Xl. La paz del Cielo (1ª parte).
1. Las mejores alternativas que el
ego ofrece para contrarrestar lo que se percibe como la ruda intromisión de la
culpabilidad en la
paz son: el olvido, el sueño y
la muerte. 2Aun así, nadie piensa que está en conflicto y abatido
por una guerra cruel, a menos que crea que ambos
contendientes son reales: 3Al creerlo, se ve obligado a escapar,
pues una guerra así pondría fin a su paz mental y, por lo tanto, lo destruiría. 4Mas
sólo con que se diese cuenta de que la guerra es entre un poder real y uno
irreal, podría mirar en su interior y ver su libertad. 5Nadie
pensaría estar abatido y atormentado por interminables batallas si él mismo
percibiese que no tienen absolutamente ningún significado.
La elección que ha llevado al Hijo de Dios a utilizar su poder creador sin respetar la Voluntad de Su Padre, le ha llevado a la firme creencia en el pecado y en la culpabilidad.
Dios crea a Su Hijo extendiéndose a Sí Mismo siguiendo el impulso del Amor. Sin embargo, a pesar de que Su Hijo, es hijo del Amor, su mente decide seguir otros pensamientos que le llevan a inventar nuevas leyes basadas en el miedo. Un miedo que surge de la falsa creencia en la separación. La mente del Hijo de Dios ve de forma fraccionada, mientras que la Mente de Su Creador, ve desde la Unicidad.
Mientras que el Amor aporta Paz, el miedo provoca ataque. Mientras que la Expansión es Conocimiento, la proyección es ignorancia.
2. No es la Voluntad de Dios que Su Hijo viva en estado de guerra. 2Por lo tanto, el imaginado "enemigo" que Su Hijo cree tener es totalmente irreal. 3No estás sino tratando de escapar de una guerra encarnizada de la que ya te has escapado. 4La guerra ya terminó, pues has oído el himno de la libertad elevarse hasta el Cielo. 5Grande es la dicha y el regocijo de Dios por tu liberación porque tú no creaste la libertad. 6Mas de la misma manera en que no creaste la libertad, tampoco creaste una guerra que pudiese poner en peligro dicha libertad. 7Nada destructivo ha existido nunca ni existirá jamás. 8La guerra, la culpabilidad y el pasado desaparecieron al unísono en la irrealidad de donde vinieron.
3. Cuando todos estemos unidos en
el Cielo, no valorarás nada de lo que valoras aquí. 2Pues nada de lo
que valoras aquí lo
valoras completamente, y, por lo
tanto, no
lo valoras en absoluto. 3Sólo
aquello a lo que Dios otorgó valor tiene valor, y el valor de lo que Dios
aprecia no es susceptible de ser juzgado, pues ya se fijó. 4Su valor es
absoluto. 5Las únicas alternativas que tienes ante ti son apreciarlo
o no. 6Valorarlo parcialmente significa que se desconoce su valor. 7En el Cielo está todo lo que Dios valora. 8Allí
nada es, ambiguo. 9Todo es claro y luminoso, y suscita una sola respuesta.
10En el Cielo no hay tinieblas ni contrastes. 11Nada
varía 12ni sufre interrupción alguna. 13Lo único que se
experimenta es una sensación de paz tan profunda que ningún sueño de este mundo
ha podido jamás proporcionarte ni siquiera el más leve indicio de lo que dicha
paz es.
Sin embargo, ahora tengo otra manera de ver el significado de los conceptos Cielo y Tierra. El Cielo es el Hogar de Dios y de Su Hijo. Podríamos decir, que es el Hogar verdadero y real, donde El Creador se experimenta a Si Mismo en su creación.
Siendo así, la "tierra" no forma parte del Cielo, ni de la Experiencia del Creador, al no haber sido creado por Él. Por lo tanto, la tierra no es el hogar verdadero y real. Diremos que la tierra es el hogar ilusorio fabricado por el Hijo de Dios, inventado desde el estado de Sueño, en el que se encuentra su conciencia.
En el Cielo impera la Unidad, la Luz, la Paz. En la tierra, impera la dualidad, el día y la noche, la luz y las tinieblas; la división y las guerras.
Tan sólo la percepción verdadera, nos permitirá recordar que la tierra es una morada irreal, donde nos será imposible encontrar la paz total.
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