X. La igualdad de los milagros (1ª parte).
1. Cuando ninguna percepción se interponga entre Dios y Sus creaciones, o entre Sus Hijos y las suyas, el conocimiento de la creación no podrá sino continuar eternamente. 2Los reflejos que aceptas en el espejo de tu mente mientras estás en el tiempo o bien te acercan a la eternidad o bien te alejan de ella. 3Pero la eternidad en sí está más allá del tiempo. 4Salte del tiempo y con la ayuda del reflejo de la eternidad en ti, extiéndete y tócala. 5Y pasarás del tiempo a la santidad tan inevitablemente como el reflejo de la santidad exhorta a todos a dejar a un lado la culpabilidad. 6Sé un reflejo de la paz del Cielo aquí y lleva este mundo al Cielo, 7pues el reflejo de la verdad atrae a todo el mundo a ésta, y a medida que todos entran en ella, dejan atrás todos los reflejos.
La luz, el conocimiento, la realidad, la verdad, proceden del Cielo, donde, como hemos visto en este capítulo de las enseñanzas, las mentes se encuentran unidad en reconocimiento de su santidad.
En la tierra, esa luz, se percibe reflejada, llevando a la mente a identificarse con lo falso (percepción errónea) o con lo real (percepción verdadera), pero, en ambas situaciones la experiencia es perceptiva.
Como bien recoge este punto, cuando ninguna percepción se interponga entre Dios y Sus creaciones o entre Sus Hijos y las suyas, el conocimiento de la creación será eterno.
En la tierra, podemos prepararnos para dar el salto definitivo hacia la verdad, siendo el reflejo de la paz del cielo, en ella.
2. En el Cielo la realidad no se refleja, sino que se
comparte. 2Al compartir su reflejo aquí, su verdad se vuelve la única percepción
que el Hijo de Dios acepta. 3De este modo aflora en él el recuerdo
de su Padre, y a partir de ése momento nada más puede satisfacerle, excepto su
propia realidad. 4Vosotros en la tierra no tenéis idea de lo que
significa no tener límites, pues el mundo en el que aparentemente vivís es un
mundo de límites. 5No es cierto que en este mundo pueda ocurrir algo
que no conlleve grados de dificultad. 6El milagro, por lo tanto,
tiene una función única, y lo inspira un Maestro único que trae las leyes de otro mundo á éste. 7Obrar
milagros es lo único que puedes hacer que transciende la idea de grados de
dificultad, pues los milagros no están basados en diferencias sino en la
igualdad.
Si nos preguntamos, cómo podemos expandir el reflejo del Cielo en la tierra, este punto nos ofrece la respuesta: siendo canales de los milagros. El milagro se convierte en el acto consciente de reflejar la luz de la verdad del Cielo en la tierra. Al no estar condicionado por las limitaciones del mundo físico, el milagro trae las leyes del Amor al mundo terrenal, trascendiendo la idea limitante de los grados de dificultad característicos de las leyes de nuestro mundo.
3. Los
milagros no compiten entre sí, y el número de milagros que puedes obrar es ilimitado.
2Pueden ser legión y a la vez simultáneos. 3Esto no
es difícil de entender una vez que concibes
que son posibles. 4Lo que más cuesta entender es que la falta de grados de dificultad que caracteriza al milagro es algo
que tiene que proceder de otra parte y no de aquí. 5Desde el punto
de vista del mundo, eso es imposible.
4. Tal vez te hayas dado cuenta
de que tus pensamientos no compiten entre sí, y de que, aunque estén en
conflicto entre sí, pueden ocurrir simultáneamente y con gran profusión. 2Puedes
ciertamente estar tan acostumbrado a eso que ya apenas te sorprenda.
3No obstante, estás acostumbrado también a clasificar algunos de tus
pensamientos como más importantes o mejores que otros, como más sabios,
productivos o valiosos. 4Esto es cierto con respecto a los
pensamientos que se les ocurren a los que creen vivir separados. 5Pues
algunos pensamientos son reflejos del Cielo, mientras que otros los suscita el
ego, el cual tan sólo aparenta pensar.
En este punto y en los venideros, se nos enseña, aspectos del comportamiento de nuestra mente y de los pensamientos. La intención de ello responde a que es importante que conozcamos el canal que utilizamos, inconscientemente, para reconocernos.
Ya hemos visto en otra parte del Curso, como la mente puede servir a Dios o al ego. En esa polaridad, podemos generar pensamientos basados en la creencia de la separación o pensamientos que refuerzan la certeza en la unicidad de las mentes. No podemos estar sirviendo a dos señores a la vez, pues esta circunstancia impide que reconozcamos nuestra identidad verdadera. Por tal motivo, nuestra mente debe ser ejercitada a través del entrenamiento adecuado que facilite la identificación correcta.
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