lunes, 29 de abril de 2024

Capítulo 8. VI. El tesoro de Dios.

VI. El tesoro de Dios.

1. Somos la voluntad unida de la Filiación, cuya plenitud es para todos. 2Comenzamos nuestra jornada de regreso juntos, y, según avanzamos juntos, congregamos a nuestros hermanos. 3Cada aumento de nuestra fuerza se lo ofrecemos a todos, para que ellos puedan también superar su debilidad y añadir su fuerza a la nuestra. 4Dios nos espera a todos con los Brazos abiertos, y nos dará la bienvenida tal como yo te la estoy dando a ti. 5No dejes que nada en el mundo haga que te olvides del Reino de Dios.

En este apartado, la enseñanza, nos recuerda un aspecto esencial que debe formar parte de nuestra consciencia: "somos la voluntad unida de la Filiación", o lo que es lo mismo, nuestro origen es la Unicidad de Dios y nuestra meta es SER CONSCIENTES DE LA UNICIDAD.

2. El mundo no puede añadirle nada al poder y a la gloria de Dios y de Sus santos Hijos, pero si Sus Hijos ponen su atención allí, el mundo puede cegarlos e impedir que vean al Padre. 2no puedes ver el mundo y conocer a Dios. 3Sólo uno de ellos es verdad. 4He venido a decirte que no es a ti a quien corresponde decidir cuál de ellos lo es. 5Si lo fuese, ya te habrías destruido a ti mismo. 6Mas Dios no dispuso la destrucción de Sus creaciones, pues las creó para toda la eternidad. 7Su Voluntad te ha salvado, no de ti mismo, sino de la ilusión de ti mismo. 8Dios te ha salvado para ti mismo.

No nos puede pasar inadvertida la clave que nos ofrece este punto para ayudarnos a comprender el origen material y corpuscular del mundo físico: la atención o, lo que la física cuántica llama, el "observador". Los nuevos paradigmas ofrecidos por la física cuántica, nos plantean la posibilidad de ver e interpretar el mundo desde perspectivas muy diferentes a como nos la presenta la física científica. 

Os comparto un enlace de un vídeo en el que se explica cómo las partículas corpusculares, base del mundo material, dependiendo de cómo se observe, adquiere una dimensión distinta, su comportamiento puede ser ondulatorio o corpuscular, es decir, energía o materia. El enlace del experimento de la doble rendija es este: https://www.youtube.com/watch?v=9X0jN3sz3sI

Si prestamos atención al mundo de las infinitas posibilidades, desde donde emana un mundo infinito de arquetipos mentales, estaremos aportando una condición más densa a lo que es una emanación de ideas o pensamientos. Hacemos tangible el pensamiento. Cuando esto ocurre, podemos decir que esa "forma" es lo real, es la verdad, olvidando que lo esencial es el Campo Energético de donde procede. Por este motivo, este apartado no afirma que no podemos ver el mundo y conocer a Dios. Solo uno de ellos es verdad.

3. Glorifiquemos a Aquel que el mundo niega, pues el mundo no tiene poder alguno sobre Su Reino. 2Nadie que Dios haya creado puede encontrar dicha en nada excepto en lo eterno, no porque se le prive de todo lo demás, sino porque nada más es digno de él. 3Lo que Dios y Sus Hijos crean es eterno, y en esto y sólo en esto, radica Su dicha.

La dicha que tanto añoramos no puede pertenecer al mundo, pues éste es efímero y temporal, no es real. Por lo tanto, buscar esa dicha en él, tan sólo nos aportará infelicidad y sufrimiento.

4. Escucha la parábola del hijo pródigo, y aprende cuál es el tesoro de Dios y el tuyo: el hijo de un padre amoroso abandonó su hogar y pensó que había derrochado toda su fortuna a cambio de cosas sin valor, si bien no había entendido en su momento la falta de valor de las mismas. 2Le daba vergüenza volver a su padre porque pensaba que lo había herido. 3Mas cuando regresó a casa, su padre lo recibió jubilosamente toda  vez que el hijo en sí era su tesoro. 4El padre no quería nada más.

La parábola del hijo pródigo es la alegoría que define perfectamente el proceso evolutivo de nuestra consciencia. Representa la temporalidad, fuente de sufrimiento y dolor, propia de la identificación con el mundo material, y la evidencia de lo Esencial, expresado en el Amor Eterno del Padre hacia su Creación-Hijo.

5. Lo único que Dios desea es Su Hijo porque Su Hijo es Su único tesoro. 2Tú deseas
tus creaciones tal como Él desea las Suyas. 3Tus creaciones son tu regalo a la Santísima Trinidad, creadas como muestra de agradecimiento por tu propia creación. 4Tus creaciones no te han abandonado, de la misma manera en que tú tampoco has abandonado a tu Creador, sino que extienden tu creación de la misma forma en que Dios Se extendió a Sí Mismo hasta ti. 5¿Pueden acaso las creaciones de Dios derivar dicha de lo que no es real? 6¿Y qué es real sino las creaciones de Dios y aque­llas que son creadas como las Suyas? 7Tus creaciones te aman tal como tú amas a tu Padre por el regalo de tu creación. 8Ningún otro regalo es eterno, y, por lo tanto, ningún otro regalo es verda­dero. 9¿Cómo entonces ibas a poder aceptar cualquier otra cosa o dar cualquier otra cosa y esperar dicha a cambio? 10¿Y qué otra cosa podrías desear sino la dicha? 11Tú ni te hiciste a ti mismo ni hiciste tu función. 12Lo único que hiciste fue tomar la decisión de ser indigno de ambas cosas. 13Pero no puedes hacerte indigno porque eres el tesoro de Dios, y lo que para Él tiene valor es valioso. 14No se puede poner en duda su valor, pues éste reside en el hecho de que Dios se compartió a Sí Mismo con él, estable­ciendo así su valor para siempre.

Tan sólo tus creaciones verdaderas, esto es, tus expresiones de Amor, serán eternas y portadoras de dicha. Cualquier otra expresión que no goce de la propiedad de extender el Amor que eres, dará lugar a la visión errónea que se identifica con lo temporal. Pretender perpetuar el mundo y el vehículo con el cual nos encontramos identificados, es una fuente continua de sufrimiento.

6. Tu función es aumentar el tesoro de Dios creando el tuyo. 2Su Voluntad hacia ti es Su Voluntad para ti. 3Él no te negaría la capaci­dad de crear porque en ello radica Su dicha. 4Tú no puedes hallar dicha excepto como Dios lo hace. 5Su gozo estriba en haberte crea­do a ti y Él te extiende Su Paternidad para que tú puedas exten­derte tal como Él lo hizo. 6No comprendes esto porque no lo comprendes a Él. 7Nadie que no acepte su función puede entender lo que ésta es, y nadie puede aceptar su función a menos que sepa lo que él mismo es. 8La creación es la Voluntad de Dios. 9Su Voluntad te creó para que tú a tu vez creases. 10Tu voluntad no fue creada aparte de la Suya, por lo tanto, tiene que disponer lo mis­mo que la Suya.

Mi interpretación de este punto me lleva a la evidencia de que al gozar del poder de crear como Dios nos ha Creado, nuestra voluntad debe llevarnos a crear nuestros propios "hijos", los cuales, heredarán nuestro propio tesoro, esto es, la capacidad de Crear de Sí Mismo. 

7.  La idea de una "voluntad reacia" no tiene sentido por ser una contradicción intrínseca que en realidad no significa nada. 2Cuando piensas que no estás dispuesto a ejercer tu voluntad en conformidad con la de Dios, no estás pensando realmente. 3La Voluntad de Dios es puro pensamiento, 4y no se puede contrade­cir con pensamientos. 5Dios no se contradice a Sí Mismo, y Sus Hijos, que son como Él, no pueden contradecirse a sí mismos ni contradecirle a Él. 6Su pensamiento, no obstante, es tan poderoso que pueden incluso aprisionar a la mente del Hijo de Dios si así lo deciden. 7Esta decisión hace ciertamente que el Hijo de Dios no conozca su función, aunque ésta nunca le es desconocida a su Creador. 8Y puesto que no le es desconocida a su Creador, él siem­pre la puede conocer.

Si el Hijo de Dios no conoce su condición divina, tampoco conocerá su propio poder creador. Es imprescindible que tengamos consciencia de lo que somos, pues este estado es el único camino que ha de conducirnos a ejercer la Voluntad de Dios.


8. La única pregunta que jamás debieras hacerte es: "¿Deseo saber lo que la Voluntad de mi Padre dispone para mí?" 2Él no te lo ocultará. 3Me lo reveló a mí cuando se lo pregunté, y así, supe lo que Él ya había dado. 4Nuestra función es colaborar juntos porque separados el uno del otro no podemos funcionar en absoluto. 5El poder del Hijo de Dios reside en todos nosotros, pero no en ninguno de nosotros por separado. 6Dios no desea que este­mos solos porque Su Voluntad no es estar solo. 7Por eso creó a Su Hijo, y le dio el poder de crear junto con Él. Nuestras creaciones son tan santas como nosotros, y nosotros que somos los Hijos de Dios, somos tan santos como Él. 9Por medio de nuestras creacio­nes extendemos nuestro amor, aumentando así el gozo de la San­tísima Trinidad. 10No comprendes esto porque aunque eres el tesoro de Dios, no te consideras valioso. 11Como resultado de esa creencia no puedes entender nada.

Nuestra mente nos mantiene identificados con el error, pues creemos que nuestra identidad reside en el cuerpo material. Hemos olvidado lo que realmente somos y es esencial que recordemos nuestro verdadero origen. Sustituir el miedo por el amor, es el camino que ha de llevarnos de retorno a nuestro verdadero hogar.


9. Yo soy consciente del valor que Dios te otorga. 2Mi devoción por ti procede de Él, pues nació del conocimiento que tengo de mí mismo y de Él. 3No podemos estar separados. 4Lo que Dios ha unido no se puede separar, y Dios ha unido a todos Sus Hijos en Sí Mismo. 5¿Cómo ibas a poder estar separado de tu vida y de tu Ser? 6El viaje a Dios es simplemente el redespertar del conoci­miento de dónde estás siempre y de lo que eres eternamente: 7Es un viaje sin distancia hacia una meta que nunca ha cambiado. 8La verdad sólo puede ser experimentada. 9No se puede  describir ni explicar. 10Yo puedo hacerte consciente de las condiciones que la facilitan, pero la experiencia en sí forma parte del ámbito de Dios. 11Juntos podemos satisfacer sus condiciones, pero la verdad ven­drá a ti por su cuenta.

Así es, la verdad sólo puede ser experimentada. Te puedo contar mi verdad o mi visión de la verdad, pero si en esa visión no te incluyo, al igual que al resto de la humanidad, sus pilares serían poco sólidos y tan solo estaría fabricando más error.

La condición que Jesús nos puede ofrecer para facilitar el reencuentro con la verdad lleva el sello de la unicidad, de la voluntad Una de la Filiación.

10. Lo que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti es tuyo. 2Dios le ha dado Su Voluntad a Su tesoro, para quien esa Voluntad es su propio tesoro. 3Allí dónde esté tu tesoro allí estará tu corazón, tal como el Suyo está allí donde se encuentra Su tesoro. 4Tú, a quien Dios ama, eres completamente bendito. 5Aprende esto de mí, y libera la santa voluntad de todos aquellos que son tan ben­ditos como tú.

Lo que la voluntad de Dios ha dispuesto para cada uno de sus Hijos es la Unidad de la Filiación y la condición de Amar que ha de relacionarlos los unos a los otros.

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