VIII. De la percepción al conocimiento (2ª parte).
5. Éste es el milagro de la creación: que es una eternamente. 2Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verdadera percepción de un aspecto de la totalidad. 3Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que no te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz, y que, por lo tanto, son uno. 4Cada hermano que ves libre de su pasado, pues, te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la oscuridad, capacitando así al mundo para ver. 5Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. 6Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la oscuridad, y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno solo.
Aplicar y experimentar el perdón en nuestra vida, en nuestras relaciones, nos cura, nos sana, nos libera de las pesadas cadenas que nos mantienen prisioneros de la creencia en el tiempo, en el pasado.
Alcanzar la percepción verdadera, ya lo hemos visto, nos situará a las puertas de recordar el conocimiento. Ese estado de consciencia nos llevará a ver nuestra verdadera realidad, en la realidad del otro, es decir, dejaremos de proyectar en los demás nuestra inconsciencia y reconoceremos nuestra propia divinidad en ellos.
6. Todos ellos son iguales: bellos e igualmente santos. 2Y Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. 3Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. 4Y cada milagro que llevas a cabo contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. 5El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios creado en la única Realidad que es su Padre. 6La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. 7Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.
El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios, o lo que lo mismo, ese único milagro es el lazo de Amor que da cohesión a la Filiación.
7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el regalo de Cristo, y no puedes perder el regalo que tu Padre te hizo a ti. 2Ofrece el regalo de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo te sintonizan con la realidad. 3El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención, y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. 5Tú que formas parte de él y que eres todo él, sólo necesitas darte cuenta de que el conocimiento es del Padre, y no tuyo. 6Tu papel en la redención te conduce al conocimiento mediante el re-establecimiento de su unicidad en tu mente.
Tenemos un importante papel en la redención: restablecer de la unicidad divina en nuestra mente. El resto del trabajo, debemos dejarlo en manos del Espíritu Santo, el cual, conoce quienes nos está buscando y dónde encontrarlo, para que le ofrezcamos el regalo de la curación.
Ese será el momento. Esa será prueba que nos anunciará que estamos preparados para alcanzar la redención, para alcanzar la percepción verdadera. Cuando nos hayamos visto a nosotros mismos en nuestros hermanos, ese será el momento y la prueba de que estamos preparados para abandonar el mundo de la percepción y retornar a nuestro verdadero hogar, donde gozaremos del conocimiento.
9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. 2Tú eres el testigo de
Tan solo podemos crear, tal y como Dios ha creado, esto es, utilizando el poder creador de Su Mente. Cualquier otra creación que no proceda de la esencia creadora de Dios, no gozará del blindaje de la eternidad. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que para crear una realidad verdadera, debemos utilizar el único ingrediente posible que lo dota con los ropajes de lo eterno, el Amor. Aquello que proceda del Amor, serán creaciones verdadera, cuya paternidad procede del Cielo, el Hogar que compartimos con nuestro Creador.
10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. 2Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su testimonio de ella. 3Tampoco das testimonio de Él, pues de la realidad se da testimonio viéndola como una sola. 4Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. 5Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. 6Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, 7pues Él nunca dejaría afuera y excluido de Sí Mismo a Su Hijo bienamado.
Las falsas creaciones a las que ha dado lugar el Hijo de Dios, como fruto de su creencia en la separación, no permite que nuestras creaciones sean verdaderas, es decir, no serán nuestros testigos de nuestra perfección.
Nos dice este punto, que Dios espera que demos testimonios de Su Hijo y de Él, es decir, espera que sanemos nuestra creencia en la separación y en el miedo, sustituyendola por la creencia en el Amor y en la Unidad. De este modo, nuestras creaciones serán los testigos de la Verdad.
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