lunes, 29 de julio de 2024

Capítulo 13. IV. La función del tiempo (2ª parte).

IV. La función del tiempo (2ª parte). 


6. De las sombrías figuras del pasado es precisamente de las que te tienes que escapar. 2No son reales, y no pueden ejercer ningún dominio sobre ti, menos que las lleves contigo. 3Pues contienen las áreas de dolor que hay en tu mente, y te incitan a atacar en el presente como represalia por un pasado que no existe. 4Y esta decisión es una que te acarreará dolor en el futuro. 5A menos que aprendas que todo el dolor que sufriste en el pasado es una ilu­sión; estarás optando por un futuro de ilusiones y echando a per­der las múltiples oportunidades que el presente te ofrece para liberarte. 6El ego quiere conservar tus pesadillas e impedir que despiertes y te des cuenta de que pertenecen al pasado. 7¿Cómo podrías reconocer un encuentro santo si lo percibes simplemente como un encuentro con tu pasado? 8Pues en ese caso no te esta­rías reuniendo con nadie, y el compartir la salvación, que es lo que hace que el encuentro sea santo, quedaría excluido de tu visión. 9El Espíritu Santo te enseña que siempre te encuentras contigo mismo, y el encuentro es santo porque tú lo eres. 10El ego te enseña que siempre te encuentras con tu pasado, y que debido a que tus sueños no fueron santos, el futuro tampoco puede serlo, y el presente no tiene ningún significado. 

El ego ve en el pasado la confirmación de su identidad. Sin esa alianza con la creencia en el pasado, el ego, carece de referencia, pues ver la realidad del presente, le sitúa frente a frente con la inocencia, con el amor, con la impecabilidad. En el pasado tan solo encuentra el recuerdo de lo que dio su origen, la creencia en la separación. Sin ese recuerdo, no existiría. 

7. Es evidente que la percepción que el Espíritu Santo tiene del tiempo es exactamente la opuesta a la del ego. 2La razón de ello es igualmente clara, pues la percepción que ambos tienen del propósito del tiempo es diametralmente opuesta. 3Para el Espí­ritu Santo el propósito del tiempo es que éste finalmente se haga innecesario. 4El Espíritu Santo considera que la función del tiempo es temporal, al estar únicamente al servicio de Su función docente que, por definición, es temporal. 5Hace hincapié, por lo tanto, en el único aspecto del tiempo que se puede extender hasta el infinito, ya que él ahora es lo que más se aproxima a la eterni­dad en este mundo. 6En la realidad del "ahora", sin pasado ni futuro, es donde se puede empezar a apreciar lo que es la eterni­dad. 7Pues sólo el "ahora" está aquí, y sólo el "ahora" ofrece las oportunidades de los encuentros santos en los se puede encon­trar la salvación. 

Cuando alcancemos el estado de la Plenitud de la Consciencia, nuestra memoria recordará permanentemente lo que somos. La visión del Espíritu, abrirá nuestra consciencia a la eternidad. Ya no será necesario el propósito del tiempo, pues ya no tendremos necesidad de aprender las lecciones que han de enseñarnos a reconocer lo que somos. El milagro hace posible que el presente sea experimentado como la eternidad. 

8. El ego, por otra parte, considera que la función del tiempo es extenderse a sí mismo en lugar de extender la eternidad, pues, al igual que el Espíritu Santo, el ego considera que el objetivo del tiempo es el mismo que el suyo. 2El único propósito que el ego percibe en el tiempo, es que, bajo su dirección, haya continuidad entre pasado y futuro, y que el presente quede excluido a fin de que no se pueda abrir ninguna brecha en su propia continuidad. 3Su continuidad, por consiguiente, te mantiene en el tiempo, mientras que el Espíritu Santo quiere liberarte de él. 4La interpre­tación que el Espíritu Santo hace de los medios para alcanzar la salvación es la que tienes que aprender a aceptar, si quieres com­partir Su objetivo, que no es otro que tu salvación. 

La creencia del ego de que el tiempo lo cura todo, es válida tan solo desde el punto de vista de su sistema de pensamiento, el cual, hace real la separación con el resto de la creación. Este pensamiento oculta la verdad, en la medida que deposita en la ilusión del tiempo la vía de la salvación, cuando en realidad, esa vía no es otra que despertar a la percepción verdadera y recordar que somos Uno con el resto de nuestros hermanos, con los cuales compartimos la misma Fuente, la Mente de Dios. Por lo tanto, creer en el tiempo, se convierte en un obstáculo que retrasa el instante del despertar. 

9. Tú también interpretarás la función del tiempo según interpre­tes tu propia función. 2Si aceptas que tu función en el mundo del tiempo es curar, harás hincapié únicamente en el aspecto del tiempo en el que la curación puede tener lugar. 3La curación no se puede llevar a cabo en el pasado. 4Tiene que llevarse a cabo en el presente para así liberar el futuro.  5Esta interpretación enlaza el futuro con el presente, y extiende el presente en vez del pasado. 6Mas si crees que tu función es destruir, perderás de vista al pre­sente y te aferrarás al pasado a fin de asegurar un futuro destruc­tivo. 7Y el tiempo será tal como tú lo interpretes, pues, de por sí, no es nada. 

El ego, sin la visión del pasado, no es nada. Todo su sistema de pensamiento se basa en la creencia en el pasado. En su manera de pensar, el presente, pasa inadvertido, es un instante fugaz en el que no sabe apreciar su importante significado, pues lo oculta con todos los pensamientos que le habla del pasado. Esta ocupación del estado presente con el estado pasado, hace que desaprovechemos el inmenso poder que tiene el estado “ahora”, pues, como ya hemos visto a lo largo del análisis de estas lecciones, estar presente en el ahora, supone el único instante en el que podemos ver de otra manera y percibir de manera correcta, esto es, libres de pensamientos que nos hablan del pasado, cuando el pasado ya no está.

Nunca podremos sanar la mente, si buscamos sanarla en el pasado. La mente y los pensamientos erróneos por ella creados, deben ser sanados en su “fuente”, es decir, en la propia mente. 

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