martes, 4 de marzo de 2025

Capítulo 18. IX. Los dos mundos (4ª parte).

 IX. Los dos mundos (4ª parte).

10.   Pero ni siquiera el perdón es el final. 2El perdón hace que todo sea bello, pero no puede crear. 3Es la fuente de la curación, el emisario del amor, pero no su Fuente. 4Se te conduce ahí para que Dios Mismo pueda dar el paso final sin impedimentos, pues ahí nada se opone al amor, sino que le permite ser lo que es. 5Un paso más allá de este santo lugar de perdón -paso éste que te lleva aún más adentro pero uno que tú no puedes dar- te transporta a algo completamente diferente. 6Ahí reside la Fuente de la luz; ahí nada se percibe, se perdona o se transforma, sino que simple­mente se conoce.

Qué forma más hermosa emplea Jesús para describirnos el Mundo de Dios. Narrado tal y como lo expresa el Curso, podemos percibir el retorno a nuestro Hogar como un largo viaje. Soy consciente de que es una interpretación de mi mente muy cercana al significado que nos inspira el sistema de pensamiento del ego. Digo esto con la certeza de que todo es fruto de nuestra imaginación, de nuestro sueño, donde hemos tenido ensoñaciones que nos han llevado a creer en el tiempo y en su temporalidad. Sin embargo, al no ser una realidad, no debemos aportarle significado alguno que retarde el instante santo en el que nos hacemos conscientes de nuestra divinidad.

Ese camino lo hemos experimentado como una larga caminata, cuando en verdad todo ha sido un sueño. Nuestro origen no está sujeto a las leyes temporales. Somos lo que siempre hemos sido. Estamos donde siempre hemos estado. Somos Hijos de Dios y nuestro Hogar es Su Mente. Somos la Creación de Dios. Dios Es.

11.  Este curso te conducirá al conocimiento, pero el conocimiento en sí está más allá del alcance de nuestro programa de estudios. 2Y no es necesario que tratemos de hablar de lo que por siempre ha de estar más allá de las palabras. 3Lo único que tenemos que recordar es que todo aquel que alcance el mundo real, más allá del cual el aprendizaje no puede ir, irá más allá de él, pero de una manera diferente. 4Allí donde acaba el aprendizaje, allí comienza Dios, pues el aprendizaje termina ante Aquel que es completo donde Él Mismo comienza y donde no hay final. 5No debemos ocuparnos de lo que es inalcanzable. 6Aún es mucho lo que nos queda por aprender, 7pues todavía tenemos que alcanzar la con­dición de estar listos para el conocimiento.

Hemos dicho que la luz es el símbolo de la comprensión. La luz nos mostrará la insustancialidad del miedo, es decir, nos mostrará lo que es real de lo que es ilusorio, lo que es verdad de lo que es falso. La luz corregirá la percepción errónea y nos permitirá percibir lo verdadero. La luz nos lleva a la antesala del Cielo, deshaciendo la creencia en la separación y abriendo nuestros ojos a la unión de las mentes. La luz pondrá fin al proceso de aprendizaje que culminará con el despertar del sueño en que nos creemos sumergidos.

A partir de ese instante estaremos preparados para volver a nuestro Hogar, donde gozaremos de la unión con nuestro Padre y con Su Creación y donde compartiremos el verdadero Conocimiento.

12.  El amor no es algo que se pueda aprender. 2Su significado re­side en sí mismo. 3Y el aprendizaje finaliza una vez que has reco­nocido todo lo que no es amor. 4Ésa es la interferencia, eso es lo que hay que eliminar. 5El amor no es algo que se pueda aprender porque jamás ha habido un solo instante en que no lo conocieses. 6El aprendizaje no tiene objeto ante la Presencia de tu Creador, Cuyo reconocimiento de ti y el tuyo de Él transciende el aprendi­zaje en tal medida, que todo lo que has aprendido no significa nada en comparación, y queda reemplazado para siempre por el conocimiento del amor y su único significado.

El amor no es algo que se pueda aprender, pues no se trata de aprender lo que somos, sino de reconocerlo. La distancia que nos separa de la verdad es ilusoria. Pensamos que debemos hacer cosas importantes externamente para alcanzar la salvación; creemos que nuestros actos nos elevarán la consciencia y nos harán sentir santos y bendecidos. Sin embargo, tendremos que salvar ese error, puesto que no existe distancia alguna entre lo que somos y la verdad. Sencillamente, somos la verdad que somos.

Creemos que debemos recorrer un largo camino para alcanzar la verdad, cuando en realidad, la única distancia que nos separa de ella es la errónea creencia de que somos un cuerpo y de que estamos separados de nuestra fuente de vida. 

Ver la luz, ver la verdad, es despertar del sueño y conocer que somos los soñadores de dicho sueño. Lo hemos imaginado, lo hemos fabricado. Ahora debemos reconocer que todo ha formado parte de un pensamiento falso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 68

LECCIÓN 68 El amor no abriga resentimientos. 1.  Tú, que fuiste creado por  el  Amor a semejanza de Sí Mismo, no puedes abrigar resentimien...