I. La curación y la fe (1ª parte).
1. Dijimos anteriormente que cuando una situación se ha dedicado completamente a la verdad, la paz es inevitable. 2La consecución de ésta es el criterio por medio del cual se puede determinar con seguridad si dicha dedicación fue total. 3Mas dijimos también que es imposible alcanzar la paz sin tener fe, pues lo que se le entrega a la verdad para que ésta sea su único objetivo, se lleva a la verdad mediante la fe. 4Esta fe abarca a todo aquel que esté involucrado en la situación, pues sólo de esta manera se percibe la situación como significativa y como un todo. 5Y todo el mundo tiene que estar involucrado, pues, de lo contrario, ello implicaría que tu fe es limitada y que tu dedicación no es total.
¿Por qué la fe es tan imprescindible para alcanzar la paz? ¿Qué es la fe?
Comparto una definición extraída de los textos sagrados:
El diccionario de la Real Academia Española la define de la siguiente manera: Conjunto de creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas.
Por un lado, la fe se asocia a las creencias y, por otro, a la certeza de lo que es verdad sin necesidad de percibirlo; es decir, es la muestra inequívoca de que percibimos correctamente, de que reconocemos nuestra verdadera realidad, de que somos seres espirituales, de que somos el Hijo de Dios.
La fe, por lo tanto, nos conecta con nuestra Fuente, con Dios, con nuestra naturaleza divina, lo que nos lleva, sin duda alguna, a expandir ese reconocimiento en los demás. Esa es la razón por la que la paz tan solo es posible cuando tenemos fe verdadera, pues lo contrario, es decir, la fe falsa, tendrá el efecto adverso, esto es, nos llevará a proyectar el error en la percepción y en la visión de nuestros hermanos y de nosotros mismos.
2. Toda situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para sanar al Hijo de Dios. 2Y éste se cura porque tú tuviste fe en él, al entregárselo al Espíritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia que tu ego hubiese querido imponerle. 3Ves, por consiguiente, que es libre, y el Espíritu Santo comparte esa visión contigo. 4Y puesto que la comparte, la ha dado, y así, Él cura a través de ti. 5Unirse a Él en un propósito unificado es lo que hace que ese propósito sea real, porque tú lo completas. 6Y esto es curación. 7El cuerpo se cura porque viniste sin él y te uniste a la Mente en la que reside toda curación.
Ya sabemos lo que somos. Somos seres espirituales con capacidad para crear o para fabricar, pues el uso que hagamos de la mente, es decir, si la utilizamos para expandir nuestra voluntad en base a la visión de la unidad o en base a la visión de la separación, es lo que determinará la creación o la invención.
Si sabemos lo que somos, también sabemos que lo que hay que corregir son los falsos pensamientos que sirven a la mente errada. Lo que hay que sanar es al Hijo de Dios, cuya visión le ha llevado a creer que un mundo distinto al de Dios es real, que un mundo donde las leyes del miedo han sustituido a las del amor es posible.
Sanar esa visión de la separación con Dios significa que hemos recordado nuestra verdadera esencia, que hemos restituido la falsa fe por la fe verdadera.
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