miércoles, 5 de marzo de 2025

Capítulo 18. IX. Los dos mundos (5ª parte).

IX. Los dos mundos (5ª parte).

13. Tu relación con tu hermano ha sido extraída del mundo de las sombras, y su impío propósito conducido sano y salvo a través de las barreras de la culpabilidad, lavado en las aguas del perdón y depositado radiante en el mundo de la luz donde ha quedado firmemente enraizado. 2Desde allí te exhorta a que sigas el mis­mo camino que tu relación tomó, al haber sido elevada muy por encima de las tinieblas y depositada tiernamente ante las puertas del Cielo. 3El instante santo en el que tú y tu hermano os unisteis no es más que el mensajero del amor, el cual se envió desde más allá del perdón para recordarte lo que se encuentra allende el perdón. 4Sin embargo, es a través del perdón como todo ello se recordará.

Como soñadores del sueño, en el que nos hacemos conscientes de la ilusión de nuestros pensamientos, debemos elegir tener sueños felices. Si la oscuridad, el miedo han sido causa de nuestras pesadillas, hagamos que el amor y el perdón sustituyan esas pesadillas y nos permitan disfrutar de la felicidad y la paz que nos aportarán.

El amor, por su condición natural, necesita extenderse, lo que significa que no es un tesoro que debamos atesorar egoístamente, sino todo lo contrario: debemos compartirlo con los demás para que pueda manifestar todo su poder. Cuando se nos dice: "ámate a ti mismo", lo que está invitándonos es a conocer el amor que anida en nuestro interior. Nadie puede dar lo que no tiene. Si no conocemos nuestro amor, nuestra naturaleza amorosa, no podremos dar amor; nos limitaremos a demandarlo y a juzgarlo.

Amarnos debe llevarnos a amar a nuestros hermanos. Será con ellos, de su mano, que daremos muestra de la grandeza del amor.

14. Y cuando el recuerdo de Dios te haya llegado en el santo lugar del perdón, no recordarás nada más y la memoria será tan inútil como el aprendizaje, pues tu único propósito será crear. 2Mas no podrás saber esto hasta que toda percepción haya sido limpiada y purificada, y finalmente eliminada para siempre. 3El perdón des­hace únicamente lo que no es verdad, despejando las sombras del mundo y conduciéndolo -sano y salvo dentro de su dulzura- al mundo luminoso de la nueva y diáfana percepción. 4Allí se encuentra tu propósito ahora. 5Y es allí donde te aguarda la paz.

La función de la memoria debe ser empleada correctamente y requiere dirección. ¿Qué queremos decir con esto? Si usamos la memoria para atraer a nuestro presente la pesada carga del pasado, estaremos contaminando el único tiempo que se nos muestra en su estado de pureza, este es el presente. Si el ahora lo utilizamos como una continuidad de nuestro pasado, donde se dan cita pensamientos de culpa y miedo, desaprovecharemos la oportunidad que nos ofrece para dejar de ser un esclavo del error, de la ilusión y de la falsedad.

El mejor uso que podemos dar a la memoria es para integrar el aprendizaje en nuestra conciencia. Esta utilización de la memoria nos permitirá conocer que lo que llamamos realidad en verdad es un sueño; nos permitirá elegir tener sueños felices en vez de sueños dementes. Finalmente, la memoria de tener protagonismo, pues ya no tendremos que aprender nada más. Habremos corregido nuestra percepción y habremos descubierto nuestra verdadera identidad espiritual.

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