martes, 27 de agosto de 2024

Capítulo 14. III. La decisión en favor de la inocencia (1ª parte).

III. La decisión en favor de la inocencia (1ª parte).

1. El alumno feliz no puede sentirse culpable por el hecho, de tener que aprender. 2Esto es tan fundamental para el aprendizaje que jamás debiera olvidarse. 3El alumno que está libre de culpa aprende con facilidad porque sus pensamientos son libres. 4Esto conlleva, no obstante, el reconocimiento de que la culpabilidad no es la salvación, sino una interferencia que no tiene ningún propósito.

No podemos olvidar que el sentimiento de culpa pertenece al proceso mental fabricado por el ego. Si el alumno feliz se sintiese culpable por el hecho de tener que aprender, lo que realmente está reconociendo es que en su sistema de pensamiento, aún existe una parte que cree estar separada de Su Creador, El Cual es Perfecto e Impecable. Pensar que tener que aprender no está a la altura del Hijo de Dios, pues aprender significa que carecemos de algo, nos puede llevar al sentimiento de culpa al no creernos perfectos. 

Sentir culpa nos hace prisioneros de nuestros falsos pensamientos basados en el miedo y en la separación. Estar libres de culpa, en cambio, hace que gocemos del principio de la libertad, el cual se manifiesta cuando servimos al amor y a la verdad.

2. Tal vez estés acostumbrado a utilizar la inocencia simplemente para contrarrestar el dolor de la culpabilidad, y no la ves como algo con valor propio. 2Crees que la culpabilidad y la inocencia son valiosas, y que cada una representa un escape de lo que la otra no te ofrece. 3No quieres tener solamente una de ellas, pues sin ambas te consideras a ti mismo incompleto, y, por lo tanto, infeliz. 4Sin embargo, sólo puedes estar completo en tu inocencia, y sólo en tu inocencia puedes ser feliz. 5En esto no hay conflicto. 6Desear de algún modo la culpabilidad, en cualquier forma que sea, hará que dejes de apreciar el valor de tu inocencia y que no la puedas ver.

Este punto viene a reforzar lo que hemos dicho en el anterior. La certeza en la inocencia, la visión de que somos puros e impecables, dispone nuestra mente a aprender desde la libertad: enseñar es aprender.

En cambio, cuando nuestro sistema de pensamientos trata de servir a dos señores a la vez, entonces, la culpa y la inocencia intercambian su hegemonía en nuestros pensamientos y ello no favorece el estado de paz y de libertad.

3. No puedes establecer ningún acuerdo con la culpabilidad, y al mismo tiempo escaparte del dolor que sólo la inocencia mitiga. 2Vivir aquí significa aprender, de la misma manera en que crear es estar en el Cielo. 3Cada vez que el dolor de la culpabilidad parezca atraerte, recuerda que si sucumbes a él estarás eligiendo en contra de tu felicidad, y no podrás aprender a ser feliz. 4Con dulzura, por lo tanto, aunque con la convicción que nace del Amor del Padre y de Su Hijo, repite para tus adentros lo siguiente: 

5Pondré de manifiesto lo que experimente.

6Si Soy inocente no tengo nada que temer.

7Elijo dar testimonio de mi aceptación de la Expiación, no de su rechazo.

8Quiero aceptar mi inocencia poniéndola de manifiesto y compartiéndola.

9Quiero llevarle paz al Hijo de Dios de parte de su Padre.

 

Nos afirma este punto, que vivir aquí significa aprender, de la misma manera en que crear es estar en el Cielo. Este mundo no ha sido creado, pues si así fuese gozaríamos de la esencia propia de todas las creaciones, del Amor. Este mundo ha sido fabricado, y es la muestra de la carencia y de la necesidad, los frutos propios del miedo. 

Mientras que el amor crea y se expande, permitiendo que la mente se exprese desde la pureza y la impecabilidad, el miedo fabrica y se contrae sobre sí mismo, favoreciendo que la mente se exprese desde la culpa y el pecado.

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