decisiones contrarias a las Leyes de Dios. Creemos que la voz del ego es la que nos ofrece la verdadera identidad de lo que somos, y el resultado de seguir la dirección ofrecida por el sistema de pensamiento del ego, es el mundo demente y sin sentido en el que creemos estar viviendo. 

¿Por qué creemos que no podemos oír la Voz de Dios? 

Un Curso de Milagros no dice al respecto: 

"Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. No obstante, eso es lo que quieres. Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo" (T-4.IV.1:1-5). 

Si tuviésemos que utilizar un término para definir el estado de la mente que sirve al ego, recurriríamos al término "enfermo", es decir, diríamos que la mente que sigue las directrices de la voz del ego, es una mente enferma. Con ello, lo que debemos entender, es que la mente del ego, es una mente errada que necesita corrección, que necesita ser reparada. 

El Capítulo 5 del Curso, titulado Curación y Plenitud, nos ofrece en el punto II, un apartado dedicado a la "Voz que habla por Dios". Antes de adentrarnos en los detalles de su exposición, recordar que Espíritu Santo se encuentra en la mente recta, desde donde realiza su función como la Voz al servicio de Dios.

La Voz que habla por Dios 

“Curar no es crear; es reparar. El Espíritu Santo fomenta la curación mirando más allá de ella hacia lo que los Hijos de Dios eran antes de que la curación fuese necesaria, y hacia lo que serán una vez que hayan sanado. Esta alteración de la secuencia tem­poral debería resultarte familiar, ya que es muy similar al cambio que el milagro produce en la percepción que se tiene del tiempo. El Espíritu Santo es la motivación para alcanzar la mentalidad milagrosa; la decisión de subsanar la separación renunciando a ella. Tu voluntad se encuentra todavía en ti porque Dios la ubicó en tu mente, y aunque puedes mantenerla dormida, no puedes destruirla. Dios Mismo mantiene tu voluntad viva al transmi­tirla desde Su Mente a la tuya mientras perdure el tiempo. El milagro mismo es un reflejo de esta unión de voluntades entre Padre e Hijo” (T-5.II.1:1-7). 

“El Espíritu Santo es el espíritu del júbilo. Es la Llamada a retor­nar con la que Dios bendijo las mentes de Sus Hijos separados. Ésa es la vocación de la mente. Antes de la separación la mente no tenía ninguna vocación, ya que antes de eso simplemente era, y no habría podido entender la llamada al recto pensar. El Espíritu Santo es la Respuesta de Dios a la separación; el medio a través del cual la Expiación cura hasta que la mente en su totalidad se reincorpore al proceso de creación” (T-5.II.2:1-5).

“Tanto la separación como el principio que gobierna la Expia­ción dieron comienzo simultáneamente. Cuando el ego fue engendrado, Dios puso en la mente la llamada al júbilo. Esta llamada es tan poderosa que el ego siempre se desvanece ante su sonido. Por eso es por lo que tienes que elegir escuchar una de las dos voces que hay dentro de ti. Una la inventaste tú, y no forma parte de Dios. La otra te la dio Dios, Quien sólo te pide que la escuches. El Espíritu Santo se encuentra en ti en un sentido muy literal. Suya es la Voz que te llama a retornar a donde estabas antes y a donde estarás de nuevo. Aun en este mundo es posible oír sólo esa Voz y ninguna otra. Ello requiere esfuerzo, así como un gran deseo de aprender. Ésa es la última lección que yo aprendí, y los Hijos de Dios gozan de la misma igualdad como alumnos que como Hijos” (T-5.II.3:1-11). 

“Tú eres el Reino de los Cielos, pero permitiste que la creencia en la oscuridad se infiltrase en tu mente, por lo que ahora necesitas una nueva luz. El Espíritu Santo es el resplandor al que debes permitir que desvanezca la idea de la oscuridad. Suya es la gloria ante la cual la disociación desaparece y el Reino de los Cielos pasa a ocupar el lugar que le corresponde: Antes de la separación no tenías necesidad de dirección, pues disponías de conocimiento, tal como dispondrás de él de nuevo, pero como no dispones de él ahora” (T-5.II,4:1-5). 

“Dios no guía porque la único que puede hacer es compartir Su perfecto conocimiento. Guiar entraña evaluación, ya que implica que hay una manera correcta de proceder y otra incorrecta, una que se debe escoger y otra que se debe evitar. Al escoger una, renuncias a la otra. Elegir al Espíritu Santo es elegir a Dios. Dios no está dentro ti en un sentido literal, más bien, tú formas parte de Él. Cuando elegiste abandonarlo te dio una Voz para que hablase por Él, pues ya no podía compartir Su conocimiento contigo libre­mente. La comunicación directa se interrumpió al tú inventar otra voz” (T-5.II.5:1-9). 

“El Espíritu Santo te insta tanto a recordar como a olvidar. Has elegido estar en un estado de oposición en el que los opuestos son posibles. Como resultado de ello, hay ciertas decisiones que tienes que tomar. En el estado de santidad la voluntad es libre, de modo que su poder creativo es ilimitado y elegir no tiene sentido. El poder de elegir es el mismo poder que el de crear, pero su aplicación es diferente. Elegir implica que la mente está divi­dida. El Espíritu Santo es una de las alternativas que puedes elegir. Dios no dejó a Sus Hijos desconsolados a pesar de que ellos decidieron abandonarlo. La voz que ellos pusieron en sus mentes no era la Voz de Su Voluntad, en favor de la cual habla el Espíritu Santo” (T-5.II.6:1-9). 

“La Voz del Espíritu Santo no da órdenes porque es incapaz de ser arrogante. No exige nada porque su deseo no es controlar. No vence porque no ataca. Su Voz es simplemente un recorda­torio. Es apremiante únicamente por razón de lo que te recuerda. Le ofrece a tu mente el otro camino, permaneciendo serena aun en medio de cualquier confusión a que puedas dar lugar. La Voz que habla por Dios es siempre serena porque habla de paz. La paz es más poderosa que la guerra porque sana. La guerra es división, no expansión. Nadie gana en la batalla. ¿Qué saca un hombre con ganar el mundo entero si con ello pierde su propia alma? Si le prestas oídos a la voz que no debes, pierdes de vista a tu alma. En realidad, no puedes perderla, pero puedes no cono­cerla. Por lo tanto, te parecerá que la has "perdido" hasta que elijas correctamente” (T-5.II.7:1-14). 

“El Espíritu Santo es tu Guía a la hora de elegir. Reside en la parte de tu mente que siempre habla en favor de la elección correcta porque habla por Dios. Él es el último nexo de comuni­cación que te queda con Dios, comunicación que puedes inte­rrumpir, pero no destruir. El Espíritu Santo es el vehículo mediante el cual la Voluntad de Dios se cumple así en la tierra como en el Cielo. Tanto el Cielo como la tierra están en ti porque la llamada de ambos está en tu mente. La Voz de Dios procede de los altares que le has erigido a Él. Estos altares no son objetos, son devociones. Sin embargo, ahora tienes otras devociones. Tu devoción dividida te ha dado dos voces, y ahora tienes que elegir en cuál de los dos altares quieres servir. La llamada que contestas ahora es una evaluación porque se trata de una decisión. La decisión es muy simple. Se toma sobre la base de qué llamada es más importante para ti” (T-5.II.8:1-12). 

“Mi mente será siempre como la tuya porque fuimos creados iguales. Fue sólo la decisión que tomé lo que me dio plena potes­tad tanto en el Cielo como en la tierra. El único regalo que te puedo hacer es ayudarte a tomar la misma decisión. Inherente a esta decisión es la decisión de compartirla, pues la decisión en sí es la decisión de compartir. Se toma mediante el acto de dar, y es, por lo tanto, la única alternativa que se asemeja a la verdadera creación. Yo soy tu modelo a la hora de tomar decisiones. Al decidirme por Dios te mostré que es posible tomar esta decisión y que tú la puedes tomar” (T-5.II.9:1-7).  

“Te he asegurado que la Mente que decidió por mí se encuentra también en ti, y que puedes permitirle que te transforme, tal como me transformó a mí. Esta Mente es inequívoca porque sólo oye una Voz y contesta de una sola manera. Tú eres la luz del mundo junto conmigo. El descanso no se deriva de dormir sino de despertar. El Espíritu Santo es la llamada a despertar y a regocijarse. El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio. Nuestra jubilosa tarea es la de despertarlo a la Llamada a Dios. Todos responderán a la Llamada del Espíritu Santo, ya que, de lo contrario, la Filiación no sería una. ¿Qué mejor vocación puede haber para cualquier parte del Reino que la de restituirlo a la per­fecta integración que le devuelve la plenitud? Escucha sólo esto a través del Espíritu Santo en ti, y enseña a tus hermanos a escu­char tal como yo te estoy enseñando a ti” (T-5.II.10:1-10).  

“Cuando te sientas tentado por la voz falsa, recurre a mí para que te recuerde cómo sanar compartiendo mi decisión, haciéndola así aún más firme. Al compartir este objetivo, aumentaremos su poder para atraer a toda la Filiación y para restituirla nuevamente a la unicidad en la que fue creada. Recuerda que "yugo" quiere decir “unión”, y “carga” significa “mensaje”. Reformulemos la frase "Mi yugo es llevadero y mi carga ligera" de esta forma: Unámonos, pues mi mensaje es la Luz” (T-5.II.11:1-4).  

“Te he pedido encarecidamente que te comportes tal como yo me comporté, pero para eso tenemos que responder a la misma Mente. 2Esa Mente es el Espíritu Santo, Cuya Voluntad dispone siempre en favor de Dios. 3El Espíritu Santo, te enseña cómo tenerme a mí de modelo para tu pensamiento, y, consecuente­mente, a comportarte como yo. 4El poder de nuestra motivación conjunta está más allá de lo que se puede creer, pero no más allá de lo que se puede lograr. 5Lo que juntos podemos lograr es ilimi­tado porque la Llamada a Dios es la llamada a lo ilimitado. 6Hijo de Dios, mi mensaje es para ti, para que lo oigas y se lo trans­mitas a otros a medida que respondes al Espíritu Santo en ti” (T-5.II.12:1-6). 

¿Qué podemos añadir a tan maravillosa exposición? No he querido prescindir de ninguna de las palabras recogidas en el Texto. Tan solo nos queda elegir y poner nuestra mente al servicio de la Voz que ya se encuentra en nuestro interior, en espera de ser oída: la Voz del Espíritu Santo.


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