III. La decisión en favor de la inocencia (3ª parte).
8. Dios es la única Causa, y la culpabilidad es algo ajeno a Él. 2No le enseñes a nadie que te ha hecho daño, pues si lo haces, te estarás enseñando a ti mismo que lo que es ajeno a Dios tiene poder sobre ti. 3Lo que no tiene causa no puede existir. 4No des testimonio de ello, ni fomentes el que ninguna mente lo crea. 5Recuerda siempre que la mente es una, y que la causa es una. 6No aprenderás a comunicarte con esta unicidad hasta que no aprendas a negar lo que no tiene causa y a aceptar como tuya
Cuando este punto nos dice que Dios es la única Causa, nos está revelando que la única Causa de todo acto creador es el Amor de donde emana la Mente Una. Ya hemos visto a lo largo del apartado que estamos analizando, que tan sólo el Amor nos ofrece el principio de la libertad y que para poner fin a la rueda kármica que fabrica el miedo (dando desde el miedo recibimos tan sólo miedo), tenemos que activar el poder de la única Causa, el poder del Amor (dando amor cuando recibimos dolor).
Lo que no tiene causa no puede existir. Elegir cualquier otra fuente creadora, que no proceda del amor, dará lugar a la fabricación del error, de la ilusión y de la separación.
La mente es una y la Filiación ha sido creada de una única Mente, la de Dios. Compartimos con Él Su Mente y tenemos el poder de crear utilizando la mente expandiendo el Amor. Pensar que cuando utilizamos la mente no afecta a la totalidad de la Filiación, es escindirnos de la verdad y servir al error.
10. Los que aceptan
Aceptar la Expiación es recordar nuestra verdadera identidad espiritual. Es decidir poner en manos del Espíritu Santo todas nuestras decisiones, pues reconocemos en Él, al verdadero Maestro, al guía que nos iluminará el camino que nos hace invulnerables e inocentes.
El Principio de la voluntad, al igual que los Principios del Amor y del Conocimiento, los hemos heredados de Dios. Cuando los utilizamos para crear, generamos obras de amor que gozan de la eternidad.
Caer en el olvido de lo que somos, ha propiciado, igualmente, que hemos olvidado la grandeza de los Principios con los que hemos sido creados, lo que nos lleva a elegir otros patrones a los que hemos dado credibilidad, como el deseo, el miedo y la culpa.
11. Jamás se dará el caso de que tengas que tomar decisiones por tu cuenta. 2No estás desprovisto de ayuda, y de una Ayuda que conoce la solución. 3¿Te conformarías con unas migajas, que es todo lo que por tu cuenta puedes ofrecerte a ti mismo, cuando Aquel que te lo da todo simplemente lo pone a tu disposición? 4Él nunca te preguntará qué has hecho para ser digno del regalo de Dios. 5Así pues, no te lo preguntes a ti mismo. 6Acepta, en cambio, Su respuesta pues Él sabe que tú eres digno de todo lo que Dios dispone para ti. 7No trates de librarte del regalo de Dios que el Espíritu Santo tan libre y gustosamente te ofrece. 8Él te ofrece sólo lo que Dios le dio para ti. 9No tienes que decidir si eres merecedor de ello o no. 10Dios sabe que lo eres.
Afortunadamente, somos como Dios nos ha creado. Somos Su Hijo Bienamado, y como nuestro amoroso Padre, ha dispuesto la ayuda del Espíritu Santo, para que nuestra mente sea capaz de recordar y reconocer su verdadera identidad, cuando sumido en la ilusión del falso sueño se sienta perdido, atacado, vulnerado, dañado y atormentado.
Dios sabe lo que somos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario