sábado, 20 de abril de 2024

Capítulo 7. VIII. La creencia increíble.

VIII. La creencia increíble.

1. Hemos dicho que  2Todo ello refleja una ley fundamental de la mente y, por consiguiente, una ley que siempre está en vigor. 3Es la ley mediante la cual creas y mediante la cual fuiste creado. 4Es la ley que unifica al Reino y lo conserva en la Mente de Dios. 5El ego, sin embargo, percibe dicha ley como un medio para deshacerse de algo que no desea. 6Para el Espíritu Santo, es la ley fundamental del compartir, mediante la cual das lo que consideras valioso a fin de conservarlo en tu mente. 7Para el Espíritu Santo, es la ley de la extensión. 8Para el ego, la de la privación. 9Produce, por lo tanto, abundancia o esca­sez, dependiendo de cómo eliges aplicarla. 10La manera en que eliges aplicarla depende de ti, pero no depende de ti decidir si vas a utilizar la ley o no. 11Toda mente tiene que proyectar o extender porque así es como vive, y toda mente es vida.

Este punto es bastante esclarecedor y nos aporta la respuesta a cuestiones, tan cotidianas,  que nos llevan a preguntarnos los motivos de nuestra experiencia de escasez.

Son muchas las voces que hablan de técnicas, de recursos mágicos, para cambiar situaciones de escasez en situaciones de abundancia. En ocasiones, para obtener el resultado que anuncian esas voces, estamos dispuestos a pagar por ello. Es una experiencia muy común, que cuando practicamos de manera ritual las recomendaciones que nos aconsejan, no quedemos satisfechos de los resultados por no obtener los beneficios anunciados. Es entonces cuando reclamamos que la técnica es una falsa y, es entonces, cuando nos responden aludiendo a que no habremos seguido los pasos recomendados al pie de la letra.

Bueno. Tal vez estemos confundiendo el concepto abundancia. Si el mundo proyectado es una emanación del contenido de nuestra mente, no nos resultará difícil comprender, que lo que llamamos abundancia se está refiriendo al uso que hace el ego de la mente, pues proyectar no es crear. Esa abundancia proyectada por la mente egoica tiene la consistencia del mundo temporal, es decir, es caduca y su búsqueda responde al deseo de dar una respuesta a la visión de escasez.

La verdadera abundancia de la mente es una creación que manifiesta la firme creencia en lo que somos, es decir, en la Plenitud del Espíritu que se reconoce como Hijo de Dios.  La mente que crea abundancia es la que comparte lo que Es, esto es, Abundancia. No lo hace para dar respuesta a una necesidad, sino para expandir lo que Es. Su principio es: cuando doy conservo lo que doy.

2.  El uso que el ego hace de la proyección tiene que entenderse plenamente antes de que la inevitable asociación entre proyección e ira pueda por fin erradicarse. 2El ego siempre intenta perpetuar el conflicto. 3Es sumamente ingenioso en encontrar soluciones que parecen mitigar el conflicto, ya que no quiere que el conflicto te resulte tan intolerable que decidas renunciar a él. 4Por lo tanto, trata a toda costa de persuadirte de que él puede librarte del con­flicto, no sea que lo abandones y te liberes a ti mismo. 5Utilizando su propia versión distorsionada de las leyes de Dios, el ego se vale del poder de la mente sólo para quebrantar el verdadero propó­sito de ésta. 6Proyecta el conflicto desde tu mente a otras mentes, en un intento de persuadirte de que te has librado del problema.

Esta es la razón por la que nos encontramos el conflicto fuera de nosotros, porque lo proyectamos en los demás. De este modo, el otro, no debe ser interpretado como un enemigo, sino todo lo contrario, como el espejo donde debemos reconocernos.

Te invito a que imagines tu vida y la relación que tienes con el mundo, como una red sagrada de conexiones, que nos mantienen unidos y formando partes de un fin común: tomar consciencia de lo que realmente somos. En el mundo de percepción, todos participamos de ese "plan", ayudarnos a recordar lo que somos.

3. Hay dos errores fundamentales en este intento: 2el primero es­ -estrictamente hablando- que el conflicto no puede ser proyec­tado porque no puede ser compartido. 3Cualquier intento de conservar una parte de él y deshacerse de la otra no tiene real­mente ningún sentido. 4Recuerda que un maestro en conflicto no es un buen maestro ni un buen alumno. 5Sus lecciones son confu­sas y el valor de transferencia de las

mismas se ve limitado por su confusión. 6El segundo error es la idea de que puedes deshacerte de algo que no deseas dándoselo a otro. 7Dándolo es precisamente como lo conservas. 8La creencia de que viéndolo fuera de ti lo excluyes de tu interior es una distorsión total del poder de la extensión. 8Por eso es por lo que los que proyectan se preocupan tanto por su seguridad personal. 10Temen que sus proyecciones van a retornar a ellos y a hacerles daño. 11Puesto que creen haber­las desalojado de sus mentes, creen también que esas proyeccio­nes están tratando de volverse a adentrar en ellas. 12Pero como las proyecciones no han abandonado sus mentes, se ven obligados a mantenerse continuamente ocupados a fin de no reconocer, esto.

Efectivamente, un maestro en conflicto, tan solo puede enseñar y aprender confusión. 

De igual modo, el hecho de que proyectemos nuestros conflictos en los demás, no nos librará de ese pensamiento dividido, sino que favorecerá el encuentro con aquellos que, una y otra vez, nos recordarán el estado de nuestra mente.

Un conflicto no nos abandona hasta que hemos aprendido a verlo como un no-conflicto, esto es, hemos integrado su aprendizaje en nuestra consciencia.

4. No puedes perpetuar una ilusión acerca de otro sin perpetuarla en ti mismo. 2No hay forma de poderse escapar de esto, ya que es imposible fragmentar a la mente. 3Fragmentar es dividir en peda­zos, y la mente no puede atacar ni ser atacada: 4La creencia de que puede -error que el ego siempre comete- sirve de fundamento para el uso que éste hace de la proyección. 5El ego no entiende lo que es la mente y, por lo tanto, no entiende lo que eres tú. 6Su existencia, sin embargo, depende de tu mente porque el ego es una creencia tuya. 7El ego es una confusión con respecto a tu iden­tidad. 8Al no haber tenido nunca un modelo consistente, no se desarrolló nunca de manera consistente. 9Es el resultado de la aplicación incorrecta de las leyes de Dios, llevada a cabo por men­tes distorsionadas que están usando indebidamente su poder.

Cada vez que percibimos en el otro el conflicto, estaremos juzgándolo y al hacerlo estamos proyectando sobre él la creencia en la separación. Si las mentes no estuviesen conectadas por la Unidad de su origen, la proyección no podría producirse, pero el ego no entiende esa ley y percibe a las mentes separadas. Por tal razón, no participa en la visión de que el otro y el conflicto que percibimos en él, es nuestro propio conflicto interno.

5. No le tengas miedo al ego. 2Él depende de tu mente, y tal como lo inventaste creyendo en él, puedes asimismo desvanecerlo dejando de creer en él. 3No proyectes sobre otros la responsabili­dad por esa creencia o, de lo contrario, prolongarás su existencia. 4Cuando estés dispuesto a asumir total responsabilidad por la existencia del ego, habrás dejado a un lado la ira y el ataque, pues éstos surgen como resultado de tu deseo de proyectar sobre otros la responsabilidad de tus propios errores. 5Mas una vez que los hayas aceptado como tus propios errores, no te detengas ahí. 6Entrégaselos de inmediato al Espíritu Santo para que Él los des­haga completamente, de manera que todos sus efectos desaparez­can de tu mente y de la Filiación en su totalidad.

Si andabas buscando dar respuesta a la cuestión de cómo poner fin a la hegemonía del ego, este punto, lo aclara. El ego lo hemos inventado con nuestra mente, por lo que su existencia depende de nuestra voluntad de seguir creyendo en su existencia.

Con esa creencia, con la visión de que el conflicto se encuentra en nuestra mente, lo que debemos hacer es corregirlo y, para ello, debemos ponerlo en manos del Espíritu Santo, nuestra Mente Recta.

6. El Espíritu Santo te enseñará a percibir más allá de tus creencias porque la verdad está más allá de cualquier creencia, y la percep­ción del Espíritu Santo es verdadera. 2Te puedes olvidar del ego por completo en cualquier momento que así lo elijas porque el ego es una creencia completamente inverosímil, y nadie puede seguir abrigando una creencia que él mismo haya juzgado como increí­ble. 3Cuanto más aprendes acerca del ego, más te das cuenta de que no se puede creer en él. 4Lo inverosímil no se puede entender porque es increíble. 5Es evidente que una percepción basada en lo increíble no tiene sentido, pero tal vez no hayas reconocido que dicha percepción está más allá de lo que se puede creer precisa­mente porque fue concebida por una creencia.

Desde una mente errada, la cual ha favorecido la ilusión y las falsas creencias, no se puede alcanzar la visión verdadera. Por tal motivo, debemos dejar esa corrección bajo la tutela del Espíritu Santo, cuya percepción es verdadera.

7. Este curso no tiene otro propósito que enseñarte que el ego es algo increíble y que siempre lo será. 2Tú, que lo inventaste al creer lo increíble, no puedes emitir ese juicio por tu cuenta. 3Pero cuando aceptas la Expiación para ti mismo, decides en contra de la creencia de que puedes estar solo, desvaneciendo así la idea de la separación y afirmando tu verdadera identificación con todo el Reino como algo que literalmente forma parte de ti. 4Esta identi­ficación está más allá de cualquier duda del mismo modo en que está más allá de cualquier creencia. 5Tu plenitud es ilimitada por­que el estado de ser es infinito.    

Termina este apartado del Capítulo 7, reafirmando la importancia de la credibilidad de nuestras creencias, ya que, en ellas, se encuentra la causa que nos lleva a crear o a fabricar, o lo que es lo mismo, a identificarnos con la verdad o con la ilusión. Nos identifica este punto, que somos nosotros los que hemos inventado a la falsa personalidad del ego, pues hemos elegido creer lo increíble. Siendo los fabricantes del error, debemos poner en manos de la Voz que habla por Dios, para que corrija la creencia errónea, que no es otra, que creer en la separación y en el miedo.  

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