jueves, 18 de abril de 2024

Capítulo 7. VI. De la vigilancia a la paz.

VI. De la vigilancia a la paz.

1. Aunque sólo puedes amar a la Filiación como una sola, la pue­des percibir como
fragmentada. 2Mas es imposible ver algo en alguna parte de ella y no atribuírselo a toda ella. 3Por eso es por lo que los ataques no son nunca parciales y por lo que hay que renunciar a ellos completamente. 4Si no se renuncia a ellos completamente, no se renuncia a ellos en absoluto. 5El miedo y el amor fabrican o crean, dependiendo de si es el ego o el Espíritu Santo el que los engendra o inspira, pero en cualquier caso retor­nan a la mente del pensador y afectan la totalidad de su percep­ción. 6Eso incluye el concepto que tiene de Dios, de Sus creaciones y de sí mismo. 7Dicho pensador no apreciará ni a unos ni a otros si los contempla con miedo. 8Pero los apreciará a todos si los con­templa con amor.

Tan sólo el Amor tiene la capacidad de la Visión Integradora. El Amor está exento de juicio. El Amor nos conduce al "juicio final" o, mejor dicho, al final del juicio. Pues qué sentido tiene juzgar a la Filiación. Tan sólo desde el miedo, podemos juzgar, pues el miedo es el pensamiento de separación.

2. La mente que acepta el ataque es incapaz de amar. 2Ello se debe a que cree que puede destruir el amor, lo cual quiere decir, por lo tanto, que no comprende lo que éste es. 3 Si no comprende lo que es el amor, no se puede percibir a sí misma como amorosa. 4Esto hace que pierda su conciencia de ser, da lugar a sentimien­tos de irrealidad y lo que resulta de ello es una confusión total. 5Tu pensamiento ha dado lugar a esto debido a su poder, pero puede también salvarte de ello porque su poder no lo creaste tú. 6Tu capacidad para dirigir tu pensamiento de acuerdo con lo que elijas es parte de ese poder. 7Si no crees que puedes dirigirlo, es que has negado que tu pensamiento tenga poder, y, por lo tanto, has hecho que sea impotente en tu pensamiento.

Bastante aclarador, este punto. El poder del pensamiento no lo ha creado el Hijo de Dios. Ese poder proviene de Dios y es cierto que Su Hijo lo hereda dado que somos Su Imagen y Semejanza. Ese poder es la Voluntad Creadora. Si somos conscientes del poder de la voluntad, seremos conscientes, igualmente, que podemos elegir en todo momento hacia dónde dirigir nuestros pensamientos, es decir, podemos elegir si servir al miedo o al amor.

3. El ingenio del ego para asegurar su supervivencia es enorme, mas dicho ingenio emana del mismo poder de la mente que el ego niega. 2Esto quiere decir que el ego ataca lo que lo sustenta, lo cual no puede sino producir gran ansiedad. 3Por eso es por lo que el ego jamás reconoce lo qué está haciendo. 4Es perfectamente lógico, pero a todas luces demente. 5Pues para subsistir el ego se nutre de la única fuente que es totalmente adversa a su existencia. 6Temeroso de percibir el poder de esa fuente, se ve forzado a menospreciarla, 7lo cual amenaza su propia existencia, produciendo un estado que le resulta intolerable. 8Prosiguiendo de manera lógica, aunque todavía demente, el ego resuelve este dilema completamente descabellado de un modo igualmente descabellado: 9deja de percibir que su existencia esté amenazada, proyectando la amenaza sobre ti y  percibiendo a tu Ser como inexistente. 10Esto asegura su continuidad si te pones de su parte, garantizando así el que no puedas conocer tu Seguridad.

Se traduce como una evidencia, que la existencia del ego tiene su origen en el acto voluntario de elegir ver las cosas de manera diferente a como han sido Creadas por Dios. Si prestamos nuestra voluntad y dirigimos nuestros pensamientos hacia la visión de un mundo separado de Dios, el fruto de esa acción es lo que ha dado lugar a la ilusión de la separación. 

4. El ego no puede permitirse saber nada. 2El conocimiento es total, y el ego no cree en totalidades. 3En este descreimiento estriba su origen, y aunque el ego no te quiere, le es fiel a sus propios antecedentes, y engendra tal como fue engendrado. 4La mente siempre se reproduce tal como fue producida. 5El ego, que es un producto del miedo, reproduce miedo. 6Le es leal a éste, y esa lealtad le hace traicionar al amor porque tú eres amor. 7El amor es tu poder, que el ego tiene que negar. 8Tiene que negar también todo lo que este poder te confiere porque te lo confiere todo. 9Nadie que lo tenga todo desea al ego. 10Su propio hacedor, pues, no lo quiere. 11Por lo tanto, si la mente que lo fabricó se reconociese a sí misma, lo único que el ego podría encontrar sería rechazo. 12Y si esa mente reconociese a cualquier parte de la Filia­ción, se conocería a sí misma.

Si el ego es la consecuencia de elegir ver lo irreal, su existencia tiene unos pilares poco sólidos, pues nada puede mantenerse eternamente si ha sido fabricado con los materiales de la ilusión. El ego, habita en la ignorancia y todas sus fabricaciones llevan ese sello de falsedad.

5. El ego, por consiguiente, se opone a toda muestra de aprecio, a todo reconocimiento, a toda percepción sana, así como a todo conocimiento: 2Percibe la amenaza que todo ello representa como una amenaza total porque sospecha que todos los compromisos que la mente contrae son totales. 3Forzado, por lo tanto, a sepa­rarse de ti, está dispuesto a unirse a cualquier otra cosa. 4 Pero no hay nada más. 5La mente, no obstante, puede tejer ilusiones, y si lo hace creerá en ellas porque creyendo en ellas fue como las tejió.

El sistema de pensamiento del ego se perpetúa debido a que su origen tiene como única causa, el utilizar el poder de la voluntad para visionar de manera separada a la de Dios. 

6. El Espíritu Santo desvanece las ilusiones sin atacarlas, ya que no puede percibirlas en absoluto. 2Por consiguiente, no existen para Él. 3Resuelve el aparente conflicto que éstas engendran, per­cibiendo cualquier conflicto como algo sin sentido. 4He dicho anteriormente que el Espíritu Santo percibe el conflicto exactamente como es, y el conflicto no tiene sentido. 5El Espíritu Santo no quiere que entiendas el conflicto, quiere, no obstante, que te des cuenta de que puesto que el conflicto no tiene sentido, no es comprensible. 6Como ya dije anteriormente, el entendimiento suscita aprecio, y el aprecio suscita amor. 7El amor es lo único que se puede entender, ya que sólo el amor es real, y, por lo tanto, sólo el amor tiene sentido.

Si nuestro hijo se despierta en la noche llorando por haber experimentado una pesadilla,
nuestro papel como padre es hacerle comprender con amor que lo experimentado no es real, sino fruto de la ilusión. No será la explicación que le aportemos la que tranquilice a nuestro hijo, pues su alcance no se lo permitirá, pero sí lo hará la fortaleza de nuestras palabras emanadas desde la fuente del amor, pues tan solo ese amor tiene el poder de la verdad y esa energía sí la captará.

7. Si tuvieras presente lo que el Espíritu Santo te ofrece, no po­drías mantenerte alerta excepto en favor de Dios y de Su Reino. 2La única razón por la que te puede resultar difícil aceptar esto es porque tal vez aún creas que hay algo más. 3Las creencias no requieren vigilancia a menos que estén en conflicto. 4Si lo están, es que hay elementos conflictivos en ellas que han desencadenado un estado de guerra, haciendo que sea imprescindible mantenerse alerta. 5Cuando se está en paz no es necesario estar alerta. 6El estado de alerta es necesario contra las creencias que no son cier­tas, y el Espíritu Santo nunca lo habría solicitado si tú no hubieses creído lo falso. 7Cuando crees en algo, haces que sea real para ti. 8Cuando crees en lo que Dios no conoce, tu pensamiento parece contradecir al Suyo y esto hace que parezca que lo estás atacando.

Hacemos real aquello en lo que creemos. Si hemos hecho real al ego, la razón de ello es porque creemos que podemos "crear" un mundo fuera de Dios.

8. He señalado repetidamente que el ego cree que puede atacar a Dios, y trata de convencerte de que eso es lo que tú has hecho. 2Si la mente no puede atacar, el ego -con perfecta lógica- arriba a la conclusión de que tú no puedes ser otra cosa que un cuerpo. 3Al negarse a verte tal como eres, puede verse a sí mismo como él quiere ser. 4Consciente de sus debilidades, el ego quiere que le seas leal, pero no como realmente eres. 5Desea, por lo tanto, invo­lucrar a tu mente en su propio sistema ilusorio, ya que de otra manera la luz de tu entendimiento lo desvanecería. 6No quiere tener nada que ver con la verdad porque él en sí no es verdad. 7Si la verdad es total, lo que no es verdad no existe. 8Tu compromiso con cualquiera de esas dos posibilidades tiene que ser total. aLa verdad y lo falso no pueden coexistir en tu mente sin dividirla: 9Si no pueden coexistir en paz, y si lo que quieres es estar en paz, tienes que abandonar por completo y para siempre la idea de con­flicto: 10Esto requiere que te mantengas alerta mientras no te des ­cuenta de lo que es verdad. 11Mientras sigas creyendo que dos sistemas de pensamiento completamente contradictorios pueden compartir la verdad, es obvio que tienes que mantenerte alerta. 

Donde yo vivo físicamente, cuando algo es evidente se dice: "más claro, agua". Podríamos aplicar este dicho a este punto, pues su mensaje es claro como la transparencia del agua.

"Mientras sigamos creyendo que dos sistemas de pensamiento completamente contradictorios pueden compartir la verdad, es obvio que tenemos que mantenernos alertas".

9. Tu mente está dividiendo su lealtad entre dos reinos, y tú no te has comprometido  completamente con ninguno de ellos. 2Tu identificación con el Reino de Dios es incuestionable, y sólo tú pones en duda este hecho cuando piensas irracionalmente. 3Lo que tú eres no lo establece tu percepción ni se ve afectado en modo alguno por ella. 4Cualquier problema de identificación, in­dependientemente del nivel en que se perciba, no es un problema que tenga que ver con hechos reales. 5Es un problema que pro­cede de una falta de entendimiento, puesto que su sola presencia implica que albergas la creencia de que es a ti a quien le corres­ponde decidir lo que eres. 6El ego cree esto ciegamente al estar completamente comprometido a ello. 7Pero no es verdad. 8El ego, por lo tanto, está completamente comprometido a lo falso, y lo que percibe es lo opuesto a lo que percibe el Espíritu Santo, así como al conocimiento de Dios.

Cuan diferente es el nivel de verdad que fundamenta las creencias del ego y del Hijo de Dios. Para el ego, su identidad es consecuencia de la percepción material. La identidad del ego es el cuerpo físico y si tuviese que describir su identidad, su aportación se referirá a las características que se derivan de ese cuerpo.

Para el Hijo de Dios, su identidad no procede de su percepción, sino de su propia condición, la cual, le ha venido dada de Su Creador. 

10. Puesto que tu Ser es el conocimiento de Dios, la percepción que el Espíritu Santo tiene de ti es la única que tiene significado. 2Cualquier creencia que aceptes aparte de ésta acallará la Voz de Dios en ti y te ocultará a Dios. 3No podrás conocer al Creador a menos que percibas Su creación tal como es, ya que Dios y Su creación no están separados. 4La unidad que existe entre el Crea­dor y la creación constituye tu plenitud, tu cordura y tu poder ilimitado. 5Este poder ilimitado es el regalo que Dios te hace por­que eso es lo que eres. 6Si separas tu mente de dicho poder, no podrás sino percibir la fuerza más grande del universo como si fuese débil, ya que no creerás formar parte de ella.

Así es. La identidad del Hijo de Dios es el conocimiento de Dios. Nos ha creado a Su Imagen y Semejanza.

11. Cuando percibes a la creación como que tú no formas parte de ella, la consideras débil, y los que se consideran a sí mismos débi­les, no pueden sino atacar: 2Mas el ataque tiene que ser ciego porque no hay nada que atacar. 3Por lo tanto, inventan imágenes, las perciben como despreciables y luego las atacan por su falta de valor. 4Esto es todo lo que el mundo del ego es: 5nada. 6No tiene sentido. 7No existe. 8No trates de entenderlo, porque si tratas de entenderlo, es que crees que se puede entender, y, por lo tanto, que se puede apreciar y amar. 9Eso justificaría su existencia; la cual es injustificable: 10Tú no puedes hacer que lo que no tiene sentido lo tenga. 11Eso no sería más que un intento demente.

Cuántas veces, has podido sorprenderte en un intento frustrante de comprender el sentido de esta vida, cuando la analizamos desde el sistema de pensamiento del ego. Finalmente, llegamos a la evidencia que no podemos comprender lo irreal, lo ilusorio, pues daríamos a la mente una misión demente, entender lo inentendible.

12. Si permites que la locura se adentre en tu mente, es que has juzgado que la cordura no es algo enteramente deseable. 2Si deseas otra cosa, fabricarás otra cosa, pero al ser otra cosa, atacará tu sistema de pensamiento y dividirá tu lealtad. 3En ese estado de división no te será posible crear y tendrás que mantenerte alerta contra dicho estado porque lo único que se puede extender es la paz. 4Tu mente dividida está obstruyendo la extensión del Reino, y en la extensión de éste reside tu felicidad. 5Si no extiendes el Reino, es que no estás pensando con tu Creador ni creando como Él creó.

Desde un sistema de pensamiento demente, tan sólo podemos fabricar situaciones dementes. 

13. Ante esta deprimente situación, el Espíritu Santo te recuerda dulcemente que estás triste porque no estás llevando a cabo tu función de co-creador con Dios, y, por lo tanto, te estás privando a ti mismo de felicidad. 2Esto no es algo que Dios haya decidido, sino que fuiste tú quien lo decidió así. 3Si tu mente pudiese estar en desacuerdo con la de Dios, lo que tu voluntad dispusiese no tendría sentido. 4Sin embargo, puesto que la Voluntad de Dios es inalterable, no es posible ningún conflicto de voluntades. 5Ésta es la enseñanza perfectamente congruente del Espíritu Santo. 6La creación, no la separación, es tu voluntad porque es también la Voluntad de Dios, y nada que se oponga a ella tiene sentido en absoluto. 7Al ser una obra perfecta, la Filiación sólo puede obrar con perfección, extendiendo la dicha en la que fue creada e iden­tificándose con su Creador y Sus creaciones, sabiendo que son uno y lo mismo.

El haber utilizado la voluntad creadora para fabricar una realidad diferente a la de Dios, ha dado lugar a la fabricación de un mundo ilusorio, irreal y caótico, privado de luz, nos hace percibir la oscuridad; privado de amor, nos hace prisioneros del miedo; privado de paz, nos hace vengativos; privados de la felicidad, nos lleva a percibir el dolor y el sufrimiento.

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