lunes, 5 de agosto de 2024

Capítulo 13. VII. La consecución del mundo real (1ª parte).

VII. La consecución del mundo real (1ª parte).

1. Siéntate sosegadamente, y según contemplas el mundo que ves, repite para tus adentros: El mundo real no es así. 2En él no hay edificios ni calles por donde todo el mundo camina solo y sepa­rado. 3En él no hay tiendas donde la gente compra una infinidad de cosas innecesarias. 4No está iluminado por luces artificiales, ni la noche desciende sobre él. 5No tiene días radiantes que luego se nublan. 6En el mundo real nadie sufre pérdidas de ninguna clase. 7En él todo resplandece, y resplandece eternamente.

Cuando abordamos, por primera vez, el estudio de Un Curso de Milagros, una de las cuestiones que más interés despierta es saber, con certeza, si el mundo en el que vivimos, el que percibimos, sí, el mundo con el que estamos identificados, en el que dormimos, comemos, trabajamos, jugamos, en el que hacemos el amor y la guerra, en el que nos reímos y lloramos, en el que somos felices y sufrimos, sí, ya sabes a qué mundo me refiero, es el mundo real o el ilusorio.

Si no es el mundo real, tal y como afirma el Curso, entonces, se nos plantean dos alternativas. Abandonar el estudio de Un Curso de Milagros, al considerarlo un engaño para bobos, o, elegimos profundizar en sus enseñanzas y seguir la voz de nuestro corazón, que nos invita a recordar, que ningún mundo que se considere real, puede ofrecer lo que este, al que hemos estado llamando real, ofrece: necesidad, lucha, enfermedad, sufrimientos, dolor, muerte.

Si nos ponemos, aunque solo sea un instante, en el papel de Dios y tuviésemos el poder para crear un mundo real para nuestro hijo, ¿acaso tomaríamos como modelo el mundo que percibimos? Si así lo hiciésemos, tendríamos que aceptar que aquellos que disfrutan de nuestra maravillosa obra la considerasen una creación demente. Tendríamos que admitir que eso de crear mundos no es lo nuestro, por lo que podríamos dedicarnos a otras cosas, menos serias.

Afortunadamente, nuestras mentes se encuentran unidas a la Mente de Dios, y ello nos permite acceder, de forma intuitiva, al recuerdo de lo que somos: Hijos de una misma Filiación, la Creación de Dios. Ese recuerdo, se encuentra muy oculto en nuestra mente verdadera, y lo está, porque elegimos ver un mundo separado al de Dios, lo que ha dado lugar a la invención de un mundo irreal que hace la “competencia” al mundo real.

El mundo real, es el que percibimos con la Mente Recta y el que nos permite ver desde la unicidad. El mundo falso, es el que percibimos con la mente errada y el que nos lleva a creer que estamos separados.

¿Podemos ver el mundo real estando en el mundo falso? Sí, pues ambos mundos se encuentran en el nivel de las causas, esto es, en el nivel de la mente. El mundo real, nos lleva a recordar que nuestra identidad verdadera no es el cuerpo, sino el Espíritu. El mundo irreal o ilusorio, no lleva a creer que somos un cuerpo físico y basa todas sus creencias en lo que percibe a través de los sentidos físicos. 

2. Tienes que negar el mundo que ves, pues verlo te impide tener otro tipo de visión. 2No puedes ver ambos mundos, pues cada uno de ellos representa una manera de ver diferente, y depende de lo que tienes en gran estima. 3La negación de uno de ellos hace posi­ble la visión del otro. 4Los dos no pueden ser verdad; no obs­tante, cualquiera de ellos te parecerá tan real como el valor que le atribuyas. 5Su poder, sin embargo, no es idéntico porque la verdadera atracción que ejercen sobre ti no es igual.

Si somos fieles seguidores del sistema de pensamiento del ego, la única visión que tendremos será la que perciban nuestros ojos físicos y nuestro sistema sensorial. Ello nos lleva a la creencia de que somos un cuerpo material y que la vida es, el intervalo de tiempo que transcurre desde el nacimiento a la muerte.

Esa visión, exclusiva del ego, impide ver la verdadera visión. ¿Cuál es la verdadera visión? ¿Esa verdadera visión depende de que utilicemos unas gafas especiales para ver el mundo real? No. La verdadera visión no depende de los órganos de percepción propios del cuerpo. La verdadera visión se encuentra en nuestra mente, lo que nos lleva a reconocer cuál es la causa que nos impide ver el mundo real. Esa causa no es otra que creer que estamos separados de lo Real, es decir, de Dios y de la Filiación.

Cuando en nuestra mente veamos la unidad, entonces, estaremos preparados para ver la luz espiritual que envuelve todo lo creado. 

3. Tú no deseas realmente el mundo que ves, pues no ha hecho más que decepcionarte desde los orígenes del tiempo. 2Las casas que erigiste jamás te dieron cobijo. 3Los caminos que construiste no te llevaron a ninguna parte, y ninguna de las ciudades que fundaste ha resistido el asalto demoledor del tiempo. 4Todo lo que has hecho lleva impreso sobre sí el estigma de la muerte. 5No lo tengas en tanta estima, pues es un mundo viejo y decrépito, e incluso según lo construías estaba ya listo para retornar al polvo. 6Este mundo doliente no tiene el poder de influenciar al mundo viviente en absoluto. 7Tú no puedes conferirle ese poder, y si bien lo abandonas con tristeza, en él no puedes encontrar el camino que conduce más allá de él hacia el otro mundo.

El mundo, cuando se percibe desde la creencia en la separación, desde la creencia en el miedo, en la culpa, en la muerte, es un mundo irreal, sujeto al desgaste de lo temporal, y por ello, se convierte en una fuente de permanente sufrimiento. 

4. El mundo real, por otra parte, tiene el poder de influenciarte incluso aquí porque lo amas. 2Y lo que pides con amor vendrá a ti. 3El amor siempre responde, pues es incapaz de negar una petición de ayuda, o de no oír los gritos de dolor que se elevan hasta él desde todos los rincones de este extraño mundo que construiste, pero que realmente no deseas. 4Lo único que necesitas hacer para abandonarlo y reemplazarlo gustosamente por el mundo que tú no creaste, es estar dispuesto a reconocer que el que tú fabricaste es falso.

El mundo, cuando se percibe desde la creencia en la unidad, desde la creencia en el amor, es un mundo real, sujeto por las leyes de la eternidad, y por ello, se convierte en una fuente de dicha y felicidad.

¿Qué mundo elegirás?

5. Has estado equivocado con respecto al mundo porque te has juzgado erróneamente a ti mismo. 2¿Qué podías haber visto desde un punto de vista tan distorsionado? 3Toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso. 4Y no podrá ver lo que juzgue como falso. 5Tú que deseas juzgar la realidad no puedes verla, pues en presencia de juicios la realidad desaparece. 6Lo que no está en la mente no se puede ver porque lo que se niega se encuentra ahí, aunque no se reconozca. 7Cristo sigue estando ahí, aunque no lo reconozcas. 8Su Ser no depende de que lo reconozcas. 9Él vive dentro de ti en el sereno presente, y está esperando a que abandones el pasado y entres en el mundo que te ofrece con amor.

La razón de que seamos resistente a abandonar las creencias del ego, se recoge en lo que nos enseña este punto: “toda visión comienza con el que percibe, que es quien determina lo que es verdad y lo que es falso”. Si el ego, reconociese que es falso, dejaría de serlo. El hecho de que no se reconozca falso, es porque no cree que lo sea. 

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