¿Qué me enseña esta lección?
Hoy he tomado consciencia de lo importante que es tener la certeza de que somos Uno con Dios. Ha sido fulgurante y revelador. He sido consciente, de cómo es fácil y habitual seguir los patrones fabricados por el ego. Es muy sutil, y cuando estás alimentando esa sutilidad no acabas de ver que en realidad estás viviendo una ilusión, donde el peso del pasado juega un papel muy importante.
Cada vez que emitimos un juicio basado en la necesidad, por ejemplo: “que mala suerte tengo”; “la vida me está poniendo a prueba”; “mi felicidad depende de lo que les ocurre a mis seres queridos” o “mi paz es imposible con los problemas que tengo”, estamos creyendo que, por alguna razón, somos merecedores de esas situaciones y nos identificamos con ellas, hasta el punto que “invitamos” a nuestra mente a tener pensamientos sombríos, pesimistas y tristes.
Pero ocupar nuestra mente con ese tipo de pensamientos es alejarnos de la verdad y servir al error. Cada vez que de nuestros labios salen palabras que hablen de enfermedad, de necesidad, de dolor, de miedo, de castigo, de sufrimiento, de victimismo, de sacrificio, de separación, estamos alimentando el error, al tiempo que estamos negándonos a nosotros mismos.
Reflexionemos un momento. Si Dios es la Perfección, es la Salvación, es la Plenitud. Si es impecable e invulnerable. ¿Veis a Dios hablando de dolor, de muerte, de enfermedad, de castigo? No, verdad. No podemos verlo, pues esos conceptos son fabricaciones del ego.
El Hijo de Dios, es decir, cada uno de nosotros, somos perfectos, estamos a salvo, sanos, plenos. Somos eternos, impecables e invulnerables. Somos tal y como Dios nos ha creado. Entonces, si creemos con certeza que Somos Uno con Dios, dejemos de utilizar las fabricaciones del ego y seamos Creadores al servicio de nuestro Padre.
Ejemplo-Guía: "Cuando te sientas "bajo", recuerda de que eres uno con Dios"
Esta técnica no debe resultarnos desconocida, pues la hemos empleado mucho en nuestros primeros años de vida. Suele ocurrir, sobre todo para los que tienen mala memoria, como yo, que hayamos olvidado esa experiencia en la que nos sentíamos permanentemente protegidos por la presencia de nuestros padres.
En la medida en que hemos ido creciendo, con la edad, hemos ido alejándonos de esa necesidad básica de nuestra niñez, y ahora, en la nueva condición de adolescente, experimentamos una nueva necesidad, la cual, tan solo se ve satisfecha cuando somos consciente de nuestra individualidad.
Ese tránsito viene acompañado por el "olvido" de que formamos parte de un hogar a través del cual podemos reconocer nuestra identidad, La rebeldía propia de la adolescencia nos lleva muchas veces a renegar de nuestra identidad familiar. Es como si estuviésemos recapitulando el proceso espiritual que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos en la actualidad.
El precio de ganar nuestra individualidad ha dado lugar al ego y ha propiciado la errónea creencia de que estamos separados de nuestro Creador. Somos un cuerpo sometido a las leyes del espacio y del tiempo.
Elegir la individualidad, elegir la separación, es elegir la senda del miedo, de la culpa, del dolor, del sufrimiento, del odio, de la enfermedad, de la muerte.
El mundo que el ego ha fabricado se sustenta de la ilusión y mantiene a la conciencia sumida en un sueño, donde hemos olvidado lo que realmente somos.
Dentro del mundo del sueño, podemos tomar consciencia de que somos los soñadores, lo que significa que tenemos acceso a una información que nos permite elegir de nuevo. En esa elección, decidimos tener sueños felices y nuestra percepción errónea se transforma en una percepción verdadera.
A partir de ese momento, decidimos vivir la vida desde la visión de la unidad y asumimos nuestra función en el plan de salvación que Dios ha dispuesto para Su Hijo.
Cuando estamos recorriendo esa nueva senda, podemos encontrarnos con nuevos obstáculos en el camino y nuestro estado anímico puede experimentar lo que coloquialmente llamamos "bajón". En esos momentos de duda, de inseguridad, tenemos que recuperar la actitud desplegada cuando éramos niños, es decir, tenemos que recuperar la confianza en nuestros padres y dirigirnos a ellos con la certeza de que sabrán aportarnos la paz que necesitamos. Lo que quiero decir con ello, es que en los momentos "bajos", recordemos nuestra condición espiritual y reforcemos desde la certeza, que somos uno con Dios.
Reflexión: ¿Has experimentado la presencia de Dios en tu interior? ¿Cómo te has sentido?
Gracias. Somos uno con DIOS.
ResponderEliminarGracias. Somos uno con DIOS.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarbuen dia muchas gracias por todo somos uno con Dios. nunca he sentido su presencia pero debe ser maravilloso..sentirlo...gracias...
ResponderEliminarHermoso recuerdo.
EliminarAltamente Agradecido por esta explicación tan acertada Gracias
ResponderEliminarGratitud.
EliminarGracias por la lección. 💝
ResponderEliminarGratitud.
EliminarGracias Gracias, Gracias
EliminarGracias J.J
ResponderEliminarGracias..¡Somos Uno con Dios!
ResponderEliminarGracias..¡Somos Uno con Dios!
ResponderEliminarHe tenido y tengo la inmensa fortuna de escuchar la voz de Dios. No puedo describirla con palabras pero es perfectamente audible y cada vez que me aquieto y pido su consejo acude a mí hablándome con tanta sabiduría y amor, con tanta ternura, que acabo llorando de agradecimiento y felicidad.
ResponderEliminarSé que siempre está ahí, que sólo tengo que invocarle y se hará presencia audible y que aunque no me hable va conmigo adonde quiera que me encuentre o en el estado que me encuentre.
Creo que todo Hijo de Dios puede escucharlo si se deja, si se abandona, si no "hace fuerza" para ello. Esto al menos es mi experiencia y quiero compartirla con todos.
Que hermoso que lo puedas experimentar de esa manera.gracias!!!
EliminarMai. Me identifico plenamente con lo que desis, lo he vivido de la misma forma desde pequeño y recién lo reconozco. Gracias por compartir. Gracias Juan José por tu blog
EliminarQUE NO ME OLVIDE QUE SOY UNO CON DIOS.
ResponderEliminar*DISFRUTO DE SERENIDAD AL TENER PRESENTE QUE DIOS ESTÁ EN MÍ Y A MI ALREDEDOR.*
En mí existe un lugar que no puede ser abatido por el caos del mundo. Es una parte centrada completamente en mi conciencia del amor divino y la posibilidad ilimitada que es Dios.
No importa lo que suceda, puedo ir a ese espacio haciendo una pausa, respirando profundamente y centrando mi conciencia. Allí encuentro calma en medio de la discordia; serenidad en medio del disturbio.
Nunca estoy solo porque Dios está conmigo y en mí. No pierdo la esperanza porque yo estoy en Dios. Justo en el centro de quien soy y lo que soy está mi luz. Dicha luz eterna y sagrada me guía y me da a conocer cada solución posible. Afronto cada desafío serenamente porque estoy con Dios en todo momento.
Puedo tener un bajón como ser humano pero estoy segura que tengo el poder de subir mi energía conectando con el espíritu santo, hoy me regalo esta media hora de meditación sólo conectando con la presencia de Dios y lo logró. Gracias Juan José
ResponderEliminar*SIENTO SEGURIDAD EN MI CONCIENCIA DE UNIDAD CON DIOS.*
Yo soy uno con Dios, y esa conexión es mi protección infalible. Las precauciones terrenales pueden brindarme cierta seguridad, mas mi unidad con Dios me da un sentido de seguridad profundo y certero. Cuando recuerdo y vivo esa verdad, siento paz. Si las preocupaciones llenan mi mente, puedo sosegar los pensamientos abrumadores confiando en el Espíritu divino.
Decir afirmaciones me recuerda que estoy a salvo gracias a la unidad que comparto con mi Creador. Al orar y meditar, expando mi vínculo con Dios y profundizo mi conciencia de Su guarda en todo momento. Mientras más me comprometo con esas prácticas que centran mi mente y mis pensamientos en la presencia perdurable del Espíritu, más segura me siento.
Soy Uno con Dios,en Eterna Paz y Santidad,con Todos mis hermanos🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏🙏♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️
ResponderEliminarSoy uno con Dios y Todos mis hermanos en el Amor y la Paz🙏🙏🙏🙏🙏✨✨✨✨✨💙💙💙💙💙🤍🤍🤍🤍🤍🥳🥳🥳🥳🥳🥳
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