IV. El fin de la enfermedad.
Etimológicamente, se cree que el termino religión procede de
“religare”, cuyo significado es “unir”. Podríamos decir, que reconciliar adopta
ese mismo significado, el de recuperar el estado de unión cuando se ha perdido
dicha condición.
En este sentido, el papel original de la religión es corregir la
creencia de la separación por la de unión.
En este punto, se nos dice que la enfermedad-separación y la perfección-unión son irreconciliables. Si Dios nos creó perfectos, ningún pensamiento contrario a ese estado puede alterarlo. Por tal motivo, la creencia en la enfermedad nos lleva a servir al error, pues estaríamos argumentando a favor de la existencia del ego y de que nuestra verdadera identidad, es el cuerpo..
2. La realidad
sólo puede alborear en una mente despejada. 2La realidad está
siempre ahí, ante ti, lista para ser aceptada, pero para aceptarla tienes que
primero estar dispuesto a tenerla. 3Conocer la realidad requiere que
uno esté dispuesto a juzgar la irrealidad tal como es. 4Pasar por
alto lo que no es nada es simplemente juzgarlo acertadamente, y mediante tu
capacidad para evaluarlo correctamente, permitir que desaparezca. 5EI
conocimiento no puede alborear en una mente llena de ilusiones porque la verdad
y las ilusiones son irreconciliables. 6La verdad es íntegra y no
puede ser conocida sólo por una parte de la mente.
Este punto aboga por la coherencia. No se puede servir a la verdad y a
la ilusión conjuntamente. La mente dual no puede albergar lo que es verdad,
pues la verdad es íntegra y eterna. No está sujeta al cambio y a la
temporalidad.
La mente dividida ha permitido que la percepción haya sustituido al
verdadero Conocimiento.
4. Las leyes de Dios mantendrán a
tu mente en paz porque la paz es Su Voluntad, y Sus leyes se promulgaron para
apoyarla. 2Sus leyes son las
leyes de la libertad, mas las tuyas son las leyes del cautiverio. 3Puesto
que la libertad y el cautiverio son irreconciliables, sus respectivas leyes no
se pueden entender simultáneamente. 4Las leyes de Dios operan
exclusivamente para tu bien, y no hay más leyes que las Suyas. 5Lo
demás no está regido por ninguna ley, y es, por lo tanto, caótico. 6Dios
Mismo, no obstante, ha protegido todo lo que Él creó mediante Sus leyes. 7No
existe nada que no esté regido por ellas. 8"Las leyes del caos”
es una expresión que no tiene sentido. 9La creación acata sus leyes
perfectamente, y lo caótico carece de significado porque Dios no forma parte
de ello. 10Le has "dado" tu paz a los dioses que inventaste,
pero ellos no pueden aceptarla, pues no están ahí, y tú no puedes dársela.
Las leyes de Dios proceden del Amor y favorecen el estado de paz. Mientras
que las leyes del ego proceden del miedo y favorecen el estado de sufrimiento,
de culpa y de dolor.
5. No eres libre de renunciar a la libertad, sino sólo de negarla. 2No
puedes hacer lo que Dios no dispuso porque lo que Él no dispuso no puede tener
lugar. 3Tus dioses no son los causantes del caos; tú les adjudicas
el caos y luego lo aceptas de ellos. 4Nada de esto ha tenido lugar
jamás. 5Nada, excepto las leyes de Dios, ha existido jamás, y nada,
excepto Su Voluntad, existirá jamás. 6Fuiste creado mediante Sus
leyes y por Su Voluntad, y el modo en que fuiste creado te estableció como
creador. 7Lo que has inventado es tan indigno de ti que lo
repudiarías sólo con que estuvieses dispuesto a verlo tal como es. 8En
ese caso no verías nada en absoluto. 9Y tu visión automáticamente se
dirigiría más allá de ello hacia lo que se encuentra en ti y a tu alrededor. 10La
realidad no puede salvar las obstrucciones que pones ante ella, mas te
envolverá completamente cuando las abandones.
Lo que Dios ha creado lleva el sello de lo eterno, pues la esencia del
Amor es Eterna. Lo que el ego ha fabricado lleva el sello de lo perecedero,
pues su esencia es el miedo y el miedo es nada.
6. Una vez que
se ha experimentado la protección de Dios, inventar ídolos se vuelve
inconcebible. 2En
El Curso nos enseña que la verdad
sólo puede ser experimentada. No se puede describir ni explicar y, añade, que
la experiencia (de la verdad) en sí forma parte del ámbito de Dios.
Experimentar la presencia de Dios es el reconocimiento de lo que Somos. No obstante, no podremos experimentar una auténtica sensación de que existimos mientras sigamos teniendo dudas con respecto a lo que somos.
Como bien se recoge en la enseñanza del Curso, “la percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias” (T-11.VI.1:2). “Diferentes experiencias conducen a diferentes creencias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. Pues las percepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña” (T-11.VI.3:4-5).
No podremos experimentar a Dios
si prestamos fidelidad a la creencia de que somos seres separados. Para experimentar a
Dios, nuestra mente debe percibir correctamente lo que somos desde la visión de
la Unidad.
La
fe y el deseo van de la mano, pues todo el mundo cree en lo que desea. Si la
experiencia de Dios es el resultado de percibir correctamente, podemos decir,
que esta experiencia nos llevará a obrar un milagro, pues es el acto del Hijo
de Dios que ha abandonado a todos los dioses falsos y exhorta a sus hermanos a
que hagan lo mismo. Ese deseo es un acto de fe, pues es el reconocimiento de la
unidad que nos mantiene unidos a nuestros hermanos.
8. En muchos lo único que queda es la chispa, pues los Grandes Rayos están velados. 2Aun así, Dios ha mantenido viva la chispa de manera que los Rayos nunca puedan olvidarse completamente. 3Sólo con que veas la pequeña chispa podrás conocer la luz mayor, pues los Rayos están ahí aunque sin ser vistos. 4Al percibir la chispa sanas, mas al conocer la luz creas. 5En el proceso de retornar, no obstante, la pequeña chispa debe reconocerse primero, pues la separación fue el descenso desde la grandeza a la pequeñez. 6La chispa, no obstante, sigue siendo tan pura como la luz mayor porque es lo que queda de la llamada de la creación. 7Deposita toda tu fe en ella y Dios Mismo te contestará.
En este punto, Jesús, utiliza terminología de cierto contenido esotérico, en el sentido de que hace referencia a conceptos que, para su comprensión, no pueden interpretarse en su contexto mundano. El lenguaje alegórico, es muy utilizado en las enseñanzas del Maestro. Las parábolas son muy utilizadas por Él para enseñar verdades adaptadas a las mentes a las que iba dirigidas. Es en este mismo sentido, que debemos encontrar el significado de las ideas que se expresan en este punto.
La “chispa” y los “Grandes Rayos”, no están evocando a acontecimientos que se extraen de fenómenos físicos. Ambos términos nos llevan a establecer una estrecha similitud con el poder de la luz, con el poder del entendimiento. Este significado se extrae de la cualidad intrínseca que emana de la luz: la de disipar la oscuridad.
La chispa debe ser interpretada como una parte del “Todo”, entendiéndose el “Todo” como los “Grandes Rayos”. El Conocimiento que emana de la Fuente de Dios, de la Causa Primigenia de todo lo Creado, se correspondería con los Grandes Rayos, mientras que la chispa, la parte de ese “Todo”, podemos interpretarla como esa parte que queda de la llamada de la creación, es decir, la Mente Una que nos abrirá las “puertas del Cielo”, donde nos fundiremos con el Conocimiento.
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