martes, 2 de julio de 2024

Capítulo 12. VII. Introspección (1ª parte).

VII. Introspección (1ª parte). 

1. Los milagros demuestran que el aprendizaje ha tenido lugar bajo la debida dirección, pues el aprendizaje es invisible y lo que se ha aprendido sólo se puede reconocer por sus resultados. 2Su generalización se demuestra a medida que lo pones en práctica en más y más situaciones. 3Reconocerás que has aprendido que no hay grados de dificultad en los milagros cuando los apliques a todas las situaciones. 4No hay situación a la que los milagros no sean aplicables, y al aplicarlos a todas las situaciones el mundo real será tuyo. 5En esta santa percepción te volverás íntegro, y por tu propia aceptación de la Expiación, ésta irradiará hacia todos aquellos que el Espíritu Santo te envíe para que les des tu bendi­ción. 6La bendición de Dios mora en todos Sus Hijos, y en tu bendición de ellos radica la bendición que Dios te da a ti. 

El Curso nos revela que, “la experiencia ciertamente enseña” (T-11.VI.3:5). En este punto, se nos enseña que obrar milagros demuestra que hemos elegido aprender con el Maestro adecuado, que hemos puesto nuestra voluntad al servicio del Espíritu Santo. Añade este punto, que los milagros se reconocen por sus resultados, o lo que es lo mismo, por la experiencia de amor que vivimos al percibir correctamente el mundo real.

La experiencia del milagro tan solo es posible cuando albergamos pensamientos milagrosos, con ello estamos afirmando, que no veríamos el desenlace correcto del milagro, sino no tuviésemos pensamientos milagrosos. 

2. Cada uno debe desempeñar el papel que le corresponde en la redención del mundo para poder reconocer que el mundo ha sido redimido. 2No puedes ver lo invisible. 3Mas si ves sus efec­tos sabes que tiene que estar ahí. 4Al percibir sus obras, reconoces su existencia. 5Y por lo que hace, te das cuenta de lo que es. 6Tú no puedes ver tus propios puntos fuertes, pero puedes tener cada vez mayor confianza en su existencia a medida que te capacitan para actuar. 7Y los resultados de tus acciones tú los puedes ver. 

El mundo que hacemos real, que percibimos, responde a la proyección de nuestros pensamientos. Es la mente la causa de todo efecto. Es la mente la que crea o fabrica, dependiendo si sirve al amor o al miedo, a la Plenitud o la carencia.

Cuando percibimos nuestras obras, reconocemos su verdadera existencia, la cual se encuentra en nuestra mente, invisible a nuestros ojos físicos. Así pues, podemos decir: “por nuestras obras, nos conoceremos”. 

3. El Espíritu Santo es invisible, pero puedes ver los resultados de Su Presencia, y por ellos te darás cuenta de que Él está ahí. 2Es claro que lo que Él te capacita para hacer no es de este mundo, pues los milagros violan todas las leyes de la realidad tal como este mundo la juzga. 3Las leyes del tiempo y del espacio, del volumen y de la masa son transcendidas, pues lo que el Espíritu Santo te capacita para hacer está claramente más allá de todas ellas. 4Al percibir Sus resultados, comprenderás dónde debe estar Él, y sabrás por fin lo que Él es. 

El Espíritu Santo, nuestra Mente Recta, nuestra Mente Una, es invisible porque se manifiesta en el nivel donde no existe la percepción. Pero podemos ver los resultados de Su Presencia, cuando nuestra percepción errónea, basada en la creencia en la separación, de lugar, a una nueva visión, a la percepción verdadera, basada en la creencia en la unicidad. 

4. No puedes ver al Espíritu Santo, pero puedes ver Sus manifestaciones. 2Y a menos que las veas no te darás cuenta de que Él está ahí. 3Los milagros son Sus testigos, y hablan de Su Presencia: 4Lo que tú no puedes ver, únicamente cobra realidad para ti a través de los testigos que hablan en su favor. 5Puedes cobrar con­ciencia de lo que no ves, y Ello puede volverse increíblemente real para ti a medida que Su Presencia se ponga de manifiesto a través de ti. 6Lleva a cabo la labor del Espíritu Santo, pues com­partes Su función. 7De la misma manera en que tu función en el Cielo es crear, aquí en la tierra es curar. 8Dios comparte tu función contigo en el Cielo, y el Espíritu Santo comparte la Suya contigo en la tierra. 9Mientras sigas creyendo que tienes otras funciones, seguirás teniendo necesidad de corrección, 10pues dicha creencia es la destrucción de la paz, objetivo éste que está en directa oposición al propósito del Espíritu Santo. 

Lo que es invisible, lo que se encuentra en los niveles donde no existe la percepción, es posible tomar consciencia de su presencia cuando vemos los efectos de sus manifestaciones.  Los pensamientos milagrosos darán lugar a la experiencia de los milagros. Los milagros, como bien expresa este punto, son los testigos que nos aporta la certeza de que estamos sirviendo a la Mente Recta y Una, al Espíritu Santo.

Por otro lado, este punto nos confirma que nuestra función en la tierra es curar, esto es, amar y perdonar. 

5. Ves lo que esperas ver y esperas ver aquello que invitas. 2Tu percepción es el resultado de tu invitación, y llega a ti tal como la pediste. 3¿De quién son las manifestaciones que quieres ver? 4¿De qué presencia quieres convencerte? 5Pues creerás en aquello que manifiestes, y tal como contemples lo que está afuera, así mismo verás lo que está adentro. 6En tu mente hay dos maneras de con­templar al mundo, y tu percepción reflejará el asesoramiento que hayas elegido.  

Si aplicáramos la enseñanza que recoge este punto a nuestras vidas, despertaríamos del sueño de terror que estamos experimentando en el mundo que percibimos y que creemos erróneamente que es real. Lo percibido no es fruto de la casualidad, sino de la causalidad, y, con ello estamos afirmando, lo que el Curso nos enseña, nuestra percepción es el resultado de los pensamientos que albergamos en nuestra mente.

¿Cómo contemplamos al mundo? ¿Desde el miedo o desde el amor? Si no sabes la respuesta, si no la ves, busca a los testigos que te hablarán del señor al que sirves. Si esos testigos te aportan paz, ten por seguro, que tus pensamientos serán de paz, lo que significa que estás al servicio del Espíritu Santo. En cambio, si esos testigos te aportan dolor y sufrimiento, ten por seguro que te has atacado con pensamientos que te causan dolor y sufrimiento, lo que significa que estás al servicio del ego. 

6. Yo soy la manifestación del Espíritu Santo y cuando me veas, será porque lo has invitado a Él. 2Pues Él te enviará Sus testigos sólo con que desees verlos. 3Nunca te olvides de que siempre ves lo que buscas, pues lo que buscas lo encontrarás. 4El ego encuen­tra lo que busca y nada más. 5No encuentra amor porque no es eso lo que busca. 6Mas buscar es lo mismo que encontrar y si vas en pos de dos objetivos opuestos los encontrarás, pero no podrás reconocer ninguno de ellos. 7Creerás que los dos son lo mismo porque deseas alcanzar los dos. 8La mente siempre busca su propia integración, mas si está dividida y quiere conservar la divi­sión, seguirá creyendo que sólo tiene un objetivo haciendo que parezca uno solo. 

Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, nos dice en este punto que es la manifestación del Espíritu Santo, con ello nos está revelando que el Amor-Jesús-Cristo es la manifestación de la Mente Recta y Una. Añade que cuando lo veamos, es la evidencia de que hemos invitado a nuestra mente pensamientos milagrosos, pensamientos de amor.

No podemos olvidar, que nuestra mente servirá a nuestros deseos, llevándonos a buscar a aquello a lo que queremos servir.

Si buscamos inspirados por el deseo de ser diferentes a Dios, estaremos sirviendo al ego, el cual convocará a los testigos que testimoniarán a favor de su identidad.

Si nuestra búsqueda está inspirada por el Amor, estaremos sirviendo a Jesús-Cristo, el cual convocará a los testigos que testimoniarán a favor de su identidad. 

7. Dije anteriormente que lo que proyectas o extiendes depende de ti, pero tienes que hacer una u otra cosa, ya que ello es una ley de la mente, y antes de mirar afuera tienes que mirar adentro. 2Al mirar adentro eliges al guía cuya visión deseas compartir. 3Y luego miras afuera y contemplas sus testigos. 4Por eso es por lo que siempre encuentras lo que buscas. 5Lo que desees para ti es lo que manifestarás, y lo aceptarás del mundo porque al desearlo lo ubicaste en él. 6Cuando crees que estás proyectando lo que no deseas, es porque todavía lo deseas. 7Esto conduce directamente a la disociación, puesto que representa la aceptación de dos objeti­vos, cada uno de los cuales se percibe en un lugar diferente y separado del otro porque hiciste que fueran diferentes. 8La mente ve entonces un mundo dividido fuera de sí misma, pero no den­tro de ella. 9Esto le da una ilusión de integridad y le permite creer que está yendo en pos de un solo objetivo. 10Sin embargo, mien­tras sigas percibiendo un mundo dividido, no habrás sanado. 11Pues haber sanado es ir en pos de un solo objetivo, al haber aceptado uno solo y no desear más que uno solo. 

Este punto es pura alquimia y, con ello, lo que estoy interpretando, es que las afirmaciones que se recogen nos revelan, de forma evidente, los hechos que percibimos en el uso voluntario de la mente.

Podemos, sirviendo a nuestra ignorancia, argumentar cierta resistencia a creer en dichas afirmaciones, y cuestionar, que no nos podemos creer los causantes de nuestras desgracias. ¿Cómo voy a creer que he sido yo el que ha originado el dolor y el sufrimiento que padezco? El Curso es claro al respecto: “cuando creemos que estamos proyectado lo que no deseamos, es porque todavía lo deseamos”. Esto es así, porque estamos aceptando dos objetivos, es decir, nos nuestra mente se disocia, dando lugar a la percepción de la división: lo de dentro y lo de afuera; la causa y el efecto. No nos damos cuenta de que ambos son lo mismo, o lo que es lo mismo, tan solo hay un objetivo. 

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