lunes, 22 de abril de 2024

Capítulo 7. X. La confusión entre dicha y dolor.

X. La confusión entre dicha y dolor.

1. El Reino, al igual que este mundo, es el resultado de ciertas premisas. 2Puede que
hayas llevado el razonamiento del ego a su conclusión lógica, que es una confusión total con respecto a todo. 3Si realmente vieses lo que resulta de ese razonamiento, lo repu­diarías. 4La única razón por la que pudieras desear algún aspecto de lo que resulta de ese razonamiento es que no alcanzas a ver su totalidad. 5Estás dispuesto a examinar las premisas del ego, pero no su conclusión lógica. 6¿No sería posible que hubieses hecho lo mismo con las premisas de Dios? 7Tus creaciones son la conclu­sión lógica de Sus premisas 8EI Pensamiento de Dios las ha esta­blecido para ti. 9Se encuentran exactamente donde les corresponde estar. 10Y donde les corresponde estar es en tu mente, como parte de tu identificación con la Suya. aSin embargo, tu estado mental, así como el reconocimiento por tu parte de lo que se encuentra en tu mente, dependen de lo que crees acerca de ella. 11Sean cuales sean estas creencias, constituyen las premisas que habrán de determinar lo que aceptes en tu mente.

Las premisas de cualquier sistema de pensamiento se encuentran en la mente y se basan en las creencias. Si creemos que podemos crear fuera de la Mente de Dios, estaremos fabricando un mundo bajo unas premisas distintas a las de Dios. El ego responde a las premisas basadas en la creencia de la separación y del pecado. El mundo que emana desde ese sistema de pensamiento es el que percibimos y es el que nos mantiene alejado de la verdad.

Siendo esto así, debemos analizar todas nuestras creencias, y todas aquellas que no se basen en la creencia verdadera del Amor, debemos verlas como un error que hay que corregir. El proceso de corrección es la Expiación, que como nos enseña UCDM, es entregar ese error al Espíritu Santo, la Mente Recta.

2. No cabe duda de que puedes aceptar en tu mente lo que no se encuentra en ella, así como también negar lo que sí se encuentra en ella. 2Sin embargo, aunque puedes negar la función que Dios Mismo le encomendó a tu mente a través de la Suya, no puedes evitar su expresión. 3Esa función es la conclusión lógica de lo que eres. 4La capacidad para ver la conclusión lógica de algo depende de que estés dispuesto a verla, pero la verdad de esa conclusión no tiene nada que ver con que estés dispuesto. 5La verdad es la Voluntad de Dios. 6Comparte Su Voluntad y estarás compar­tiendo Su conocimiento. 7Niega que Su Voluntad sea la tuya, y estarás negando Su Reino y el tuyo.

Ya hemos visto a lo largo de estas enseñanzas, que el poder de la mente no debemos subestimarlo, pues en la mente encontramos las premisas que sustentan nuestro sistema de pensamiento y por el que elegimos libremente ver la verdad o negarla.

Este punto, nos enseña que la verdad es verdad, independientemente de que estemos dispuesto a verla o no. Y esto es así, sencillamente porque la Verdad es la expresión creadora de Dios y del Hijo de Dios. No podemos renunciar a lo que somos, aunque sí podemos decidir no verlo y aceptar otra identidad.


3. El Espíritu Santo te dirigirá sólo a fin de evitarte dolor. 2Obviamente nadie se opondría a este objetivo si lo reconociese. 3Mas el problema no estriba en si lo que el Espíritu Santo dice es verdad o no, sino en si quieres escucharle o no. 4No puedes reconocer lo que es doloroso, de la misma manera en que tampoco sabes lo que es dichoso, y, de hecho, eres muy propenso a confundir ambas cosas. 5La función primordial del Espíritu Santo es enseñarte a distinguir entre una y otra. 6Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor. 7Esta confusión es la causa del concepto de sacrificio. 8Obedece al Espíritu Santo, y estarás renunciando al ego. 9Pero no estarás sacrificando nada. 10Al contrario, estarás ganándolo todo. 11Si creyeses esto, no ten­drías conflictos.

Si analizamos las premisas mentales en las que se basa el sistema de pensamiento del ego, no podemos menos que reconocer, que la creencia en la separación y el pecado, no pueda dar como fruto la dicha y la felicidad, sino el dolor y el miedo. Tan sólo la creencia en el Amor, nos libera de ese error y nos permite gozar de la dicha y de la plenitud.

El ego no acepta la Voz del Espíritu Santo que habla tan sólo de Amor, pues pone en peligro la falsedad de su identidad y sus creencias en la posesión, que se traduce en el miedo a perder. Todo lo fabricado por el ego es temporal. Mientras que el Ser es la manifestación de la creación eterna.

4. Por eso es por lo que tienes que demostrarte a ti mismo lo obvio. 2Para ti no es obvio. 3Crees que hacer lo opuesto a la Volun­tad de Dios va a ser más beneficioso para ti. 4Crees también que es posible hacer lo opuesto a la Voluntad de Dios. 5Por lo tanto, crees que tienes ante ti una elección imposible, la cual es a la vez temi­ble y deseable. 6Sin embargo, Dios dispone, 7no desea. 8Tu volun­tad es tan poderosa como la Suya porque es la Suya. 9Los deseos del ego no significan nada porque el ego desea lo imposible. 10Puedes desear lo imposible, pero sólo puedes ejercer tu voluntad en armonía con la de Dios. 11En eso estriba la debilidad del ego, así como tu fortaleza.

Si no tuviésemos la voluntad para crear, ese Don Divino heredado de nuestro creador, el sistema de pensamiento que ha dado lugar al ego, nunca hubiese sido posible.

Ese inmenso poder, que aparentemente nos ha llevado a la ilusión de la separación, la Voluntad, es el poder que debemos utilizar para elegir la Verdad y no la ilusión.

5. El Espíritu Santo siempre se pone de tu parte y de parte de tu fortaleza. 2Mientras en una u otra forma rehúses seguir las direc­trices que te da, es que quieres ser débil. 3Mas la debilidad es atemorizante: 4¿Qué otra cosa, entonces, podría significar esta decisión, excepto que quieres estar atemorizado? 5El Espíritu Santo nunca exige sacrificios, el ego, en cambio, siempre los exige: 6Cuando estás confundido con respecto a la diferencia entre ésas dos motivaciones, ello sólo puede deberse a la proyección. 7La proyección es una confusión de motivaciones, y, dada esta confu­sión, tener confianza se vuelve imposible. 8Nadie obedece de buen grado a un guía en el que no confía, pero eso no quiere decir que el guía no sea digno de confianza. 9En este caso, siempre significa que el seguidor es el que no lo es. 10Sin embargo, esto también depende de sus propias creencias. 11Al creer que puede traicionar, cree que todo lo puede traicionar a él. 12Mas esto sólo se debe a que eligió un falso consejo. 13Incapaz de seguir ese consejo sin miedo, asocia el miedo con el consejo y se niega a seguir cualquier tipo de consejo. 14No es sorprendente que lo que resulta de esta decisión sea confusión.

Muchas doctrinas espirituales ven en el sacrificio una vía de redención, de purificación, de acercamiento a la divinidad. Este mensaje ha calado muy profundamente en nuestras creencias, hasta tal punto que, nos resultará muy reconocible la expresión: "no hay logro sin sacrificio".

Para el sistema de pensamiento del ego, el sacrificio es la resulta del acto de compartir. Cuando comparto lo que tengo, estoy sacrificando parte de mí.  Pero, esta premisa se basa en el miedo y en la negación de dar, por miedo a perder. El sacrificio, desde su punto de vista, se convierte en una moneda de cambio. La acción de dar está condicionada y se utiliza como una estrategia ante la perspectiva de recibir algo mejor a cambio.

Este punto, nos revela que esa creencia es errónea, que el sacrificio no forma parte de la Mente de Dios, pues el Acto Creador, es la expansión plena del Ser, desde la totalidad, desde la Unicidad. La expansión no está condicionada, ni responde a ninguna estrategia para conseguir una respuesta beneficiadora. Es el acto natural por excelencia, que emana de la condición amorosa de la divinidad.

6. El Espíritu Santo, al igual que tú, es digno de toda confianza. 2Dios Mismo confía en ti, por lo tanto, el hecho de que eres digno de toda confianza es incuestionable. 3Será siempre incuestionable, no importa cuánto dudes de ello. 4Dije antes que tú eres la Voluntad de Dios. 5Su Voluntad no es un deseo trivial, y tu iden­tificación con Su Voluntad no es algo optativo, puesto que es lo que tú eres. 6Compartir Su Voluntad conmigo no es optativo tam­poco, aunque parezca serlo. 7La separación radica precisamente en este error. 8La única manera de escaparse del error es deci­diendo que no tienes nada que decidir. 9Se te dio todo porque así lo dispuso Dios. 10Ésa es Su Voluntad, y tú no puedes revocar lo que Él dispone.    

Para el ego, la recomendación de no tomar decisiones es una invitación a su extinción, pues su ilusoria realidad es el fruto de una decisión, del uso incorrecto de la voluntad.

Usar la voluntad es una atribución heredada de nuestro Padre, por lo que no debemos entender que debemos renunciar a su uso. Ello significaría que dejamos de hacer Su Voluntad. Pero, el hecho de hacer uso de ese atributo no significa que hagamos un uso incorrecto de él. Es por ello, que este punto nos enseña que la única manera de escaparse del error es decidiendo que no tenemos nada que decidir, más allá de hacer la voluntad del Padre: Amar.

7. Ni siquiera el abandono de la falsa prerrogativa de tomar deci­siones -que con tanto celo guarda el ego- se puede lograr de­seándolo. 2La Voluntad de Dios, Quien nunca te dejó desampa­rado, lo logró por ti. 3Su Voz te enseñará a distinguir entre el dolor y la dicha, y te librará de la confusión a la que has dado lugar. 4No hay, confusión alguna en la mente de un Hijo de Dios cuya volun­tad no puede sino ser la Voluntad del Padre, toda vez que la Voluntad del Padre es Su Hijo.

Somos la Voluntad de nuestro Padre. somos Su Expansión, Su Creación.

8. Los milagros están en armonía con la Voluntad de Dios, la cual tú no conoces porque estás confundido con respecto a lo que tú dispones. 2Esto significa que estás confundido con respecto a lo que eres. 3Si eres la Voluntad de Dios, y no aceptas Su Voluntad, estás negando la dicha. 4El milagro es, por lo tanto, una lección acerca de lo que es la dicha. 5Por tratarse de una lección acerca de cómo compartir es una lección de amor, que es a su vez dicha. 6Todo milagro es, pues, una lección acerca de lo que es la verdad, y al ofrecer lo que es verdad estás aprendiendo a distinguir entre la dicha y el dolor.

Si somos la Voluntad del Padre y no aceptamos dicha Voluntad, realmente, no podremos amar a la Filiación. Tan solo a través de la expansión podremos crear, tan sólo a través del Amor estaremos haciendo la Voluntad del Padre. Tan sólo dando, conservaremos la evidencia de la Verdad de lo que realmente somos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Capítulo 8. VIII. El cuerpo como medio o como fin.

  VIII. El cuerpo como medio o como fin. 1. Las actitudes que se tienen hacia el cuerpo son las actitudes que se tienen hacia el ataque. ...